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jueves, 14 de junio de 2012

Somos judíos por genética o por identidad?



por Dr. Guido Maisuls

Yo me pregunto: ¿Quiénes somos? ¿Cómo nos vemos? ¿Cómo nos gustaría qué nos vean? Todos poseemos padres y maestros, una cultura y una sociedad en la cual estamos inmersos y sabemos que para definir nuestra identidad, cada uno de nosotros es absolutamente responsable de ser quién somos, de como somos y hacia dónde vamos. Dijo Steve Jobs: “Tu tiempo es limitado, de modo que no lo malgastes viviendo la vida de alguien distinto-“.

He quedado realmente sorprendido al leer que genetistas israelíes del Centro Médico Sheba de Tel Hashomer han descubierto raíces genéticas sefardíes en un grupo de indios del oeste del Estado de Colorado, en EE.UU. luego de realizar análisis computarizados de diferentes muestras de individuos cuyos antepasados habían emigrado desde México unos doscientos años antes.

El lejano pasado logró proyectarse hasta un laboratorio de investigación genética del presente donde un grupo de científicos dirigidos por Mark Jobling, de la Universidad de Leicester de Inglaterra y Francesc Calafell, de la Universidad de Pompeu Fabra de Barcelona, estudiaron los cromosomas Y (que se trasmiten de padres a hijos) de judíos sefaradíes de diferentes lugares del mundo y los compararon con los cromosomas “Y-“ de 1.140 personas que viven hoy en España y Portugal.

El fundamento del estudio del cromosoma Y - que es transmitido prácticamente sin cambio alguno de padres a hijos - es investigar los datos genéticos de diferentes grupos humanos y hacer comparaciones para ver si existen relaciones genéticas entre ellos.

Las conclusiones fueron realmente sorprendentes pues nos informan que el 19,8% de la población ibérica tiene raíces judías sefaradíes o sea que más de 10 millones de españoles y portugueses son descendientes de aquellos judíos. Las conversiones forzadas y las inhumanas persecuciones de la inquisición no lograron borrar la herencia genética de los conversos que permanece hoy viva en la sociedades ibéricas y sigue trasmitiéndose indefectiblemente de padres a hijos.

Las pruebas están a la vista, un quinto de la población de España y Portugal tiene ancestros de anusim y conversos, aquellos que lograron sobrevivir a las trescientas mil víctimas judías que la Inquisición asesinó, dejaron sus huellas para que se revelen hoy. El legado genético y humano de nuestros hermanos ha llegado hasta nuestros días y se prepara para irrumpir en una gran revolución cultural que modelara el futuro de nuestra humanidad.

Nuestro pueblo judío sufrió a través de la historia grandes y dolorosos exilios, expulsiones, genocidios, persecuciones y discriminaciones, injustas acusaciones, conversiones forzadas y asimilaciones obligadas y nuestra gente resistió como pudo: luchando de frente, huyendo, escondiéndose, adaptándose, mimetizándose con el medio, nadando contra la corriente y a veces a favor de ella, el objetivo fue siempre sobrevivir como persona y como judío, aferrándose a uno de nuestros más sagrados principios: nuestro amor a la vida.

Esto trajo como consecuencia que hoy, alrededor del mundo, aparezcamos con diferentes apariencias, con diversos idiomas, con distintos colores de piel, con costumbres multifacéticas, incluso con aspectos muy difícil de identificarnos como tales, por esto hoy el judaísmo es multiétnico y pluralista pero compartiendo un origen y un gran destino en común.

Desde los albores de la civilización hemos sido como un impetuoso y arrollador río caudaloso que, arrancando desde las primeras vertientes de agua pura y cristalina en nuestra formación como nación, ha recorrido grandes distancias históricas.

Nos hemos detenido en numerosos embalses y represas y luego hemos continuado nuestra persistente marcha hacia nuestro gran destino final, para restablecernos y realizarnos definitivamente como pueblo en nuestro hogar nacional y así convivir armónicamente en el seno de las naciones del mundo, aportando de lo nuestro lo más valioso que tenemos y poniéndolo al servicio de toda la humanidad.

Nuestro caudaloso río viene viajando impetuoso y nada ni nadie lo puede frenar ni hacerle cambiar de rumbo, ni nuestros dirigentes más mediocres y de corta visión, ni nuestros enemigos más crueles y acérrimos, sus afluentes están colmados de todos aquellos que son y somos los auténticos propietarios de la tierra de Israel.

Somos los descendientes de las tribus perdidas, los anusim, los hijos de los judíos perdidos en todas las asimilaciones forzadas, persecuciones y genocidios a los que nos vimos expuestos, los gentiles que quieren subirse al tren y que desean sinceramente ser judíos y por supuesto a nosotros, los judíos oficiales y con papeles.

Son sus pasajeros los “anusim-“, “los forzados-“ en hebreo. Son los judíos que han sido forzados a abandonar el judaísmo en contra de su voluntad, y hacen todo lo que está en su poder para continuar practicando sus principios bajo la condición de coerción.

Se cree que unos sesenta millones de los habitantes de Latinoamérica son descendientes de esos primeros judíos secretos, de aquellos que llegaron buscando nuevos lugares para vivir en paz alrededor de su fe, son millones de personas que se vieron condenadas a no saber sus verdaderas raíces e identidad.

En España es imposible dar cifras sobre los anusim, porque continúan escondidos, pero las personas que se reclaman descendientes de judíos son varios miles. “En todas partes, en las 52 provincias españolas, hay judíos secretos, pero España sigue siendo un país muy antisemita y todavía no nos sentimos seguros-“.

Los Hijos de Menashé, cerca de un millón de personas, que viven actualmente en el noreste indio y son una de las diez tribus perdidas. Conocidos en Israel como los “Bené Menashé-“ (Hijos de Menashé), se trata de una tribu de entre 750.000 y 1,2 millones personas y que están asentadas en las regiones de Mizoram y Manipur, en el noreste indio, junto a la frontera con Myanmar (antigua Birmania). Sólo unos 6.000 ó 7.000 son por el momento judíos, ya que el resto se convirtió al cristianismo con la colonización británica de esa región.

Los judíos de Uganda. La Comunidad Abayudaya - (El pueblo de Iehudá), ubicada entre terrenos accidentados y los valles de Uganda Oriental vive una comunidad de 500 ugandeses negros que practican el judaísmo. Todo esto lo vienen realizando desde hace generaciones y sus sinagogas, generalmente hechas de chozas de barro, se hallan situadas en cuatro pueblos diferentes en las afueras de una ciudad llamada Mbale.

Los judíos-Lemba: Hay unos 40.000 Lemba sudafricanos que se consideran a sí mismos como judíos descendientes de los Falasha. Estos Lemba practican la circuncisión, guardan un día de descanso semanal y evitan comer carne de cerdo e hipopótamo, todo ello considerado por ellos como parte de su herencia cultural judía.

Un equipo de genetistas ha encontrado que un porcentaje anormal de hombres Lemba llevan en su cromosoma masculino un juego de sucesiones de ADN que es distintivo de los cohanim, los sacerdotes judíos considerados descendientes de Aaron. Su portavoz, Ahmadiel ben Iehuda, afirma que los 'nigro spirituals-', las baladas acerca de Sión y del río Jordán que cantaban los esclavos africanos en EEUU prueban sus raíces hebreas.

La tribu Telugu vive en el sur de Nigeria. En las primeras décadas del siglo XIX se convirtieron al cristianismo. En 1981 cincuenta familias de la tribu empezaron a estudiar judaísmo y hebreo, y se declararon descendientes de la tribu de Efraín. Se trata de unas 400 familias que viven en Nigeria. Según su tradición vinieron de Marruecos, y dicen descender de la tribu de Efraín.

La tribu Pashtun, con 40 millones de personas, habita en Pakistán y Afganistán. Son musulmanes, pero tienen costumbres similares a las de los judíos: descansan los sábados, prenden velas los viernes, usan una indumentaria parecida al talit, rezan en dirección a Jerusalén y no se cortan el pelo de los costados de la cabeza.

Cientos de familias en Colombia decidieron entregarse por completo al judaísmo sin tener lazos históricos con el mismo y menos de ascendencia, condiciones indispensables para ser llamado judío. Son personas comunes y corrientes que después de haber sido parte de otras religiones tienen como meta convertirse en judíos y vivir en Israel, la tierra prometida.

Mientras los judíos etíopes se adaptan lenta pero decididamente a la sociedad israelí no se puede abandonar a cerca de los 10.000 “Falash Mura-“ - cuyos ancestros judíos fueron obligados a convertirse al cristianismo desde finales del siglo XIX - que aún esperan la oportunidad para poder e emigrar a su tierra y reunirse con sus hermanos.

¿Tenemos el derecho y la autoridad moral de desviar de nuestro gran torrente a todos estos legítimos herederos de nuestra tierra? ¿Impedirles formar parte del gran reencuentro de las diásporas?

Todos nosotros tenemos el derecho y el deber de ser herederos de la tierra de Israel y de continuar viajando hasta el final de la historia, hacia la desembocadura de nuestro caudaloso río en el ancho y profundo Océano del Futuro.

domingo, 3 de junio de 2012

Genocidios



El exterminio de los judíos europeos durante la Segunda Guerra Mundial se inspiró en el genocidio del pueblo armenio al promediar la Primera. Un llamativo paralelo entre las racionalizaciones del régimen nazi de Alemania y las de la dictadura argentina de 1976- 1983. Los apoyos eclesiásticos y empresariales con que contaron y los argumentos con que intentaron justificar sus crímenes.


El asesinato masivo de la población judía europea durante la Segunda Guerra Mundial se inspiró en el genocidio del pueblo armenio que comenzó al promediar la Primera Guerra Mundial. A su vez, la política concentracionaria y exterminadora del nazismo tuvo un reflejo sudamericano a partir de 1976, en lo que los militares argentinos consideraban la Tercera Guerra Mundial. El Holocausto se llevó a cabo mediante un encuadre jurídico y en forma gradual, lo que venció las resistencias y facilitó la subordinación de la sociedad y del aparato estatal, incluyendo las Fuerzas Armadas alemanas. El primer campo de concentración, Dachau, se inauguró en 1933, en cuanto Hitler fue electo, para alojar a cuadros de los partidos comunista y socialdemócrata. Luego vino la prohibición de los sindicatos y la creación del partido único. La persecución a los judíos, que a su vez recorrió distintas etapas, comenzó por la cultura y la economía, contra periodistas y banqueros, alcanzó luego a la universidad y a los profesionales de la medicina y el derecho. Más adelante se creó un registro de propiedades, se prohibió que los judíos practicaran el comercio y la agricultura. En momentos sucesivos se obligó a que antecedieran sus nombres con Sara o Israel, se les vedó usar armas, se expropiaron sus bienes, sus hijos fueron expulsados de las escuelas, se les privó de cualquier beneficio previsional. Después se decretó que no podían salir de noche, tener aparatos de radio, vivir en cualquier barrio, manejar vehículos, ir al cine, al teatro, los museos y las bibliotecas. Completaron el cuadro asfixiante la imposición de trabajos forzados, la requisa de joyas, oro y hasta cubiertos de plata, la rescisión de los contratos de alquiler, el uso obligatorio de una estrella amarilla y el confinamiento en ghettos, recién en 1939. Tampoco el ascenso de Hitler al poder absoluto fue instantáneo. Primero fue designado supremo magistrado judicial, luego censuró la prensa y el arte, consiguió que se unificaran los cargos de presidente y canciller, en una fase posterior fue designado máximo jefe militar y más tarde abolió la autonomía de los lander, los estados provinciales. El antecedente del genocidio del pueblo armenio, ejecutado entre 1915 y 1920 por el régimen nacionalista conocido como de los jóvenes turcos, y el estudio sobre las distintas etapas de la persecución a los judíos alemanes, provienen de la Historia de la solución final, escrita luego de diez años de trabajo por el juez federal Daniel Rafecas. Un millón y medio de armenios fueron conducidos a los desiertos de Siria y Anatolia para que allí murieran lejos de la mirada del mundo. Los armenios fueron sindicados como el enemigo interno a depurar y la guerra mundial fue la ocasión para exterminarlos, bajo guisa de deportación masiva.
Aunque el paralelismo con la dictadura argentina no es el objetivo del autor, el material que transcribe permite completar esa parábola impresionante. Como magistrado Rafecas realizó la instrucción más completa sobre crímenes de lesa humanidad, en la causa del Cuerpo I de Ejército. Con el mismo método trabajó como historiador a partir de la copiosa bibliografía internacional existente, que ordenó en forma cronológica para exponer la progresión del proyecto criminal. El Holocausto no fue un arrebato irracional, sino una expresión de la modernidad, la burocracia y la producción industrial, sostiene. Aunque se trata de un libro de historia, por fortuna escrito en buen castellano y no en jerigonza judicialés, no refleja el impacto de la derrota en la Primera Guerra Mundial y de las reparaciones impuestas por los vencedores, con las consecuencias devastadoras que nadie retrató con la profundidad de Georg Grosz y Otto Dix. En cambio, es detallista en la descripción de las sucesivas medidas que a lo largo de doce años condujeron a un resultado espantoso, imprescindibles para no minimizar en el presente señales que deberían encender a tiempo todas las luces de alarma.
Licencia para matar
En 1938 tuvo lugar la conferencia de Evian, donde los aliados se negaron a recibir a los refugiados judíos que por entonces Hitler quería expulsar de Alemania. Tampoco asistió a esa conferencia la Oganización Sionista. La explicación de esa llamativa ausencia consta en otro libro, del periodista israelí Tom Segev, El séptimo millón. La dirigencia que encabezaba David Ben Gurion sentía la emigración de judíos hacia otros países como una amenaza al Sionismo. Para impedirlo llegó a negociar con la sección de la Gestapo que dirigía Adolf Eichmann que los judíos que Hitler quería expulsar de Alemania sólo se dirigieran hacia Palestina. También la Argentina, Uruguay, Paraguay, Chile, Brasil, Colombia, Panamá y Canadá rechazaron a los refugiados que llegaron en barcos a sus puertos, donde se les impidió desembarcar, recuerda Rafecas. Ese capítulo de la catástrofe forma parte de una de las primeras novelas que escribió mi padre, En esos años. De acuerdo con los académicos Philippe Burrin y Saul Friedlander, cuando Hitler hablaba de aniquilar a los judíos, en 1939, se refería a su existencia como comunidad y todavía no al asesinato masivo de los individuos que la componían. Es imposible no asociar estas disquisiciones con las que sucedieron en la Argentina acerca del significado del verbo aniquilar en los decretos firmados por Isabel Martínez e Italo Luder. En el juicio de 1985, la defensa de los ex Comandantes argumentó que habían cumplido con las órdenes de un gobierno constitucional, aunque no pudieran explicar en forma congruente por qué acataron sólo esa orden y desconocieron el resto de las disposiciones institucionales. Como testigo, Luder defraudó esas expectativas y dijo que la orden de “aniquilar el accionar de los elementos subversivos” se refería a privarlos de la voluntad de combate y no a matarlos. Este año, Videla terminó por reconocer que para continuar la represión no era necesaria la toma del poder, por lo que el golpe de 1976 fue un error político que les quitó legitimidad. Pero aún así, insiste en que Luder les había dado “licencia para matar”. La similitud entre algunos aspectos de los procesos alemán y argentino recorre asombrosos vericuetos. Durante los años de la Segunda Guerra Mundial, la colectividad alemana en la Argentina tuvo un órgano de expresión opuesto al nazismo, el diario Argentinisches Tageblatt, propiedad de la familia de Roberto y Juan Alemann. Sin embargo, cuando el terrorismo de Estado se incubaba en la Argentina, ese mismo diario publicó un editorial en el que sostenía que “el gobierno podría acelerar y facilitar ampliamente su victoria actuando contra las cabezas visibles, de ser posible al amparo de la noche y la niebla y calladamente, sin echar las campanas al vuelo. Si Firmenich, Quieto, Ortega Peña entre otros, desaparecieran de la superficie de la tierra, ello sería un golpe fortísimo para los terroristas”. Días antes había muerto Perón, días después fue asesinado Ortega Peña. Los hermanos Alemann fueron parte fundamental en los equipos económicos de la dictadura, Juan con Videla, Roberto con Galtieri. Forman parte de esa capa de la burguesía argentina que desde 1955 en adelante avaló las peores atrocidades con la imperturbable buena conciencia de quienes creen que la democracia es el gobierno de los democráticos. O como la caracterizó Walsh: “Las sagradas ideas, los sagrados principios y, en general, las bellas almas de los verdugos”.
De Madagascar a Siberia
El exterminio del pueblo judío recién comenzó a programarse cuando la resistencia británica a los devastadores bombardeos alemanes frustró el trasplante forzoso de todos los judíos a la gigantesca isla africana de Madagascar. En la etapa siguiente, iniciada con la invasión alemana a la Unión Soviética, Madagascar fue sustituida por Siberia. Las pugnas entre distintos sectores de la burocracia nazi por la conducción de la política antisemita, entre las SS, las oficinas de asuntos judíos de los ministerios del Interior, de Relaciones Exteriores y de Justicia, la Gestapo y los gobernadores de las naciones europeas ocupadas, evocan las disputas entre Videla y Massera durante la guerra sucia militar contra la sociedad argentina, el rol que el jefe de la Marina atribuyó a la ESMA como instrumento en su lucha por el poder político y el eje que conformó con los jefes de cuerpos de Ejército Luciano Menéndez y Carlos Suárez Mason. Al comienzo, Hitler se propuso “eliminar a la intelectualidad judeo-bolchevique”. Aplicaba a los judíos el mismo término con el que conduciría su campaña la dictadura argentina: la subversión. Massera era antisemita y en la conferencia que dio luego de recibir la distinción que le otorgó Bergoglio acusó a Marx, Einstein y Freud de todos los males de la sociedad contemporánea. Videla, Viola y Galtieri nunca se declararon antisemitas y no se proponían exterminar a los judíos sino a “los subversivos”, pero es bien conocido el plus de crueldad que padecieron los prisioneros judíos en los campos de concentración, en algunos de los cuales se utilizaron cruces svásticas, retratos y discursos de Hitler. Cuando las Naciones Unidas adoptaron en 1948 la Convención sobre la Prevención y la Represión del Crimen de Genocidio, lo definieron como “la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, como tal”. Stalin impidió que incluyera también a los grupos políticos, porque temía que pudiera aplicarse a su gobierno. Tuvo que pasar medio siglo para que el juez español Baltasar Garzón y la sala penal de la Audiencia Nacional de Madrid interpretaran en la causa por los crímenes de la dictadura argentina que la definición de “grupo nacional” comprendía a cualquier “grupo humano diferenciado, caracterizado por algo, integrado en una colectividad mayor”.

domingo, 22 de abril de 2012

• Cumpleaños Nº 64 Israel!

Celebrando la determinación, elasticidad, coraje e ingenuidad única de Israel.
• • • ¿Qué es tan especial sobre el cumpleaños nº 64 de un país? Bueno, en el caso de la mayoría de las naciones, quizás no tanto, a menos que el país sea Israel, que este año celebra su cumpleaños el 25 y 26 de abril. Israel tiene la dudosa distinción de ser el único estado miembro de la ONU cuyo derecho a existir es desafiado con regularidad, cuya eliminación del mapamundi es el objetivo de al menos otro estado miembro de la ONU – Irán – y cuyos centros poblacionales son considerados presas fáciles por Gaza, controlada por Hamás, y por el Líbano, controlado por Hizbolá. Así, el mero acto de supervivencia de Israel de un año a otro es en sí mismo notorio. Ninguno de los países que son serios violadores de los derechos humanos – ni Irán, ni Corea del Norte, ni Bielorrusia, ni Zimbabue, ni Sudán, ni ninguno de tantos otros – recibe ni de cerca el implacable y obsesivo escrutinio, “culpable hasta que se pruebe su inocencia”, que recibe el democrático Israel a manos de los cuerpos de la ONU, con sus estructurales mayorías anti-Israel en Nueva York y Ginebra. Ningún otro país es el objeto de semejantes campañas constantes, bien financiadas y altamente organizadas para desacreditar, deslegitimizar y demonizar a un estado soberano. Ningún otro país enfrenta tales intentos sistemáticos de iniciar boicots, campañas de despojo y sanciones en su contra, por no mencionar las flotillas y las flytillas, al mismo tiempo que aquellos detrás de esos esfuerzos, afirmando hablar por los derechos humanos, ignoran despreocupadamente lugares como Siria, en donde miles fueron asesinados sólo en el último año, sólo porque no pueden encontrar una conexión con Israel. Haz clic aquí para recibir gratis el email semanal de AishLatino.com. Y ningún otro país tiene su derecho a la defensa propia desafiado como lo tiene Israel, a pesar de que no hace nada más que lo que haría cualquier otra nación confrontada por periódicos ataques terroristas y mortales ataques con misiles y cohetes. Siento una enorme admiración por Israel – por su determinación, elasticidad, coraje e ingenuidad. Otras naciones podrían haber sucumbido, después de 64 años de ininterrumpida hostilidad, ante los enemigos que han tratado de destruirla a como de lugar y, como si eso fuera poco, de desmoralizarla y aislarla. Pero Israel no se ha echado para atrás, se rehúsa a ceder, se mantiene confundiendo a sus enemigos. Su compromiso a un acuerdo de dos estados con los palestinos, demuestran las encuestas, permanece intacto, a pesar de que muchos israelíes no pueden evitar preguntarse si los palestinos, después de recibir una oportunidad tras otra para su soberanía, realmente comparten el objetivo de Israel de un estado judío y uno palestino conviviendo en paz y armonía. Más aún, en una reciente encuesta global, los israelíes terminaron en el puesto catorce del país más feliz del mundo, y Tel Aviv se ubica como uno de los mejores destinos para la gente joven. ¿Cómo puede ser, se preguntan los adversarios de Israel, que estos "hijos de monos y cerdos", como predican abiertamente los musulmanes radicales cuando se refieren a los judíos, se las ingenien para erguirse altos, fuertes y hasta optimistas? ¿Cómo puede ser, se preguntan sus adversarios, que esta nación de sólo ocho millones, que partió con 650.000 en su nacimiento en 1948, vence una y otra vez a populosos enemigos árabes que se han lanzado en su contra? ¿Cómo puede ser, se preguntan sus adversarios, que estos judíos, aparentemente enviados como ovejas al matadero por el Tercer Reij, de repente aprendieron a defenderse y a derrotar enemigos árabes más grandes, a sólo tres años de la victoria de los aliados? ¿Y cómo puede ser, se preguntan sus adversarios, que Israel, sin recursos naturales de los que hablar hasta los recientes descubrimientos de gas (que todavía deben ser explotados), haya podido lograr una economía de primer mundo, catapultándose a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, teniendo cifras de dos dígitos de Premios Nobel, y situándose entre los tres primeros del ranking en las últimas listas del NASDAQ? Los adversarios de Israel han ofrecido demasiado a menudo justificaciones equivocadas, que sólo los satisfacen a ellos mismos. Usualmente elaboradas teorías de conspiración inspiradas por tropas antisemitas. En realidad, el problema es mucho más simple. Deriva de una vieja conexión entre una tierra, una fe y un pueblo. Muchos han tratado de cortar el vínculo; todos han fracasado. Considera las palabras de Ezequiel, expresadas hace unos 2.700 años: Así dijo Dios: Miren, tomaré al pueblo de Israel desde las naciones a las que han ido, y los reuniré de todos los lados, y los traeré a su tierra, y los convertiré en una nación en la tierra, sobre las montañas de Israel… Y la tierra desolada será labrada… Y ellos dirán: Esta tierra que era desolada se convirtió en el Jardín del Edén. O podemos avanzar del antiguo profeta Ezequiel al profético Winston Churchill: La aparición de un Estado Judío en Palestina es un evento en la historia del mundo que debe verse en la perspectiva no de una generación o un siglo, sino en la perspectiva de mil, dos mil o hasta tres mil años. Churchill agregó que el establecimiento del estado era "una de las más esperanzadores y alentadoras aventuras del siglo 20". De hecho, continúa siéndolo en el siglo 21. Sin dudas, al igual que todas las sociedades democráticas, Israel está en constante progreso. Todavía queda mucho por hacer. Desde solucionar la creciente brecha entre los ricos y los pobres hasta balancear la naturaleza judía y democrática del país, desde la búsqueda por décadas de paz hasta la defensa del país en una región turbulenta, a Israel no le faltan desafíos. Pero, por sobre todo, Israel es una maravillosa "aventura". Me siento privilegiado de ver diariamente el cumplimiento de las plegarias de generaciones añorando volver a Sión desde un exilio forzado. Ver a los judíos soviéticos llegar a Israel mientras los misiles Scud de Saddam Husein llovían, con Israel no dejando de darles la bienvenida a los recién llegados, revela el carácter del país. Estar en el Hospital Rambam de Haifa durante los ataques con misiles de Hizbolá. En un minuto, una sirena sonaba y todos iban con calma, o eran trasladados a los refugios antiaéreos. Al minuto siguiente, después de la señal de que ya había pasado el peligro, los científicos volvían a sus laboratorios a continuar con sus investigaciones sobre el cáncer, diabetes y terapia de células madre. O estar en el Hospital Barzilay en Ashkelon, en donde las víctimas de los ataques de Hamás desde Gaza estaban siendo atendidas, mientras que pacientes palestinos de Gaza estaban en cuartos pareados a los de los heridos judíos. O llegar a conocer a “Salva el Corazón de un Niño”, un programa israelí que provee cirugía pediátrica de corazón que salva vidas. Muchos de los niños vienen de países árabes que niegan la existencia misma de Israel. O ver los grafitis en una pared de Tel Aviv poco después de que 21 jóvenes israelíes fueran asesinados en una discoteca – "No lograrán que dejemos de bailar". Sí, es verdad, puede ser que este Israel no se destaque en los medios de comunicación, y lamento mucho decirlo, pero es el Israel que palpita a diario con amor por la vida, por la libertad y por la tierra. Es el Israel que conozco y que llevo en mi corazón. ¡Feliz cumpleaños Nº 64 Israel!

viernes, 13 de abril de 2012

Opinión. ¿Por qué Israel está tan feliz?

? Ag.Cabanah Israel está Nº14 en el primer Importe Mundial de Felicidad de las Naciones Unidas. La lista está encabezada por Dinamarca, Finlandia, Noruega y Holanda, los paraísos de la corrección política, bienestar, anti-guerra, sentimientos ultra liberales y anti nacionalistas, los cuales son faros, según el Índice de Paz Mundial, de las listas de los lugares “más pacíficos del mundo”. ¿Entonces cómo podemos explicar la felicidad de Israel, el único país civilizado bajo peligro mortal, la única nación sin fronteras reconocidas y globalmente elegida como un emblema de la maldad? Para aquellos que no viven en Israel, esto es un misterio. Probablemente muchos israelíes no puedan descifrarlo tampoco. ¿Cómo es posible que una población que vive bajo una tensión emocional perpetua y se ghetifica a sí misma bajo nuevas líneas Maginot sea tan feliz? ¿Cómo pueden los judíos ser felices cuando Irán se está convirtiendo en nuclear y está amenazando con eliminarlos del mapa? ¿Cómo pueden estar felices cuando los árabes están disparando cohetes cada día a civiles en Ashkelon, Beersheba, Ashdod y Sderot? ¿Cuáles son las fuentes de la felicidad del único miembro de las Naciones Unidas condenado a muerte y boicoteado en todo el mundo? Israel es mucho más feliz que todos los países europeos que experimentaron su última guerra hace seis décadas. La población del Estado Judío excede los 7.5 millones, nueve veces la de 1948, el año de la creación del estado. Los israelíes son felices porque tuvieron éxito demográficamente, considerando las bajas cifras de nacimiento de la Diáspora y los altos números de asimilación, no podría faltar mucho antes de que la mayor parte de los judíos sean israelíes. A pesar que el heroísmo judío y el colectivismo israelí le da lugar al individualismo occidental, la autocrítica y el hedonismo frívolo, la felicidad israelí es mucho más que el sueño americano de una casa grande y un auto lindo. Recae en la intersección entre el placer y el significado, “una nación como otras” pero también “una luz entre las naciones”. Los israelíes, que tienen una de las mayores expectativas de vida del mundo, son felices porque su país tiene una historia de iluminación brillante, con una alta producción de publicaciones científicas per cápita en el mundo, más museos per cápita y la mayor publicación mundial de libros nuevos. En un país asolado por la guerra como Israel, los últimos años vieron a cinco israelíes ganar el Premio Nóbel. Otra razón es el éxito económico. Ningún otro país industrializado es mejor, especialmente para una nación que no tiene recursos naturales y tiene una población que es casi la mitad de Bélgica. La industria de tecnología avanzada de Israel está floreciendo y haciendo que el país sea una nación “estrella”.
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