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jueves, 23 de septiembre de 2010

¿Quién le pone el cascabel al gato?

Autor: Samuel Auerbach, Natania
Una sensación de terror produce imaginar una supuesta situación en la que Irán ya posee el poder atómico con el cual puede llevar a cabo su sueño de destruir a Israel.
Aterra pensar cómo sería el sentir de sus habitantes bajo la amenaza de un fulminante ataque mortal, que un loco con ideas fijas pueda lanzar en cualquier momento.
Aparentemente muchos israelíes no lo piensan, prefiriendo seguir viviendo en una tensa calma que los hace felices. Pero hay que despertar de este peligroso letargo si es que amamos a nuestras familias y a nuestro querido y pequeño país, que tanto costó conseguirlo y tanto cuesta mantenerlo erguido.
Hay que estar convencidos que esas trágicas horas llegarán y que esa calma terminará, si es que el mundo continúa aplicando a Irán sus ineficaces sanciones, y si es que no hacemos algo más que seguir usando todos nuestros esfuerzos en conseguir una paz con los palestinos. Sólo la paz con el nuevo Estado palestino no nos dará seguridad.
Prolongar la moratoria de las construcciones en los territorios y el reconocimiento de Israel como Estado Judío, son cuestiones sin importancia frente al peligro inminente de ser aniquilados en un instante.
Nuestro gran aliado Barack Obama lo sabe, pero su política de buen pastor sólo le permite aplicarmedidas de persuasión a Irán, sin dejarlo obrar como corresponde. Y lo que corresponde, lamentablemente, es la fuerza, único medio para evitar las consecuencias del proceder de un loco que no puede nu quiere razonar. La República Islámica de Irán está a un paso de tener en sus manos el arma con el cual podrá borrar del mapa a Israel. Atacar a Irán es lo que se impone. Alguien tiene que hacerlo sin perder mas tiempo.
Pero, ¿quién le pone el cascabel al gato? Parecería que Occidente no ve el peligro que corre Israel, como tampoco ve que el extremismo fundamentalista del Islam aprovechará el poder iraní para completar su obra de islamizar al mundo, tarea ya comenzada siguiendo los dictados del Corán.
Pero también es probable que el mundo libre y los Estados árabes moderados quieran usar a Israel como carne de cañón, país que al salvarse, alejará el peligro que acecha a la civilización occidental.
Desgraciadamente no existe otra alternativa. Si Occidente no pone en marcha de inmediato medios eficaces para poner a salvo su civilización, Israel no tendrá más remedio que ser quien ponga el cascabel, y use la fuerza para salvar su existencia y su futuro.

EL BURRO Y LA PAZ

por Yoel Marcus



En Yom Kipur, hace 37 años, enterramos a 2,700 soldados a fin de alcanzar el acuerdo que el entonces ministro de Exteriores, Moshé Dayán, hizo posible con la firma del tratado de paz con Egipto: sólo un burro nunca está dispuesto a cambiar de opinión.
Hace ya mucho tiempo que las negociaciones no suscitaban tantas sonrisas y una atmósfera tan positiva como las realizadas recientemente en Washington-Sharm el Sheij-Jerusalén. Los líderes, incluyendo a dos presidentes y a un rey, ingresaron en las sesiones a puertas cerradas y salieron de allí sonriendo, como si las reuniones se hubieran convertido en un torneo de chistes.

Los encargados de darle su tono particular fueron el presidente de EE.UU., Barack Obama, en Washington, y su embajadora en esta región, la Secretaria de Estado, Hillary Clinton. Con una figura algo más nítida ahora, en comparación con aquella otra, que aguardaba ansiosamente la resolución de la pelea por la candidatura presidencial contra el mandatario norteamericano, apenas ha sido fotografiada sin exhibir una sonrisa de oreja a oreja, al estilo de Sara Netanyahu.

Muy raramente, al menos hasta este momento, se ha filtrado algo de las largas conversaciones; sólo evaluaciones hechas por veteranos comentaristas políticos. El optimismo viene dictado desde arriba, es decir, por Obama, quien ha decidido tomar en sus manos nuestro asunto, lo que demuestra un cambio evidente en su actitud casi hostil hacia Israel.

Considerando el continuo desgaste de su imagen en todo el mundo, da la impresión que para el presidente norteamericano tiene mucha importancia, tanto a nivel personal como estratégicamente, tener éxito aquí. Y cuando su canciller sale de la reunión con el presidente Shimón Peres para declarar que el primer ministro, Binyamín Netanyahu, y el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbás, muestran absoluta seriedad en sus intenciones de renovar el proceso de paz, esto parece corresponder, por el momento, más a un deseo de Obama que a la efectiva impresión que deja la ronda de conversaciones hasta el momento.

Netanyahu demostró su liderazgo cuando accedió a congelar por 10 meses la construcción en las áreas de los asentamientos. Nadie pensó que se atrevería a mantenerse firme en esa decisión hasta el final. El hecho es que no sólo aprobó la decisión en el seno del gabinete, sino que además ninguno de sus ministros, incluidos los del partido de Liberman, renunció.

Sin embargo, debemos recordar que Netanyahu no sólo se comprometió con los palestinos y los estadounidenses; Bibi hizo además la promesa a la opinión pública israelí de ajustarse estrictamente al plazo establecido, "ni un día más." Ciertamente, bien puede ser elogiado por haber hecho algo que nadie hizo antes que él, pero habrá, casi con seguridad, más de uno entre sus correligionarios que no estarán dispuestos a perdonarlo si rompe su palabra hacia los israelíes.

Además, una vez establecida la moratoria, los palestinos se negaron a entrar en conversaciones directas y así lograron desperdiciar nueve meses. Si hubieran llevado a cabo negociaciones durante la congelación, estaríamos ahora en un lugar completamente distinto. Las tratativas en Washington también develaron las profundas diferencias entre ambas partes. Ahora que éstas han comenzado a hablar directamente, bajo el patrocinio de Obama, toda la cuestión del congelamiento como condición para las conversaciones es cosa del pasado. Es posible hablar cara a cara y, al mismo tiempo, no continuar con la construcción en los territorios que evacuaremos en cualquier caso.

Ahora, mientras los misiles están siendo lanzados desde Gaza casi a diario y el comandante del ala militar de Hamás, Ahmed Jabri, nos amenaza con la guerra, la cuestión con la que nos enfrentamos es saber si no ha llegado ya el momento de hacer todo lo posible para lograr un acuerdo con la Autoridad Palestina en lugar de ir rodando cuesta abajo en dirección hacia una "guerra por la paz de los asentamientos Itzhar y Tapuaj".

Una extensión del congelamiento en la edificación de viviendas no es esencial para renovar las conversaciones directas bajo el patrocinio estadounidense, basadas en un entendimiento con Obama acerca de que la construcción, si es que fuera necesaria, habrá de ser moderada a fin de no generar un caos en los territorios, antes de que podamos lograr un acuerdo global con los palestinos. En el acuerdo con Egipto, también procedimos así: primero firmamos y luego retiramos los asentamientos de Sinaí.

El gobierno de EE.UU mantiene una “neblina de guerra”, pero está claro que Obama será el único que decidirá si habrá o no de salir humo blanco de la chimenea de la Casa Blanca. El hecho de que Israel esté empezando a distribuir máscaras de gas a un ritmo acelerado implica que tanto nosotros como el gobierno de EE.UU nos preocupamos con igual inquietud de las mismas amenazas a las que tarde o temprano tendremos que hacer frente.

Saber si los palestinos quieren y pueden alcanzar un acuerdo de paz es un asunto no definido todavía. Las mismas dudas surgen respecto de Netanyahu: ¿tendrá lo que se necesita para tomar decisiones importantes? Cuenta con el respaldo de la mayoría del Likud, a pesar de las amenazas del vice primer ministro, Silvan Shalom. Si Bibi logró aprobar el congelamiento, indudablemente puede aprobar cualquier cosa en su gabinete con el apoyo masivo de la mayoría del pueblo, que anhela la paz.

En Yom Kipur, hace 37 años, enterramos a 2,700 soldados a fin de alcanzar el acuerdo que el entonces ministro de Exteriores, Moshé Dayán, hizo posible con la firma del tratado de paz con Egipto: sólo un burro nunca está dispuesto a cambiar de opinión

Fuente: Haaretz -

domingo, 19 de septiembre de 2010

La salvación viene de los judíos

por Juan F. Carmona y Choussat



A lo largo de su vibrante existencia, habiendo sentido casi cada año el peligro de aniquilación, Israel siempre ha salido adelante haciendo suyo el mandato de Moisés de elegir la vida.


En cambio, Occidente sufre hoy un acceso grave de agotamiento de vivir, una patológica propensión al suicidio. Israel es el más indicado para hacerle recapacitar. Es, por eso, conveniente preguntarse -hoy, de nuevo- si la salvación, como le dijo Jesús a la Samaritana, viene de los judíos.


Después de los atentados de septiembre de 2001 el presidente Bush elaboró una doctrina fundada en la moralización de la política exterior y la expansión de la democracia. El último pilar de esa doctrina lo formulaba el 24 de junio de 2002. Por primera vez un presidente americano hacía un llamamiento público para un Estado palestino. Había demostrado su amistad con Israel al defender sus medidas para protegerse del terrorismo, que habían sido recibidas con hostilidad por otros, como la construcción de la barrera de seguridad y el establecimiento de controles impidiendo la entrada de suicidas desde Cisjordania. Bush también había discrepado de la opinión generalizada contra los asesinatos selectivos de aquellos que planeaban e incitaban a los atentados suicidas, puesto que, como había tenido oportunidad de comprobar en su propio país eran un mal incalificable. En los términos de Norman Podhoretz: “Luchando (contra el terrorismo) los israelíes estaban combatiendo contra el mismo enemigo que nos había declarado la guerra el 11 de septiembre”.

Su apoyo incluía asimismo la inexorable exigencia del abandono de las prácticas terroristas por todo el liderazgo palestino. Así, en su declaración de 2002 dice: “Las autoridades palestinas están fomentando, no oponiéndose, al terrorismo. Esto es inaceptable. Y los Estados Unidos no apoyarán el establecimiento de un Estado palestino hasta que sus líderes se impliquen en una lucha sostenida contra los terroristas y el desmantelamiento de sus infraestructuras”.


Por último, y esto es capital, no culpaba a Israel -en un cambio sustancial de actitudes precedentes- de la guerra que contra él se libraba. Ponía la carga de la prueba en los palestinos y los Estados árabes que los apoyaban, por no rechazar frontalmente el terrorismo. Pero eso no era todo. Dos años después añadiría lo que Podhoretz denominó el “codicilo” a esta política: como parte de un acuerdo definitivo de paz, Israel debía tener fronteras seguras y reconocidas, y éstas debían incluir los centros de población mayoritariamente israelíes. Rechazaba pues la idea últimamente universalmente aceptada, según la cual el requisito esencial, prácticamente el único para la paz, es la expulsión de hasta el último judío de Cisjordania. En qué la transformación de Judea y Samaria en “Judenrein” podía ser un avance hacia ésta, era algo que no parecía pasar por la cabeza de un presidente americano.


Las cosas han cambiado.


Según afirma el comentarista David Ignatius y se deduce de un posterior artículo de Zbigniew Brzezinski en el Washington Post, hay varios antiguos secretarios de Estado y asesores de Seguridad Nacional que junto con el actual, James Jones, están definiendo una política para Obama, que pasa por la imposición a Israel de las fronteras previas a 1967.


Esta vuelta atrás a políticas infructuosas, ¿puede cosechar algo? Podhoretz, escribiendo proféticamente, en mayo de 2009 destacaba: “Nada se sacará de una reversión a las asunciones previas a Bush. Nada se sacará con ello de los israelíes porque ellos, incluso los más complacientes entre ellos, han aprendido que la retirada de territorios previamente ocupados significa la creación de bases desde las que los terroristas harán llover misiles sobre ciudades israelíes. Así, cuando en el año 2000 se retiraron de la zona de seguridad que habían establecido en el sur del Líbano, Hezbollah se mudó allá, y más tarde, su retirada de Gaza en 2005 resultó en la toma de poder por parte de Hamás terminando en ambos casos no en paz o siquiera en mejores perspectivas para alcanzarla, sino en guerra y más guerra. Además, la retirada de Gaza, significando como supuso sacar a la fuerza unos 8.000 judíos de sus casas, fue un trauma nacional tan doloroso, que hacer lo mismo a más de treinta veces el mismo número de judíos viviendo en Cisjordania se ha convertido en impensable”.


Ahora bien; ni siquiera esa insólita reversión, aisladamente, significaría un peligro letal para Israel y los judíos. Es interpretada con el conjunto de la política de Obama cuando supone una amenaza.

Sí, Obama permanece en Irak, pero anuncia su marcha. Sí, Obama permanece en Afganistán, pero anuncia su partida. Sí, Obama promete disuasión nuclear, pero renuncia a renovar su arsenal. Sí, Obama promete alianza perpetua a sus amigos, pero embarca a su país en la deuda que compromete el gasto futuro en defensa. Sí,… pero.


¿Me contradigo? Muy bien, pues me contradigo.


Contengo multitudes. Decía Whitman. Ante la contradicción es más que lícito preguntarse qué interpretan los que dividen a Occidente en el pequeño Satán, Israel; el Gran Satán, Estados Unidos; y, ¢a va sans dire, el inútil Satán, Europa. El régimen iraní, de él se trata, incrementa sus preparativos terroristas incluso más allá de sus habituales sucursales de Hamás y Hezbollah, pero ello sigue sin hacer que se desvíe la vista de un parsimonioso calendario de ineficaces sanciones.


Si hace año y medio los que en el entorno de Obama entendían de estas cuestiones aún pensaban que podía evitarse un Irán nuclear, hoy se da por concluido el intento de impedírselo.


La nueva convicción es: por qué no vivir con un Irán nuclear al que mantener a raya como antaño a la URSS y China durante la Guerra Fría.


Algunos dan, incluso en una perversa reinterpretación de los hechos, un paso más: es la presencia de un Israel nuclear en pleno Oriente Medio el origen de la proliferación. Pero aun sin darlo, es obvio lo que impide convivir con un Irán nuclear.


El 27 de octubre de 2007 lo explicaba muy bien el New York Times: “El nuevo presidente conservador de Irán, Mahmoud Ahmedineyad, dijo el miércoles que Israel debía ser borrado del mapa...”, añadiendo: “Refiriéndose a palabras del ayatola Jomeini, el líder de la revolución islámica Ahmadineyad afirmó: `Como dijo el imán, Israel debe ser borrado del mapa”'.


El predecesor de Ahmadineyad, Mohamed Jatamí, en contraste, propuso un diálogo entre civilizaciones y persiguió una política de détente”.


La détente, pues, aunque fuera en un nuevo Irán post régimen, que sigue sin avistarse con claridad, es posible, dicen. Pero he aquí lo que decía el igualmente “moderado” Rafsanjani vinculado incluso a llamamientos a la apertura tras las disputadas elecciones del verano -y sus turbulentas consecuencias- respecto al “miedo” a represalias: “Si llega el día en que el mundo del Islam está convenientemente equipado con las armas que Israel tiene en su posesión…, la aplicación de una bomba atómica no dejaría nada en Israel, pero la misma cosa sólo produciría daños en el mundo islámico”.


Bernard Lewis, el famoso erudito del Islam, aclaraba sobre el tema en 2006: “Hay una diferencia radical entre la República Islámica de Irán y otros Gobiernos con armas nucleares. Esta diferencia se expresa en lo que solamente puede ser descrito como la visión apocalíptica de los actuales dirigentes de Irán. Esta visión y expectativa, manifestada vívidamente en discursos, artículos e incluso en libros de texto, claramente forman la percepción y por tanto las políticas de Ahmedineyad y sus discípulos”.


Pero, en la circunstancia de un ataque nuclear, ¿no perecerían con los israelíes los palestinos? y, ¿acaso no contestaría Israel devastadoramente?


“La primera de estas disuasiones bien puede preocupar a los palestinos pero no aparentemente a sus fanáticos defensores en el Gobierno de Irán. La segunda - la amenaza de un ataque directo sobre Irán- está… debilitada por el complejo de suicidio o martirio que plaga partes del mundo islámico hoy, sin paralelo en otras religiones, ni siquiera en el pasado musulmán.


“En este contexto la destrucción mutua asegurada (DMA), el elemento disuasor que tan bien funcionó durante la Guerra Fría, no tiene ningún signi- ficado. Al final de los tiempos habrá una destrucción en todo caso. Lo que importará será el destino final de los muertos: el infierno para los infieles y el cielo para los creyentes. Para gente con esta mentalidad la DMA no es un impedimento, es un incentivo”.


Por todo ello es por lo que la temeraria política de Obama presionando a su aliado, enviando un anuncio de abandono, y dejando enquistarse aparentes negociaciones anti proliferación sin propósito significativo, pone a Israel en una situación delicada. Esta, paradójicamente, podría evitarse con hacer simplemente lo contrario: sosteniendo al amigo y apremiando al régimen desafiante.


Pero lo más peculiar es que la actitud del presidente americano se parece mucho a la expuesta en esa frase que se atribuye a Talley-rand, el sofisticado ministro de Napoleón: “Es peor que un crimen, es un error”.


En lugar de hacer lo imposible por facilitar a Israel su lucha contra el islamismo, porque ese enemigo ha declarado la guerra a todo Occidente, da la impresión de creer que Israel es el problema. Pero, tras Israel está el resto. Es en ese sentido, en el sesenta y dos cumpleaños de su brillante y ejemplar existencia que, al estar en la primera línea, la salvación -y empieza a ser costumbre - viene de los judíos.


Pero conviene no dar por seguras las calamidades que pueden evitarse, y recordar el animoso saludo que se daban a finales del siglo XIX los primeros sionistas allá donde se encontraran, en Basilea o Constantinopla, cuando no había llegado la Declaración Balfour y apenas había nacido Harry Truman: “El año que viene, en Jerusalén”.

Un silencio peligroso

Ed Koch


Lloro como testigo de los vergonzosos ataques verbales contra Israel. Lo que hace que estos ataques verbales y distorsiones sean más dolorosos, es que están siendo orquestados por el Presidente Obama. Para mí, la situación de hoy recuerda lo que ocurrió en el año 70 DC, cuando el emperador romano Vespasiano lanzó una campaña militar contra la nación judía y su antigua capital de Jerusalem. Finalmente, Masada, una meseta de roca en el desierto de Judea se convirtió en el último refugio del pueblo judío contra el ataque romano. He estado en Jerusalem y en Masada. Desde la cima de Masada, todavía se pueden ver los restos de las fortificaciones y guarniciones romanas, y las piedras y la tierra de la rampa de asedio romano que se utilizó para llegar a Masada. Los judíos de Masada se suicidaron en lugar de dejarse tomar prisioneros por los romanos.


En la misma Roma, he visto el Arco de Tito con la escultura que muestra a los judíos esclavos y los tesoros del templo judío de Salomón con la Menorah, el símbolo del estado judío, llevados como botín durante el saqueo de Jerusalén.


Oh, usted puede decir que es una exagerada analogía. Por favor, escúchame.


El saqueo más reciente de la ciudad vieja de Jerusalem - su barrio judío – tuvo lugar bajo los jordanos en 1948, en la primera guerra entre los judíos y los árabes, con, al menos, cinco estados musulmanes - Egipto, Jordania, Líbano, Siria e Irak - que buscaban destruir al estado judío. En ese momento, Jordania conquistó Jerusalem oriental y la margen occidental y expulsó a todos los seres judíos que vivían en el barrio judío de la ciudad vieja, destruyó todos los edificios, incluyendo las sinagogas en el antiguo barrio y expulsó, de todas partes de Judea y Samaria, a todos los judíos que vivían ahí, de modo que, por primera vez en miles de años, la ciudad vieja amurallada de Jerusalem y la Margen Occidental adyacentes fueron "Judenrein" - un término usado por los nazis para indicar el desplazamiento forzado o el asesinato de todos los judíos...


Los judíos habían vivido durante siglos en Hebron, la ciudad donde Abraham, el primer judío, plantó su tienda y donde ahora yace sepultado, se cree, en una tumba con su esposa, Sarah, así como otros antiguos patriarcas y matriarcas judíos. He visitado la tumba y entonces le pregunté a un soldado israelí que la custodiaba - ya que está abierta a todos los peregrinos, los cristianos, los musulmanes y los judíos - "¿dónde está el séptimo paso que lleva a la tumba de Abraham y Sara", que era la entrada más lejana para los judíos, cuando los musulmanes eran la autoridad que controlaba el lugar santo? Él respondió: "Cuando retomamos y reunificamos toda la ciudad de Jerusalem y conquistamos la Margen Occidental en 1967, eliminamos los pasos, de modo que ahora todo el mundo puede entrar", mientras que cuando los musulmanes estaban a cargo de la tumba, ningún judío podía entrar en ella. Y entré.


No soy una persona religiosa. Me siento cómodo en una sinagoga pero, por lo general, asisto sólo dos veces al año, en las altas fiestas. Cuando entré en la tumba de Abraham y Sarah, por lo que recuerdo, me sentí conectado con mi pasado y con las tradiciones de mi pueblo. Uno es judío, primero por nacimiento y después por la religión. Los que abandonan su religión, siempre siguen siendo judíos en virtud de su nacimiento. Si no lo creen así, que se lo pregunten a sus vecinos, quienes se lo recordarán. Recuerdo las palabras del columnista Robert Novak, quien fue durante casi toda su vida hostil al estado judío de Israel, en una entrevista con un periodista dijo que, si bien se había convertido al catolicismo, todavía era un judío cultural. Me mantengo, con orgullo, siendo judío, tanto por religión como por cultura.


Mi apoyo al estado judío ha sido largo y firme. Nunca he pensado en dejar USA para ir a vivir a Israel. Mi lealtad y amor son primero por USA, que tanto me ha dado, al hijo de inmigrantes judíos polacos. Pero también he sido consciente, durante mucho tiempo, del hecho que cada noche, cuando me iba a dormir en paz y seguridad, había comunidades judías en peligro en todo el mundo. Y había un país, Israel, que les daría refugio y que enviaría a sus soldados a luchar por ellos y librarlos de todo mal, como Israel lo hizo en Entebbe en 1976.


Lloro hoy porque mi presidente, Barack Obama, en unas pocas semanas, ha cambiado la relación entre USA e Israel, de la de más cercanos aliados a una en la que hay una ausencia de confianza en ambas partes. El contraste entre la manera como el presidente y su administración tratan con Israel y cómo se ha decidido a tratar con el gobierno de Karzai en Afganistán, es sorprendente.


El gobierno de Karzai, que rige un estado corrupto y productor de opio, se niega a cambiar sus métodos corruptos – el propio hermano del presidente, muchos creen que dirige el tráfico de drogas que tienen lugar en Afganistán – y que muestra el mayor desprecio por USA, ha sido aclamado por la administración Obama como un aliado y públicamente tratado con dignidad. Karzai, incluso, recientemente amenazó con unirse a los talibanes si no dejamos de hacerle demandas. Sin embargo, Karzai recibe una cálida carta de agradecimiento del Presidente Obama. El New York Times del 10 de abril informó: "...que el Sr. Obama había enviado al Sr. Karzai una nota expresando gratitud al líder afgano por la cena en Kabul". ‘Fue una carta respetuosa’, dijo el General Jones".


Por otra parte, nuestro aliado más cercano - el de la relación especial con USA, ha sido degradado y calumniado, hecho responsable, por la administración, de nuestros problemas en Afganistán e Irak y otros lugares de Medio Oriente. El plan, sospecho, es debilitar la determinación del estado judío y de sus líderes, haciendo mucho más fácil imponerle a Israel un plan estadounidense para resolver el conflicto entre israelíes y palestinos, dejando en la estacada a las necesidades de seguridad y de fronteras defendibles de Israel.


Creo que la política del Presidente Obama es crear una completamente nueva relación con los estados árabes de Arabia Saudita, Jordania y Egipto, y a Irak como la contra de Irán - el Tiranosaurio Rex del mundo musulmán, que ahora estamos preparados para verlo en posesión de un arma nuclear. Si es necesario arrojar a Israel bajo el autobús para lograr esta alianza, que así sea.


Estoy conmocionado por la falta de indignación por parte de los más ardientes partidarios de Israel. Los miembros de AIPAC, la principal organización de lobby pro-Israel en Washington, le brindaron a la Secretaria de Estado Hillary Clinton una ovación de pie, después de que había llevado a cabo las instrucciones del Presidente Obama y, en una conversación telefónica de 43 minutos, enojada intimidó al Primer Ministro Benjamin Netanyahu.


Los miembros del Congreso, tanto en la Cámara como en el Senado, han hecho declaraciones lastimosamente débiles contra el maltrato de Obama a Israel, si la hicieron en absoluto. Los miembros Demócratas, en particular, son débiles. Simplemente tienen miedo de criticar al Presidente Obama.


Lo que más me molesta, es el vergonzoso silencio y la falta de acción de los líderes de la comunidad - judía y cristiana. ¿Dónde están? Si esto fuera una cuestión de derechos civiles, los judíos estarían en el centro de Washington protestando con y en nombre de nuestros conciudadanos estadounidenses. Le pregunté a un prominente líder judío ¿por qué nadie está preparando una marcha a Washington similar a la de 1963, en la que yo estaba presente y en la que Martin Luther King pronunció su memorable discurso? Su respuesta fue "Podrían asistir cincuenta personas". ¿Recuerda la década de 1930? Pocos se pusieron de pie. Se quedaron callados.


Recuerden la sentencia más perspicaz de uno de nuestros más grandes

maestros, el rabino Hillel: "Si yo no soy para mí mismo, ¿quién es para mí? Y si sólo soy para mí mismo, ¿qué soy? Y si no es ahora, ¿cuándo?"


Es cierto que nos hemos levantado para todos los demás. ¿Cuándo nos levantaremos para nuestros hermanos y hermanas que viven en el estado judío de Israel?

lunes, 13 de septiembre de 2010

LUCES Y SOMBRAS ISRAELO-PALESTINAS

Por(Ana Jerozolimski)

Este lunes, un día antes de la víspera de Rosh Hashana, el Primer Ministro de Israel Benjamin Netanyahu se dirigió a la ciudadanía, como es costumbre, para transmitir su mensaje de cara al nuevo año judío.

Es una buena costumbre ya que estos momentos- los grandes inicios, las fechas que simbolizan la esperanza y el deseo de mejora y superación – es necesario escuchar qué tienen para decir aquellos en cuyas manos y sobre cuyos hombros está la responsabilidad de hacer las cosas bien.

Por eso, fue bueno que Netanyahu destacó en su mensaje el tema de la búsqueda de la paz. “Este año, tras muchos esfuerzos, han comenzado conversaciones directas con los palestinos.Este es un paso importante en nuestro intento de avanzar hacia un acuerdo de paz entre nosotros y ellos”- dijo el Primer Ministro.

Y de inmediato pasó a las aclaraciones. “Digo que ésto es un intento ya que no es seguro que resulte exitoso. Ciertamente hay muchos obstáculos, numerosos escépticos y muchas razones para dudar, pero debemos tratar de alcanzar la paz”.

Es importante, aún antes de entrar en detalles y en matices políticos de cada uno- antes de que salten algunos a acusarlo a él y salten otros a acusar a los palestinos por la falta de paz- que Netanyahu haya recalcado que la búsqueda de la paz debe ser el norte. Es como fijar la plataforma de base , la imprescindible para ver luego cómo se avanza en los detalles del escenario.

El problema, claro está, es que con la base no alcanza. Por eso hace tanto resulta imposible avanzar...

Israel y la Autoridad Palestina fueron a Washington sin ninguna expectativa. Sin embargo, pocas horas después de la reunión, comenzaron a publicarse informaciones que daban a entender que todo había transcurrido mejor de lo pensado, que cada parte consideraba que la otra tenía mejor actitud que lo que habían o temido y que esta vez, estaban decididos a que el resultado sea diferente.

Lamentablemente, a los dos días, se había vuelto a la “normalidad”. En Jerusalem, el Ministro de Relaciones Exteriores Avigdor Liberman salía a aclarar dramáticamente que un acuerdo de paz es imposible por mucho tiempo por la actitud de los palestinos. Lo escuchábamos y nos preguntábamos si Netanyahu es consciente de lo nocivo que resulta este hombre en un cargo tan delicado como el que tiene. Ni siquiera fue a Washington...señalizando de antemano que no cree nada en el proceso actual. Pues bien: tiene derecho a pensar diferente de Netanyahu. Además, hay motivos para albergar dudas. Motivos históricos y recientes, que llevan nombre y apellido, entre otros: los de los cuatro civiles muertos en un atentado en la víspera de la reunión en Estados Unidos.Pero entonces ¿qué hace en la Cancillería, un cargo desde el que supuestamente se intenta acercar posiciones y hallar términos medios? Personalmente, consideramos que el Primer Ministro tendrá que pensar también en eso, si algo avanza y se llega a etapas más serias del nuevo proceso. Pero, claro, la “normalidad” significa también una serie de declaraciones descorazonadoras del lado árabe. Lo más significativo fue la entrevista que el Presidente Abbas concedió al periódico “Al Quds” de Jerusalem Este, diciendo que él no va a renunciar por nada a temas que son claves para los palestinos, como refugiados, fronteras del 67 , Jerusalem y retiradas y que si lo presionan al respecto, hace las valijas y se va.

El problema aquí es doble. Si realmente lo piensa así, creyendo que va a Washington para que le den todo lo que exige, sin negociación que incluya también concesiones palestinas a parte de sus exigencias, pues la situación es seria. Y si lo dijo solamente porque considera que debe dejar la impresión de que no va a renunciar a nada-cuando de fondo los radicales lo amenazan directamente y lo tildan de traidor- también es un problema dado que el discurso de los gobernantes crea expectativas en su pueblo y modela posiciones.

La contraparte más alentadora fue el freno que le puso la Autoridad Palestina a Irán , por primera vez, a raíz de los ataques frontales del Presidente Ahmadinejad al gobierno palestino y al propio Abbas , por haber ido a negociar con Israel. Ahmadinejad se preguntó retóricamente a quién representa la Autoridad Palestina y dijo que no tiene derecho a ceder en nada, que el pueblo no se lo permitirá.

El Presidente Abbas, esta vez, no se quedó callado. Su portavoz Nabil Abu Rudeina le paró el carro a Teherán como se merecía el régimen de los Ayatollas.

“Ahmadineyad no representa a su pueblo al que reprime. Falsificó los resultados de las elecciones y no tiene ningún derecho a hablar de Palestina o de la legitimidad del presidente palestino. Tampoco puede dudar del compromiso del presidente y de la OLP hacia los derechos nacionales de los palestinos"-recalcó.

Fue bueno oir el respaldo también de Egipto. Dado que el Ministro de RREE iraní Manoucher Mouttaki calificó de “traidor” al Presidente Mubarak por haber ido a la cumbre, El Cairo anuló la visita que dicho canciller tenía programada a Egipto.

Se requerirá firmeza, mucho ingenio e inteligencia y buena voluntad, para combinar las reivindicaciones de ambas partes. Será necesario encontrar una fórmula que permita la creación del Estado palestino independiente de modo que ello responda a las necesidades palestinas y no deje la sensación de que cambió el nombre pero no la realidad, logrando también neutralizar a los radicales deseosos de arruinar todo. No menos imprescindible será que la fórmula hallada garantice la seguridad de Israel. Tiene razón Netanyahu al recalcar que sin seguridad, la paz no será tal y nada habrá cambiado.

Y nos atreveríamos a opinar que aquí, se necesita seguridad no sólo en el sentido defensivo y militar. No agrega mucha sensación de seguridad a Israel ver la forma en que los árabes en general, entre ellos también los palestinos, se oponen a su definición formal como el Estado judío.

Personalmente, consideramos que fue un error elevar ese tema, porque parecía supeditar esa naturaleza básica de Israel a la confirmación o visto bueno de los árabes. Pero podemos entender el planteamiento, ya que la negativa a reconocerlo como tal, despierta sospechas.

Pero desde el momento en que Israel menciona ese tema-y Netanyahu lo ha convertido en uno de los claves de las negociaciones- es preocupante escuchar las reacciones del otro lado. Abu Mazen dice que “Israel se llame como quiera, pero que no esperen que yo trate siquiera el punto”, señalando que no va a decir que reconoce a Israel como estado del pueblo judío.

Y el Canciller egipcio Abdul Gheit fue más allá todavía al expresar “preocupación” por la postura israelí al respecto, alegando que eso crea un problema, que habrá que dirigirse a las Naciones Unidas (habrá olvidado que fue la ONU justamente la que en 1947 recomendó la creación de un Estado árabe y otro judío en Palestina, esos fueron sus términos), y que no sabe qué pasará con los árabes ciudadanos de Israel si se define a Israel como Estado judío...Pues bien: los árabes de Israel gozan en el estado judío de muchas más libertades que las que tienen disidentes y críticos a los gobiernos en sus propios países árabes.

Luces y sombras, pues, a lo largo de todo el camino.

Cabe esperar que prime la responsabilidad y la visión en ambas partes, para que haya muchas más luces que sombras. Las necesitan todos los hijos de la región.

martes, 7 de septiembre de 2010

Cómo hacer un maremoto en un vaso de agua

Cómo hacer un maremoto en un vaso de agua

por: Moshé Rozén
A pocos días del iniciadas las conversaciones directas de paz, entre los principales referentes políticos de Israel y la Autoridad Nacional Palestina (ANP), el rabino ortodoxo Ovadia Yosef –recordado por sus hirientes palabras acerca del destino de los judíos durante la Shoá- volvió a la carga con otro discurso sectario y violento: pidió la desaparición física para el presidente de la ANP, como así también, para la totalidad del pueblo palestino. A continuación, el autor del siguiente artículo, analiza la exposición mediática de dichas palabras.
Ovadia Yosef, nos depara con frecuencia afirmaciones que suscitan enconadas polémicas. La dinámica de la situación es siempre la misma: el anciano rabino pronuncia su sermón semanal y –de acuerdo a las referencias políticas que considere oportuno efectuar- se producen las reacciones en la esfera política local e inclusive internacional.

En la última semana de agosto, Ovadia, auguró la desaparición del presidente palestino

Mahmud Abas, e hizo extensivo su deseo al conjunto del pueblo árabe palestino.
En oportunidades anteriores, el rabino se ensañó con los ciudadanos israelíes laicos.
Muchos recuerdan que llamó a la devolución de territorios ocupados para lograr la paz, y posteriores prohibiciones a ceder un milímetro de los mismos: en ambos casos los bandos políticos afectados por las declaraciones del anciano rabino cuestionaron la legitimidad de su liderazgo. Esa es –a mi humilde entender- la clave del "Caso Ovadia": en lugar de restringir la trascendencia de sus opiniones al ámbito religioso, se les otorga un espacio de privilegio en la prensa, como si se tratara del Primer Ministro o del jefe de la bancada parlamentaria opositora.
Los israelies somos –mayoritariamente- muy críticos hacia el régimen teocrático iraní, pero no todos percibimos la contradicción implícita en los numerosos "liderazgos espirituales" de la política nacional.
Ovadia Yosef merece –obviamente- respeto por su cuantioso caudal de conocimientos en el campo de la legislación religiosa ortodoxa, pero gruesos sectores de izquierda y derecha, inclusive de orientación laica, le confieren una autoridad ideológica que desborda los ribetes de un magisterio espiritual para convertirlo en un actor más del escenario partidario.
Esta atribución de poderes políticos, provoca la devaluación del primigenio carácter del conductor religioso: así como los colonos asentados en territorios ocupados rechazaron el apoyo de Ovadia, en su momento, a la devolución de tierras en pos de acuerdos de paz, hoy, los sectores que rescatan, desde una óptica religiosa, los pilares éticos y humanistas del judaismo, ya no pueden sostener a este rabino como mentor espiritual.
Si el discurso de Ovadia tuviera una función de estricta docencia, o sea: es lo que el rabino transmite a sus discípulos, se pueden discutir sus opiniones, como son discutibles las opiniones de periodistas y profesores. Pero es otro el "Caso Ovadia": se ha convertido –los medios de comunicación masiva lo han convertido- en vocero de un conglomerado étnico: el de los judíos ortodoxos-orientales, "jaredim sfaradim", polarizando artificialmente a la ciudadanía israelí. No todos los judíos religiosos provenientes de países árabes perciben a los palestinos como este rabino, así como tampoco –a pesar de habituales etiquetas periodísticas- no todos los israelies, laicos, de origen ashkenazí, asumen posiciones denominadas "palomas".
La tradición religiosa de los judíos del Magreb, por ejemplo, se destaca por una flexibilidad que carecen muchos creyentes ortodoxos de ascendencia europeos. Miles de los seguidores de Ovadia acuden a los partidos de fútbol los sábados por la tarde, a pesar de la sacralidad de la jornada sábatica.
De manera similar, muchos simpatizantes de este maestro no aprueban sus aseveraciones políticas.

Como escribir sobre el agua…

por: Ingrid E. Hecker Perry
Las recientes "conversaciones directas" entre los principales referentes políticos israelo-palestino –bajo el auspicio de la Casa Blanca y el monitoreo de Egipto y Jordania- terminaron sin arrojar pasos concretos, hasta el momento, en el camino que conduce a la paz. La expansión de las colonias judías, el terrorismo que lleva adelante Hamas y la partición de Jerusalem, continúan siendo los temas claves sin resolución.
Sí, porque aparte de una excelente maniobra de propaganda y relaciones públicas, las tan comentadas “conversaciones directas” entre israelíes y palestinos, lamentablemente, arrojaron un saldo desesperanzador, triste y doloroso para las verdaderas intenciones de paz.
Si bien es cierto que nadie esperaba resultados positivos e inmediatos, haberlos esperado, habría sido una contradicción en términos esenciales con la realidad de lo que ha ocurrido entre estos dos “porfiados” interlocutores desde el comienzo de esta larga historia de desencuentros.
Fue impresionante claro está, ver a todos los personajes del drama retratados para la posteridad. La entrada triunfal de “los cinco” (Hosni Mubarak, Presidente de Egipto, Rey Hussein de Jordania, Benjamín Netanyahu, Primer Ministro de Israel, el Presidente Mahmoud Abbas, de la Autoridad Palestina y Barak Obama, Presidente de EEUU) dejó a todos deslumbrados… pero en concreto, nada de nada. Promesas que ojalá no se lleve el viento… de seguir conversando “directamente”, o sea cara a cara (¿?), cada dos semanas; los “negociadores” egipcios, jordanos y estadounidenses también participarían de dichos encuentros intentando resolver el conflicto “de aquí a un año…”
Dicen que soñar no cuesta nada. No estoy de acuerdo, porque el precio que han pagado ambos pueblos, la región y el mundo entero por este afán de quimeras irresponsables, de decisiones postergadas y/o no tomadas, de acciones que inducen a la mala fe, a la desconfianza y a la incomprensión, es demasiado alto.
Lo esencial no se ha modificado
Lo concreto es que mientras Hillary Clinton, Benjamin Netanyahu y Mahmoud Abbas se congratulaban a la salida de la reunión que duró un par de horas, el grupo terrorista Hamas, se responsabilizaba del ataque terrorista en la Ribera Occidental que le costó la vida a casi una decena de civiles israelíes. ¡Y suma y sigue, porque dicha organización anunciaba una “alianza táctica y estratégica” con otras organizaciones del mismo carácter!
No nos llamen a confusión. Aquí no hay nada de lo cual asirse para siquiera poder pensar e imaginar (en) la posibilidad de un cambio positivo al “impasse” existente:
a) Hamas sigue negando el derecho de Israel a existir.
b) Hamas sigue negándole legitimidad a Abbas como interlocutor del pueblo palestino.
c) La Autoridad Nacional Palestina (ANP) continúa exigiendo con razón, el cese de la construcción de asentamientos israelíes en la Ribera Occidental.
d) Israel sigue diciendo que dicho programa, continuará.
e) Jerusalem continúa siendo un tema de discusión interminable y, al parecer, insoluble para ambas partes.
f) El problema de los refugiados palestinos sigue latente y sin resolución.
g) La seguridad de Israel sigue amenazada constantemente por Irán, Hamas y sus diversos “proxy”.
h) La cuestión de los límites del futuro Estado palestino, sigue siendo una cuestión candente.
Y podemos seguir con una lista que es interminable.
Conclusión
Cansancio y frustración son términos más que “templados” para describir lo que se siente ante el momento que se vive. Finalmente, no importan (aunque si cuentan como “poderosa motivación”…) las buenas intenciones del presidente Barsk Obama y su equipo; o las del presidente Hosni Mubarak y el rey Hussein de Jordania; lo que sí importa es que aunque el presidente palestino Mahmoud Abbas, sea reconocido como un hombre que quiere la paz para su pueblo, no cuenta con una mayoría que le permita en verdad implementar las medidas que se necesitan; sí importa que aunque el premier israelí, Benjamin Netanyahu, haya estado dispuesto a conversar, casi el total de su gabinete es de corte esencialmente derechista y anti-proceso de paz, y se jugaría peligrosamente la estabilidad del gobierno al acceder a cualquier medida que produzca un acuerdo con los palestinos. Sí importa que aunque ambos líderes hayan conversado y se jueguen la condición de tales al participar en encuentros como los sostenidos, sea a sabiendas de que en el corto plazo no habrá luz al final del túnel.
¿Y cuál es la alternativa? No la hay, salvo continuar conversando, mantener el diálogo lo más fluido posible; reconstruir confianzas perdidas, hacer uso de la buena voluntad política de interlocutores y mediadores; comprender que habrá, como en toda negociación, concesiones dolorosas.
Que fue una foto impresionante lo fue… pero como hemos dicho anteriormente, “mucho ruido y pocas nueces…”

lunes, 6 de septiembre de 2010

¿Quién es judío?

POR ARIEL KANIEVSKY
En 1950, tras la Guerra de la Independencia, el Parlamento israelí aprobó una de las leyes más importantes del estado de Israel, la Ley del Retorno, cuyo único artículo establecía que:

"Todo judío tiene derecho a inmigrar a Israel".
Posteriormente, en 1952, la llamada Ley de Ciudadanía otorgaba a todos los olim jadashim la nacionalidad israelí, con todos sus beneficios, derechos y obligacones.

La pregunta que se formula desde el título - ¿quién es judío? - está sumamente ligada al debate que existe en torno a la Ley del Retorno, y no deja indiferente ni satisfecho a nadie. Históricamente el término "judío" no contemplaba distinción alguna entre la pertenencia nacional del individuo y su creencia religiosa, y se tenía por válida la definición de judío de la Halajá, según la cual judío es aquel que:

a) es hijo de madre judía o;
b) se convierte formalmente al judaísmo bajo la supervisación de un reconocido tribunal rabínico.

Pero en el siglo XVIII, con la llegada del iluminismo judío (la haskalá), muchos judíos decidieron salir del gueto buscando una mejor integración en el mundo secular y fuera del ámbito de las yeshivot. La haskalá dio lugar al surgimiento de una nueva identidad judía, en que judíos se empezaron a ver a sí mismos como miembros de un mismo pueblo, pero separados de la tradición religiosa. Esta corriente de pensamiento animó también a muchos judíos a abrazar la modernidad y dio lugar al surgimiento de los movimientos reformista y masortí (tradicionalista), que rechazan gran parte de las normas halájicas, considerándolas obsoletas e innecesariamente restrictivas.

Según la Ley del Retorno, todo judío tiene derecho a hacer alía, pero ¿quién es judío? La corriente ortodoxa del judaísmo (oficial del estado de Israel) emplea criterios halájicos a la hora de definir quién es judío. Pero la ortodoxia representa solamente a una pequeña parte de los judíos de la actualidad, que se estiman cerca de 14 millones. Más del 70% de los judíos contemporáneos viven integrados en las sociedades modernas siguiendo los conceptos de la haskalá, siendo la ortodoxia una clara minoría. Así pues, carece de sentido que una minoría establezca una normativa para la mayoría.

Desde su aprobación, la Ley del Retorno ha sufrido dos modificaciones importantes. La primera, en 1954, de carácter meramente técnico y la segunda y más importante, en 1970, que sirvió para extender el derecho al cónyuge de un inmigrante y a sus hijos y nietos, junto a sus respectivos cónyuges. De esta manera se ofrecía la ciudadanía israelí a todas aquellas personas que fueron (o pudieron haber sido) perseguidas bajo las Leyes de Núremberg del III Reich:

"Los derechos de un judío según esta ley y los derechos del olé según la Ley de Ciudadanía (1952), así como los derechos del olé según cualquier otra legislación, serán otorgados también al hijo y al nieto de un judío, a la pareja de un judío, y a la pareja del hijo y nieto de un judío, exceptuando a quien era judío y cambió de religión por voluntad propia" (Ley del Retorno, artículo 4a, a).

A efectos de la Ley del Retorno, se reconoce la judeidad de un inmigrante hasta la tercera generación. Tener o haber tenido un abuelo judío es suficiente para beneficiarse de la ley. No obstante, según el Registro de Población (a cargo del Ministerio del Interior), un olé jadash sólo puede inscribirse como judío si ha nacido de madre judía o si se ha convertido al judaísmo con alguna de las tres corrientes comúnmente aceptadas: ortodoxos, tradicionalistas o reformistas. En caso contrario, se deja el apartado del grupo étnico (leúm, en hebreo) en blanco y el olé jadash queda inscrito junto a los cerca de 300 mil "sin religión" que hay en el estado de Israel.

Es curioso que la legislación israelí acepte las conversiones no ortodoxas realizadas en el extranjero, pero en cambio se niegue a aceptar la definición de judío de dichas comunidades, que afirman que es judío aquel que tiene un padre judío (en el sentido genérico, es decir, un padre o una madre). Por no hablar de los seguidores del humanismo judío, que afirman que "es judío quien se siente judío".

Entonces, ¿quién es judío? La respuesta varía dependiendo de a quién se le pregunte. Pero para poder dar una respuesta adecueda, primero es necesario entender el concepto de separación entre pueblo y religión. Es importante entender que el judaísmo es un caso singular en el que el nombre de la etnia es el mismo que el de la religión, por lo que ser judío no implica la práctica religiosa ni la creencia en ningún Dios. Muchos judíos no se identifican con las leyendas bíblicas, pero en cambio se ven unidos en la lucha por la igualdad de su pueblo y se identifican con el sionismo y con el moderno estado de Israel. Un estado que, siendo un referente todas las formas de judaísmo por igual, sin conceder representar a monopolios de beneficios exclusivos. para los judíos de todo el mundo

La construcción de la mezquita sobre los escombros del World Trade Center

Por Eduard Yitzhak


A la gran mayoría de los occidentales en general y de los norteamericanos en particular la elección del nombre de Mezquita de Córdoba puede que no signifique nada. A los españoles les recuerda el nombre de la ciudad meridional de su país, y para los izquierdistas les rememora un pasado islámico falsamente idealizado sobre el Califato de Córdoba. Pero en realidad para los musulmanes el nombre de Mezquita de Córdoba tiene otro significado radicalmente diferente.
En la expansión militar del Islam desde sus albores con Muhammad a la cabeza del futuro imperio árabe- islámico las tropas musulmanas convirtieron las sinagogas, las iglesias y los templos de los pueblos conquistados en mezquitas musulmanas.

El mismo Muhammad convirtió el templo de los árabes en La Meca en una mezquita. Desde entonces los musulmanes han estado haciendo lo mismo.

Bajo los estandartes de la Espada del Islam, muchísimos templos judíos, cristianos, hindúes, budistas, zoroastrianos fueron convertidos en mezquitas.

Hace casi 3.000 años el rey Salomón erigió en el Primer Templo, que fue destruido por los babilonios en el año 586 antes de la EC. Los judíos que retornaron del exilio 70 años más tarde erigieron el Segundo Templo en el mismo lugar. El rey Herodes lo renovó transformándolo en un edificio de gran esplendor.

Comenzó Salomón a edificar la casa del Señor en Jerusalem, en el Monte Moriá, que había sido mostrado a David su padre, en el lugar que David había preparado, en la era de Ornán el jebuseo." II Crónicas 3:1

Después que los romanos destruyeran Jerusalem en el año 70 después de la EC, la zona del Templo fue deliberadamente dejada en ruinas y profanada (primero por los romanos y después por los bizantinos). El año 638 después de la EC, con la conquista musulmana de la ciudad a manos del califa Omar ibn al-Khattab, ordenó limpiar el lugar y erigir una "casa de oración".

Medio siglo después, el califa omeya Abd el-Malik erigió el Domo de la Roca enmarcando la base rocosa que asomaba del suelo, considerado como el "lugar del sacrificio" en el Monte Moría. Él (o su hijo, el califa al-Walid) construyó también una gran mezquita en el extremo sur del Haram, que fue llamada Mezquita Al-Aksa por el nombre atribuido por el Corán a toda la zona.

El Domo de la Roca es la expresión arquitectónica de la supremacía del Islam. Los mosaicos interiores de vidrio en el recinto circular y en la cúpula contienen representaciones de las joyas imperiales bizantinas y una de las inscripciones ornamentales afirma que Dios es Uno y no tres y que Jesús fue apóstol de Dios y de Su Palabra, y no Su Hijo.

La edificación del Domo de la Roca y la Mezquita Al-Aksa tiene un triple significado para los musulmanes:

1. el de conquista,

2. la supremacía islámica

3. poder “demostrar” que el judaísmo y el cristianismo son falsos. La Torá como el Nuevo Testamento cristiano creen que el Mesías vendrá, para los cristianos volverá, y con él habrá el Tercer Templo. Los dos edificios musulmanes impiden ese cometido. El Corán predice que toda la humanidad será islamizada. La Torá y el Nuevo Testamento contradicen el Corán, y viceversa. El Domo de la Roca y la Mezquita del Al-Aksa “confirman” a los ojos de los musulmanes que sólo es verdadero el Corán. De ahí procede el gran pavor y temor de los islamistas a la independencia del pueblo judío en su propio hogar, la Tierra de Israel, y la obsesión enfermiza de aquellos, como los mulás de Irán, en destruir Israel, para evitar que pueda ser levantado el Tercer Templo.

Cuando los musulmanes conquistaron el Imperio bizantino en el año 1453 después de la EC convirtieron la iglesia de Hagia Sophia [Santa Sofía], la más grande del imperio cristiano, en una mezquita.

La Mezquita Azul se construyó en el lugar que ocupaba el Gran Palacio de Constantinopla, frente a Hagia Sophia (en esa época, la mezquita más venerada de Estambul) y el Hipódromo , emplazamiento de gran valor simbólico ya que el centro deportivo y social de Constantinopla, capital del Imperio bizantino y ciudad que en el siglo V llegó a ser la más grande del mundo.

En la India más de 2000 mezquitas se han construido sobre los templos hindúes destruidos por las huestes musulmanas.

En Irán numerosos templos zoroastrianos fueron derribados por los musulmanes y sobre ellos fueron edificadas mezquitas.

La Mezquita de Córdoba, de España

Los ejércitos musulmanes invadieron España en el año 711 dEC masacrando a innumerables personas.

La Basílica de San Vicente Mártir fue un templo cristiano edificado a mediados del siglo VI en el lugar que ocupa la actual Catedral de Córdoba. Fue consagrada a San Vicente Mártir. Por su situación en la ciudad, fue adquiriendo importancia y acabó convirtiéndose en el principal templo de la ciudad y en la sede episcopal.

Fue expropiada y destruida en el año 786 dEC por los musulmanes, para construir sobre ella la mezquita principal de la ciudad.

La Mezquita de Córdoba fue después de la de La Meca la más grande en todo el mundo de la época.

La edificación mostraba a los musulmanes la victoria militar y conquista y el supremacismo religioso del Islam sobre el cristianismo.

Construir una mezquita un lugar desde el que se expide la da `wa , construida sobre los escombros del World Trade Center es una sugerencia para los musulmanes de que el Yihad está en marcha y que el Islam está avanzando y conquistando nuevos territorios.

El Yihad destruyó el símbolo de la “capital del mundo occidental”. Fieles muy devotos y creyentes muy fervientes del Islam, los islamikazes, “sacrificaron” sus vidas para derribar el estandarte que representaban las Torres Gemelas.

Cuando los yihadistas asesinaron a sus victimas, “ofreciéndolas a Alá, en toda la calle árabe y musulmán, brotó una espontánea e inmensa alegría en todos los fieles del Islam, sin excepción; surgieron innumerables celebraciones con confeti y dulces y los alaridos de regocijo en el mundo musulmán por la muerte y destrucción en Nueva York se oyeron por todo el mundo musulmán. Esta alegría por la Yihad está siendo henchida por la construcción de una mezquita en el lugar de muerte y desolación de los “infieles”, en “el corazón del mundo infiel”.

El placer de los yihadistas por la muerte de aquellos que consideran sus enemigos, los kafir, infieles, su sentimiento de supremacismo religioso y victoria militar se colma con el apoyo a la edificación de la mezquita Córdoba del primer presidente norteamericano nacido musulmán, Barack Hussein Obama.

La suave política de Hussein Obama hacia el totalitarismo islámico perjudica a los cristianos y beneficia a los islamistas, como afirman ex musulmanes.

La conquista de Córdoba condujo a los musulmanes a una era de opulencia, la llamada Edad de Oro del Islam. Por tanto, es un símbolo de la conquista y la supremacía islámica, que los musulmanes recuerdan con nostalgia.

Los yihadistas no tienen necesidad de falsear ni disimular sus objetivos; son los dhimmies occidentales que aplauden estas iniciativas, empezando por el alcalde de Nueva York, los que no quieren ver como el Yihad avanza a pasos agigantados, y les abren las puertas.

En España el gobierno del socialista Zapatero, el mayor de los dhimmies europeos, se regodea de placer pensando que su proyecto de Alianza de Civilizaciones avanza, cuando en realidad lo que avanza es el Yihad, la transformación de Europa en Eurabia y la reislamización de la península ibérica.

sábado, 28 de agosto de 2010

SI ALGUIEN LLEGARA................

Escrito por Thomas L. Friedman
Si alguien llegara desde Marte a Oriente Medio y leyera la prensa, probablemente pensaría que Israel es el único país que ha matado civiles durante una guerra, pero nunca Hamás, nunca Hezbolá, nunca Turquía, nunca Irán, nunca Siria, nunca Estados Unidos.

Acabo de ver un maravilloso nuevo documental dirigido por Shlomi Eldar, reportero en Gaza del informativo del canal 10 de Israel. Bajo el título de "Preciosa vida", el film registra la historia de Mohammed Abu Mustafá, un bebé palestino de 4 meses que padece una rara deficiencia inmunológica. Movido por la penosa situación del bebé, Eldar decide ayudar al niño y a su madre para que puedan salir de Gaza y llegar al Hospital Tel Hashomer, en Israel, en búsqueda de un tratamiento de médula ósea, el único que podría salvarle la vida. La operación cuesta 55.000 dólares. Entonces, Eldar hace un llamado a la solidaridad israelí por televisión y en pocas horas un judío de Israel, cuyo hijo había sido asesinado durante el servicio militar, dona el dinero necesario.

Sin embargo, el documental toma un giro dramático, cuando Raida, la madre, también de origen palestino, del bebé, denigrada por sus iguales en Gaza a causa de haber llevado a su hijo a Israel buscando un tratamiento, deja escapar intempestivamente que le gustaría que su hijo conservara la vida para que un día ayudara en la recuperación de Jerusalén, actuando como terrorista suicida. Raida le confiesa a Eldar: "Desde el niño más pequeño, aún más pequeños que Mohammed, hasta la persona más vieja, ninguno de nosotros dudaría un instante en sacrificarse a sí mismo por el bien de Jerusalén. Sentimos que tenemos el derecho de hacerlo. Eres libre de enojarte, así que, enójate."

Sus tremendas declaraciones tienen un efecto devastador sobre Eldar, quien interrumpe inmediatamente la realización del film. Pero esta no es una película de propaganda israelí. El drama de la urgente atención de un niño palestino en un hospital de Israel se yuxtapone a las represalias israelíes de los bombardeos de Gaza, que acabaron con familias enteras. El Dr. Raz Somech, el especialista que trata a Mohammed tal como si fuera un hijo suyo, es convocado para el servicio de reserva de Tzáahal en medio del film. Los trabajos ejecutados por israelíes y palestinos con el fin de salvar una vida se inscriben en un contexto más amplio y más habitual, donde tampoco suelen escatimarse los esfuerzos que ambas naciones realizan para molerse una a otra.

"Está claro para mí que la guerra en Gaza fue justificada - ningún país puede dejarse bombardear por cohetes Qassam - pero no veo demasiada gente afligida por la pérdida de vidas humanas del lado palestino", declaró Eldar al periódico israelí Haaretz. "Al habernos mostramos tan enfurecidos con Hamás, todo lo que el público israelí anhelaba era una acción militar en Gaza... No fue sino hasta después del incidente del Dr. Abu al-Aish - el médico de Gaza con el que pude hablar, en vivo por televisión, inmediatamente después de que una bomba destruyera su casa y causara la muerte de sus hijas, mientras él daba gritos desgarradores, llenos de horror - que descubrí esa silenciosa mayoría israelí que siente compasión por la gente, incluso por los palestinos. Entonces pude comprobar que muchos de los televidentes en Israel compartían mis sentimientos". Eldar finalizó el documental acerca de cómo la vida de Mohammed pudo ser salvada en Israel.

Su cruda película refleja el Medio Oriente que yo conozco - uno lleno de asombrosa compasión, aún entre enemigos, y también, de increíbles muestras de crueldad, aún entre vecinos.

Escribo esto ahora porque siento que algo nauseabundo flota en el aire. Es una tendencia deliberada e inadvertida al mismo tiempo, que se empeña en deslegitimar a Israel; de convertirla en un estado paria, particularmente, como consecuencia de la Guerra de Gaza. Se puede escuchar al director de cine Oliver Stone diciendo toda clase de cosas disparatadas acerca de cómo Hitler asesinó más rusos que judíos, pero que los judíos obtuvieron toda la atención debido a que tienen el control de la prensa, además de que sus lobbys controlan Washington. Pueden escucharse las descripciones del Primer Ministro de Inglaterra, que hacen de Gaza un gran "campo de concentración", y a también, al Primer Ministro de Turquía declarando al presidente de Israel, "Cuando se trata de matar, ustedes sí que sabe cómo hacerlo". Se puede ver cómo los cantantes cancelan sus conciertos en Tel Aviv. Si alguien llegara desde el planeta Marte, probablemente pensaría que es Israel el único país que ha matado civiles durante una guerra, pero no Hamás, nunca Hezbolá, nunca Turquía, nunca Irán, nunca Siria, nunca Estados Unidos.

No estoy aquí para defender la mala conducta de Israel. Justamente lo contrario. He argumentado muchísimo en contra de sus asentamientos coloniales en Cisjordania, sosteniendo que constituyen una conducta suicida en su calidad de estado democrático judío. No creo que los amigos de Israel puedan sostener, con tanta seguridad ni con tanta frecuencia, ideas similares.

Existen dos tipos de críticas. La crítica constructiva comienza por aclarar: "Sé en qué clase de mundo te toca vivir". Yo sé que Oriente Medio es un lugar donde los sunitas masacran a los chiítas en Irak, Irán asesina a su propio electorado, Siria supuestamente asesina al primer ministro libanés, Turquía se ensaña con los kurdos y Hamás se dedica al bombardeo indiscriminado y se rehúsa a reconocer a Israel . Conozco todo eso. Si se logra hacer percibir a los israelíes, con el suficiente discernimiento, que uno es capaz de comprender el mundo en el que ellos tienen que vivir, y entonces luego expresa su crítica, seguramente estarán dispuestos a escuchar.

La crítica destructiva clausura los oídos de Israel. Les dice a los israelíes: su comportamiento no puede ser explicado en ningún contexto, y sus agravios constituyen algo tan particularmente malo que ellos mismos ensombrecen todos los demás. La crítica destructiva convierte a Gaza en una prisión israelí, sin mencionar siquiera que de haber decidido Hamás - después de abandonar Israel unilateralmente Gaza - convertirla en Dubai en lugar de Teherán, también Israel habría actuado de manera diferente. La crítica destructiva sirve únicamente para potenciar los elementos más destructivos en Israel, alimentando la idea de que nada de lo que haga importa realmente, y entonces ¿por qué habría que cambiar las cosas?

¿Qué tal si se toman un respiro, colocan rápidamente una copia de "Vida preciosa" en sus reproductores de DVD, y miran este documental acerca del Oriente Medio real? Y si, luego de verla, aún quieren hacer una crítica, traten de que sea una buena. Un montón de otros israelíes y palestinos estarán dispuestos a escucharlos.
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