martes, 4 de enero de 2011

Los bucaneros hebreos, por la mañana tefilim y ………………….

Por la mañana Tefilim y Braja. Por la tarde atraco a los tesoros de las naves españolas. Valientes y estoicos judíos sefardíes del Medioevo convirtieron el dolor de la expulsión en venganza. En el presente reportaje les presentamos algunas postales navieras de un capítulo poco conocido en la historia de nuestro pueblo: Los Piratas Judíos del Caribe (y otros oleajes).

El barco pirata exhibe una estrella de seis puntas en un rincón de su bandera. Con bravura surca el gran oleaje marino. Su capitán es David Abrabanel (descendiente del linaje del sabio Isaac Abrabanel). El “Capitán Davis” observa en la lejanía una nave española que promete transportar grandes tesoros en su interior. Desde la Proa del “The Jerusalem” la sigue en su recorrido con el catalejo. La ve pasar. Se va, se va la barca… El capitán sefardí “endecha” su suerte: “Ay dio, dio mío”. Hoy no podrá atacarla: es Shabat. Su tripulación deberá aguardar hasta la finalización del día sagrado. En la cena el menú que comen los navegantes del “The Jerusalem” es kosher, por supuesto. Valentía y tradición se dan la mano a bordo. Los marinos lo mismo cantan “Abraham Abinu” que gritan: “¡Al abordaje mis valientes!”. Su misión es despachurrar de tesoros a sus ex –inquisidores. Con una mano en el sable y la otra en la Torah ajustan cuentas con quienes otrora fueron los verdugos de su familia y amigos. Lo hacen atacando cuanta flota ibérica pasa por delante y despojándoles todo el botín. (Incluso el botín del capitán ibérico, el cual lo calza en la pata que no es de palo.)

Así es la cosa, mis queridos lectores. No todo era estudio de Torah y comercio tras la expulsión de 1492. Cuesta imaginar a un judío devoto de botas, con sombrero de capitán y parche en el ojo. La imagen de los sefardíes del Medioevo remite en el imaginario colectivo a figuras más cercanas a aquellos hombres que se quemaban las pestañas estudiando el Talmud bajo la luz de las velas. Sin embargo las velas que encendían el corazón de los bucaneros hebreos de la post-expulsión eran otras. Eran las que el viento empujaba bajo las estrellas (de seis puntas) de un cielo infinito.
El Capitán Davis no fue el único bucanero judío de la historia. A continuación les presentamos brevemente a otros de los protagonistas de estas aventuras marinas:

EL CORSARIO TURCO: SINAN REIS

Sinan nació en Izmir, Turquía. Este judío sefardí se puso bajo las órdenes del Imperio Otomano. Su destreza y valentía en los combates navales contra los enemigos de Turquía le valieron el grado de Capitán Pasha (almirante de la flota turca) y era conocido entre los piratas de su tiempo como “El Gran Judío”. Su alianza más famosa fue con el viejo lobo de mar Barbarroja de quien llegó a ser el segundo al mando. Sinan participó en la victoria de la Batalla de Preveza en 1538, la cual aseguró el dominio turco sobre el Mediterráneo hasta 1571.

EL HOLANDES ERRANTE APÓCRIFO: SHMUEL PALACHI

Shmuel Palachi nació en Fez a mediados del siglo XVI. Vivió en España como Embajador de Marruecos. Obtuvo el monopolio del comercio con Holanda y en 1609 fue enviado a ese país como representante comercial del Sultán Mulay. En un artículo publicado por José Chocrón Cohén el autor afirma que “algunas investigaciones parecieron evidenciar que Pallache actuó como un doble agente que pasaba informaciones clasificadas a España en torno a las relaciones Holanda- Marruecos y al mismo tiempo era informante de Marruecos y Holanda en torno a las actividades españolas, y se dice que el simple rumor acerca de dicha ambigüedad fue la causa de que el sultán le retirara sus favores. Sin embargo, Samuel Pallache continuó sus actividades como comerciante y su amistad personal con el príncipe Mauricio de Nassau le valió una patente de corso que le permitió dedicarse durante varios años a las actividades de corsario bajo la bandera holandesa, reclutando marranos para su tripulación y vendiendo el botín obtenido a lo largo y ancho de las costas marroquíes”.

EL PORTUGUES AFORTUNADO: MOISÉS COHEN ENRIQUEZ

Portugués Sefardí, nacido a comienzos del Siglo XVII. En 1628 junto al holandés Piet Heinde atacó y atracó (frente a las costas cubanas) a dos barcos españoles que llevaban oro macizo y plata. El valor del tesoro que obtuvieron está estimado en Mil millones de dólares actuales. Enriquez estableció junto a otros judíos su propia Isla Pirata en Brasil y se convirtió en el asesor del famoso pirata Henry Morgan. Nunca lo capturaron.

EL FUGITIVO : SIMÓN FERNÁNDEZ

Escapó de la Inquisición y no tuvo mejor idea que meterse a pirata y corsario. Dicen por ahí que procedía de las islas portuguesas de las Azores, pero no se sabe con exactitud cuándo nació. Lo que sí podemos afirmar es que en el 1571 ya estaba haciendo “de las suyas” bajo las órdenes del pirata galés John Callis. Sus objetivos eran los barcos españoles y franceses. Los británicos veían con agrado estas acciones, y les permitieron operar desde los puertos ingleses. Cuando a Callis lo ahorcaron en Newport, Fernández huyó y comenzó a trabajar en varios barcos ingleses. (“¡Run, Simon Run!” ). Fernández llegó a ser el capitán piloto del famoso pirata Sir Walter Raleigh. (¿Tomaría té a las cinco de la tarde?.) En su bitácora de viaje (si es que la tuvo) figuran destinos como las Indias Occidentales, América del Norte y varias islas del Pacífico.
Otros piratas judíos (para googlear): Yaakob Koriel (o Curiel), Jean Lafitte.

TIP TURÍSTICO:

Para los que proyecten un viaje a Jamaica. No dejen de visitar el cementerio judío en el área de Kingston. Allí observarán las tumbas de los piratas hebreos cuya última morada revela la identidad sus habitantes. No es de extrañar que Bob Marley haya heredado este legado judío en sus composiciones musicales. (Iron Lion Zion). En este punto no puedo evitar que mi exagerada imaginación visualice a un ecléctico grupo de piratas judíos con rastas y peyes, danzando en el minuto atemporal un todavía no inventado reggae jamaicano…

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