jueves, 16 de septiembre de 2010

DONDE ESTUVO EL HORROR

Como para ir presentando alguna de las vertientes y la diversidad del encuentro –que durará tres jornadas y se desarrollará en varias sedes– será útil anotar la actividad a la que el público tendrá acceso: Museos de memoria en América Latina. Cinco experiencias en diálogo. Los que participan:

- El director del Museo de la Palabra y la Imagen de El Salvador, Carlos Henriquez Consalvi, mucho más conocido en su país como Santiago, periodista, escritor y fundador y voz de Radio Venceremos, de la insurgencia salvadoreña. El Museo, fundado por él, funciona como archivo, genera publicaciones de libros y revistas, y trabaja con comunidades indígenas.

- Germán Vargas, director de la Asociación Paz y Esperanza, una ONG peruana que trabaja sobre todo con sectores en extrema pobreza y sin acceso a la justicia, y que ha impulsado el establecimiento de dos sitios históricos en Ayacucho (Totos y Puttaca), epicentro del conflicto armado interno que duró dos décadas, con el ejército y Sendero Luminoso como protagonistas.

- Marcelino Hernández Gómez, dirigente del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas en Chiapas, un organismo civil que prioriza los derechos de pueblos indígenas, en especial en lo que hace a territorio, justicia, lucha contra la represión, búsqueda de desarme. Pertenece a la etnia tzeltal.

- Romy Schmidt Crnosija, directora del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos de Santiago, Chile, autora del primer catastro de centros de detención y tortura del país y responsable de la recuperación para el Estado de varios ex centros de tortura, fue nombrada por Michelle Bachelet a comienzos de este año. La misión del Museo es dar a conocer los crímenes durante el pinochetismo, 1973-1990.

- Rubén Chababo, director del Museo de la Memoria de Rosario (que desde el próximo 10 de diciembre pasará a funcionar en el edificio de lo que fue el Segundo Cuerpo de Ejército durante la dictadura). Chababo (que escribe en estas páginas sobre el debate planteado de cara a la sociedad sobre la construcción del Museo) es uno de los primeros de América latina en trabajar sobre causas y consecuencias del accionar del Estado terrorista.

Laten la complejidad y la diversidad: entidades gubernamentales, ong, iniciativas de grupos; problemáticas actuales y/o ocurridas hace ya tiempo; países con juicios en marcha más allá de los años transcurridos (Argentina, por caso) y otros en los que se propicia impunidad: el viernes pasado, por citar un documento muy reciente, 26 entidades latinoamericanas repudiaron al gobierno peruano por decretar límites a la persecución penal de fuerzas armadas y policiales implicadas en graves violaciones a los derechos humanos. Las diferencias históricas y de contexto, sin embargo, no empañan el núcleo de la búsqueda: cómo dar cuenta de los crímenes sistemáticos. Hombres y mujeres machacados por grupos de poder. Así que cada uno cuenta cómo es su problemática y cómo la afronta.

¿Cómo se construyen esos relatos, a quiénes están dirigidos, qué sentidos se ponen en juego para entender y pensar al respecto? Las experiencias que responden a esas preguntas, planteadas para el foro, están sobre la mesa para ser compartidas. A partir de mañana estarán, además, sistematizadas: es que el encuentro servirá, también, para inaugurar el portal Sitios de Memoria en América latina, desde donde podrán intercambiar herramientas de trabajo, materiales e información sobre las tareas y recursos instrumentados por cada entidad.

Ya por fuera del foro público, en el seminario se trabajará sobre la representación de los momentos políticos claves, como transiciones a la democracia o momentos de fractura institucional, el rol del gobierno en la construcción del museo, narrativas históricas oficiales y de los museos, financiamientos, límites entre público y privado. En el encuentro confluirán también trabajos de cada entidad en torno de imágenes emblemáticas de la historia reciente. Entre los participantes también están Iván Seixas, periodista y ex preso político, que representa a Memorial da Resistência de San Pablo, y Margarita Romero, sobreviviente de un centro clandestino durante la dictadura de Pinochet y presidenta de Parque por la Paz Villa Grimaldi, instalado donde funcionaba un cuartel de la DINA en el que estuvieron secuestradas Bachelet y su madre. Es un claro rasgo de estas entidades: instalar memoriales y museos en los edificios emblemáticos de la represión. Hace seis años el ex presidente Néstor Kirchner recuperó el predio de la ESMA, donde hoy funciona el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, hecho concreto impensado poco tiempo atrás. El sitio y la hora parecen justos para hacer allí el Museo Nacional de la Memoria. Incluso, dadas las circunstancias y coordenadas, podría hablarse de cierto atraso.
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