jueves, 16 de septiembre de 2010

DESDE SUDAFRICA A JERUSALEM.....GRACIAS A INTERNET

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En las últimas semanas, a raíz de la participación uruguaya en el Mundial, el correo electrónico trabajó horas extras—al menos entre nosotros, los uruguayos en el exterior. En nuestro caso, en Israel. Cada día entraban a nuestras casillas numerosos mensajes con links a filmaciones históricas de la gloria del fútbol celeste, canciones alusivas a la ocasión e inclusive una dirección de internet que derivaba a un programa de la televisión española en el que dos muchachas –que al parecer son las que suelen conducirlo- se envolvían en la bandera uruguaya y explicaban que esa es la mejor opción debido a los dotes (y no se referían realmente a los futbolísticos) del admirado Diego Forlán.

Mostraban tomas que destacaban su físico-por ejemplo cuando se había quitado la celeste probablemente para intercambiar camiseta con un jugador de otro equipo-, bromeaban entre ellas acerca de si alcanzan 12 horas para volar de Madrid a Montevideo y así poder ver al apuesto futbolista y volver para hacer el programa del día siguiente.

Fueron semanas en las que la hinchada se pudo manifestar cibernéticamente de modo muy original. El sábado último recibimos dos links que permitían escuchar los relatos de los penales del día anterior,uno de ellos por boca de Alberto Kesman y Yanuzzi, que realmente hacían llorar.

Pero esta moderna vía de comunicación, fue también el marco en el que nos enterábamos acerca de dónde se reunían uruguayos para mirar juntos el partido de turno. Siempre están los que por cábala prefieren mirarlo en casa , en familia...pero lo central, en general, era no romper tradiciones. “Vamos bien hasta ahora, no voy a cambiar justo para este partido”, comentaban algunos cuando los invitaban a mirar el nuevo enfrentamiento futbolístico con fulano o mengano en la pizzería de la esquina o el restaurante del frente.


Uruguayos festejando en la Pizzería "Celeste" , propiedad de "Pancho" (Francisco Macedo), la noche de la semifinal contra Holanda. Se reunieron más de 200 personas, con sillas en la calle, gritando como locos cada gol...y amargándose luego por el resultado final, aunque con mucho orgullo por la Celeste.


En Jerusalem, uno de los lugares donde se reunían uruguayos, era una pizzería ubicada dentro de una pequeña hostería en el barrio Baqa. Gran parte de los concurrentes a esa cita eran jóvenes-y varios más veteranos, cincuentones- religiosos. Hinchaban a los gritos con la bandera de Uruguay en la mano o a los hombros y con una “kipá”, solideo, cubriéndoles la cabeza.

“Esta vez fue apoteósico”, nos comentó un amigo, que no faltó a la cita. “Tenías que ver a estos barbudos gritando como locos cada gol”, dijo en referencia a varios religiosos allí presentes (él mismo es observante) , entre los que había inclusive un rabino de origen sanducero. “En el judaísmo están prohibidas las supersticiones, pero cada uno tenía su cábala y hasta había discusiones agitadas si dejar o no la locución en hebreo de la tele...ya que uno dijo que cuando escuchaban el hebreo, fue justo cuando Holanda hizo el primer gol”.

Pues la vivencia fue imponente...pero como, a pesar del buen rol jugado, Uruguay no ganó la semifinal, los promotores de la cita conjunta en la pizzería de Baqa decidieron intentar nueva suerte. Un compatriota radicado en Jerusalem, hincha a muerte de la Celeste, decidió que esta vez, para cambiar de suerte, hay que dejar la pizzería y pasar a un buen negocio de hamburguesas, a ver si eso ayuda a la selección.


Un común denominador para muchos uruguayos por aquí, fue el comentario lleno de orgullo sobre cómo sus hijos, nacidos en Israel, hinchaban con fuerza por la Celeste. “Si mi hijo está tan emocionado con el desempeño de Uruguay, significa que logré transmitirle el amor...y eso es una gran cosa”, me comentó un amigo personal.

Y a decir verdad, yo misma lo viví en casa. Mis tres hijos son nacidos en Israel, pero llevan a Uruguay en el alma. El viernes de la otra semana, en el partido contra Ghana, los nervios en casa ya no podían estar más tirantes. Entre la mano de Dios que se mandó Suárez y el penal ghanés que pegó en el palo del arco...creí que a los dos varones les daba algo. Y mi esposo, generalmente tranquilo y sin sangre celeste por sus venas, parecía otra persona... Claro que ellos-especialmente mi hijo menor, de 12 años-se mataban de risa a su vez, de verme a mi saltar y gritar. “Mamá, estás desconocida....” comentaban divertidos....
Es que hay cosas que resulta difícil expresar con palabras bien pensadas plasmadas en el paciente papel....hay cosas que sólo se pueden gritar con el corazón.

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