miércoles, 9 de marzo de 2011

¿Quién fue realmente Simón Wiesenthal


Aurora servicio de prensa
Hace cinco años, a la edad de 96, falleció Simón Wiesenthal, el famoso "Cazador de nazis". Se calcula que hasta la fecha 1.100 criminales nazis fueron por él descubiertos y llevados a juicio. Escribió dos autobiografías: "Los asesinos entre nosotros" y "Justicia, no venganza". Está mencionado en otros diez libros y dio miles de entrevistas durante sus 60 años de actividad.
Al principio se encontraba solo, sin poder o dinero, él mismo sobreviviente de varios campos de concentración y exterminio donde había perdido 89 miembros de su propia familia. Este arquitecto nacido en Galicia podía haber dedicado sus energías, como muchos otros sobrevivientes, a rehacer su vida personal. En lugar de ello, se convirtió en el abogado de los torturados y de los asesinados.
Cuando los norteamericanos lo liberaron en 1945 del campo de Mauthausen, este esqueleto humano ya había escrito una lista con 150 nombres de criminales nazis. Desde este principio se convirtió en un héroe cultural y una figura de admiración mundial, al proponerse como meta en su vida llevar a la justicia al mayor número de criminales e impedir que el mundo olvidara.
¿Por qué salió recientemente a relucir su historia en numerosos artículos en la prensa israelí?
Tom Segev, quien ha escrito seis libros sobre historia israelí, publicó hace poco uno titulado "Simón Wiesenthal: vida y leyendas", producto de cinco años de investigación. Lo especial en la obra de Segev, aprobado por la censura militar, es que aporta nueva e interesante información. Durante muchos años, Wiesenthal estuvo al servicio del Mossad (Servicio de Inteligencia israelí).
Esta información obtenida por Segev no cayó como una fruta madura que se desprendió del árbol. Con el permiso de Paulina Kreisberg, hija de Wiesenthal, examinó y hurgó en cientos de amarillentos papeles, expedientes y documentos en la oficina de Wiesenthal en Viena, conocido como el "Centro de Documentación", donde en la pared estaba un enorme mapa, que mostraba los cientos de campos de concentración y de exterminio. Pero ahí encontró Segev el verdadero tesoro: cientos de archivos en orden cronológico, con cerca de 300.000 documentos, tal como Wiesenthal los dejó al morir, y hasta hoy cerrados al público. Una biblioteca de cerca de diez metros contiene los documentos de los nazis que logró capturar.
Según Segev, para él mismo fue una sorpresa encontrar documentos del Ministerio de Relaciones Exteriores israelí que muestran que Wiesenthal recibía un sueldo mensual, que Israel financió el establecimiento de su oficina en Viena, y quería asimismo que Wiesenthal ganara las elecciones de la comunidad judía en 1963.
Siempre se creyó que el investigador trabajaba solo. Pero la realidad fue diferente: tenía al Mossad tras él. Su seudónimo era "Theocrat" y su sueldo inicial fue de 300 dólares mensuales en efectivo, por los cuales firmaba recibos. Sus contactos con los Servicios Secretos israelíes se iniciaron casi inmediatamente después de terminar la Segunda Guerra Mundial, cuando tomó parte en la "Brijá" (escape), la operación durante la que refugiados judíos sobrevivientes del Holocausto eran llevados ilegalmente a puertos del Mediterráneo para abordar barcos hacia Palestina. Después del establecimiento del Estado de Israel siguió en contacto con el Departamento Político del Ministerio de Relaciones Exteriores, el antecesor del Mossad.
Wiesenthal recibió un laissez passer israelí, equivalente a un pasaporte, lo que le permitió quedarse en Austria. Asimismo fueron probablemente esos contactos los que lo proveyeron de una tarjeta de periodista del "Davar" en hebreo y de otro periódico en alemán, así como con un seguro de vida de la empresa "Migdal". Estas relaciones formales se suspendieron en 1952, pero Wiesenthal luchó por conservar su pasaporte israelí hasta que obtuvo la ciudadanía austríaca en 1953. Así, a pesar de considerarse sionista, construyó su nueva vida en el país de Eichmann y Hitler, si bien pidió ser enterrado en Israel, donde viven su hija y sus nietos.
El Mossad volvió a reclutarlo hacia 1960. Su misión consistía en localizar a criminales nazis y obtener información sobre la actividad de los científicos alemanes que construyeron el sistema de misiles egipcio y sus relaciones con otras organizaciones nazis y neo nazis en países árabes.
Wiesenthal nació en Buczacz, Galicia, cuando era parte del imperio austro-húngaro. Para los judíos ello significaba ser parte de la
"cultura alemana", lo que tuvo mucha importancia en la vida de Wiesenthal conectada con el Holocausto: le fue fácil examinar quién escondió gente, quién persiguió y quién ayudó. Esta región que tanto alabó Shai Agnón, originario de la misma ciudad, contiene elementos negativos en el relato de Wiesenthal.
Segev nos introduce a varias contradicciones que aparecen en las autobiografías escritas por Wiesenthal. Por ejemplo, nunca estuvo en Auschwitz, a pesar de que así lo menciona; y su vía dolorosa incluyó otros cinco campos de concentración entre ellos Mauthausen, que no eran menos terribles que Auschwitz. En tanto, el ser el representante de los judíos perseguidos, sintió que tenía que incluir a Auschwitz como metáfora del Holocausto.
A lo largo de los años se hizo de muchos enemigos, nazis por supuesto, entre ellos Bruno Kreisky, el primer ministro austriaco judío, cuyos rivales en la derecha incluían a Kurt Waldheim, a quien Wiesenthal apoyó a pesar de la opinión del Congreso Judío Mundial y aun del Departamento de Justicia norteamericano, que incluían a Waldheim en la lista de criminales nazis.
Wiesenthal aseguraba que, aunque era un mentiroso, no había dicho la verdad en relación con su pasado durante la guerra, y que no era un criminal nazi. Waldheim llegó a ser secretario general de las Naciones Unidas y presidente de Austria.
Kreisky veía en Wiesenthal al judío de las caricaturas antisemitas, con un fuerte acento idish que le molestaba, mientras que él, Kreisky, se consideraba un "auténtico judío austriaco" porque en el pasado había peleado contra los fascistas.
Kreisky estaba dispuesto a perdonar a los nazis en bien de la política austriaca porque, después de todo, un enorme porcentaje de austríacos habían sido nazis. La lucha entre ambos adquirió proporciones teatrales. Viena era una ciudad demasiado pequeña para estos dos enormes "egos" que querían ser parte de la mejor sociedad vienesa.
También Iser Harel, el director del Mossad, le negó a Wiesenthal algún crédito por la captura de Eichmann. En 1953 Wiesenthal se enteró de que Eichmann estaba en Argentina y pasó la información a Israel. Años después, Harel escribió que fue él quien se ocupó del asunto de Eichmann en 1957, o sea cuatro años después. Este episodio generó asimismo una disputa pública entre ellos. Pero lo interesante es que en el libro de Segev se menciona que Harel escribió en 1988 un libro en inglés (nunca publicado) en el que niega los rumores esparcidos por Wiesenthal de que un agente israelí echó a perder la posibilidad de la captura de Eichmann en 1949.
Segev entrevistó a varios veteranos del Mossad y confirmaron esta historia. La contribución más importante de Wiesenthal a la captura de Eichmann fue impedir que Vera Eichmann lograra que se declarara legalmente muerto a su esposo, lo que hubiera llevado a una suspensión de su búsqueda.
Segev describe la competencia y envidia entre los diversos "cazadores de nazis", entre Wiesenthal, Beate y Serge Klarsfeld y Tuvia Friedman, por el prestigio personal, el respeto y la influencia.
Otro aspecto importante en la vida de Wiesenthal es el enfrentamiento con el más famoso sobreviviente de esa generación, Eli Wiesel, ganador del Premio Nobel de la Paz. La diferencia entre ellos era aparentemente semántica: en tanto a la definición de Holocausto. Wiesenthal lo definía como el asesinato sistemático llevado a cabo por el Gobierno nazi de seis millones de judíos y cinco millones de no judíos. Esta última cifra no ha sido realmente investigada.
Para Wiesel, el Holocauso era el asesinato de seis millones de judíos, exclusivamente judíos, por los nazis y sus colaboradores. Wiesel predecía: "Al principio mencionarán a seis millones de judíos y cinco millones de no judíos. Pronto ya hablarán de 11 millones de víctimas, algunas de las cuales eran judíos. Y después hablarán de 11 millones de víctimas sin mencionar a los judíos".
Sin embargo, en la construcción del Museo del Holocausto en Washington, el presidente Carter aceptó la definición de Wiesenthal, por lo que Wiesel renunció a ser su director.
Se podría decir que Wiesenthal fue un detective privado con seis millones de clientes y el libro de Tom Segev lo ha traído nuevamente a la luz pública, e inclusive esta biografía aparece como una de las finalistas para el prestigioso premio del Círculo Nacional de Críticos Literarios del año 2010
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