viernes, 26 de noviembre de 2010

JUDIOS O DEMOCRATAS?

Al parecer, el discurso político israelí se rige por la presunción de que es necesario decidir si somos un Estado occidental o un Estado judío. Aparentemente, el interrogante es: ¿Israel debe ser más judío o más democrático? Pero el sentido implícito señala una elección entre un Estado que decide adoptar la aplicación de los derechos humanos individuales u otro que impone un lenguaje específicamente judío.
Se trata de una suposición falsa. Israel no se debate entre ser judío o democrático, sino en la elección entre dos viejas tradiciones: la de la ilustración, con su énfasis en el favorecimiento de los derechos individuales y la división de poderes, o la del romanticismo político, donde impera el vínculo entre una entidad llamada “nación” y otra llamada "tierra".
Gran parte de la derecha israelí, en una medida cada vez mayor, sostiene una posición según la cual Israel no debería primordialmente aprobar el lenguaje de los derechos humanos individuales aceptado en la política internacional, sino insistir en su derecho a ser un estado puramente étnico. Debido a ello, sigue defendiendo el argumento de que los judíos tienen el inalienable derecho sobre ciertas parcelas de territorios, en particular todos aquellos que se mencionan en la Biblia, y de que una patria judía no puede ser, al mismo tiempo, una patria para individuos de una etnia diferente.
La derecha israelí asegura que el derecho de los judíos a toda su patria ancestral constituye el fundamento del sionismo y la única justificación que los judíos tienen para su propio Estado. Su principal argumento es que existe una relación total entre tierra, pueblo y soberanía. De lo contrario, no tendríamos derecho a estar aquí.
Esa es otra suposición errónea. Uno de los mayores logros de la diplomacia sionista fue obtener el reconocimiento otorgado por la ONU en 1947 para la creación en Palestina de un Estado judío y otro árabe. Las Naciones Unidas, y de hecho casi toda la comunidad internacional, entendieron que el pueblo judío tiene la necesidad y el derecho de un Estado al cual llame su patria y en el que pueda cumplir con su necesidad de autodeterminación nacional. Eso no se decidió considerando que los judíos habían vivido en la Palestina histórica dos mil años antes; lo que se tuvo en cuenta fueron las necesidades y los derechos del pueblo judío en esa precisa situación. Hoy en día, Israel es un Estado reconocido internacionalmente, no sobre la base de la historia antigua, sino en razón del reconocimiento que goza como parte del orden político y jurídico internacional.
La razón por la cual Israel se encuentra actualmente tan aislada - no siempre fue así - no se debe a que la gran mayoría de las naciones no reconozca su legitimidad, sino a que no acepta su ocupación militar de los territorios en Cisjordania sin otorgar a los palestinos los derechos que la mayor parte de la comunidad internacional, y lógicamente la occidental, dan por sentado para cada individuo.
La elección, por lo tanto, no es entre un Estado que sea totalmente judío y otro que sea verdaderamente democrático. La alternativa es entre un romanticismo político, con sus desastrosas consecuencias, o admitir el mismo orden jurídico que nos permitió a los judíos regresar como ciudadanos libres y soberanos a formar parte de la sociedad de las naciones.

Con o sin condón?

Dicen que es en el aspecto religioso donde hay que ir a buscar lo típico y radical de los pueblos; algunos aseguran que la luz de la religión se basa en su propia oscuridad; otros afirman que es preciso encontrar lo más grande en lo más pequeño para sentir la presencia de Dios. Sea como fuere, el establishment religioso - cualquiera sea su credo - siempre nos depara noticias.
Si no lo creen, tomen nota. Esta semana, el rabino Ari Shvat, un experto en la Halajá (ley rabínica), dijo que es legítimo que las mujeres del Mossad, el Servicio de Seguridad Exterior israelí, seduzcan y mantengan relaciones sexuales con terroristas a fin de obtener informaciones vitales o conseguir su detención. Su estudio, que obvia el comportamiento que deben tener los agentes machos, cita como ejemplo diferentes casos mencionados en la Biblia y precisa que es mejor confiar esas misiones a mujeres inmorales (?). En el caso de las agentes casadas, el erudito rabino recomienda que los maridos se divorcien, para después volver a contraer matrimonio con ellas. Su trabajo se titula: "Sexo ilícito por el bien de la seguridad nacional". Ni más ni menos...
Pero no sólo el judaísmo aporta sus novedosos preceptos. En vísperas de Navidad, el cristianismo no podía quedarse atrás. Será por ello que el Papa Benedicto XVI consideró erróneo afirmar que Su Santidad es infalible, ya que un Pontífice también se puede equivocar (!), como en el caso de la prohibición del uso del preservativo. Joseph Ratzinger así lo cuenta en el libro-entrevista "La luz del mundo. El Papa, la iglesia y las señales del tiempo", que salió a la venta también esta semana. Eso sí: sobre Pío XII no menciona ni una palabra.
El dilema que se desprende ahora de las notables afirmaciones del Papa y del rabino Shvat es si las divas del Mossad deberán usar condón para salvar la patria o prescindir de él para cumplir con el precepto "Creced y multiplicaos". A este ritmo, seguramente dentro de poco tiempo algún influyente clérigo del islam aportará la solución.
Como bien se puede observar, que los hombres dejen de creer en Dios no determina que ya no crean en nada, sino que están dispuestos a creer en cualquier cosa.

A 63 años de la resolución que cambió la historia de Oriente Medio

Las Naciones Unidas y la partición de Palestina


Hace 63 años, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobaba la propuesta de partición de Palestina, poniendo así fin a los casi 30 años del Mandato Británico, para crear dos Estados, un Estado judío y otro árabe.

Así como Theodor Herzl lo había propuesto 50 años antes, esa decisión implicaba el reconocimiento internacional del derecho del Pueblo Judío de vivir independientemente en su Tierra Histórica y poder así contar con un lugar sobre la tierra, seguro, tranquilo y por sobre todo, propio. Al mismo tiempo, se reconocía el derecho de la población árabe de Palestina, de tener también su propio Estado independiente.

La dirigencia judía, a pesar de la reducida superficie que se le confería al Estado Judío, aceptó dicha resolución, lo que trajo como resultado por un lado la Declaración de la Independencia del Estado de Israel el 14 de mayo de 1948 y por otro lado el estallido de las acciones de guerra por parte de los países árabes, que no estaban dispuestos a aceptar dicha partición y que llevó a la larga historia de enfrentamientos y de violencia, que en parte perdura hasta nuestros días.

En 63 años muchas cosas cambiaron, otras no. Lo que resulta evidente para muchos es que la “partición” es la única solución. Eso implica que cada una de las partes del conflicto deberá hacer concesiones dolorosas para lograr un acuerdo de paz. Muchos así lo entienden. Es hora de que todos también lo implementen. La fecha de hoy resulta apropiada para repasar nuevamente algunos aspectos de esta página de nuestra historia.

El fin del Mandato Británico

Los británicos habían anunciado que querían dar por finalizado su Mandato, devolver la cuestión a las Naciones Unidas y retirarse de Palestina. Como en todos los lugares en donde el imperialismo británico había sido gobierno, como se dio en la India entre hindúes y musulmanes o en Chipre entre griegos y turcos, la situación interna, también en Palestina era insostenible y el enfrentamiento entre las poblaciones judía y árabe pre anunciaba un enfrentamiento sangriento.

Eran los acordes finales del Mandato Británico que había comenzado en el año 1920, con la llegada del alto comisionado británico Herbert Samuel, de origen judío, quien debía sentar las bases en lo que debería convertirse en el Hogar Nacional del Pueblo Judío. En una sesión extraordinaria de las Naciones Unidas se nombró una comisión especial que debía presentar una propuesta de acción. La UNSCOP, estas eran las iniciales en inglés de la Comisión Especial de las Naciones Unidas para Palestina, estaba formada por representantes de Australia, Canadá, Checoslovaquia, Guatemala, India, Irán, Holanda, Perú, Suecia, Uruguay y Yugoslavia. Hay que destacar que los representantes latinoamericanos de Guatemala y de Uruguay, después de interiorizarse del problema, se transformaron en los más vehementes luchadores por la causa nacional judía. Los miembros de la UNSCOP viajaron a la Tierra de Israel, visitaron fábricas, escuelas, kibutzim, se entrevistaron con representantes de las comunidades judía y árabe. Presenciaron también la llegada del buque Exodus con su carga humana de 4.500 sobrevivientes de la Shoá que después de las penurias que habían pasado durante la Segunda Guerra Mundial, trataban de llegar a la tierra de sus antepasados y que los ingleses, por la fuerza, los obligaron a retornar a Alemania.

De Palestina se trasladaron a los campos de concentración de Europa y de Chipre, en donde se encontraban confinados cientos de miles de judíos.

En todos los lugares los recibieron con un único planteo: “No queremos regresar a nuestros países de origen en Europa, que se convirtieron en verdaderos cementerios para nosotros, ya que ahí han masacrado a seis millones de nuestros hermanos. Queremos constituir nuestra propia nación en Israel, nuestro solar histórico”.

A su regreso, la UNSCOP presentó un informe, que establecía la partición de Palestina en dos Estados, uno judío, otro árabe y la internacionalización de Jerusalén.

El debate

El debate fue prolongado y amargo. Muchas de las declaraciones que se formularon pueden resultar curiosas o hasta insólitas 63 años después, pero no por eso dejan de resultar importantes.

El Prof. Enrique Rodríguez Fabregat, representante de Uruguay, expresó:“¿Por qué es necesario que exista un Estado Judío? Para terminar con esa forma de discriminación y de persecución contra un sector de la humanidad”.

Jorge García Granados, de Guatemala, agregó: “El Estado Judío es la reparación que la humanidad debe a un pueblo que durante 2.000 años, sin culpa y sin defensa, ha sufrido la humillación y el martirio”.

Hubo otras opiniones interesantes. “Sabemos que una gran proporción del Pueblo Judío considera a Palestina como su Hogar Nacional. En vista de nuestras propias y estrechas relaciones con el Pueblo Judío, nos es imposible dejar de simpatizar con tales aspiraciones”. Así se expresaba el representante polaco Oscar Lange.

“…Los representantes árabes afirman que la partición de Palestina será una injusticia histórica, pero esas consideraciones son inaceptables por la simple razón, de que, después de todo, el Pueblo Judío ha estado estrechamente ligado a Palestina durante un considerable período histórico…”, Palabras de Andrei Gromyko, representante de la Unión Soviética.

La votación

El 29 de noviembre de 1947 se llevó a cabo la votación y la Resolución fue aprobada por 33 votos a favor, 13 en contra y 10 abstenciones.

Votaron a favor: Australia, Bélgica, Bolivia, Brasil, Bielorrusia, Canadá, Costa Rica, Checoslovaquia, Dinamarca, República Dominicana, Ecuador, Francia, Guatemala, Haití, Islandia, Liberia, Luxemburgo, Holanda, Nueva Zelanda, Nicaragua, Noruega, Panamá, Paraguay, Perú, Filipinas, Polonia, Suecia, Ucrania, Sudáfrica, Estados Unidos, Uruguay, Unión Soviética y Venezuela. Votaron en contra: Afganistán, Cuba, Egipto, Grecia, India, Irán, Irak, Líbano, Pakistán, Arabia Saudita, Siria, Turquía y Yemen. Se abstuvieron: Argentina, Chile, China, Colombia, El Salvador, Etiopía, Honduras, México, Gran Bretaña y Yugoslavia.

Resulta curioso analizar los datos de la votación 63 años después. Los 12 votos de los representantes latinoamericanos, del total de 33 a favor, aseguraron la aprobación de la resolución. Las Naciones Unidas no eran lo que son hoy. Si bien había presiones, había intereses; la mayoría de los 56 países participantes buscaban hacer justicia. Justicia que evidentemente no abunda en las resoluciones actuales del alto organismo. Además y a pesar de que ya nos encontrábamos en la época de la Guerra Fría entre las dos grandes potencias, fue una de las pocas veces en la que los Estados Unidos y la Unión Soviética votaron de la misma forma.

Las consecuencias

Con la aprobación de la Resolución se concretaba la visión de Theodor Herzl, ya que 50 años después de reunido el Primer Congreso Sionista, se lograba el apoyo internacional para la creación del Estado Judío, como el mismo Herzl lo había previsto en su diario personal en el año 1897 en Basilea. Los árabes rechazaron la Resolución y anunciaron que se opondrían a la misma por la fuerza.

El Estado de Israel nació y creció en estos 63 años, a pesar de las difíciles condiciones de nuestra complicada realidad.

La gran tragedia que se abatió sobre la población árabe de Palestina, se originó no por la creación del Estado de Israel, sino por la posición intransigente de los mismos países árabes.

Y si bien Israel ya ha logrado llegar a un acuerdo de paz con Egipto y con Jordania, en 63 años, hay cosas que todavía no han cambiado.
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