domingo, 26 de septiembre de 2010

En busca del genoma de la judía

por SILVIA R. PONTEVEDRA
A la Misión Biológica de Pontevedra, la única que llegó a fundar el Gobierno (en 1921) de todas las previstas en España para dar un impulso al atrasado sector de la agricultura, vienen hoy empresas de todo el territorio estatal para encargar legumbres a su medida. Hace poco, un grupo vasco reclamó un guisante pequeño para alta cocina que planeaba lanzar al mercado con el nombre de guisante lágrima. Los biólogos de Pontevedra (que hace ya muchos años dependen del Consejo Superior de Investigaciones Científicas) buscaron en su banco de chícharos, con 250 variedades, y rescataron para este encargo el más pequeño. De momento, el guisante seleccionado está en pruebas, así que seguramente antes (porque ya está "a punto") le tocará el turno a una "pequeña empresa de Galicia" que, con apoyo de la Xunta, se ha empeñado en producir y sacar a la venta un tipo de judía de vaina amarilla en lugar de verde. "Las mejoras de variedades que hacemos aquí suelen responder a demandas empresariales", explica Antonio Miguel de Ron, profesor de investigación en leguminosas de la Misión, considerado uno de los mayores expertos mundiales en la materia.
De Ron tiene peligro cuando se pone a hablar del asunto. Es miembro de varios organismos internacionales dedicados en cuerpo y alma a la judía, ha liderado el único proyecto financiado por la UE sobre este vegetal y preside la Asociación Española de Leguminosas. El coruñés empezó en la Misión trabajando con maíz, y en 1988, después de doctorarse, se dedicó a recorrer Galicia recogiendo semillas de de judía puerta en puerta. Lo primero que hacía al llegar a un pueblo era buscar "al cura, al maestro o a un guardia civil", para poder presentarse después en las casas sin despertar sospechas. "Los paisanos no son conscientes de las maravillas genéticas que guardan en el galpón", comenta De Ron, "te dicen que no tienen nada, y luego resulta que guardan bolsitas con diez tipos diferentes de haba".
De esta forma se fue formando en Pontevedra una colección que asegura la pervivencia de 300 variedades locales recogidas en Galicia, la mitad de las que se han logrado recabar en toda España. De todas las gallegas, sólo una, la Faba de Lourenzá, ha conseguido la denominación de origen. Pero hay otros tesoros genéticos tan valiosos como la variedad Ollo de Pita, una haba blanca con un punto negro que sólo se cultiva en huertas particulares del entorno de la ciudad de Pontevedra. "Es una judía endémica, que sólo he encontrado en un radio de cuatro kilómetros", explica el especialista. En total, en el banco, habrá unas 2.200 de todo el mundo, "aunque en realidad, en el planeta, se podrán contar unas 200 variedades con entidad". Las demás son como hermanas, "presentan diferencias mínimas".
Veintidós años de investigación han valido para que el grupo pontevedrés sea considerado un referente. Para celebrar el Año de la Biodiversidad, en Francia se ha editado un libro (L'histoire du haricot sans en perdre le fil, La historia de la judía sin perder detalle) y se ha organizado una exposición en Versalles. Uno de los capítulos, el que habla del origen, la llegada y la evolución de la especie en Europa, le fue encomendado a los gallegos. El estudio, además de Antonio de Ron, lo firman sus compañeras Ana Paula Rodiño, María de la Fuente y Marta Santalla.
Pero es que el mismo equipo encabeza actualmente uno de los dos proyectos de secuenciación del genoma de la judía común que se están llevando a cabo en el mundo. La especie Phaseolus vulgaris, la madre de las judías, fue domesticada inicialmente en dos zonas: Mesoamérica y los Andes. La primera en llegar a España (seguramente de la mano de Colón y como mera curiosidad gastronómica) fue la centroamericana, y después vino la otra. Hay tantas variedades aquí, que "existen muchas posibilidades de que penetrasen por Galicia". Estas dos judías originarias del Nuevo Continente "presentan curiosamente grandes diferencias genéticas", de ahí que existan dos proyectos de secuenciación, "uno en Estados Unidos para la Andina y otro en el que participan México, Argentina y Brasil, pero que está liderado por la Misión Biológica de Pontevedra, para la mesoamericana".
Pero, de forma paralela, no dejan de trabajar en otras investigaciones. Por explorar, el equipo de De Ron explora cosas tales como la razón por la que algunas judías se pueden tostar y otras no. Lo único que este biólogo piensa que ya no logrará descubrir nunca es de dónde viene el nombre de la judía. "Feixón, feijóo, frijol, claramente vienen de Phaseolus, y haba y alubia eran las denominaciones de otras variedades que se cultivaban antes del Descubrimiento de América y que fueron desplazadas por la Phaseolus cuando penetró. ¿Pero judía? ...Lo que está claro es que de los judíos no viene".

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