GUILLERMO FREMD, HIJO DEL COMERCIANTE DAVID FREMD
Guillermo Fremd, hijo del comerciante judío David Fremd, asesinado el 8
de marzo en Paysandú, dijo que a su padre “no lo mató un loco suelto”, y
advirtió que de no hacerse algo al respecto “nada indica” que éste sea el
último atentado de un fundamentalista islámico.
01 abr 2016
“A Papá no lo mató un loco suelto. El radicalismo islámico (que lejos
está de representar a la totalidad de los musulmanes) es un fenómeno creciente
en todo el mundo, y el asesino de Papá es un caso típico de radicalización”,
sostuvo Guillermo en una columna que envió a El País.
"Todavía estoy procesando el
asesinato de Papá, sin poder aún terminar de hacerme la idea de cómo será
nuestro futuro sin su amor incondicional, sus bromas de niño y sus abrazos
apretados; siento que necesito escribir algunas líneas.
Estoy convencido que para entender cómo fue posible que en nuestro siempre tan manso Paysandú un maestro de escuela desarrollara un antisemitismo tan salvaje al punto de salir a acuchillar a Papá por el simple hecho de ser judío, es imprescindible un análisis que considere diversos factores. Un problema tan serio difícilmente pueda ser entendido y mucho menos resuelto en 140 caracteres, y aun si resulta más aburrido que una canción de paz o un mensaje esperanzador, es necesario detenernos por unos minutos a pensar qué mató a Papá y qué podemos hacer para evitar que otras familias sufran tragedias similares inspiradas por el mismo odio.
Estoy convencido que para entender cómo fue posible que en nuestro siempre tan manso Paysandú un maestro de escuela desarrollara un antisemitismo tan salvaje al punto de salir a acuchillar a Papá por el simple hecho de ser judío, es imprescindible un análisis que considere diversos factores. Un problema tan serio difícilmente pueda ser entendido y mucho menos resuelto en 140 caracteres, y aun si resulta más aburrido que una canción de paz o un mensaje esperanzador, es necesario detenernos por unos minutos a pensar qué mató a Papá y qué podemos hacer para evitar que otras familias sufran tragedias similares inspiradas por el mismo odio.
A Papá no lo mató un loco suelto. El
radicalismo islámico (que lejos está de representar a la totalidad de los
musulmanes) es un fenómeno creciente en todo el mundo, y el asesino de Papá es
un caso típico de radicalización. Es imprescindible comprender que, lejos de
ser un caso aislado, este suceso se enmarca en un fenómeno global que gracias
(o por culpa) de la globalización, hemos sentido demasiado cerca. Es necesario
decirlo con claridad: Internet está repleto de organizaciones que con gran
profesionalismo y meticulosidad buscan captar individuos que por su perfil
social y psicológico son plausibles de ser convertidos al Islam y
radicalizados. Peralta, el asesino de Papá, fue el primero que conocemos en
Uruguay, pero nada indica que será el último.
Es responsabilidad de las autoridades
nacionales advertir la creciente influencia del yihadismo internacional —un
fenómeno global que repercute no solo en Irak, Pakistán, Francia o Bélgica sino
ahora también directamente en el Uruguay— y desarrollar medidas preventivas y
reactivas acordes a esta nueva realidad. En este sentido, el sistema de
seguridad estatal debe necesariamente asumir el compromiso de monitorear,
detectar y abortar los procesos de radicalización que se puedan desarrollar en
nuestro territorio. Si el Estado uruguayo no dispone aún de los recursos
humanos o técnicos necesarios para estas tareas, decenas de organizaciones
internacionales están dispuestas a proveer recursos y capacitaciones.
Particularmente, la Dirección Ejecutiva del Comité contra el Terrorismo de las
Naciones Unidas cuenta con equipos profesionales dedicados a brindar asistencia
técnica, financiera y legislativa adecuadas a la realidad específica de cada
país y están a disposición: una actitud pasiva o de resignación ante este nuevo
escenario no puede ser aceptada.
Sin embargo, tampoco el radicalismo
islámico es un fenómeno aislado en el Uruguay en lo que refiere a la violencia
contra los judíos. Permítanme ser muy directo: ciertos niveles de antisemitismo
son penosamente aceptados como normales en la sociedad uruguaya. Las
expresiones anónimas en contra de la comunidad judía en las redes sociales y
las pintadas antisemitas en los muros de nuestro país son parte del paisaje
cotidiano. Sin ir más lejos, en el año 2014 un grupo de sanduceros realizó sin
ningún pudor una manifestación pública en una plaza de nuestra ciudad, portando
una gran pancarta que decía "Fuera judíos de Paysandú". Eran
sanduceros reclamando la expulsión de otros sanduceros por su condición
religiosa, y a nadie se le movió un pelo.
"Fueron unos pocos locos
sueltos", decían algunos. Nadie realizó la denuncia pertinente, y ningún
órgano del Estado actuó de oficio, seguramente gracias a una triste resignación
y la aceptación como normal de una discriminación explícita y violenta contra
un sector específico de nuestra sociedad.
Pocas horas después del asesinato de
Papá, nos enteramos que muchos sanduceros sabían que Peralta expresaba a los
gritos, habitualmente, su odio contra los judíos en el cyber café que solía
frecuentar, mientras los (nos) mataba virtualmente en su pantalla.
Posiblemente, en una sociedad menos pasiva frente al antisemitismo, tal actitud
habría desembocado en una denuncia.
El Estado tiene la responsabilidad de
monitorear y castigar las tan extendidas y normalizadas expresiones antisemitas
en nuestro país, que en definitiva son también las que habilitan el fermento de
posiciones radicales y violentas contra los judíos uruguayos. Además, las
organizaciones de la sociedad civil y los órganos educativos deben trabajar con
ímpetu y planificación, desde sus respectivos lugares, por la construcción de
una sociedad más integradora y abierta a la diversidad religiosa, étnica y de
género, y menos tolerante con cualquier tipo de discriminación.
Las infinitas muestras de solidaridad
que nuestra familia ha recibido en los últimos días (especialmente la
silenciosa y multitudinaria marcha organizada en Paysandú) son una verdadera
caricia al corazón. Pero sin otro tipo de acciones educativas, preventivas y
represivas difícilmente lograremos prevenir futuros ataques como el que le
costó la vida a Papá. Para que no sepamos más de dolor, se requiere un abordaje
profesional, serio, responsable y comprometido de un tema complejo que afecta
no solo a la colectividad judía local sino que atenta también contra los
valores más esenciales de nuestro Uruguay".
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