lunes, 30 de mayo de 2011

¿A dónde van los dictadores cuando caen?

Refugio. Uganda y Arabia Saudita tienen "debilidad" por viejos líderes


"Tenemos debilidad por quienes buscan asilo", señala el vocero del presidente de Uganda, Yoweri Museveni. Si Muamar Gadafi quiere mudarse a un ámbito más calmo, sería bienvenido allí. Sus enemigos occidentales podrían aplaudir el ofrecimiento. Ansiosos por una rápida conclusión de la guerra en Libia, aparentemente están buscando un lugar de refugio para el coronel.

Al igual que los presidentes de Yemen, Ali Abdullah Saleh y de Siria, Bashar Asad, el coronel Gadafi se encuentra en un grupo de gobernantes que a muchos les gustaría ver que se dirigieran rumbo al exilio. Sin embargo, la lista de santuarios acogedores para dictadores depuestos se ha reducido en los últimos años. Waterloo (en Bélgica) fue popular entre los déspotas retirados y numerosos de ellos también se sintieron a gusto entreteniéndose y pasando el tiempo en la Riviera francesa. Ahora, una plétora de leyes y tratados internacionales, así como el ascenso del Tribunal Penal Internacional han hecho que los lugares acogedores resulten escasos.

En el pasado, países como Francia y Bélgica argumentaron que ofrecer una ruta de escape a los tiranos prevenía el derramamiento de sangre y facilitaba las transiciones en sus países de origen. En la actualidad, la mayoría de las naciones que los exdictadores considerarían como habitables están limitados por tratados de extradición y convenciones de derechos humanos para mantener a los grandes y malos en sus propios países o llevarlos a juicio en La Haya. Eso no significa que permanecer en el propio país resulte más seguro. El expresidentes de Egipto, Hosni Mubarak, se retiró a Sharm El Sheik, después que fue derrocado por una revuelta popular, pero ahora se encuentra bajo custodia policial y será juzgado por los hechos de violencia ocurridos durante la revuelta popular.

Sin embargo, el líder de Libia tiene otras opciones. Idi Amin, el odioso tirano de Uganda, y el compañero árabe autócrata del coronel Gadafi, el expresidentes de Túnez, Zine El Abidine Ben Ali, huyeron a Arabia Saudita. Desde hace muchos años, el reino siente una obligación religiosa hacia los gobernantes musulmanes asediados, sin importar los delitos de los que son responsables. Si bien Amin nunca obtuvo asilo oficial, se le permitió realizar una peregrinación extendida durante 23 años, principalmente en hoteles y mansiones, en la ciudad de Jeddah.

¡Ay! del coronel Gadafi, porque las acusaciones de que una vez armó un complot para asesinar al entonces príncipe de la corona y actual rey Abdullah, significan que no le será ofrecido refugio por parte de la casa real saudita.

Notables enemigos de Occidente como los presidentes de Venezuela, Hugo Chávez y de Nicaragua, Daniel Ortega, han expresado su apoyo al coronel Gadafi. Pero, la solidaridad antiimperialista llega hasta cierto punto: la furia interna ha impedido a los dos ofrecerle a Gadafi una invitación definitiva. Mengistu Haile Mariam, quien supervisó el Terror Rojo en Etiopía, entre 1977 y 1978, es un invitado oficial del presidente de Zimbabwe, Robert Mugabe, desde 1991. Una Corte etíope los proceso en ausencia por genocidio, en 2006. Belarus está bajo sospecha de suministrar armas a Libia, en febrero. Quizás le ofrezca refugio al coronel. Si se tienen en cuenta las tendencias dictatoriales del propio presidente de Belarus, Alyaksandr Luckashenko, quizás éste requiere de un favor similar en los próximos años.

El costo político de oficiar de anfitrión de autócratas derrocados puede ser superado por su riqueza. Los opositores dicen que la esposa de Ben Ali recogió 1,5 toneladas de oro, por un valor actual de unos US$ 71 millones, cuando huyó de Túnez. Pero, en el caso del coronel Gadafi, la mayoría de sus activos están congelados y con ello, gran parte de su atractivo.

Algunos dicen que dar la bienvenida a invitados tan desagradables es ofrecer un servicio público. El profesor de política de la Universidad de Nueva York, Bruce Bueno de Mesquita, argumenta que las organizaciones como el Tribunal Penal Internacional y la Comisión Europea de Derechos Humanos, junto con los gobiernos que los apoyan, necesitan volver a pensar sobre su postura.

Bueno de Mesquita, cuyo libro El manual del dictador, será publicado en septiembre, sugiere un compromiso: el Derecho Internacional puede proveer algún tipo de salida si, al enfrentarse a una revuelta, los dictadores se abstienen de masacrar a sus ciudadanos. Señala que ese enfoque podría haber tentado a Saddam Hussein a salir de Irak. Asad podría salir con más rapidez de Siria si se le ofreciera algo más atractivo que el tribunal internacional de La Haya.

Ricardo Orizio, quien ha entrevistado a numerosos dictadores exiliados, recomienda que si Asad y Saleh quieren empezar a considerar sus opciones, deberían enfocarse hacia pequeños Estados separatistas que casi nadie reconoce, como es la autoproclamada república de Trandsniestra (nominalmente es parte de Moldavia). Esos lugares tienen la mayoría de los beneficios y confort de un Estado, pero muy pocas de las acuciantes obligaciones internacionales.

¿A dónde ir?

Muamar Gadafi

Coronel libio

Hace ya casi 42 años que ostenta el poder. Cuando empezaron las revueltas en su país, hace más de tres meses, Uganda le ofreció asilo; el dijo no, "moriré luchando".

Ben Alí

Expresidente de Túnez

El mandatario, que estuvo 23 años en el poder, fue el primero en caer por la Primavera Árabe. Tras esto, el 14 de enero de este año, se exilió en Arabia Saudita. Allí sigue.

"Baby Doc"

EXdictador de haití

Jean-Claude Duvalier fue derrocado en 1986 y huyó a París. En 2011 regresó soñando con volver al poder. Ahora está a disposición de la justicia por sus crímenes.

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