viernes, 25 de febrero de 2011

Un episodio policial enigmático en Uruguay: el caso Cukurs

El caso que conmovio al mundo
Hace 44 años, la prensa ponía a Uruguay en el centro de atención de la población del planeta. Un hecho policial ocurrido allí involucró también a Israel y ha quedado registrado como uno de los más enigmáticos de la historia policial de Uruguay y con repercusión mundial.
El 7 de marzo de 1965, 44 años atrás, la prensa mundial ponía a Uruguay en el centro de atención de la población del planeta.
Movidos por el contenido de una carta que un grupo autodenominado ``”Los que jamás olvidarán'' acababa de enviar a la Agencia de Noticias Associated Press en Bonn, Alemania, y que llegara a manos de la Inteligencia Policial del Uruguay, el día anterior, 6 de marzo, una comisión policial encabezada por el jefe de la entonces denominada Dirección Nacional de Inteligencia y Enlace del Ministerio del Interior, comisario Alejandro Otero; el inspector de la Sección Homicidios de la Policía de Montevideo, Santana W. Cabris, y el oficial de Policía Ariel Tío, se hizo presente en la finca de Shangrilá, en la 7ù sección del Departamento de Canelones, a media cuadra de la playa y casi en el límite entre los departamentos de Montevideo y Canelones, ubicada sobre la calle Colombes del referido balneario.
Una vez en el interior de la residencia veraniega, los jerarcas policiales se enfrentaron a un sensacional y horrendo hallazgo. Un baúl de madera, de un metro de largo por 50 centímetros de altura y 45 centímetros de ancho, forrado de tela impermeable a la que luego se pintó con esmalte color beige, y las asas de cuero negro, contenía en su interior el cadáver cubierto por una frazada y encima un martillo, una carpeta de plástico color rojo con hojas de texto mecanografiado, una cámara fotográfica y un mazo de documentos.
El cuerpo ya había comenzado a descomponerse pues tenía varios días de haber sido ejecutado. La carta enviada a la Agencia A.P. en Bonn decía que había sido juzgado, sentenciado y ejecutado el día 23 de febrero anterior; tenía el cráneo destrozado por terribles golpes y numerosas heridas a consecuencia de un acribillamiento a balazos, aunque esto último no pudo aseverarse que hubiera ocurrido pues no se encontraron balas en el cuerpo del occiso. Los ejecutores dejaron sobre el cuerpo del ajusticiado todos sus documentos y numerosas fotografías para que la identificación no ofreciera dudas a la Policía y de inmediato se expandiera por el mundo la noticia de la venganza.
Lo que se había hallado en el baúl fue el cuerpo con más de 15 golpes en el cráneo y muchas otras gravísimas heridas en la región occipital izquierda, del criminal de guerra letón, de 64 años de edad entonces, que había nacido el 17 de mayo de 1900 en Letonia o Latvia y cuyo nombre era Heberts Cukurs.
Ese día, 7 de marzo de 1965, la prensa mundial asoció el caso Cukurs al que ocurriera tiempo atrás con Adolf Eichman, quien fuera secuestrado en Argentina en 1960 y ajusticiado en Israel un año después.
¿Quién era Heberts Cukurs? Cukurs fue un letón de cutis blanco, cachetes rojizos, alto, robusto, de pelo rubio peinado a la gomina con raya en el lado derecho, ojos claros, boca fina y mirada penetrante
Fue famoso en los años '20 en su patria y en la ciudad de Liepaja de la que era oriundo, por sus hazañas como piloto de la Aviación Civil y héroe de la Primera Guerra Mundial. Pero en la Segunda Guerra Mundial fue cuando adquirió mayor fama, aunque negra, muy negra.
Como dirigente y posteriormente líder máximo de la ``Cruz de Fuego'',” organización pro nazi que se convirtió en el apéndice letón del nacional socialismo alemán luego de la ocupación de Europa Oriental por parte de los nazis, fue una de las figuras más prominentes del régimen nazi en Letonia y encarnizado perseguidor de los judíos.
Los hombres de Cukurs de la Cruz de Fuego” formaron milicias para el descubrimiento, caza y asesinato de los judíos de Letonia, especialmente de los del gueto de Riga y una vez terminada la conflagración mundial, se le consideró personalmente responsable de crímenes de guerra en masa cometidos en Riga. Según registros presentados en el Juicio de Nuremberg, fueron más de 30.000 los judíos de Letonia, incluyendo los de Riga, que fueron asesinados vilmente por Cukurs y sus incalificables hombres.
Una vez culminada la guerra, escapó, como otros jefes nazis, con su familia a Francia primero y de allí emigró a América del Sur, particularmente a Rio de Janeiro, donde fue reconocido por integrantes de la colectividad judía como un agente nazi sindicado como criminal de guerra, por lo que se vio obligado a refugiarse con su familia en San Pablo.
El 22 de febrero, un día antes de su ejecución, había llegado por segunda vez a Montevideo en un avión de la compañía aérea Air France desde San Pablo, para realizar la ruta Montevideo, Buenos Aires, Santiago de Chile y de allí regresar a San Pablo, adonde ya no regresó vivo. Esta vez se alojó en la habitación 1.719 del lujoso Hotel Victoria Plaza de Montevideo. Cinco meses antes, lo había hecho en un hotel muy humilde de la Ciudad Vieja, en la calle Perez Castellanos al 1.473, en la zona del Puerto de la capital uruguaya, contrastando con esta elección de hospedaje. Cabe destacar que en esta visita a Montevideo aportó Cukurs a los propietarios del hotel identidad y edad falsas
¿Cuáles fueron las acusaciones contra Cukurs? La Federación de Sociedades Israelitas de Brasil lo acusaban de: 1ú) responsabilidad en la muerte de 30.000 judíos asesinados en las noches del 29 de noviembre al 2 de julio de 1941 en Letonia; 2ú) profanación del cementerio judío de Riga, ocurrido el 2 de julio de 1941; 3ú) esterilización, en la ciudad de Bansk, de 300 judíos lituanos que después fueron asesinados; 4ú) muerte de otros 300 judíos en el incendio que él mismo ordenó de la sinagoga de Riga, ubicada en la calle Gogol; 5ú) violación de jóvenes judías; 6ú) fusilamiento de niños en Riga, y 7ú) muerte por asfixia de 1.200 judíos en Riga.
Obran en poder de quien escribe este artículo, los nombres de numerosos sobrevivientes de la barbarie nazi en Letonia, que testimoniaron en varias oportunidades contra el implicado, en diferentes ciudades del planeta.
El 15 de febrero había llegado a Montevideo, procedente de Buenos Aires, y

alojándose en el Victoria Plaza Hotel, habitación 2.112, Aarón Kunzle, a quién en algún momento de la investigación se sindicó, por su parecido, como que podía ser el nazi Martín Borman con identidad falsa. Kunzle fue uno de los personajes claves pero pese a los esfuerzos de la Policía uruguaya y de la Interpol, no pudo ser hallado nunca. Kunzle se sospecha fue quien entregó” a Cukurs y fue quien envió un telegrama a Santo Amaro, en San Pablo, donde residía refugiado.
Cukurs le invito a venir a Montevideo para concretar la compra de una compañía aérea” ya que se dedicaba a explotar hidroaviones turísticos y como taxi aéreo en ese paraje paulista, por su profesión de aviador civil.
El 28 de febrero Kunzle desaparece sin pagar su cuenta, dejando sus tres valijas, que conformaban todo su equipaje, en el Victoria Plaza Hotel, de donde los recogió la Policía uruguaya.
Kunzle, un austríaco de 42 años de edad entonces, fue uno de los ejes fundamentales de toda la cadena de enigmáticas conjeturas en torno a la suerte corrida por este hombre y el papel que jugó en el caso Cukurs.
Cukurs y Kunzle dialogaron entre sí el día anterior a la ejecución del primero, con la intención aparente de iniciar negocios conjuntos relativos a motonáutica y aviones. Nunca pudo saberse cual fue el final de la vida del austríaco Kunzle.
Otro nombre que trasciende es el de Oswald H. Taussig. Llegado a Montevideo el 11 de febrero, se instala en el Hotel Nogaró, al costado de la Catedral, y es el hombre que alquila el chalet de Shangrilá donde finalmente fue ejecutado Cukurs. Ni bien llega a la capital uruguaya, alquila un automóvil VW en una empresa de la calle Paysandú 1.324.
En la misma empresa alquilará un VW, también, el israelí Menajem Barbash, quien en ese momento residía en Montevideo en el London Palace Hotel, en la intersección de las calles Rio Negro y San José, pleno Centro de la capital y cuya familia, esposa, una hija y un hijo, descansaban en el famoso balneario Punta del Este, concretamente en un chalet alquilado, ``Hera'',” del barrio California Park, frente a la Playa Las Delicias.
Taussing es también quien compra en la reconocida Casa Schiavo el baúl en el cual apareció el cadáver de Cukurs, y lo traslada en un taxi a la residencia de Shangrilá.
El 22 de febrero, cuando ya se encuentra en suelo uruguayo Cukurs, Taussing, como Kunzle, abandona el Hotel Nogaró y pese a los denodados esfuerzos por hallarlo por parte de la Policía de Uruguay y de Interpol, jamás será hallado. La Policía uruguaya constata que el día 23 de febrero, día del asesinato de Cukurs, a las 19 horas, o sea, tres horas después de las sindicadas por la Policía como hora del asesinato, devuelve por intermedio de una joven el VW que había alquilado.
El día 24 de febrero, quien se había presentado en Uruguay registrándose en el Hotel London como diplomático israelí, sin serlo, entrega el VW que había alquilado y el 27 de febrero viaja rumbo a Rio de Janeiro. Lo curioso es que la Policía del Departamento de Maldonado descubre que Barbash, al partir, no retiró su libreta de chofer expedida en Maldonado.
Barbash, quien era funcionario del Departamento de Comercio israelí, y no diplomático como se presentó siempre en Uruguay, había llegado a Montevideo en primera instancia el 7 de febrero. Al día siguiente abandona el país y habría regresado el día 10, permaneciendo hasta después del asesinato de Cukurs.
Según trascendidos de la prensa uruguaya, el entonces jefe de Policía de Montevideo, Cnel. Ventura Rodríguez, habría denunciado que el diplomático” israelí se encontraba implicado en el asesinato de Cukurs. Este hecho, sin embargo, no motivó que el embajador de Israel en el Uruguay, Ieshaiahu Anug, hiciera ninguna reclamación al Gobierno de Uruguay.
La esposa de Barbash, Ruth, se supo después de conocerse el crimen de Cukurs que había salido del Uruguay apresuradamente con sus dos hijos, una niña de tres años denominada Ani y un varón de 13 llamado Benny.
Ruth y sus hijos salieron de Uruguay en un vuelo de SAS donde se registró como R. Barbash y exhibió pasaporte de origen israelí.
De acuerdo a testimonios reunidos por la Policía, se estableció que visitaban a la familia Barbash varias personas. Menajem era visto en el lugar solamente los fines de semana y su entretenimiento preferido era tenderse sobre el pasto a los fondos del chalet para concentrarse en la lectura de libros. Barbash, según se supo, hablaba idish, francés, inglés y español.
El 31 de marzo se supo que, ya en Israel, Barbash se había presentado a las autoridades israelíes y uruguayas acreditadas en aquel país, para dejar en claro su situación con respecto al caso Cukurs, dado que hasta ese momento venía siendo sindicado como uno de los presuntos autores de la ejecución.
Es de constatar que en el día del ajusticiamiento de Cukurs, un carguero israelí, procedente de Buenos Aires, quedó anclado a pocas millas de la costa uruguaya, frente a Punta del Este. La Policía uruguaya sospechó, en su momento, que el referido buque israelí estaba allí anclado esperando la llegada del baúl encontrado, con el cuerpo vivo de Cukurs para ser juzgado y sentenciado, como en el caso Eichman, en Israel.
El conjunto de elementos brindados a los lectores hizo pensar, en algún momento, que la idea inicial de los ejecutores era, como en el caso de Eichman, ocurrido cinco años antes, capturar por parte de ``Los que jamás olvidarán”'' al criminal de guerra Hebert Cukurs vivo y trasladarlo a Israel.
Aparentemente, por la saña con que fue ultimado, por la sangre que se encontró en las paredes y en el piso de la casa de Shangrilá y por el desorden allí existente, una de las conjeturas de la Policía de Uruguay era, en su momento, que Cukurs, quien siempre portaba consigo una pistola Browning, de origen belga, ante la presencia de quienes intentaban secuestrarlo, se hubiera defendido como pudo y, de ahí, la forma feroz y brutal como fue ajusticiado.
Se están cumpliendo, pues, 44 años, de un hecho policial que, habiendo ocurrido en Uruguay, involucró también a Israel, y que ha quedado registrado como uno de los más enigmáticos en la historia policial del Uruguay y de mayor repercusión a nivel mundial.

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