jueves, 7 de octubre de 2010

¿Qué consecuencias acarraría el conflicto bélico entre Irán e Israel?

por: Gabriel Bacalor (Desde Israel)*
¿Cuáles serían las posibles consecuencias de una acción militar por parte de Israel sobre territorio iraní? Las hipótesis son variadas, pero desde luego, ninguna es optimista en cuanto al "día después" de una acción bélica. A continuación, el autor del siguiente artículo, plantea una hipótesis tras una animación computarizada, realizada recientemente, acerca de los posibles escenarios que se podrán presentar.
Las voces del apocalipsis son categóricas: Si hay acciones militares contra la República Islámica de Irán, el mundo enfrentará inexorablemente una guerra nuclear. ¿Cuál es la verdadera dimensión de un eventual enfrentamiento armado entre Israel e Irán? ¿Qué consecuencias políticas y económicas generaría esta guerra? El presente artículo acerca elementos al análisis del potencial conflicto bélico y sus probables consecuencias en el orden mundial.

El pasado 7 de agosto y luego de cuatro años de ausencia, el ex-presidente Fidel Castro reapareció frente a la Asamblea Nacional de Cuba alertando al mundo: una operación militar contra las plantas de enriquecimiento de uranio iraníes derivaría fatalmente en una guerra nuclear. La dimensión histórica de su figura y la complejidad del problema, impiden el rechazo de su hipótesis apocalíptica. Sería tan irresponsable como desvincular su discurso de los intereses inmediatos de su país como aliado estratégico del presidente Hugo Chávez o los vínculos de Venezuela con Teherán.
Escenario probable
Si bien la irracionalidad cumple un rol trascendente en los hechos políticos y militares, las pautas predominantes de estas acciones suelen responder a criterios estrictamente lógicos. En tal sentido, las simulaciones computacionales realizadas a la fecha para estimar el alcance de una guerra regional en Oriente Medio, indican que el escenario apocalíptico es poco probable.
La primera reacción a un potencial ataque israelí a las plantas de enriquecimiento de uranio en Irán, surgiría de los grupos terroristas que ya amenazan las fronteras de Israel. Mientras la organización islamista libanesa Hezbolá lanzaría sus misiles contra Tel Aviv y el norte israelí, desde la Franja de Gaza el movimiento Hamás operaría contra el centro y sur del Estado Judío. Las acciones conjuntas de ambas organizaciones armadas financiadas por Irán, provocarían una incursión terrestre a gran escala del ejército de Israel en el Líbano y Gaza.
Probablemente, los ataques desde Irán estarían dirigidos hacia Israel y también contra Arabia Saudita. Estas últimas acciones militares se justificarían en presuntos respaldos logísticos a la incursión hebrea e intentarían golpear las plantas de procesamiento y extracción de petróleo ubicadas en Dhahran sobre las costas del Golfo Pérsico, a fin de causar una escalada en el precio del crudo que agudice la recesión en las alicaídas economías de Europa y Estados Unidos.
A nivel regional, los países árabes moderados, Egipto, Jordania y Arabia Saudita, enfrentarían revueltas de minorías Chiitas y demás grupos proiraníes, que podrían poner en riesgo la continuidad de los actuales gobiernos. Por último, la eficacia de la operación militar israelí sobre suelo persa determinaría un posible residual de acción para Estados Unidos, que podría aprovechar la coyuntura para ubicar sus tropas y sistemas de defensa antimisiles en la frontera iraní.
Resultados
Se puede esperar que el conflicto concluya con un deterioro de la posición militar iraní y que, aunque difícilmente sucumba, el programa nuclear de Teherán retroceda dos o tres años. No obstante, el conflicto bélico unificará al pueblo persa tras el líder Mahmud Ahmadinejad, y neutralizará la gravedad del fraude electoral que le permitió el triunfo en las últimas elecciones.
En Israel, el éxito en la incursión militar sería capitalizado por el actual gobierno de derecha del premier Benjamín Netanyahu y sus acciones estarán legitimadas por la peligrosa inacción de la comunidad internacional frente a las continuas amenazas existenciales de Irán hacia Israel.
Sin embargo, la acción bélica sólo habrá postergado los plazos del Apocalipsis, que únicamente podrá evitarse a través del diálogo. En palabras de Albert Einstein, "Cuando me preguntaron sobre algún arma capaz de contrarrestar el poder de la bomba atómica yo sugerí la mejor de todas: La paz."

¿TV o no TV? Esa es la cuestión.

¿TV o no TV? Esa es la cuestión.
Durante dos años, mi marido y yo planteamos la pregunta (sólo cuando nuestros niños estaban dormidos, dichosamente inconscientes de la bomba doméstica que estaba al acecho en los flancos) en contextos que alternaban entre discusiones, debates y disputas.
Me asombra pensar que, antes de 1996, la pregunta simplemente no existía. Como una madre que quiso lo mejor para sus preescolares, di la bienvenida a lo que la televisión pública tenía para ofrecer, en particular a "Plaza Sésamo".
Pero demasiado pronto, nuestros jóvenes superaron el ingenio y la sabiduría de "Plaza Sésamo". Ellos pidieron a gritos espectáculos necios, concursos tontos, dibujos animados que exhibían violencia y crueldad, y comedias con humor en los límites entre lo sarcástico y lo sádico. Cada insaciable comportamiento celebrado en la TV se oponía diametralmente a los valores de nuestra familia.
La calidad, o la carencia de ella, era un problema. La cantidad era el otro.
La calidad, o la carencia de ella, era un problema. La cantidad era el otro. "Nuestros niños no miran más de una hora de televisión al día", murmurábamos arrogantemente a nuestros amigos. Ahora confesamos que, en la inspección más cercana, esta jactancia era sólo a medias (realmente un tercio) verdadera. Una hora antes del tiempo designado para ver TV mientras nuestros niños apresurados hacían sus tareas, solamente oíamos "¿Ya es el momento? ¿Podemos encenderla ahora? ¡Son sólo diez minutos antes!". Durante la sagrada hora de verla, mientras miramos los ojos brillantes de nuestros niños adquiriendo un barniz comatoso, no oíamos nada en absoluto. Y por lo menos una hora después del fallecimiento temporal de la TV, oíamos (en el orden previsible) chillidos, gruñidos, gemidos y, de vez en cuando, amenazas ("¡No voy a bañarme!" "¡Voy a mudarme a la casa de David!"). Nuestros niños eran adictos.
La estadística nos alarmó. En 1996, Nielsen Media Research anunció que los niños americanos de entre 2 y 11 años de edad, veían más de 19 horas de televisión por semana. En 1997, la prensa japonesa reportó que más de 700 adolescentes fueron hospitalizados después de un espectáculo de dibujos animados que provocó ataques de epilepsia. Y en 1998, Reuters citó una investigación en España mostrando que el riesgo de daños en niños se eleva en 34 por ciento por cada hora de televisión que ven, añadiendo que para cuando alcancen la edad de 70 años, habrán gastado entre siete y diez años de su vida pegados a la TV.
De todos modos, sufrimos. ¿Podrán nuestros niños sobrevivir la pérdida? ¿Podremos nosotros?
Entonces, un enemigo de la TV con niños notablemente bien educados nos hizo tomar una decisión al parafrasear al Rebe de Novominsker: "Como padres judíos, esperamos que nuestros niños vivan una vida de integridad. Cuando ellos son lo suficientemente mayores, les enseñamos que hay tres transgresiones a las cuales debemos resistirnos incluso hasta con el dolor de la muerte: asesinato, promiscuidad e idolatría. Sin embargo, ¿qué hacemos? Traemos a nuestra casa una pequeña caja que glorifica estos pecados. No sólo le damos la bienvenida a la caja; ¡la idolatramos!".
La ausencia de la televisión requiere de nuestra presencia.
Diez días después, nuestra TV se marchó. Esperábamos una rebelión. Ésta no llegó. En una semana, nuestros niños se transformaron en amantes de:
• Música. Nuestra radio experimentó un renacimiento. Tom Chapin encabezó la lista de éxitos de la familia. Nuestros niños, entonces de 8 y 6, bailaron tomados de los brazos junto a los tonos brillantes de la flauta de James Galway. Ellos escucharon absortos a "Pedrito y el Lobo". Ellos cantaron lozanamente con "El Rey y Yo" y "The Sound of Music".
Felizmente, hay muchas grabaciones judías magníficas que educan mientras encantan. "La Maravillosa Máquina de Midot [Volúmenes 1, 2 y 3]" lleva a los jóvenes al espacio exterior, a tierras extranjeras y hasta al pasado para informarles sobre los rasgos de carácter (midot) verdaderos de la Torá – tales como, honestidad, modestia, bondad y respeto. "¡Shhh! ¡Es Lashon Hará!" se burla el clásico de TV Dragnet, con policías que patrullan contra el chisme (lashon hará) y otros abusos verbales que el judaísmo prohíbe. "Viajes [los Volúmenes 1, 2 y 3]" ofrecen conmovedoras canciones en inglés sobre juegos de béisbol, convenciones de ateos y cometas, canciones que le hablan a padres e hijos por igual.
• Actuación. Pueden dirigir un teatro de marionetas o una "tienda de comestibles". Nuestros niños descubrieron que la utilización de su imaginación va más allá de escuchar a un dinosaurio morado cantar.
• Libros. Nuestros niños descubrieron que nada es más fascinante que un buen libro. ¡Ellos pidieron a gritos nuestra cita del capítulo del día, siempre pidiendo “¡una página más!" (¡Qué cambio más refrescante de "¡sólo una comedia más!").
• Atletismo. Las cuerdas de saltar, patines de ruedas, el balonmano y los aros hula-hula mantuvieron ocupados a nuestros hijos durante horas. ¡Qué alivio dejar de verlos sentados frente al televisor!
• Juegos de palabras cruzadas. "¡Mamá! ¿Qué puedo hacer con L, D, S, Y, A, K y F?". Aquellas son a menudo las primeras palabras que escucho al despertarme. Las palabras contribuyen a mi sustento, pero las palabras como éstas contribuyen a mi vida.
• Altruismo. Una tarde de verano, cuando mi hija saltó del autobús, la miré a los ojos y le dije, "Tehilah, tenemos un trabajo importante que hacer". Saqué 60 sobres preescritos para ser enviados a una organización judía local. "Preciosa", le pregunté, "¿cómo podemos hacer los sobres mas bonitos para que todos recuerden venir a la próxima reunión?". Mi hija rápidamente corrió a buscar pintura, pinceles, una taza con agua, pegamento, una vela blanca de Shabat y estampillas bonitas. Presionando la vela en distintas partes en cada sobre, luego continuando con la pintura al agua, ella creó magníficos diseños translúcidos estilo batik. Mi hijo y yo nos hicimos sus alumnos. "¡Ima", ella exclamó, "ustedes están haciendo un hermoso trabajo!" Rápidamente le devolví el elogio. Antes de enviar las cartas (y dejarla tener los honores), fotografiamos a Tehilah, presidiendo sus sobres, extendidos en un collage de arco iris en nuestra mesa de comedor. Aquella fotografía está muy a la vista en nuestra casa.
Estas creaciones nos han dado a mi marido y a mí inmensa alegría. Pero no puedo negar el punto fundamental: la ausencia de la Televisión requiere de nuestra presencia. Sin embargo, cuando consideramos los honorarios intelectuales, éticos y emocionales que nuestra "niñera electrónica" solía cobrar, estamos más que dispuestos a tomar su lugar.
De este modo, ¿TV o no TV? Para esta familia no hay ninguna pregunta sobre el tema.
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