Parecía una convención cualquiera, con su
sobredosis de corbatas y teléfonos móviles, si no fuera porque un par de perros
olfateaban entre la concurrencia. Pero aquella extraña mezcla de espías,
policías, guardia civiles, militares, ejecutivos de empresas de seguridad,
expertos e incluso hackers era un acto sobre ciberseguridad presentado por el
director del CNI (Centro Nacional de Inteligencia de España). La cumbre se
celebraba hace unos días en Kinépolis, un megacomplejo con 25 salas de cine a
las afueras de Madrid. En una de las salas, un conferenciante hizo una
exposición de los ataques que sufre España: hace un año era el décimo país
afectado, pero en 2015 es el tercero, detrás de Israel y Arabia Saudí.
"Los ataques se han incrementado más de un 200%", dice.
Nadie pregunta qué es lo que ha cambiado de un año
a otro. Los expertos lo saben: el terrorismo yihadista.
El mapa desplegado en la pantalla de la sala
describe lo que sucede en Europa, África y Oriente Medio. España estaba hace un
año donde debía estar por su potencial económico, detrás de Alemania, Francia,
Reino Unido y otros países. Ahora está por encima. Sufre ataques cuyo principal
objetivo no es tanto colapsar infraestructuras sensibles como obtener
información.
Y toda la información, hasta la más íntima, está en
la red. Incluido todo lo relacionado con el llamado Estado Islámico (ISIS, en
sus siglas en inglés), que ha hecho de Internet un arma estratégica.
Sobre el uso que los yihadistas hacen de las redes
sociales ya existe una extensa bibliografía. No es un suceso anecdótico: el
ISIS dispone de una industria convertida en un moderno aparato de propaganda.
Una red de empresas, productoras, técnicos cualificados, contratados o
subcontratados, capaces de sortear los servicios de espionaje y capacitada
también para atacar. El último episodio de esta lucha en la red es el uso que
los terroristas hacen del encriptado de comunicaciones, un hecho que vuelve a
abrir el debate sobre seguridad y privacidad.
Los videos que divulga el ISIS tienen una audiencia
potencial de unos 100 millones, según algunos autores. Estarían entre los más
vistos a través de Youtube, o difundidos por Twitter y Facebook, de no ser
porque nadie va a colocarlos en el top ten para evidenciar su éxito
propagandístico. Y no es fácil impedir su difusión por mucho que se bloqueen
miles de cuentas. Distribuye entre 10 y 20 vídeos diarios, sobre todo a través
de una novedosa aplicación, Telegram. Telegram es ahora también su red favorita
de comunicaciones por una sencilla razón: está encriptada.
"Las herramientas que utilizamos son cada vez
más ineficaces", explicó James Comey, el director del FBI, en una
comparecencia ante el Senado. Comey llegó a solicitar públicamente que
compañías que usan cifrado de un extremo a otro de la comunicación, como es el
caso de WhatsApp, le den una llave para entrar antes de que la encriptación
"nos lleve a todos a un lugar muy oscuro".
"Las actividades del EI en la web están siendo
monitorizadas y el trabajo de los gobiernos para filtrar a los extremistas ha
forzado a los yihadistas a buscar lugares más seguros", escribió la
experta Beatrice Berton, analista del Instituto de Estudios de Seguridad de la
UE.
Telegram está ahora en el foco de las agencias de
espionaje. Se publicita como una aplicación de mensajería para teléfonos
móviles más rápida y segura que la de WhatsApp, propiedad de Facebook. Sus
usuarios pueden tener hasta grupos formados por más de 200 amigos. O contar con
chats secretos donde los mensajes, las fotos y los vídeos se autodestruyen
después de ser vistos.
Telegram confía tanto en su encriptado que ofrece
hasta 300.000 dólares a quien logre romperlo. Creado por los hermanos Nikolai y
Pável Durov, tiene su sede en Berlín. Rusos de nacionalidad, crearon hace años
VKonkate, que llegó a ser la red social más importante de Rusia, razón por la
que a Pável Durov se le conoce como el Mark Zuckenberg(creador de Facebook)
ruso. El problema que tiene Durov desde hace algún tiempo es que el ISIS
utilizó su plataforma VKonkate una vez que abandonó su presencia oficial en
Twitter desde julio de 2014. Y ahora usa masivamente Telegram. Señalado por
fuentes policiales, Durov se defendió: "La privacidad y el derecho a la
privacidad es más importante que nuestro miedo a lo malo que pueda suceder,
como el terrorismo".
La cuestión es que usuarios y empresas usan cada
vez más técnicas de codificación para protegerse de las numerosas amenazas que
circulan por la red y la voracidad de las redes criminales. Las empresas
tecnológicas crean aplicaciones más seguras e invulnerables incluso para ellas
mismas.
Por otro lado, las revelaciones de Wikileaks y de
Edward Snowden, el exempleado de la NSA, han puesto de manifiesto que todo lo
que uno haga dentro de la red es susceptible de ser conocido, desde nuestra
localización física, nuestras contraseñas, los documentos depositados en el
disco duro o en la nube, hasta nuestra conversación más íntima a través de
teléfono, mensajería o correo electrónico. La capacidad de las redes criminales
no parece tener fin, pero donde no hay límites es en la actuación de los
servicios de espionaje.
Desde estas revelaciones, las grandes compañías
tecnológicas, como Google, Facebook, Apple y otras, han hecho visibles
esfuerzos para garantizar la privacidad y ofrecer productos que ningún gobierno
pueda romper, así que ahora no parecen dispuesta a darles una llave de entrada,
aunque las agencias han insistido en el punto.
Los rebeldes sirios, cuña entre Al Asad y el Isis.
El Ejército del Islam, una de las principales facciones rebeldes de Siria, eligió a un nuevo líder, Abu Hamam Esam Albuidani, tras ser eliminado su antecesor, Zahran al Alush, en una acción del Ejército sirio que podría obstaculizar el inicio del diálogo entre el Gobierno y la oposición. En un vídeo difundido en internet, un portavoz del Ejército del Islam anunció la designación de Albuidani como nuevo cabecilla de la organización y afirmó que la muerte de Alush "fortalecerá su determinación (del grupo) para luchar contra el régimen y erradicarlo".
La web "oscura" también ganada por los
yihadistas.
Apple declaró que rehusaba añadir una puerta trasera a ninguno de sus productos, para facilitar la tarea de los servicios secretos. Facebook ha introducido un estándar de encriptado para mensajes llamado PGP (Pretty Good Privacy) y ahí aparece Telegram, también, con su mensajería encriptada.
Finalmente, está la red TOR, también conocida como
Dark web, creada por defensores del software libre para proteger la identidad
de los usuarios, solo al alcance de iniciados y protegida hasta el momento por
Gobiernos democráticos porque permitía el acceso a Internet en países con
limitaciones a la libertad de expresión, el caso de China entre otros. Pero TOR
también está rodeada de una leyenda oscura por cuanto en su interior es posible
hacer transacciones ilegales de armas, drogas, se conciertan asesinatos o se
pagan rescates de secuestros.
Así que, ahora, lo que parecía bueno para proteger
al ciudadano del crimen organizado y de los espías, ya no conviene ante la
amenaza de un nuevo enemigo, el ISIS, con capacidad para ocultarse en la red e
incluso para atacar objetivos desde ella.
Los atentados de París evidenciaron que los
terroristas supieron preservar sus comunicaciones al control policial, pudieron
atravesar fronteras, adquirir armas y coordinar sus acciones sin dejar
demasiadas pistas. Y hay sospechas de que utilizaron estas nuevas redes. Los
ministros de Defensa presionan para imponer una nueva legislación (Francia quiere
prohibir el acceso a TOR, según difundió Le Monde hace unos días) y los
defensores de los derechos civiles empiezan a mostrar preocupación.
Sí, el debate entre seguridad y privacidad es
antiguo. Lo que es nuevo es esta forma de guerra donde el ISIS combate con el
Kaláshnikov en una mano y la red social en la otra.
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