miércoles, 29 de septiembre de 2010

RELIGIÓN.COM predicar en internet

Nuevos motores de búsqueda en Internet creados por entidades cristianas, judías o musulmanas, buscan responder de manera relevante a las consultas de los usuarios de la web y, al mismo tiempo, mantenerlos alejados de las tentaciones, el alcohol y la pornografía.



"Creemos que los otros motores de búsqueda son demasiado generales. Queremos ofrecer una solución para explorar la web en un ambiente seguro, donde uno no se topará con sitios de contenido explícito o inmoral, como la pornografía", dijo Reza Sardeha, fundador del buscador de orientación musulmana ImHalal .

Si uno escribe la palabra "alcohol" en imhalal.com, el motor de búsqueda ofrece resultados que explican el punto de vista musulmán sobre la bebida. Si uno escribe "pornografía", el motor de búsqueda responde... nada.

Este kuwaití de 21 años de edad dice que el sitio atrae a usuarios de Pakistán, Indonesia, Malasia, Emiratos Árabes Unidos, y también Estados Unidos.

Para los cristianos, SeekFind ofrece "una herramienta de investigación para las personas que buscan contenido bíblico y teológico desde una perspectiva cristiana evangélica", dice el fundador Houdmann Shea, que opera desde Colorado Springs, en el oeste de Estados Unidos.

Según el sitio web www.seekfind.org, el motor de búsqueda sólo ofrece un listado de "sitios web basados en la Biblia, teológicamente sólidos, y de acuerdo con nuestra declaración de fe".

"De esa manera, usted puede estar seguro de que encontrará contenido que honrará a Dios y será espiritualmente alentador", agrega.

Para la comunidad judía, el motor se llama Jewogle, un nombre similar al del gigante de las búsquedas en internet, Google.

Danny Sullivan, editor en jefe de SearchEngineLand.com, dijo que ninguno de estos sitios web "despegó", pero eso "no quiere decir que no puedan ser negocios rentables".

Pero recordó que algunos servicios que buscan llenar un nicho fracasan, como el motor de búsqueda afroestadounidense Rushmore Drive, cerrado en 2009.
estuviera sufriendo por algo innecesario. Esto desconecta al doliente del que intenta reconfortarlo, cuando el propósito de consolar es conectarse al doliente.
Muchas personas que han estado de luto por tragedias familiares, me han expresado sus molestias sobre comentarios como este que acabamos de mencionar. Ellos afirman que razonamientos como estos son degradantes y banalizan sus sentimientos. Contrariamente a lo que piensa la gente, ellos creen que la experiencia de vivir tanto tiempo junto a los padres hace más difícil la separación que acarrea la muerte.
Una pareja estaba de duelo por la muerte de su hija de seis meses de edad. Una persona conocida pasó a visitar a los padres y les dijo lo siguiente: "Ella murió con un alma perfecta, nunca tuvo la oportunidad de pecar". Seguramente que él tenía buenas intenciones al decir esto, y quizás, muchas personas en el lugar de los padres, sí estarían reconfortados con el comentario. Pero estos padres estaban muy tristes por la acotación de ese señor. Es cierto que la joven niña no tuvo oportunidad de pecar, pero así tampoco tuvo oportunidad para hacer buenas acciones, y ese era en realidad el sufrimiento de la familia.
El problema es que se necesita algo más que buenas intenciones para poder consolar a una persona que ha sufrido una pérdida. El buscar el "lado bueno" de la tragedia y comentarlo a los familiares, puede ser muy perjudicial para todos. Una joven viuda estuvo muy dolida por el comentario de una amiga, mientras la visitaba para consolarla después de la muerte del esposo, le mencionó con sus mejores intenciones: "Tú eres joven y bonita, seguro que pronto vas a encontrar a alguien".
Sin sumergirnos tanto en otros ejemplos, podemos agregar a nuestra lista de frases para no decir, algunas como: "Yo sé cómo te sientes", "La vida sigue", "Pronto te vas a sobreponer", "Tienes otros hijos", "Tu pena pasará rápidamente", y "Tienes toda una vida por delante". Todos estos comentarios banalizan el dolor, en vez de respetar la gravedad del sufrimiento.
Las visitas a dolientes, nos desafían a ser excesivamente sensibles y cuidadosos con lo que sale de nuestros labios. Una vez que las palabras salieron, no pueden ser anuladas. Es bonito cuando los dolientes entienden y aprecian nuestras buenas intenciones, pero no deberíamos confiar en esto.
Tú puedes preguntar, "Si todo lo que digo es potencialmente contraproducente, entonces, ¿que debo decir?". Esta es una excelente pregunta. Y la respuesta es: ¡no digas nada! ¿No decir nada?, ¿No es acaso obligación del que intenta reconfortar al deudo decir palabras de consuelo? La respuesta, tan sorpresiva como suene, es No. No es obligatorio decir palabras de consuelo, la obligación es reconfortar, simple como suena.
¿Cómo puede uno consolar sin decir palabra alguna? Consolar a alguien puede lograrse simplemente acompañando al doliente, incluso en silencio. Todos estaríamos de acuerdo que ir y no decir nada es mejor que ir y decir algún comentario molesto o desagradable. Claro está, el mejor resultado puede lograrse al visitar y compartir pensamientos y reflexiones inteligentes.
¿Pero cómo puede alguien saber que es apropiado si cada doliente piensa distinto? La respuesta es a través del silencio, acercándonos con los labios sellados y con los oídos completamente abiertos. Este es el protocolo judío, un protocolo comúnmente ignorado, para las visitas a dolientes. Ve, siéntate y escucha. El doliente empezará a hablar, y ahí sabrás que es lo que necesita. Después puedes responderle.

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