martes, 16 de octubre de 2012

Medio centenar de cohetes de Gaza, hacen blanco en unas horas en el sur de Israel

Por Ana Jerozolimski,
Aproximadamente 500 proyectiles de distintos tipos disparados desde la Franja de Gaza gobernada por Hamas, hicieron impacto en el sur de Israel en lo que va del año. Más de 50 de ellos cayeron el lunes en diversas comunidades civiles aledañas a la frontera con el territorio palestino, causando daños materiales aunque, gracias al sistema de alarmas y refugios, no hubo muertos ni heridos. Los cohetes y morteros son lanzados hacia Israel ya como parte de la rutina .Esta vez, la intensificación del ritmo y la concentración de decenas en un solo día, se debió al parecer al incidente registrado la noche antes en el que Israel lanzó un misil hacia una motocicleta en Gaza a fin de eliminar al blanco identificado: dos terroristas de la Jihad mundial, que estaban preparando un atentado de gran envergadura. En dicho operativo resultaron heridos, según fuentes en Gaza, once palestinos no involucrados. Si bien claro está que un resultado de ese tipo siempre altera la normalidad, cabe recordar que los disparos desde Gaza hacia poblados civiles y hacia los agricultores en los campos, tienen lugar desde hace más de una década , como abierta provocación, en general independientemente de lo que haga Israel. Y a menudo, cuando abren fuego hacia Israel alegando que es “venganza”, resulta que el incidente por el cual toman represalia era un operativo en el que Israel eliminó a una célula terrorista justo antes de lanzar misiles hacia su territorio o de colocar una carga explosiva en la frontera, para detonarla junto a una patrulla que recorrería el lado israelí del límite con Gaza. Uno de los blancos alcanzados esta vez, como tantas otras, por los morteros disparados desde Gaza, fue el Kibutz Ein Hashlosha, en el que viven numerosos uruguayos israelíes, en su enorme mayoría javerim de Hanoar Hatzioni. Uno de ellos es el técnico agropecuario Daniel “Gato” Weisz, Director General del Tambo del kibutz, cuyo trabajo directo se vio afectado por uno de los impactos. Uno de los siete proyectiles que cayeron dentro del kibutz, pegó en un depósito de preparado alimenticio para el ganado, ensilado para las vacas (una fermentación del trigo). “Numerosas esquirlas quedaron incrustadas en ese alimento por lo cual será muy complicado utilizarlo, habrá que ir con mucho cuidado, ya que si los animales las comen por error, pueden morir”, nos dice Daniel. Los siete proyectiles que cayeron en el kibutz, son los primeros del año que aterrizan en la parte de las viviendas propiamente dichas del kibutz. Pero eso no significa que sus miembros no hayan estado hasta ahora en riesgo. “Ya han caído numerosos en los campos de cultivo, donde trabajan nuestros javerim. Siempre es una lotería, porque uno no sabe dónde puede caer”, cuenta Daniel. Y recordamos las repetidas ocasiones en las que otro compañero del kibutz, Pablo Lefler, nos relató sobre los disparos que francotiradores palestinos efectúan desde Gaza hacia él y otros javerim, cuando están en el campo..sin que nadie pueda comprender por qué ni para qué. “No es fácil el ambiente cuando sucede algo así”, comenta Daniel Weisz sobre lo ocurrido este lunes.”Hay gente que se lo tomó muy mal pero la mayoría, lamentablemente, lo toma ya como parte de la vida. En realidad, podríamos ver como irresponsabilidad el vivir en una zona así, expuestos a los proyectiles y las balas”. Y agrega: “Es que no es lógico que una persona viva años y años en esta situación. Por otra parte-y sé que suena contradictorio-es bueno que lo veamos casi como parte de la vida, en el sentido que no dejamos que esto nos domine, que el miedo nos paralice . Ellos no van a decidir por nosotros cómo tenemos que vivir”. Pensamos que es, de hecho, una expresión de valentía…sin alarde de nada, pero valentía al fin. Daniel concuerda. “Claro..es cierto…Creo que no exagero si digo que la gente acá es valiente.Pero es que lo que hay detrás de ello, es muy sencillo: Esta es nuestra casa y no la vamos a dejar bajo ningún concepto.Ellos no van a decidir por mí cómo tengo que vivir”. Ein Hashlosha es un kibutz del Hanoar Hatzioni, un movimiento que a lo largo de toda su historia apostó a la paz con seguridad..seguridad para Israel y paz con los vecinos. Preguntamos a Daniel si algo de eso cambió en su kibutz. “La gente aquí sigue creyendo que hay un posible acuerdo con ellos.Yo personalmente creo que es muy difícil. Estimo que en algún momento tendrá que haber un arreglo, pero en estos momentos no concibo qué arreglo puede haber, salvo una opción unilateral. Es que no veo de parte de los palestinos una intención de solucionar el conflicto de modo pacífico”, responde. Y amplía el marco de análisis, con algo más general: “Un gran problema de Occidente es que tratamos de medir a esta gente con nuestras reglas. Pero no sirve, porque ellos tienen sus propias reglas, que no coinciden con las nuestras”.
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