viernes, 3 de diciembre de 2010

¿Eliminar o iluminar?

Todos sabemos que el fuego posee dos características: la capacidad de iluminar y la de eliminar. Además de ser contagioso, el fuego tiene la extraña cualidad de quemar y dar luz al mismo tiempo y en el mismo lugar; eso lo transforma en un elemento casi mágico. El poder de quemar comienza con mucho y termina con nada, en cenizas. El poder de dar luz, por el contrario, es algo que crece: más llamas, mayor luz.
En tiempos de Januká, los Macabeos utilizaron ambos poderes: eliminaron e iluminaron. Se trató de una gesta en la que hubo rebelión, guerra y muerte y que finalizó con la reinauguración del Templo de Jerusalén y el encendido de su Menorá. Se eliminó y se iluminó.
¿Con cuál mensaje nos quedamos?
Existe en el Talmud una disputa entre la Escuela de Shamai y la Escuela de Hilel acerca de cómo debían encenderse las velas en Januká.
Según la Escuela de Shamai, el encendido se efectuaba en escala descendente: el primer día de la fiesta se prendían ocho velas, el segundo siete y así sucesivamente hasta encender una en el último día de la celebración.
De acuerdo con la Escuela de Hilel, costumbre que seguimos la gran mayoría de nosotros, las velas se encendían en sentido ascendente: una el primer día, y ocho en la última jornada.
Es de suponer que en el transfondo de esta disputa también se halla sugerida la doble capacidad del fuego.
Al igual que las llamas cuando queman, el mensaje de la Escuela de Shamai es que el aspecto fundamental de la festividad radica en hacer extinguir el mal del mundo hasta que quede reducido a cenizas. Por ello, las velas se encienden en escala descendente.
Para la Escuela de Hilel el mensaje es diferente. No hay mejor manera de derrotar la oscuridad que encendiendo luces. Cuando hay luminosidad, las tinieblas desaparecen. Por ello las velas se van encendiendo en escala ascendente.
El mensaje de Januká es que aún cuando ciertos problemas deben ser combatidos por vía de la fuerza, ellos no estarán enteramente resueltos si no se los ilumina con destellos de esperanza, bienestar, calma, progreso y paz.
El mensaje de Januká es que más vale iluminar que eliminar y que las tragedias siempre son una ocasión para elaborar soluciones creativas y respuestas que arrojen luz sobre las sombras.
¡Jag Sameaj

Sionismo no es ideología

Fuente Haaretz

El concepto de Sionismo es de mucho valor; por lo tanto, es importante que encuentre su expresión en el lugar que le corresponde por derecho propio: en la diferencia entre nosotros y los judíos de la diáspora.
Recientemente se ha hecho un uso exagerado, engañoso y probablemente perjudicial del concepto de “Sionismo". El problema es frecuente tanto en Israel como fuera del país; en el campo nacionalista, en el religioso y en el movimiento obrero; entre liberales y ultra-nacionalistas; entre los judíos de la diáspora, así como entre los no-judíos; y sobre todo entre los árabes.

Por lo tanto, con el fin de mejorar el discurso público acerca de nuestros problemas genuinamente importantes, y para restringir lo más posible la demonización de Israel, que va extendiéndose gradualmente por todo el mundo, trataré de formular el concepto de Sionismo tan objetiva y lógicamente como sea posible y de utilizarlo con la máxima precisión. No hagamos del concepto una especie de salsa lista para usarse con cualquier plato, ya sea para mejorar su sabor, o bien, para hacerlo más desagradable.

En primer lugar, el Sionismo no es una ideología. Según la Enciclopedia Hebrea, Ideología puede ser definida en estos términos: un conjunto sólidamente acotado y sistemático de ideas, acuerdos, principios y mandamientos que expresan la particular visión de mundo de una secta, partido o clase social.

De acuerdo con esta clara definición, el Sionismo no puede y no debe ser considerado como una ideología. El Sionismo es una plataforma común para ideologías sociales y políticas diferentes e incluso contradictorias, por lo tanto, no puede ser adoptado como una ideología independiente.

La esperanza y el objetivo del Sionismo consistían en una sola cosa: establecer un Estado para los judíos. El Sionismo aspiraba sólo a instaurar un marco político para regular la vida del país, para definir su carácter y el tipo de régimen que tendría, para establecer sus fronteras y sus valores sociales, para legislar las políticas destinadas a sus minorías nacionales. Desde el principio, todas estas y otras cuestiones fueron objeto de decenas de interpretaciones y puntos de vista políticos y sociales diferentes entre los judíos que llegaron a Palestina, y por supuesto, estuvieron determinadas por la evolución y los cambios que se producen en toda sociedad humana.

Después de que el Estado judío tomó forma concreta, la única manera en la cual el Sionismo logró expresarse fue a través del principio establecido en la Ley del Retorno. En otras palabras, aparte del hecho de que el Estado de Israel es controlado y dirigido por cada ciudadano que cuente con un documento de identidad israelí, gracias a su sistema legislativo todavía permanece abierto a cualquier judío que desee convertirse en un ciudadano.

En la actualidad, esta ley de retorno existe en otros países, como Hungría y Alemania. Es de esperar que una ley similar constituya también pronto el cuerpo legislativo del Estado palestino que se establecerá junto a nosotros. Y, del mismo modo, que no sea allí una ley racista como tampoco lo es en Israel. Cuando las naciones del mundo decidieron, en 1947, el establecimiento de un Estado judío, no se limitaron a arrancar sólo una parte de Palestina para los 600.000 judíos que vivían allí en ese momento; lo hicieron suponiendo que ese Estado debería servir de refugio para cualquier judío que así lo deseara.

Un israelí, un judío, un palestino o cualquier otra persona que se defina a si mismo como "no sionista" es un ciudadano que se opone a la Ley del Retorno. Esta oposición, al igual que cualquier otro punto de vista político, resulta legítima. Un anti-sionista, por el contrario, es alguien que quiere derrocar al Estado de Israel y, a excepción de las sectas extremistas entre los ultraortodoxos o entre los círculos judíos radicales de la diáspora, no muchos judíos están dispuestos a sostener esta posición.

Todos los debates importantes y fundamentales que tienen lugar hoy en Israel - la anexión o retirada de los territorios, la relación entre la mayoría judía del país y la minoría palestina, la relación entre religión y Estado, la naturaleza y los valores de la política económica y el sistema de bienestar social, incluso la interpretación de los acontecimientos históricos - constituyen la clase de controversias que han existido y existen todavía en muchos países. Son precisamente estos debates los que continuamente forjan esa dinámica y cambiante identidad de cada nación.

Tal como esas discusiones no necesitan de la colaboración de otras naciones para agregar conceptos adicionales a toda la cuestión, no es necesario que estos debates entre nosotros incluyan el concepto de Sionismo, el cual, injustamente y en detrimento de su propia definición, se ha convertido en un arma más que las partes no dudan en utilizar en su pelea, lo que hace difícil explicar el sentido de las controversias y su importancia.

El sionismo no es un concepto que deba sustituir el de patriotismo o el de pionero. El patriotismo es el patriotismo, y un pionero es un pionero. Un oficial que prolonga su servicio militar, o alguien que se instala en el Néguev, no es más sionista que un almacenero en una tienda de comestibles en Tel Aviv, pero, probablemente, resulten más pioneros o patrióticos, dependiendo de los significados que se le asignen a estos términos.

El concepto de Sionismo es de mucho valor; por lo tanto, es importante que encuentre su expresión en el lugar que le corresponde por derecho propio: en la diferencia entre nosotros y los judíos de la diáspora o en el exilio.

El uso exagerado y superfluo del término desdibuja por completo el debate ético entre los judíos que han decidido ejercer su responsabilidad, para bien o para mal, en relación a cada aspecto de su vida en un territorio definido y bajo un gobierno autonómico, y aquellos que viven inmersos en otras naciones y practican parcialmente su identidad judía a través del estudio, los textos religiosos y las actividades comunitarias.

El mayor incendio en la historia de Israel

Ana Jerozolimski
CATÁSTROFE. "EL FUEGO NOS ENGAÑA Y NOS SORPRENDE TODO EL TIEMPO", DIJERON LOS BOMBEROS

Desde ayer al mediodía, se registra en el norte de Israel el peor incendio en la historia del país y los bomberos sostienen que han perdido totalmente el control del fuego. Se amplía la evacuación de poblaciones habitadas, por el avance de las llamas azuzadas por el viento.

Por razones aún desconocidas, el incendio estalló cerca de uno de los bosques del Monte Carmel , aledaño a la ciudad costera de Haifa y en corto rato se expandió a varias hectáreas. Las colinas de la zona quedaron envueltas en el fuego en cuestión de pocas horas y ayer por la noche aún no se lo había logrado controlar.

"Es indudablemente el mayor incendio en la historia del país ", declaró Hezi i Levi, oficial en el Cuerpo de Bomberos."Es el más terrible tanto por sus dimensiones, por nuestros intentos de apagarlo y por la cantidad de muertos y heridos", recalcó.

La catástrofe cobró hasta ahora la vida de 40 personas, al parecer todos ellos cadetes de un curso de oficiales del Servicio Penitenciario de Israel, que habían sido enviados con urgencia desde su base en la ciudad de Ramle-cercana a Tel Aviv, mucho más al sur-para ayudar. Fuerzas de rescate de todo el país fueron derivadas al norte, para participar en los esfuerzos especiales en la zona del incendio.

Los jóvenes iban a participar en el operativo de desalojo de la prisión Damun, cercana a uno de los puntos claves del incendio. En un recodo del camino, el conductor del ómnibus en el que viajaban vio las llamas cerca suyo, intentó alejarse, hizo un giro súbito por el cual perdió el control del vehículo, chocó contra un árbol, no logró retomar el camino y en cuestión de segundos el ómnibus fue tragado por las llamas. Al parecer, casi una decena de cadetes lograron huir del vehículo, con serias heridas.

"No tenían probabilidad alguna de salir de eso", dijo con el rostro con marcas de humo, Dudu Vaanunu, uno de los efectivos del Cuerpo de Bomberos."Nadie podía escapar. Sólo quien conoce tormentas de fuego puede entender lo que pasó allí. Es terrible. Murieron quemados vivos".

No lejos de allí resultó gravemente herida una de las más destacadas mujeres oficiales de la policía israelí , Ahuva Tomer, comandante de la estación de Haifa. Fue personalmente a la comunidad colectiva kibutz Beit Oren, donde se exhortaba a la población a prepararse para una eventual evacuación, oyó sobre lo que había sucedido con el ómnibus y se encaminó hacia el punto del incidente, pero quedó minutos después ella misma atrapada por el fuego. Algunos de sus compañeros de trabajo contaban con la voz entrecortada que era impresionante oírla justamente a ella, una mujer temperamental , de gran carácter, gritando desesperada por radio que la salven, que el fuego la rodea. Cuando se logró finalmente llegar a ella, se informó que su estado era "desesperado" y que su vida corre peligro, al haber sufrido quemaduras en todo el cuerpo.

No es la primera vez que esta zona, considerada de las más hermosas de Israel, es víctima de un incendio. Pero el que azotó los montes Carmel y el lugar conocido como "la pequeña Suiza" años atrás, fue incomparablemente menor que el que estalló ayer. La tupida vegetación del lugar, que se había recuperado lentamente tras el desastre anterior, quedó ayer carbonizada. La reserva natural de la zona, evidentemente, ha desaparecido y el daño es múltiple , en varios frentes. "Nunca hemos visto un avance tal de las llamas", dijeron oficiales del Cuerpo Nacional de Bomberos.

El Kibutz Beit Oren quedó totalmente quemado. Varias localidades ¬judías , drusos y árabes-fueron evacuadas, al igual que la universidad de Haifa, y las autoridades indicaron que serían desalojadas todas las poblaciones que estuvieran en peligro, a tiempo. Uno de los desafíos más complicados fue el desalojo de un hospital de enfermos mentales en Tirat HaCarmel.

"No soy optimista", dijo Shimon Romaj, Jefe del Cuerpo de Bomberos en una rueda de prensa llevada a cabo con la cúpula de todos los servicios de rescate , en la ciudad de Haifa, cuando llegó al lugar el Primer Ministro Benjamin Netanyahu.

"Esta es una catástrofe de dimensiones internacionales", declaró Netanyahu con el rostro serio y tenso. "No tenemos en el terreno los medios para apagar este incendio, pero hemos pedido ayuda a países amigos y hay en camino a Israel cuatro aviones de Grecia, cuatro aviones de España y un avión y un helicóptero de Chipre". Reveló. Expertos dijeron ayer que la ayuda más importante podría ser, si llegara, la de Rusia, que tiene el mejor avión del mundo para este tipo de situaciones.

Netanyahu rehusó referirse ayer a preguntas sobre posibles errores en el tratamiento de la situación, por los cuales se habría llegado a un punto tan grave, recalcando que "ya nos ocuparemos de todo, pero ahora tenemos dos metas: salvar vidas y frenar el fuego".

Y de hecho, nadie podía anoche asegurar cuándo se lograría frenarlo.

"El fuego nos engaña, nos sorprende todo el tiempo, avanza inesperadamente y va cambiando de dirección", dijo un oficial de Bomberos, contando además que varios de sus hombres habían resultado heridos. Otro relató que "surgen focos al norte, al sur, hacia un lado y hacia otro, no podemos controlarlo".

El Ministro de Seguridad Interna Itzjak Aharonovich señaló que puede llevar "varios días" controlar el fuego.

Restará todavía por investigar si todo fue producto de una negligencia o de un plan intencional de alguien que prendió fuego justamente para destruir. "No se puede descartar nada todavía", había dicho la jefa de la policía de Haifa, Ahuva Tomer, antes de ser ella misma alcanzada por las llamas.

INCENDIO EN BOSQUE CARMEL DE ISRAEL

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