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PORISRAEL- POR DAVID PATTERSON (ISGAP.ORG)
Antisemitismo:
el renacimiento de un odio de la antigüedad
Numerosos grupos de vigilancia, tanto en los Estados Unidos como en el
extranjero, han seguido el dramático aumento del antisemitismo en los últimos
años. Entre ellos se encuentran el Centro Louis Brandeis, la Liga
Anti-Difamación, la Comisión de Derechos Civiles de los Estados Unidos, el
Instituto de Investigación de Medios de Medio Oriente (MEMRI), la Iniciativa
Amcha, el Instituto para el Estudio de Políticas y Antisemitismo Global
(ISGAP), la Community Security Trust y la Fundación francesa Fondapol, por
nombrar solo algunos. Sus investigaciones, así como el trabajo de otros,
sacaron a la luz, por ejemplo, que en la última semana de diciembre de 2019,
hubo nueve ataques contra judíos en la ciudad de Nueva York, haciendo un total
de 214 en 2019. En el Reino Unido, hubo 892 incidentes antisemitas en el primer
semestre de 2019. El año 2018 vio 1,799 incidentes antisemitas en Alemania,
junto con 541 en Francia; posteriormente, un tercio de los judíos de Europa
dijeron estar dispuestos a abandonar el continente. De manera similar, entre el
2015 y el 2018, hubo más de 2,500 ataques verbales o físicos contra estudiantes
judíos en más de 400 campus universitarios en los EE. UU., con 1,879 incidentes
ocurridos solo en 2018.
Las actitudes antisemitas y los ataques contra los judíos en todo el mundo
provienen de una variedad de direcciones diferentes. Desde Libia hasta el
Líbano, desde Irán hasta Indonesia, los países predominantemente musulmanes
tienen actitudes negativas generalizadas hacia los judíos. En Europa del Este,
el aumento del lenguaje antisemita y los incidentes antisemitas se produce en
el contexto de siglos de antisemitismo cristiano: desde los católicos romanos
en Polonia hasta los cristianos ortodoxos en Ucrania y Rusia. La
intensificación de los incidentes antisemitas en Europa occidental proviene de
la extrema derecha, la extrema izquierda y las comunidades musulmanas. En un
estudio publicado en 2014, la Fundación Fondapol informó que las actitudes
antisemitas en Francia podrían encontrarse tres veces más frecuentemente entre
los musulmanes que entre los no musulmanes. En contraste, el odio a los judíos
de la extrema izquierda y de la extrema derecha se da en igual medida.
En los Estados Unidos, la retórica y la violencia antisemitas extremas se han
originado tradicionalmente en organizaciones de supremacía blanca como las
Naciones Arias, la Vanguardia Nacional, la Organización para la Unidad y los
Derechos Europeo-Estadounidenses (EURO), el Ku Klux Klan y otras. El hecho de
que estas organizaciones permanezcan en gran medida al margen de la sociedad
estadounidense no significa que deban subestimarse. Sin embargo, en su
auditoría más reciente de incidentes antisemitas, la Liga Antidifamación (ADL)
informa que, aunque en 2019 se registró un número récord de incidentes
antisemitas, no más del 13 por ciento de esos incidentes fueron perpetrados por
grupos supremacistas blancos. Al mismo tiempo, la auditoría de la ADL casi no
menciona la influencia de grupos como Estudiantes por la Justicia en Palestina
(SJP), el movimiento de Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS) o movimientos
políticos islámicos dentro de los Estados Unidos. De hecho, en lugar de
examinar el islam político (islamismo) como una fuente potencial de
antisemitismo, la ADL coloca la “islamofobia” en la misma categoría que el
antisemitismo. Esto a pesar del hecho de que el discurso antisemita, que a
menudo está revestido de la retórica del antisionismo, prevalece especialmente
en sectores de la comunidad musulmana de los Estados Unidos y en la extrema
izquierda y está mucho más extendido que en la propaganda supremacista blanca.
Si bien todavía se puede encontrar una retórica antisemita extrema entre los
supremacistas blancos, mucho más extenso, aceptable, e incluso de moda es el
discurso y las imágenes antisemitas disfrazadas con la retórica del
antisionismo.
En el 2019, por ejemplo, el Instituto de Investigación en el Medio Oriente
(MEMRI) encontró incitación musulmana al odio a los judíos en 117 de las 120
mezquitas examinadas, un estudio ignorado por la ADL. Las actitudes antisemitas
entre los estudiantes universitarios provienen principalmente de organizaciones
como National Students for Justice in Palestine, que tiene más de 200 capítulos
en campus universitarios en todo los EE. UU. La Iniciativa Amcha informa que
desde el 2018, «la expresión que demoniza y deslegitima a Israel», por ejemplo,
» aumentó en un 32%, con expresiones que acusaban a Israel o al sionismo de
‘supremacía blanca’ más del doble… Las expresiones que promueven o toleran el
terrorismo contra Israel aumentaron en un 67% durante el año pasado”.
Otra fuente importante de antisemitismo en los campus, que surge tanto entre
estudiantes como entre profesores, es el movimiento de Boicot, Desinversión y
Sanción (BDS). Adoptando una estrategia de deslegitimación y demonización de
Israel, BDS expresa su retórica antisemita en el lenguaje de la indignación
moral por la «inhumanidad» de Israel. El objetivo final del BDS, como lo
declaró su fundador Omar Barghouti, no es cambiar la política israelí, sino
destruir el estado judío. En un estudio reciente realizado por la Iniciativa
Amcha, se encontró que un número cada vez mayor de profesores usa sus aulas
para promover la agenda de BDS. «El BDS académico», dice Amcha, «es
principalmente un boicot impulsado por la facultad, cuyo aumento en prominencia
y popularidad en los campus de todo el país está vinculado a la mayor
participación de la facultad en la retórica antisionista y el comportamiento
asociado con él». En su mayor parte, los profesores universitarios se
identifican con la izquierda, incluidos los defensores del BDS; hay muy pocos
profesores que se identifican abiertamente como supremacistas blancos. Por lo
tanto, hay muchos que promueven el principio de que el antisionismo no solo es
aceptable, sino que es un requisito moral: si quieres ser contado entre los
políticamente justos, debes ser antisionista.
Así que esta es la situación: el antisemitismo está aumentando en todo el
mundo. No solo se ha puesto de moda, sino que es moralmente legítimo. Encuentra
expresión, en palabras y hechos, calculada para incitar al odio a los judíos.
Tiene una amplia gama de manifestaciones religiosas, políticas y culturales. Se
envuelve cada vez más en la indignación moral, particularmente en su modo
anti-sionista, para crear la ilusión de legitimidad, ya que deslegitima la
existencia judía. Al final, la afirmación de los antisemitas no es que todos
los judíos sean malvados, sino que todo el mal es judío. Los judíos han
soportado este odio desde la antigüedad. Y, sin embargo, persisten las
preguntas: ¿Por qué los judíos? ¿Contra qué es el antisemita anti-? ¿Qué es el
antisemitismo?
Podríamos empezar considerando lo que no es. El antisemitismo no se puede
reducir a una forma más de racismo, xenofobia o intolerancia. No se debe
simplemente al miedo, la envidia o el resentimiento, a pesar de que tales
emociones a menudo están en la mezcla. Los antisemitas van desde Demócrito a
San Juan Crisóstomo, de Martín Lutero a Voltaire, de Adolf Eichmann a Louis
Farrakhan, de Sayyid Qutb a Jeremy Corbyn. Se pueden encontrar en diferentes
épocas y lugares, religiones y culturas, ideologías y clases sociales. Lo único
que Tácito tiene en común con Rashida Tlaib es el odio a los judíos. Pero,
¿quiénes son los judíos objeto de este odio?
Una vez más, comencemos con lo que los judíos no son. El pueblo judío no es una
raza, cultura o grupo étnico. Uno solo necesita caminar una cuadra o dos por
las calles de Tel Aviv para determinar eso. Incluso la definición nazi de judío
no colocaba al judío en una categoría estrictamente racial. Una de las leyes de
Nuremberg promulgada el 15 de septiembre de 1935 fue la Ley de ciudadanía del
Reich. El Artículo 2, Sección 2, de esa ley, estipula que cualquier persona que
tenga «uno o dos» abuelos judíos es un judío de sangre mixta, y que «los
abuelos judíos de pura sangre son aquellos que pertenecieron a la comunidad
religiosa judía», es decir, que eran seguidores del judaísmo. El artículo 5,
sección 2, establece que cualquiera que se convierta al judaísmo también debe
ser considerado judío.
La clave del asunto de quién es judío es el judaísmo. Como insistió el infame
ideólogo nazi Alfred Rosenberg, la humanidad no está envenenada por la sangre
judía, sino por el judaísmo. Ya sea que un judío en particular sea reformista,
ortodoxo o ateo, su identidad como judío proviene en última instancia del
judaísmo, del Pacto de la Torá: sin la Torá, no habría judíos. Aquí empezamos a
vislumbrar contra qué es el antisemita anti-.
Hay una escena en la película de 2013 The Book Thief, en la que Liesel, una
niña de la Alemania nazi cuya familia esconde a un judío, le pregunta a Max, el
judío, por qué “ellos” odian a los judíos. Max responde, «porque les recordamos
su humanidad». Pero, ¿de qué se nos recuerda cuando se nos recuerda nuestra
humanidad? ¿Y por qué odiaríamos a alguien por recordárnoslo?
Simplemente expresado, en la creencia judía el recordar nuestra humanidad es
recordar nuestra responsabilidad hacia, y para con el otro ser humano. Debido a
que el otro ser humano es infinitamente precioso, nuestra responsabilidad es
infinitamente profunda. De hecho, cuanto más respondemos, más responsables nos
volvemos, de ahí el estereotipo antisemita de los judíos como los guardianes de
los libros de contabilidad del mundo. Al recordarnos nuestra humanidad, el
judío no nos permite dormir.
El odio a los judíos, entonces, es un odio que proviene de la época de Adán. Es
un odio a la pregunta que se le hizo a Adán: ¿Dónde estás? Es un odio a las
preguntas que se le hacen a Caín: ¿Dónde está tu hermano? ¿Y qué has hecho? Es,
sobre todo, un odio al que pregunta: el odio a los judíos es el odio a Dios. El
supremacista blanco eclipsaría a Dios. El estalinista usurparía a Dios. El
yihadista se apropiaría de Dios. Todos ellos asesinarían a Dios y, con Dios la
prohibición divina contra el asesinato – comenzando por los testigos más
antiguos de Dios de dicha prohibición: los judíos.
El mandamiento de la Torá que se repite con más frecuencia (treinta y seis
veces) es el mandamiento de cuidar y amar al extraño kamoja, «como a ti mismo»,
donde kamoja significa «eso es lo que eres»: eres la parte amorosa en la
“bondad amorosa” con la que tratas al extraño. No necesitamos que nos recuerden
tanto que debemos amar a nuestro prójimo, el que se parece a nosotros y piensa
como nosotros. ¿Pero al extraño? ¿El que se ve diferente, el no creyente, el
que es tan ajeno a todo lo que conocemos, el que es tan diferente a nosotros?
En ese caso, necesitamos que nos lo recuerden una y otra vez. Y el judío nos
recuerda. El judío nos declara: eres tú el amor por el extraño, eres tú el
trato que le das al que rechaza tu religión y tu política, al que no es parte
de tu clase social o cultura.
El otro ser humano, no importa cuán “extraño” sea, es un “ben adam”, un hijo de
Adán. ¿Por qué Dios comienza la creación de la humanidad con un solo ser humano
y no con dos? Dicen los sabios: para que nadie pueda decirle a otro, «mi lado
de la familia es mejor que el tuyo». Solo hay un lado de la familia, y somos
una familia, con todas las exigencias éticas que la acompañan. No puede haber
una enseñanza más antirracista. Los nazis y los de su calaña no son antisemitas
porque sean racistas; más bien, son racistas porque son antisemitas. Primero
tienen que eliminar esta enseñanza fundamental del judaísmo para llegar a una
perspectiva racista.
Por su misma presencia en el mundo, los judíos dan fe de esta enseñanza y
testimonio declarados en el monte Sinaí y, a través de los judíos, entregados a
toda la humanidad. Es la luz que los judíos son elegidos para alumbrar a las
naciones. ¿Cómo? Dando testimonio de la verdad de que cada ser humano, cada
“ben adam”, es elegido para una tarea que ningún otro puede realizar y que hay
un interés infinito en el desempeño de esa tarea. Esta es la luz que el
antisemita oscurecería, la enseñanza que el antisemita silenciaría. Es a lo que
el antisemita es anti.
Ya sea en Poway o París, Toronto o Teherán, Mississippi o la Mezquita Maryam,
el odio a los judíos es alimentado por la necesidad de eliminar a Dios como el
Juez divino y la necesidad de negar nuestra responsabilidad hacia nuestro
prójimo. Cada uno de nosotros, enseña el judaísmo, lleva una parte del alma del
Mesías. En términos cristianos, cada uno de nosotros está llamado a la cruz,
por el bien de toda la humanidad.
Por lo tanto, entendemos algo del por qué los antisemitas odian a los judíos al
recordarles su humanidad. Entendemos por qué lo que comienza con los judíos no
termina con los judíos, ya que la enseñanza que define quiénes son los judíos
implica a todos los hijos de Adán. Y entendemos por qué Elie Wiesel afirmó que
llega un momento en que no se puede ser un ser humano sin asumir la condición
judía. Porque la condición judía no es la condición de la víctima; no, es la
condición del testigo. Es la situación del que responde: «¡Hineni! ¡Aquí estoy
para ti!» cuando nos enfrentamos a las preguntas que nos definen desde antes
del inicio: ¿Dónde estás? ¿Dónde está tu hermano? ¿Y qué has hecho? Estas son
las preguntas que componen la Cuestión Judía, para la cual el antisemita,
entonces y ahora, busca una Solución Final.
Traducido paara Porisrael.org por Esther Sterental
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