domingo, 26 de diciembre de 2010

Tan importante para la paz es que no haya guerras

por Miguel Martin
Todo es importante, todo tiene su valor, pero existe algo que es lo mejor y nunca es superado por su competencia por buena que lo aparente.
Tan importante para la paz es que no haya guerras como que se puedan desactivar a tiempo evitando así sus consecuencias. Tan importante es para el futuro la investigación y el desarrollo científico como lo es también la extensión de las libertades y derechos porque de ello depende en gran medida un porvenir que pueda beneficiar a más seres humanos.
Tan importante es el orden económico, monetario, de mercados, la intervención y control de los mimos como la libertad de los inversores económicos, los capitales, la bolsa especuladora o los mercados financieros para que el sistema funcione. Si tratamos de establecer un orden lógico de prioridades morales en las relaciones humanas sean del tipo que sean, no es fácil señalar dónde empezamos y dónde terminamos, todo es prioritario según el foco que se elija, todo tiene su sentido y valor, todo es posible aunque no todo sirva.

Así nunca puede servir la inacción o la dejación de los deberes porque los efectos son peores que los derivados de la acción no obstante haber elegido mal, porque lo mal hecho siempre puede corregirse, lo no hecho nunca puede reformarse, está no hecho en sí mismo. Muchas soluciones y respuestas existen para un mismo problema o situación, todas pueden tener su valor e importancia pero no todas son las mejores ni las adecuadas como solución. Solo hay una de entre todas que es la oportuna, saber elegir es la clave.
Todo es importante, todo tiene su valor, pero existe algo que es lo mejor y nunca es superado por su competencia por buena que lo aparente. Elegir la defensa de Israel es lo mejor hoy, la opción más importante y útil, la urgencia se impone frente a la confusión actual que parece estar instalándose en la opinión pública en general. Todo es importante: la paz, los derechos palestinos a tierras y Estado propio, el desarme y desactivación de las armas, la desnuclearización de la zona, los acuerdos de paz y las conversaciones entre las partes, el freno de toda violencia, todo es importante pero no todo puede lograrse al mismo tiempo, algo tiene la virtud de ser la opción principal y elemental, lo no sustituible, lo imprescindible e innegociable y eso es la existencia de Israel como Estado, nación y sociedad libre, estable y existiendo en sus históricas tierras.
A partir e ahí, cualquier otra cosa que trate de sustituir eso nace viciada de razones, muerta como valor esencial. Este es el filtro que cualquier proposición debe atravesar siempre que se pretenda útil y necesaria, por importantes que sean sea la paz, justicia, territorios, muro, futuro, entre las partes enfrentadas: Israel es la clave. Todo puede parecer importante pero no todo vale por mucho que lo parezca. Todo aparenta utilidad, tiene posibilidades pero no todo debe ser considerado necesario como previo.
Todo por la paz pero no de cualquier manera y a cualquier precio porque la sinceridad y limpieza no forma parte de un proceso que como este esconde más intereses de los que aparenta y no son pocos los que extasiados hablan de paz, negociaciones, acuerdos, futuro; la boca se les llena, el corazón se les colma de buenas intenciones y en ese estado de ebriedad emocional todo se mezcla confundiéndose unas cosas con otras, lo bueno con lo mejor, lo útil con lo secundario.
Aquí el principio fundamental, esencial, inapelable es la existencia de Israel, el derecho de sus ciudadanos a vivir en su propia nación, su derecho a defenderse frente a la violencia ejercida contra su seguridad, esas y otras cuestiones afines son las que deben figurar como esenciales e insustituibles antes de cualquier otra cuestión. Todo puede parecer importante, esto no, es más que eso, es capital, crucial, obviarlo es ir por el camino equivocado y es ahí donde está la cuestión de fondo que confunden muchos hoy porque anteponen lo accesorio que también cuenta, ante lo vital que está en el primer orden de cosas importantes del problema y que precisamente por esa misma razón se ignora y elude porque cuesta admitirlo.
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