miércoles, 21 de diciembre de 2011

Januca, los Macabeos y el espíritu judío



ag.Cabanah

Januca. Al igual que en otras efemérides de Israel, se combina lo histórico, nacional y religioso. En primer lugar el motivo histórico-nacional. Januca conmemora la rebelión victoriosa de los Macabeos sobre los greco-sirios.

En el siglo II aec., más exactamente entre los años 165 a 160 aec., el ejército hebreo comandado por Yehuda Macabi y sus cuatro hermanos, luego de durísimas batallas de los “pocos contra los muchos”, de los “débiles contra los fuertes”, logró la victoria que traería como consecuencia años después, la completa independencia política como así también la libertad religiosa. Aunque la misma sería efímera. Efímera porque la potencia romana ya asomaba en el horizonte. Y también por las profundas divisiones internas en la dinastía macabea reinante.

La principal fuente en relación a aquel período fundamental de nuestra historia es el “libro de los Macabeos” aunque también hay historiadores, Josefo entre otros, que se refieren a dicha época.

Breve reseña del proceso anterior. Los griegos dominaban la tierra de Israel desde hacia mucho tiempo, ya desde las conquistas de Alejandro Magno en el siglo IV aec. Eso significó pérdida de independencia y soberanía pero además caer bajo la órbita cultural griega, la que predominaba en aquellos tiempos en la región del Mediterráneo y más allá de la misma La cultura griega también atrajo a judíos quienes comenzaron, paulatinamente, a vestir como los griegos, hablar en griego, darles nombres griegos a sus hijos. ¿Integración o progresiva asimilación?

Por otra parte la actitud benévola de Alejandro y sus inmediatos sucesores, favoreció este proceso. Pero esta actitud contemporizadora cambiaría radicalmente en épocas posteriores, especialmente durante el período de Antioco IV (175 aec.), cuando éste decreta medidas draconianas contra los judíos de Eretz Israel con el objetivo de alejarlos aún más del judaísmo.

Cuando se rebeló la familia de los Hasmoneos-Macabeos, el padre Matatias y sus cinco hijos, la comunidad judía en la tierra de Israel estaba dividida: por un lado los judíos sólidamente identificados con el judaísmo, por el otro los helenizantes, proclives a un distanciamiento de nuestras tradiciones y costumbres.

La rebelión finalmente victoriosa que los Macabeos encabezaron aseguró en primer lugar, el predominio dentro de la comunidad de aquellos judíos plenamente identificados con el judaísmo. Pero además, en el “choque” de culturas, en la confrontación “judaísmo-helenismo” la victoria macabea significó ni más ni menos, la supervivencia del judaísmo. ¿Qué habría ocurrido si el resultado de la contienda hubiese sido otro?

En el “encuentro” con el helenismo el judaísmo pudo salir airoso. A lo largo de la historia, esta misma situación de encuentro-confrontación entre el judaísmo y otras culturas habría de reiterarse en distintas y variadas ocasiones.

Nuestros sabios de bendita memoria hacen hincapié – el Talmud es un ejemplo- en el milagro del frasco de aceite que alcanzó para ocho días. En lo espiritual. En la “reinauguración” del Templo. De ahí el nombre “Januca”, “reinauguración”.

La gesta macabea no solamente no es glorificada, lo que a mi juicio es comprensible ya que no hay porqué glorificar batallas o guerras, sino que es apenas mencionada o totalmente minimizada. Más allá de las discrepancias de los sabios con la posterior dinastía hasmonea, el criterio seguramente es, haciéndolo extensivo a la larga historia del pueblo judío, que nuestra supervivencia no depende ni puede depender de las contingencias militares, ya sean caídas o victorias. Nuestra supervivencia depende del “espíritu judío”.

Como lo dice el profeta Zacarías en la Haftara (capítulo de los profetas) que leemos en el Shabat de Januca “lo bejail velo bekoaj ki im beruji amar Hashem …”, es decir “No por el ejército, no por la fuerza sino por el espíritu, dice D’os”. Sin duda que es la fuerza espiritual lo que, entre otros factores, ha mantenido a nuestro pueblo enhiesto especialmente en las épocas más sombrías de nuestra historia.

No obstante, la gesta de los Macabeos considero que no se puede minimizar. Su victoria fue en si mismo un milagro. Y el milagro del frasco de aceite pasó a tener sentido gracias a dicha gesta de la misma forma que, salvando las distancias, el milagro de la liberación de Ierushalaim y del Kotel durante la guerra de los Seis Días se debió a Tzahal, el ejército de Defensa de Israel.

Sin Tzahal no hubiese habido liberación. Sin la victoria macabea ¿tendría sentido la celebración de Januca?

En su magna obra “El Estado Judío”, publicada en 1896, Herzl, casi al final de la misma augura y profetiza “…resurgirán los Macabeos”.

Acertó. Los Macabeos resurgieron. Son los soldados de Tzahal quienes desde 1948 y aún antes han dado su vida y su alma por la existencia y supervivencia del Estado de Israel. Ellos también son el espíritu judío.

Por sobre todo, tratemos que la luz del judaísmo que irradian las velas de Januca no se apague jamás, iluminando el camino de nuestra vida en el sentido más humano posible

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