viernes, 8 de octubre de 2010

El concepto de fe en el judaísmo

por Lázaro Issi


El concepto de fe en el judaísmo no es exactamente igual al que tienen los pueblos entre los que hemos vivido por dos mil años. Sin embargo, hemos sido influenciados por ellos y casi todos pensamos en la fe como en una aceptación "ciega" de lo desconocido. Pero nada más lejos de la realidad judía. La Torá se acerca a la fe desde un punto de vista muy diferente, es más, rechaza la idea de la fe según dicho criterio. Si la mejor manera de aprender un lenguaje nuevo es hablándolo, el Talmud explica que la mejor manera de aceptar una creencia es practicándola, y no al revés. Se nos pide a los judíos que nuestras creencias sean racionalizadas; un ejercicio intelectual nada sencillo, desde luego. Se nos dice que las creencias tienen que ser el resultado lógico del trabajo de nuestras facultades mentales aplicado al estudio de la realidad bíblica.

Por ejemplo, la Torá enseña que debemos mantener una pureza en las cuestiones sexuales, que debemos ser humildes en las horas del éxito, que no debemos excedernos en la competitividad con nuestros pares, que debemos respetar a los mayores, y a los eruditos, que debemos amar a nuestro prójimo, etc. La lista es muy larga. Y si todo judío que tiene la oportunidad de estudiar la Torá puede darse cuenta de que en ella encuentra la solución de los problemas cotidianos, tiene que estar de acuerdo en que la Torá es la verdad o si se prefiere, que tiene razón. Así pues, si se concluye que en ella encontramos la respuesta (verdadera) a nuestros problemas cotidianos, podemos razonar que también es verdadera en otros aspectos de su contexto, como es la creencia en un ser divino que lo ha creado todo. Este tipo de fe no es un antecedente a la razón, sino una consecuencia de ella. El análisis claro y preciso, utilizando el poder del intelecto, es el que lleva al judío creyente a la conclusión de que Dios existe y que es el creador de todo el Universo. Esta es su particular forma de fe, obviamente diametralmente opuesta a la idea de que hay que tener fe en primer término, y consecuentemente, creer. Lo cual es la razón de que en la Biblia no se nos imponga la creencia en Dios, sino que se nos pide que a través del estudio y la práctica de sus leyes, lleguemos a creer en Él. Mediante el estudio de lo que nos rodea quedamos tan impresionados por la grandeza que guardan todos los seres vivos o inertes, que quien es propicio a creer no tiene más remedio que pensar que una fuerza de carácter divino es la responsable de todo ello, curiosamente una conclusión a la que han llegado más del noventa por ciento de los científicos que analizan el ya aceptado fenómeno del Big Ban. Esta fe es una consecuencia y no un imperativo. Esta es la fe del judaísmo. Esta es la fe que le permíte al judío observante creer también en lo que está más allá de su capacidad de entendimiento. La Mente con mayúscula, que le habla a la mente del judío desde la Torá , es un intelecto con el que puede comunicarse con lo mejor de sus habilidades.

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