viernes, 26 de noviembre de 2010

A 63 años de la resolución que cambió la historia de Oriente Medio

Las Naciones Unidas y la partición de Palestina


Hace 63 años, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobaba la propuesta de partición de Palestina, poniendo así fin a los casi 30 años del Mandato Británico, para crear dos Estados, un Estado judío y otro árabe.

Así como Theodor Herzl lo había propuesto 50 años antes, esa decisión implicaba el reconocimiento internacional del derecho del Pueblo Judío de vivir independientemente en su Tierra Histórica y poder así contar con un lugar sobre la tierra, seguro, tranquilo y por sobre todo, propio. Al mismo tiempo, se reconocía el derecho de la población árabe de Palestina, de tener también su propio Estado independiente.

La dirigencia judía, a pesar de la reducida superficie que se le confería al Estado Judío, aceptó dicha resolución, lo que trajo como resultado por un lado la Declaración de la Independencia del Estado de Israel el 14 de mayo de 1948 y por otro lado el estallido de las acciones de guerra por parte de los países árabes, que no estaban dispuestos a aceptar dicha partición y que llevó a la larga historia de enfrentamientos y de violencia, que en parte perdura hasta nuestros días.

En 63 años muchas cosas cambiaron, otras no. Lo que resulta evidente para muchos es que la “partición” es la única solución. Eso implica que cada una de las partes del conflicto deberá hacer concesiones dolorosas para lograr un acuerdo de paz. Muchos así lo entienden. Es hora de que todos también lo implementen. La fecha de hoy resulta apropiada para repasar nuevamente algunos aspectos de esta página de nuestra historia.

El fin del Mandato Británico

Los británicos habían anunciado que querían dar por finalizado su Mandato, devolver la cuestión a las Naciones Unidas y retirarse de Palestina. Como en todos los lugares en donde el imperialismo británico había sido gobierno, como se dio en la India entre hindúes y musulmanes o en Chipre entre griegos y turcos, la situación interna, también en Palestina era insostenible y el enfrentamiento entre las poblaciones judía y árabe pre anunciaba un enfrentamiento sangriento.

Eran los acordes finales del Mandato Británico que había comenzado en el año 1920, con la llegada del alto comisionado británico Herbert Samuel, de origen judío, quien debía sentar las bases en lo que debería convertirse en el Hogar Nacional del Pueblo Judío. En una sesión extraordinaria de las Naciones Unidas se nombró una comisión especial que debía presentar una propuesta de acción. La UNSCOP, estas eran las iniciales en inglés de la Comisión Especial de las Naciones Unidas para Palestina, estaba formada por representantes de Australia, Canadá, Checoslovaquia, Guatemala, India, Irán, Holanda, Perú, Suecia, Uruguay y Yugoslavia. Hay que destacar que los representantes latinoamericanos de Guatemala y de Uruguay, después de interiorizarse del problema, se transformaron en los más vehementes luchadores por la causa nacional judía. Los miembros de la UNSCOP viajaron a la Tierra de Israel, visitaron fábricas, escuelas, kibutzim, se entrevistaron con representantes de las comunidades judía y árabe. Presenciaron también la llegada del buque Exodus con su carga humana de 4.500 sobrevivientes de la Shoá que después de las penurias que habían pasado durante la Segunda Guerra Mundial, trataban de llegar a la tierra de sus antepasados y que los ingleses, por la fuerza, los obligaron a retornar a Alemania.

De Palestina se trasladaron a los campos de concentración de Europa y de Chipre, en donde se encontraban confinados cientos de miles de judíos.

En todos los lugares los recibieron con un único planteo: “No queremos regresar a nuestros países de origen en Europa, que se convirtieron en verdaderos cementerios para nosotros, ya que ahí han masacrado a seis millones de nuestros hermanos. Queremos constituir nuestra propia nación en Israel, nuestro solar histórico”.

A su regreso, la UNSCOP presentó un informe, que establecía la partición de Palestina en dos Estados, uno judío, otro árabe y la internacionalización de Jerusalén.

El debate

El debate fue prolongado y amargo. Muchas de las declaraciones que se formularon pueden resultar curiosas o hasta insólitas 63 años después, pero no por eso dejan de resultar importantes.

El Prof. Enrique Rodríguez Fabregat, representante de Uruguay, expresó:“¿Por qué es necesario que exista un Estado Judío? Para terminar con esa forma de discriminación y de persecución contra un sector de la humanidad”.

Jorge García Granados, de Guatemala, agregó: “El Estado Judío es la reparación que la humanidad debe a un pueblo que durante 2.000 años, sin culpa y sin defensa, ha sufrido la humillación y el martirio”.

Hubo otras opiniones interesantes. “Sabemos que una gran proporción del Pueblo Judío considera a Palestina como su Hogar Nacional. En vista de nuestras propias y estrechas relaciones con el Pueblo Judío, nos es imposible dejar de simpatizar con tales aspiraciones”. Así se expresaba el representante polaco Oscar Lange.

“…Los representantes árabes afirman que la partición de Palestina será una injusticia histórica, pero esas consideraciones son inaceptables por la simple razón, de que, después de todo, el Pueblo Judío ha estado estrechamente ligado a Palestina durante un considerable período histórico…”, Palabras de Andrei Gromyko, representante de la Unión Soviética.

La votación

El 29 de noviembre de 1947 se llevó a cabo la votación y la Resolución fue aprobada por 33 votos a favor, 13 en contra y 10 abstenciones.

Votaron a favor: Australia, Bélgica, Bolivia, Brasil, Bielorrusia, Canadá, Costa Rica, Checoslovaquia, Dinamarca, República Dominicana, Ecuador, Francia, Guatemala, Haití, Islandia, Liberia, Luxemburgo, Holanda, Nueva Zelanda, Nicaragua, Noruega, Panamá, Paraguay, Perú, Filipinas, Polonia, Suecia, Ucrania, Sudáfrica, Estados Unidos, Uruguay, Unión Soviética y Venezuela. Votaron en contra: Afganistán, Cuba, Egipto, Grecia, India, Irán, Irak, Líbano, Pakistán, Arabia Saudita, Siria, Turquía y Yemen. Se abstuvieron: Argentina, Chile, China, Colombia, El Salvador, Etiopía, Honduras, México, Gran Bretaña y Yugoslavia.

Resulta curioso analizar los datos de la votación 63 años después. Los 12 votos de los representantes latinoamericanos, del total de 33 a favor, aseguraron la aprobación de la resolución. Las Naciones Unidas no eran lo que son hoy. Si bien había presiones, había intereses; la mayoría de los 56 países participantes buscaban hacer justicia. Justicia que evidentemente no abunda en las resoluciones actuales del alto organismo. Además y a pesar de que ya nos encontrábamos en la época de la Guerra Fría entre las dos grandes potencias, fue una de las pocas veces en la que los Estados Unidos y la Unión Soviética votaron de la misma forma.

Las consecuencias

Con la aprobación de la Resolución se concretaba la visión de Theodor Herzl, ya que 50 años después de reunido el Primer Congreso Sionista, se lograba el apoyo internacional para la creación del Estado Judío, como el mismo Herzl lo había previsto en su diario personal en el año 1897 en Basilea. Los árabes rechazaron la Resolución y anunciaron que se opondrían a la misma por la fuerza.

El Estado de Israel nació y creció en estos 63 años, a pesar de las difíciles condiciones de nuestra complicada realidad.

La gran tragedia que se abatió sobre la población árabe de Palestina, se originó no por la creación del Estado de Israel, sino por la posición intransigente de los mismos países árabes.

Y si bien Israel ya ha logrado llegar a un acuerdo de paz con Egipto y con Jordania, en 63 años, hay cosas que todavía no han cambiado.

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