martes, 5 de octubre de 2010

"Mi padre se llevó todos los ahorros de la familia a Israel".

EXTRACTADO DE LA VANGUARDIA

POR :Hubert Abraham Haddad

Tengo 63 años. Nací en Túnez, de familia judía y
bereber. Vivo en París desde los 5 años. Tengo una
hija de 21 años. Estuve en las barricadas del 68, y
hoy soy un libertario pragmático. Me conmueve la
poesía sublime de místicos cristianos, judíos y
musulmanes.

¿Judío y bereber?

Sí.

¿Cómo es eso?

Bereberes y judíos vivían en el norte de Áfricadesde
mucho antes de las invasiones arabo-islámicas del
siglo VII d. C. Y mi familia, proveniente del sur de
Túnez, es judeobereber.

¿En qué se refleja eso en la práctica?

Son de religión judía y costumbres magrebíes
arabizadas: vestimenta, comida, idioma... Mis
padres sólo hablan árabe.

¿Y en qué se advierte su judaísmo?

En su fe religiosa, en sus celebraciones. En Túnez
sufrieron algunas persecuciones.

¿Y cuándo emigran a Francia?

Yo tenía 5 años, y no fue sólo por hostilidad
antijudía, fue también por progresar...

¿Qué recuerda de su llegada a París? Que todo era
muy gris y muy frío, hostil, desabrido, inhóspito...
Vivíamos en una pieza minúscula, sin agua
corriente... Fue duro.

¿Es usted hoy francés?

Sí, pero cada año que me toca renovar el documento
de identidad, salen muchas pegas burocráticas, me
piden papeles que no tengo... ¡Mi familia llegó sin
nada!

¿Se siente tunecino, judío, bereber, francés o qué?

Un poco todo..., y también argelino, por mi abuela
materna, Baya, que me contaba muchas historias...

Es una suerte esa identidad múltiple.

Sí: ¡yo podría vivir casi en cualquier sitio! Pero no
sentir una identidad rotunda también me produce
melancolía...

O se la hacen sentir...

Algunos me dicen: "¿Por qué escribe usted en
francés si no es de aquí?". O esperan que escriba de
aspectos exóticos, coloristas...

¿Ha sentido antisemitismo en Francia?

No, pero sí recelo al foráneo. ¡Lo de Sarkozy con los
gitanos rumanos es de un populismo escandaloso! Y
me ha impactado mucho una anécdota reciente...

Cuente.

Unos gitanos alojados en la ruinosa estación de
Bobigny fueron expulsados por los gendarmes, que
les destruyeron todo... ¡porque había que
adecentarla para conmemorar la deportación de
judíos desde ese lugar!

Qué ironía.

Yo combatí en las barricadas de Mayo del 68, y creo
que contribuimos a dulcificar rigideces sociales,
pero... hay aspectos que siguen entroncados con la
Francia de Vichy.

¿Qué historias le contaba su abuela?

Había emigrado a Francia en 1939, sin sospechar
que Francia entregaría a sus judíos a los nazis. A mi
abuela y a mi madre (era muy niña) las escondió en
su granja una familia campesina: eso las salvó. Y
pudieron volver a Túnez. Mi abuela me hablaba de
un lugar mítico, maravilloso: Palestina.

¿Qué significaba Palestina para ella?

El jardín del Edén, el paraíso terrenal. ¡Lloraba por
ese lugar que no conocía! Como otros judíos del
mundo: "El año que viene, ¡en Palestina!". Por eso,
cuando en 1947 nació el Estado de Israel, fue un
éxtasis.

¿Qué pasó?

¡Era el sueño hecho realidad! Mi familia experimentó
un furor patriótico-religioso.

¿Cuándo supo que había un conflicto?

De niño yo ayudaba a mi padre, feriante, y nos
codeábamos con árabes, y todos tan amigos. Pero
en 1967, con la guerra de los Seis Días, todo
cambió: ¡árabes y judíos se liaron a adoquinazo
limpio en el barrio!

¿Qué decía su padre?

Era un hombre sencillo, convencido de que Israel era
divino y sagrado. Tomó todo el dinero que teníamos,
se lo metió en zapatos de doble suela ¡y lo llevó a
Israel!

¿Todos los ahorros?

Lo dio todo. Una pequeña fortuna. ¡Quedamos
empobrecidos! Pero luego se desesperó cuando mi
hermano mayor, Michael, quiso marcharse a un
kibutz a Israel con 17 añitos: para impedirlo, salía a
la calle llorando y rasgándose las vestiduras...

Estampa muy bíblica.

Mi hermano partió al cumplir 18 años. Era un chico
culto, sensible; gracias a él entraron libros y discos
en casa y yo leí... En Israel se convirtió en pintor
reconocido...

¿Se implicó en la vida israelí?

Basculó hacia posiciones pacifistas, repartió
pasquines en favor de la paz..., ¡y sus
conciudadanos quisieron lincharle! Se apartó a vivir
como un ermitaño en una cabaña entre olivos, a las
afueras de Jerusalén...

¿Qué le contaba él de todo eso?

Que compartía la cabaña con una serpiente venenosa
y que se entendían... Se dejó el pelo largo, se
abandonó... y se trastornó.

¿Qué hace su hermano hoy?

Mi hermano se suicidó.

Lo siento.

Regresó a París con 27 años... ¡y le detuvieron por
desertor! No había hecho la mili. Se hundió. Al salir,
se compró un fusil, dejó una carta en el buzón y se
voló la cabeza.

...

Esto me conmocionó, cambió mi vida: me separé,
me aparté... Durante años no quise saber nada del
conflicto palestino-israelí.

¿Y ahora?

Escribo para apoyar a israelíes y palestinos solidarios
con la paz. Por mi hermano.

¿Son muchos?

Un 30% de israelíes y un 60% de palestinos.

¿Qué propone?

Un Estado para los palestinos. Luego, retroceso de
colonias, acuerdos sobre agua, y cooperación cultural
y económica. Israel recuperaría prestigio, respeto...
Y sólo así volverá el alma a aquel rincón del mundo.

Palestina.

Tiene un hablar delicado y preciso, un discurso fino y
atinado. Es uno de los ensayistas y novelistas más
fecundos y respetados de la intelectualidad francesa,
genuino pata negra de Mayo del 68, pero con una
doble singularidad: una mirada surgida de la
inmigración magrebí superpuesta a un marchamo
judío. Por eso lo tiene todo, creo, para ofrecernos
una reflexión aquilatada, solvente y fiable de estos
tiempos que corren en Francia, así como del
enquistado conflicto árabe-israelí. Lo entrevisto por
la maestría con que vierte su sabia reflexión en
Palestina (Demipage), bella novela en la que hay un
personaje que homenajea callada y hondamente a su
infortunado hermano Michael.

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