domingo, 30 de enero de 2011

El pueblo judio NO OLVIDA No nos dejemos avasallar por el olvido

Por Nelson Pilosof

El 27 de enero de 1945 se produjo un hecho que quedará siempre en la Historia, aunque mal les pese a quienes quieren aviesamente negarlo. Las tropas rusas abrieron los malditos portones de Auschwitz, y se encontraron con una terrible realidad. Los remanentes tristes de quienes no habían sido todavía aniquilados por la bestia nazi, y restos y cenizas de la masacre más brutal y despiadada que ya habían criminalmente consumado. Horrendo testimonio de una maquinaria montada para el exterminio.

Todo comenzó bajo la nefasta inspiración de un ciego odio antisemita que envenenó progresivamente a un sector grande del pueblo alemán, que se identificó con el nazismo. Odio salvaje que comenzó con los judíos, y que se extendió a otros seres tan humanos como los judíos. El odio no conoce límites, y cuando explota, avasalla todo cuanto está a su paso. Los autores de tanta barbaridad y crueldad hicieron todo lo posible para que un manto de olvido cubriese tanto oprobio. No lo han logrado. Si hubiesen estado realmente orgullosos de su maldita obra, no se hubiesen empeñado en tratar de borrar las huellas de tanta perversidad y que se la olvidase definitivamente.

El pasado es inmodificable. Pero cuidemos la forma en que construimos el futuro. Las víctimas inocentes se perdieron para siempre. Pero su memoria, jamás. Merecen ser recordadas con piadoso y respetuoso homenaje. Su recuerdo debe inspirar el perpetuo compromiso: NO OLVIDAR Y NO VOLVER A PERMITIR.

Hay quienes prefieren dejar que el tiempo vaya disipando aquella trágica realidad histórica. Hay otros, inspirados ahora por el mismo odio que condujo a aquel Holocausto, que pretenden negarlo o “reducir” su real dimensión. Como si disminuyendo cobardemente los números, el oprobio no fuese el mismo.

Ambas actitudes son inadmisibles y muy peligrosas. El proceso que condujo al Holocausto puede repetirse. Podrán cambiar los protagonistas, pero el libreto será siempre el mismo. Individuos que se sienten jueces de los demás, y que por esa misma actitud soberbia, adoptan posturas de odio y prejuicios contra otras personas y grupos. En definitiva, un antisemita es soberbio, se cree superior a los judíos, y está cargado de prejuicios y odios. La suya no es una actitud fraternal, respetuosa de los derechos humanos y abierta a una sana convivencia. Un antisemita es siempre peligroso. Se deja dominar por sentimientos de odio, que tarde o temprano buscarán una salida violenta. No se conforma con el aislamiento. Busca socios. Y muchas veces los encuentra…

El pueblo judío NO OLVIDA NI OLVIDARA. La dura experiencia no volverá a repetirse. El mejor recuerdo de las víctimas del Holocausto es estar preparados para impedir su reiteración. Los modernos émulos del nazismo, diseminan a diestra y siniestra un virulento odio antijudío. Pero no es un peligro sólo para los judíos. Es para todos. El primer objetivo son los judíos…luego inevitablemente vendrán otros. Antes de 1939, muchos no lo advirtieron a tiempo. En 1945, se convencieron. En ese lapso la humanidad pagó el precio más alto de todos los tiempos por la insensatez humana.

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