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sábado, 18 de agosto de 2012

Los judíos errantes, antes odiados, luego temidos, hoy envidiados




Los judíos, expulsados de toda Europa y también de España, han pasado en un siglo de ser despreciados y odiados a ser admirados y copiados.







En los últimos siglos de la Edad Media los campos estaban bastante claros en Europa: los judíos, una comunidad religiosa que rechazaba el cristianismo desde la Encarnación, no estaban integrados en la sociedad. Los distintos reinos sólo los toleraban como un mal temporal, pero todos ellos fueron expulsándolos –siendo España el último de ellos- y quedando sólo comunidades aisladas además de los más o menos tolerados en el mundo musulmán y los temporalmente aceptados en algunos reinos del Este de Europa.

Conviene entender que justamente de entonces, de esa clara separación y de la orientalización por distintas vías tanto de sefardíes como de asquenazíes, surge la imagen moderna del judío cerrado en sus costumbres –religiosas o sólo etnográficas, habrá que ver-, pérfido por anticristiano, diferente de todo punto y dedicado a oficios que o exacerbaban la diferencia o –como la usura y los negocios- multiplicaban a la vez el poder de algunas elites y el odio de grandes masas populares. El judío, con una identidad definida pero sin tierra ni patria, asocia su identidad a sus creencias, pero también a sus tradiciones, y al mismo odio recibido.

Y finalmente han venido las ideologías modernas, que han hecho de los judíos, más que una religión, el sujeto pasivo de otros nacionalismos y el activo del suyo mismo, el sionismo. Si es complejo entender qué han sido en el pasado los judíos, aún más lo es hoy, al menos si se busca más la verdad que el mito, como parece necesario para que los judíos –sean lo que sean- convivan bien en las sociedades europeas y, sobre todo, no sigan siendo protagonistas de un inmenso malentendido como el que se vive en el Levante.

España, la nación de Occidente que más los ha protegido (curiosamente)

Luis Suárez Fernández, La expulsión de los judíos. Un problema europeo. Prólogo, epílogo y notas del autor. Ariel, Barcelona, 2012. 488 pp. Libro electrónico 14,99 €. 21,90 €.

Durante mucho tiempo, desde la leyenda negra franco-protestante a la memoria histórica de José Luis Rodríguez Zapatero pasando por el antifranquismo militante, España ha sido tenida en Occidente y entre algunos de los mismos judíos, e incluso dentro de su propia memoria nacional, como un país intrínseca y especialmente hostil a los judíos. La expulsión del 31 de marzo de 1492 sería así la plasmación por los Reyes Católicos, extendida después a Navarra y Portugal, de una enemistad característica, sostenida a lo largo de los siglos por la Inquisición y liquidada sólo por la actual democracia.

Y sin embargo, sin entrar en ninguna investigación sino desde el simple sentido común, muchas cosas no cuadran bien en esa explicación de los hechos. Lo que don Luis Suárez hace, aplicando al caso de los judíos españoles más su sabiduría como medievalista que su afición a Israel (siendo ambas indudables), es demostrar que España fue, en todo caso, el país europeo que más tarde, menos, con menos crueldad y más caridad, persiguió a los judíos. Y que, además, lo hizo desde una cosmovisión cristiana que era la de aquel tiempo y aquel lugar. Nada que quepa juzgar aplicando ni ideologías ni experiencias de los siglos posteriores.

La cuestión más original para el lector laico es la sencillez con la que el profesor Suárez explica la compleja maraña de disputas teológicas, no sólo entre cristianos y judíos desde la Encarnación, sino entre distintas escuelas de pensamiento y de devoción a un lado y otro de la frontera que marca Belén. Que los judíos religiosos acusen a los cristianos de blasfemos no es de extrañar, ya que adoramos un Mesías que según ellos sólo vendrá al fin de los tiempos; y del mismo modo es normal que en la tradición europea se acuse de perfidia a los judíos, porque su conocimiento de la Biblia hace imposible que no sepan que Jesucristo es el que ellos dicen esperar, y por tanto sólo por orgullo u obstinación se niegan a aceptar la verdadera divinidad del Hijo de María.

Aparte la teología, y la imposible libertad religiosa en sociedad conscientes de poseer la Verdad y de organizarse en torno a ella, también las ideas explican por qué muchos oficios son tradicionalmente vedados a los judíos y por qué en cambio otros, considerados indignos o directamente pecaminosos, se abren a los judíos. De ahí la relación entre las elites judías y la usura, y de ahí también una dosis adicional de poder y de odios. En España en general y en Castilla en particular se mantuvo mucho tiempo la tolerancia, pero las leyes fueron vedando progresivamente espacios a los judíos, pese a la importancia financiera y política de éstos, y cada vez más los pensadores políticos creyeron que la única salida razonable para lo que veían como un problema y el pueblo como un objeto de odio más religioso que social o político era la conversión o la separación.

Salvo en movimientos populares ocasionales, no se plantea la destrucción física de las comunidades judías, sino su separación de las cristianas y hacer la tolerancia una concesión temporal e incómoda, anticipo de una decisión que no ignoraba nadie: todos los súbditos de los reyes habían de ser cristianos o abandonar España. Don Luis, buen conocedor del pensamiento judío, explica que los rabinos y líderes judíos habrían tenido, de presentárseles la oportunidad, la misma o parecida actitud hacia los judíos. De hecho, la tan denostada Inquisición fue en más de una ocasión solicitada por las mismas comunidades de judíos y más aún de conversos, ya que sólo podía actuar contra cristianos y tenía que hacerlo con garantías jurídicas que otros tribunales, y mucho menos las ciudades y sus burgueses, no daban. España, que era una de las cinco naciones de la Cristiandad occidental, hizo lo que el resto de países ya habían hecho, lo hizo más tarde y lo ejecutó con más garantías. Si se sospechó de falsas conversiones fue porque las hubo, pero fueron muchos los absueltos y se trató siempre de un problema religioso, porque religiosa era la naturaleza del judaísmo español y de la reacción de la Corona ante el problema planteado. Bien o mal, así fueron las cosas.

Muchos judíos, en muchos lugares, antes y después de un abismo

Albert Londres, El judío errante ya ha llegado. Nota de la redacción de Le Petit Parisien. Traducción y notas de Jorge Cabezas. Melusina, Barcelona, 2012. 272 pp. 9,50 €.

Si la reforma protestante trajo nuevas formas de persecución contra el judaísmo, el liberalismo trajo progresivamente distintas formas de libertad, y de odio, contra las comunidades judías de Europa. Lo que el periodista francés Albert Londres hizo en 1929 fue un viaje a través de todas las comunidades judías de Europa, o mejor dicho a lo largo y ancho de las muy diferentes y hasta divergentes sensibilidades del judaísmo europeo. La tentación es dar importancia a este texto por la fecha en que fue escrito, entre las dos guerras mundiales e inmediatamente antes del cambio traumático que la guerra de 1939 supuso para los judíos al Este del Atlántico.

Sin embargo, aunque efectivamente la fecha del retrato que Londres da del judaísmo lo hace muy significativo, aún lo es más por su contenido. En la época moderna tendemos a pensar en el judaísmo –al menos cuando lo pensamos desde la modernidad- como en un todo uniforme, por confuso que nos parezca. Y no es así. En distintas proporciones y versiones ser judío implica lenguas, costumbres, visiones del mundo, ideologías, orígenes, clases, razas ¡y también percepciones religiosas! Muy diferentes y variadas, distribuidas de modo también diferente en los distintos lugares. Por eso, en un momento en que coincidía el crecimiento mundial del sionismo con su proyecto de Hogar Nacional en Palestina con el surgimiento de líderes políticos y culturales judíos en distintos lugares y con la aparición, reactiva, de nuevos antijudaísmos, Londres viaja de París al Reino Unido, de allí a la Europa Central germánica y después a la Europa centrooriental de los nuevos Estados, para llegar finalmente a Tel Aviv. Y lo que descubre es que el judaísmo es muchas cosas, realidades distintas y en marcha, y realidades además conectadas entre sí pero no por eso siempre aliadas. Un retrato de época que, considerando la historia posterior, no se puede volver a hacer pero ayuda a entender aquélla.

Para uno de los interlocutores judíos de Londres, en Varsovia, "realmente, estamos divididos en cuatro: 1º Los judíos de donde usted proviene: los asimilados. 2º Los judíos de aquí: los encarcelados. 3º Los judíos de Palestina: los iluminados. 4º Los judíos como yo"… "En resumen, ¿qué desea usted, Ben? Si el sionismo tiene futuro, no deje de escribírmelo desde Jerusalén. Iré allí. Y, judío como soy, viviré como un judío. Si no, piense en mí cuando regrese a París". Los judíos occidentalizados, en un gran porcentaje con una religión poco vivida o abandonada tanto como sus costumbres, representarían la población cómodamente establecida en sus países, dispuesta quizá a sentirse judía pero no a emigrar a Israel; los sionistas, idealistas de su nuevo Estado, nacionalistas de una nación por construir, no dejan de ser una minoría entre los asimilados cuya única posibilidad de éxito estaría en movilizar a una gran parte de los "encarcelados" orientales, marginados por los nuevos nacionalismos. Quedan al margen de esa combinación los judíos confortablemente instalados en el ghetto o dispuestos a abandonarlo para asimilarse, no para colonizar desiertos. Al margen del viaje de Londres quedan las grandes comunidades norteamericanas, integradas aunque variadas en sí y en parte dispuestas a apoyar el sionismo sin participar en él, y las comunidades en territorio soviético, empobrecidas quizá pero en aquel momento con un poder nunca visto.

Quizá nada sintiesen tanto los judíos de 1940 como la vinculación de muchos de los suyos con el comunismo; será inútil preguntarse si fue antes el huevo o la gallina, pero lo cierto es que el odio vivido en común hizo sufrir a los judíos pero también los hizo sentir un único y verdadero pueblo. Con lo cual el verdadero beneficiario fue Israel. Melusina nos ofrece la posibilidad de leer qué y cómo se sentían los judíos de 1929, y de hacerlo con una sonrisa, porque el autor la consigue con facilidad recorriendo un mundo y sus complejos submundos.

¿Una religión, una raza, una nación… o una invención?

Shlomo Sand, La invención del pueblo judío. Prefacio del autor. Traducción de José María Amoroto Salido. Akal, Madrid, 2011. 352 pp. 28,50 €.

Toda comunidad necesita, para existir, crecer y sobrevivir, una narración de su propia historia e identidad que contar a propios y ajenos. No es ni escándalo ni novedad; eso sí, las ideologías del que llamamos "nuevo régimen" necesitan más que ninguna antes una identificación perfecta entre ese mito identitario y la comunidad. Dentro de tales ideologías, ninguna tanto como los nacionalismos, y dentro de éstos ninguno como los más jóvenes. No es ni extraño ni criticable que Israel tuviese que crear su propio mito nacional, sobre todo si nunca hasta el sionismo, en todo caso no desde remotos tiempos bíblicos y con la excepción cuidadosamente obviada de los jázaros, había existido un sujeto político judío.

Shlomo Sand, judío y académico él mismo, no escribe desde el proyecto sionista sino con los pies firmemente puestos en su resultado, el Israel del siglo XXI. El resultado de su investigación en los fundamentos objetivos de la identidad judía es sin duda polémico pero no está hecho con la intención de desacreditarlo sino de distinguir qué es realidad y qué fue sólo mito. En un libro denso y con la adecuada proporción de accesibilidad y hasta de humor, Sand explica qué elementos de la identidad judía son lo que dicen ser y qué otros son un resultado de las necesidades ideológicas de los siglos XIX y XX. En definitiva,no había una comunidad nacional judía, ni una lengua, ni una cultura, ni una raza, sino un proyecto –o mejor dicho uno entre varios. Y si era legítimo crear el mito y es hoy legítimo creer en él, no lo es imponerlo y menos aún negar a partir de él las realidades del pasado y del presente.

Aún hoy Israel es un Estado judío y para judíos, judíos de un judaísmo absolutamente peculiar definido de un modo que hace unos siglos habría sido considerado impensable. Que esto sea así impone límites a la libertad de los judíos, dentro y fuera de Israel, y de quienes conviven con ellos. Quizá Sand no sea un judío sionista apasionado, ni es un judío religioso ortodoxo; y quizá su opinión pueda ser discutida por quien se sienta judío. Pero no cabe prescindir de la información de ordena y da en este libro que, una vez más, Akal nos ofrece.

Captor de Eichmann, homenaje póstumo





VIVIO EN ESTA CIUDAD ENTRE 1955 Y 1974

Se trata de Lothar Hermann, cuya tumba se encuentra en Coronel Suárez, donde vivió más de 20 años. El homenaje fue el lunes, en la sede de la DAIA en Buenos Aires.


CORONEL SUAREZ -- El 1 de julio de 1974 se apagaba en Coronel Suárez la luz enérgica de un auténtico luchador antifascista como lo fue Lothar Hermann. Lejos de su hija y su familia, vivió toda su vida en el anonimato, con temor, con el objetivo de descubrir, perseguir y llevar a la captura al criminal de guerra nazi Adolf Eichmann.

El silencio de su historia no se pudo ocultar, y su valentía fue reconocida el lunes 13 por autoridades de Argentina, Israel y Alemania, quienes lo recordaron en un acto que desarrollado en la DAIA Buenos Aires, a las 17.30.

Lothar Hermann fue un luchador. Nacido en Quirnbach (Alemania), en 1901, fue el tercero de once hermanos. En 1935 fue arrestado por espionaje por el régimen hitleriano y fue enviado al campo de concentración de Dachau, donde perdió un ojo a raíz de los golpes recibidos, según consta en los documentos de la policía de Frankfurt.

Luego de lograr escaparse junto a tres hermanos --algo que no logró el resto de su familia-- Lothar llegó a Argentina a fines de 1938. Después de un breve paso por Montevideo y Rosario, se instaló junto a su hija Silvia, para mudarse al tiempo a la zona norte del conurbano bonaerense, a la localidad de Olivos.

Allí, y luego de que su hija entablara casualmente una relación de amistad con Klaus, uno de los hijos de Eichmann, Hermann comenzó a enviar cartas tanto a autoridades de Alemania como de Israel informando del paradero del criminal de guerra.

Sin embargo, no obtuvo la respuesta esperada.

A fines de 1955, decidió mudarse a Coronel Suárez, a la Avenida San Martín 241, desde donde continuó enviando misivas a las autoridades europeas. Al final, tomó el caso Isser Harel, del servicio secreto israelí, el Mossad, quien envió dos agentes a Coronel Suárez para cotejar datos y no encontraron contradicciones.

Así fue, gracias a la colaboración de Hermann, como el 11 de mayo de 1960 Eichmann fue capturado y llevado a Israel, donde posteriormente sería juzgado y ejecutado.

Sin embargo, la historia no termina allí. Luego del arresto del criminal y de la solicitud de Hermann de la recompensa que ofrecía el gobierno israelí por la captura del nazi, el por entonces vecino suarense fue perseguido políticamente y hasta arrestado en marzo de 1961 al pensarse que se trataba del criminal de guerra Josef Mengele (conocido como El Angel de la Muerte).

Por esta razón, estuvo preso y fue maltratado durante 15 días, hasta que sus huellas dactiloscópicas fueron comparadas con las que había en la embajada alemana, arrojando un resultado negativo. También tuvo contacto con cinco agentes israelíes y dos alemanes que lo presionaron para que no hablara más del tema.

Por ello, durante diez años tuvo que desvincularse del caso públicamente para que le pagaran la recompensa prometida. En 1974 falleció de una enfermedad terminal, y para costear el tratamiento debió utilizar ese dinero.

Hoy, su tumba --que será declarada Monumento Histórico-- figura como NN en el cementerio municipal de Coronel Suárez. Hay registros de este abandono, como una serie de fotografías tomadas por Javier Zaffora para la BBC de Londres, en las cuales se observa el estado de abandono y olvido de la sepultura de quien en vida tuvo una labor fundamental para la captura de Adolf Eichmann.

La captura

A partir de las cartas enviadas por Hermann, el servicio secreto de Israel envió a dos hombres para entrevistarlo en Coronel Suárez. Allí supieron que su hija Silvia se escribía con Klaus --uno de los hijos de Eichmann--, pero el saber que las cartas eran dejadas a un domicilio de un amigo y no el del joven, les causó impresión y sospecha que era la persona que estaban buscando.

Empezaron el rastreo en el área del Gran Buenos Aires y llegaron a la conclusión que vivía en San Fernando, en una casa de la calle Garibaldi --de ahí el nombre de Operación Garibaldi--. Se comenzó a seguir a Ricardo Klement --nombre que utilizaba en la fábrica-- para conocer sus hábitos y costumbres, se estudió el mejor momento y lugar para abordarle, y se preparó la casa en la que iban a ocultarle e interrogarle.

Por los hábitos fijos que tenía, se decidió capturarlo un día laboral, cuando regresara de su trabajo en la Mercedes Benz, luego de bajar del autobús que le dejaba en una parada cercana a su casa.

Luego de un minucioso plan y de la captura del 11 de mayo, nueve días más tarde --y luego de que Eichmann firmara una declaración en la que señalaba que había salido voluntariamente del país-- fue trasladado a Israel.

De propia mano redactó un texto afirmando que no le gustaba el seguir escapando y separarse de toda su familia por el hecho de ser perseguido.

Tras un largo proceso, que causó gran impacto y controversias en Jerusalén, Eichmann fue ejecutado desnudo en la horca la madrugada del 31 de mayo de 1962, acusado de crímenes contra el pueblo judío.

Quién era

El teniente coronel Karl Adolf Eichmann de las SS nazis, fue el responsable de la solución final (el genocidio sistemático de la población judía europea), principalmente en Polonia, y de los transportes de deportados a campos de concentración alemanes durante la Segunda Guerra Mundial.

jueves, 2 de agosto de 2012

Enfrentgando mi odio a judios religiosos

Una negativa experiencia en mi niñez me estaba impidiendo renovar mi visión del judaísmo.





El primer día que llegué a Israel, quería volver inmediatamente a casa. Oh no, pensé, este viaje se va a transformar en un manojo de judíos religiosos tratando de lavarnos el cerebro para que adquiramos su estilo de vida. Tengo que reservar un pasaje de vuelta a Los Ángeles ¡AHORA YA!
No podía recordar ni siquiera porque le había permitido a mi hermana mayor, Ladan, convencerme de inscribirme en este viaje de Aish HaTorá. Cuando el sol se puso esa primera tarde en Israel, corrieron lágrimas por mis ojos y sentimientos de remordimiento se asentaron en mi corazón.
Muchos pensamientos se atravesaban por mi cabeza. Me regañaba a mí misma por haber dejado L.A, y haber puesto en espera mi carrera de periodista… ¿y para qué? ¿Para tener personas forzando la religión sobre mí? Siempre he resentido la religión y a las personas religiosas.
Mientras la rabia y el arrepentimiento aumentaban, yo estaba siendo atormentada por mis intensos sentimientos. ¿Por qué podía pensar como una periodista objetiva, removiendo los prejuicios y las creencias personales cuando documentaba otras culturas, pero cuando se trataba de mi propia herencia y religión, no podía abrir mi mente? ¿De dónde venía este odio?
Desde el punto de vista psicológico, estos eran los mismos sentimientos que yo había tenido acerca del judaísmo desde que era una niña.
Yo era la niña de 11 años que gritaba a toda voz en clases: “¿Cómo sabemos que Moshé en realidad existió?”.
Yo asistí a una escuela privada judía hasta 5to grado. En la escuela estaba etiquetada como “la niña hiperactiva” “la niña problema”. Yo era la niña de 11 años que gritaba a toda voz en clases, “¿Cómo sabemos que Moshé en realidad existió?”. Yo era la niña que cruzaba sus brazos durante los rezos y gritaba: “Tú no me puedes obligar a hablarle a Dios. Además, ¿cuál es el sentido de hablarle a Dios en un lenguaje que ni siquiera entiendo?”.
Desde una temprana edad decidí que los judíos religiosos eran estúpidos e ignorantes. Ellos no me entendían a mí, ni me aceptaban; por ende, simplemente me mantendría alejada de ellos. Detestaba todas las reglas y restricciones que el judaísmo forzaba sobre mí. Odiaba la forma en la que se vestían. Odiaba la dinámica masculina y femenina en la familia religiosa. Resentía la posición de subordinación de la mujer. El estilo de vida judío me disgustaba.
Entonces hacía lo mínimo posible como judía. Tenía cenas de Shabat con mi familia los viernes en la noche, y celebrábamos Januca en casa, pero hasta ahí llegaba la observancia de mi judaísmo. Yo estaba tan enojada con el judaísmo que ni siquiera ayunaba en Iom Kipur. Las leyes de cashrut no eran existentes para mí, y salir con no judíos era completamente aceptable. Yo era judía de nacimiento y tradición exclusivamente. No había ninguna profundidad, ningún entendimiento, ninguna espiritualidad y nada de amor.
En sexto grado me cambié de escuela judía, con todas estas preguntas no resueltas. Entonces empecé con el cuestionamiento. Mirando hacia atrás, debería haber expuesto mis preguntas de una manera más respetuosa, pero siendo una enojada y frustrada niña de 12 años de edad, no podía hacerlo de otra manera. Recuerdo que gritaba en la clase de ciencia: “¡¡¡Pero no entiendo!!! ¿Quién llegó primero? ¿Los Dinosaurios o Adam y Java?”. Los profesores me sacaban de una patada fuera de la clase y dejaban mis preguntas sin respuestas.
La mayoría del tiempo en la escuela lo pasaba, ya sea sentada fuera de la clase, o en la oficina del director. Llegó un punto en el que mi profesora de hebreo simplemente me dijo: “No te molestes en venir a clases, anda directo a la oficina del director después del almuerzo”. Yo me sentía rechazada por los judíos. Incluso hoy cuando escribo esto, diez años después, todavía siento que mi corazón sangra y mis ojos se llenan de lágrimas de dolor y tristeza. Tristeza por la pequeña niña incomprendida tan ansiosa de aprender, de entender y de ser simplemente parte de algo.
Yo decidí que las personas religiosas no me entendían, que yo no les importaba, y que no querían que yo fuera parte de ellas. Como niña que se siente incomprendida, estaba enojada y resentida. Todavía no me daba cuenta en ese entonces, pero en cada experiencia que tenía con judíos religiosos, encontraba maneras para interpretar lo mal que estaban, para apoyar mi teoría. Yo no le daría ninguna opción al judaísmo.
Aprendí que el cerebro humano reacciona a ciertos estímulos al recordar el pasado, y asocia situaciones similares con experiencias y emociones anteriores.
Esa sensación de sentirme incomprendida por judíos religiosos todavía vivía dentro de mí, incluso una década más tarde. Mi rechazo automático del judaísmo era producto de los eventos de mi pasado.
Luego de dos meses en la nueva escuela, junté a mis compañeras de clase y planeé una rebelión, una revolución para probar que los judíos religiosos eran malas personas. En esa fría mañana de otoño miré a mis compañeras directo a los ojos y exigí, “Debemos dejar de escuchar a estos rabinos y profesores. Ellos están inventando historias y mintiéndonos. Están tratando de lavarnos el cerebro. NO LOS ESCUCHEN”.
Debo haber asustado a algunas de las niñas porque un par de días después me llamaron a la oficina del director. El director que también era rabino, me dijo que estaba obligada a dejar la escuela. La única cosa que pensé fue,Ahá… Yo tengo la razón una vez más. Estos judíos religiosos no me quieren. Ellos no me entienden. Ellos son malas personas.
Mi familia trató de ponerme en otra escuela judía, pero durante la entrevista con el director, decidí que iba a ser brutalmente honesta al responder las preguntas.
“¿Por qué quieres estudiar acá?”, preguntó el director.
“Realmente no quiero”, respondí. “No creo ninguna de las historias que nos cuentan en clases, y no me gusta que me digan que tengo que rezarle a Dios”. Yo pensé que si realmente pertenecía a este tipo de escuela, debía ser verdadera al responder. Y así como lo pronostiqué, no fui aceptada en la escuela judía – una vez más había sido rechazada por judíos religiosos. Mi madre estaba enojadísima porque no me habían aceptado. Y esto aumentaba mi odio aún más.
Al final de cuentas fui a una escuela pública en Beverly Hills, y estaba feliz de estar finalmente alejada de todo lo relacionado al judaísmo.
Los últimos 11 años yo había cargado con estos sentimientos de odio en contra de los judíos religiosos.
¿Como podía juzgar algo sin darle una segunda mirada como una mujer adulta y madura?
Un día mi hermana mayor me preguntó si quería acompañarla en un viaje a Israel con una organización llamada Aish Los Ángeles. Yo reaccioné inmediatamente: “Este viaje no es para personas como yo. Yo odio a los religiosos…”.
Pero luego tuve un momento de claridad; me di cuenta de que este viaje era la oportunidad perfecta para resolver o incluso responder todas las preguntas que había tenido desde los días de la escuela judía. Sé honesta Laleh, me dije a mí misma, ¿Cómo puedo juzgar algo sin darle una segunda mirada como una mujer adulta y madura? ¿Cómo puedo odiar algo que no entiendo verdaderamente?

Me inscribí para el viaje de Aish a Israel. Sí, como niña tuve experiencias terribles con judíos religiosos, y no, nunca respondieron mis preguntas. Yo estaba traumatizada, pero me di cuenta que no debía continuar por ese camino. Dios estaba abriendo la puerta, y yo estaba abriendo mi corazón.
El único problema es que yo me quería volver después del primer día.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Janucá.

ag. CABANAH

“En la figura que se llama oximoron, se aplica a una palabra un epíteto que parece contradecirla; así los gnósticos hablaron de luz oscura, los alquimistas, de un sol negro.” J. L. Borges, El Zahir (El Aleph, 1949).
Podría, y con razón, preguntarse el lector cuál es la relación entre el epígrafe que precede estas líneas y la festividad de Januká, que se supone, es el tema de las líneas que siguen. A simple vista, la alusión a la luz, uno de los temas centrales de esta festividad, seria suficiente para justificar la elección de la cita. Pero la conexión entre este pasaje literario de Borges y la fiesta de las luminarias es aún más profunda
Clarifiquemos, antes de proseguir, el significado de esta rara palabra, que, como no podía ser de otra manera (y para desilusión de nuestros compañeros Hasmoneos) es un término griego (οξύμωρον). Según el Diccionario de la Real Academia (1), un oxímoron es una “combinación en una misma estructura sintáctica de dos palabras o expresiones de significado opuesto, que originan un nuevo sentido”. Estamos en presencia de dos palabras que no debiesen estar conviviendo juntas dado que el sentido de una excluye necesariamente a la otra y que sin embargo, conviven creando un sentido inédito.
La manera en la que nuestra tradición recuerda y re-significa la gesta Macabea funciona de la misma forma. Los Macabeos y su revuelta aparecen compartiendo estructuras con actividades y personajes cuyo significado es opuesto al que promovían Iehuda y sus hermanos. Resulta fascinante el hecho de que nuestro pueblo haya elegido honrar a los Macabeos a partir de la dedicación de eventos y prácticas que ellos mismos hubiesen combatido.
Lo que proponemos en las próximas líneas es reflexionar acerca de la historia de los Macabeos y la festividad de Januká, inspirados en esta interesante combinación, en apariencia contradictoria pero portadora de un profundo sentido.
Un repaso rápido del proyecto de Matitiahu y sus hijos y una mirada a la forma en la cual son recordados en tiempos modernos, nos permitirán comprender con más detalle esta propuesta que, por ahora, es claramente oscura.
I. Matitiahu de sacerdote conservador a artista exclusivo de Sony Music
La historia de la revuelta de los Macabeos comienza a partir de la idea de un hombre, padre de una familia de sacerdotes, llamado Matitiahu. Si bien la memoria del pueblo judío recuerda a Matitiahu como un valiente héroe, su personaje en esta historia es algo mas complicado que eso.
Nos cuenta el primero de los libros de los Macabeos, que este hombre era un sacerdote que habitaba en la ciudad de Modiin. Cuando los Seléucidas comenzaron a imponer su cultura en la tierra de Israel, Matitiahu y sus hijos decidieron rebelarse. Pero los Macabeos no luchaban sólo contra el poder helenizante, sino que se oponían también a algunos de sus propios hermanos judíos, que ya sea por miedo o por propia convicción, habían decidido “helenizarse”, es decir asimilarse a la cultura dominante de la época.
Si bien una vez desatada la revuelta, fueron muchos los que se unieron a Matitiahu y sus hijos, en los comienzos fueron sólo un pequeño grupo que hoy podría caracterizarse como “extremista”. Todo acercamiento a la cultura helenista era para los Hasmoneos una traición a la tradición judía. El libro de los Macabeos nos cuenta, por ejemplo, como Matitiahu y sus hijos recorrieron la tierra de Israel para circuncidar de manera forzosa a todos aquellos judíos que no hubieran practicado este milenario precepto. Muchos exegetas comparan al personaje de Matitiahu con el de Pinjas, el nieto de Aarón, quien no vaciló a la hora de desenfundar su lanza y matar a quienes estaban cometiendo transgresiones durante la travesía de Israel en el desierto.
En resumen, Matitiahu, el héroe de la festividad de Januká, no era solamente un luchador por la libertad de su pueblo. La revuelta encabezada por él era también una revuelta contra todo tipo de aculturación por parte del pueblo judío que estaba viviendo en el seno de un mundo helenizado.
Y he aquí la primera combinación de estructuras con sentido contradictorio: ¿Que pensaría este sacerdote conservador si pudiera caminar por las calles de Nueva York y ver los carteles que llevan su nombre y dicen “Artista exclusivo de Sony Music”? Probablemente hubiese pensado en arrancarlos o hasta quemarlos. Lo que es seguro, es que no vería con buenos ojos que los judíos del siglo 21 podamos sentir que el Hip Hop y el Reggae no son incompatibles con nuestra tradición. Quizá ni siquiera aprobaría el simple hecho de que quien lee estas líneas, este en algún remoto lugar del globo, sentado frente a su computadora, leyendo en español o en inglés, quizá en francés o en ruso. Este preciso instante, en el que por medio de un elemento tecnológico, ideado en los Estados Unidos, quizá diseñado en un moderno laboratorio de Hi Tech israelí y fabricado en China, reflexionando juntos gracias al lenguaje HTML, acerca de la historia de Matitiahu el Hasmoneo, es precisamente una contradicción entre el sentido que los Macabeos quisieron darle a su revuelta y nuestra forma de recordarlos.
II. Los Macabeos: de Gloriosos Hermanos a venerados atletas
Algunos instantes antes de morir, en al año 167 antes de la era común, Matitiahu se despidió trasmitiendo sus últimas palabras a sus hijos. En ese mensaje, conservado en el primero de los libros de los Macabeos, los alentaba a seguir combatiendo a los ‘pecadores’ y a no tener miedo y ser fuertes en su lucha contra aquellos que carecían del celo que ellos tenían por la ley. Sus hijos tomaron orgullosos el legado y continuaron con la revuelta, que comenzaba a expandirse y a ganar más y más adeptos.
Finalmente, luego de muchas batallas, la revuelta fue victoriosa y los Macabeos se hicieron con el poder, derrocando al poder Seléucida y también a los sacerdotes helenizados que manejaban el templo en Jerusalem. El resto de la historia es conocida: entraron al templo y encontraron aceite suficiente sólo para un día, pero milagrosamente el aceite duró los ocho días que les llevó prensar las olivas para hacer más aceite y mantener encendidas las luminarias.
Sin embargo, el éxito de los gloriosos hermanos fue relativo. Los Macabeos no podrían contarse entre aquellos que hoy en día afirman su judaísmo en el hecho de tener un nieto judío. Contrariamente a lo que estos valientes luchadores hubiesen esperado, las generaciones que los sucedieron de a poco fueron siguiendo el camino que la revuelta quería eliminar. De hecho, entre los reyes Macabeos se cuentan personajes con nombres como Hircanus o Alexander.
El objetivo de instaurar un régimen en el que se respeten celosamente las leyes de la Torá no sólo fracasó, sino que fue contraproducente. En las últimas dinastías Macabeas se vivieron tiempos de mucha asimilación a la cultura dominante.
Pero quizá lo más interesante de todo es la forma en la que el judaísmo moderno recupera la figura de este grupo de hermanos, que se enfrentó con la contradicción apenas dos generaciones luego de haber conquistado victoriosos la ciudad de Jerusalem. A partir del siglo XIX, cuando la propuesta del judío muscular de Max Nordau comenzó a llevarse a la práctica, los grupos que impulsaron la renovación de la imagen del judío por medio de la práctica del deporte hicieron propio el nombre de “Macabeos”. Con el correr del tiempo, la palabra Macabeo, dejó de ser sinónimo de un grupo de luchadores que estaban dispuestos a matar a todo aquel que practicara una costumbre helénica para transformarse en sinónimo de deporte judío. Paradójicamente, las prácticas deportivas se cuentan entre aquellas que eran fomentadas por los judíos helenizantes y combatidas por Iehuda y sus hermanos. Las “Macabeadas” evento deportivo por excelencia del judaísmo contemporáneo, serían probablemente un evento boicoteado por los hijos de Matitiahu si vivieran en el siglo XXI. Podríamos decir, parafraseando lo que dijimos en al inicio de estas líneas, que la frase “juegos Macabeos” es precisamente un oximoron, tan claramente como la “luz oscura”, citada por Borges.
III. Las costumbres de Januká: tradiciones compartidas
Por último, en este juego de contradicciones, nos falta echar un vistazo a las más conocidas costumbres de Janucá.
La primera y más característica de todas es el encendido de las velas. Tradicionalmente, nos enseñan que estas velas representan el milagro del aceite, que duró una semana más de lo que debía haber durado. Sin embargo, muchos pensadores judíos, hace ya varios cientos de años que cuestionan la existencia de este milagro. Además, en los últimos años, los estudios de religiones comparadas nos muestran que prácticamente todas las religiones del hemisferio norte tienen una fiesta en la que encienden luminarias cuando se acerca el solsticio de invierno, es decir, el día mas corto del año. Solo hace falta caminar por cualquier ciudad que esté por encima del Ecuador para observar como las Janukiot, los arbolitos, las antorchas y las fogatas iluminan el mundo en esa oscura semana de diciembre.
Como si esto no fuera suficiente, el contacto con otras culturas nos enseñó que el Sebibón o Dreidl, quizá uno de los pocos juguetes que encontramos en nuestra tradición, no es más que una copia de un juego alemán, llamado Drehen, cuyos lados también tenían las letras N, G, H y S (a diferencia del ‘Nes Gadol Haia Sham’ de nuestro Sebibón, ellos leían Nichts –nada-, Ganz –todo-, Halb –medio- y Stell –poner-).
Por último, nos queda mencionar la costumbre de hacer regalos en Janucá, que comenzó llamándose “Januca Guelt”, pero que hoy se re-significa en la vidrieras de la ciudades norteamericanas que ofrecen el “Chrismukkah Sale”…
IV. Antes de que la luz se apague: Entonces, ¿Qué festejamos en Janucá?
A pesar de las innumerables contradicciones que encontramos en la manera que nuestro pueblo elige recordar la gesta Macabea, dentro de algunos días volveremos a encender nuestras Janukiot para recordar dicho evento importante de nuestra historia nacional. Si queremos que eso sea relevante para nosotros debemos encontrarle un sentido a esta práctica ancestral. Si vivimos en una generación que difícilmente crea en el milagro del aceite y que probablemente no esté interesada en resaltar el heroísmo de aquellos que de alguna forma se opusieron a lo que nosotros elegimos exaltar, entonces ¿Qué representa Janucá?
Quizá, el motivo de que en nuestros días no sólo elijamos seguir conmemorando Janucá, sino que precisamente hayamos elegido recuperarla como una de las festividades más importantes de nuestro calendario es precisamente ese aspecto tan contradictorio y hasta a veces carente de lógica que la caracteriza. Como judíos que vivimos en un mundo moderno, la tensión entre Macabeos y helenizantes nos interpela a diario.
Janucá nos invita a explorar la idea de que el judío vive en un dilema constante. Las delgadas líneas que hay entre asimilación e integración por un lado y entre aislamiento y singularidad por el otro; nos ponen a diario en el mismo lugar en el que estaban nuestros antepasados en tiempos de los Macabeos.
El judío moderno vive constantemente en ese dilema que lo desafía a vivir una vida judía cargada de sentido pero que a su vez no entre en colisión con su identidad como ciudadano del mundo.
Si nos preguntásemos quien ganó la contienda, si aquellos que proponían un aislamiento total y una eliminación de todo elemento foráneo o aquellos que preferían adoptar la cultura del mundo en el que residían, deberíamos responder que ninguno, o ambos. La soberanía judía en Israel posterior a la revuelta, podría mostrarnos que ganaron los Macabeos, pero los nombres de los nietos de estos gloriosos hermanos pueden sugerir lo contrario. Claramente, la victoria no fue ni de unos ni de otros, sino de Klal Israel, del pueblo de Israel en su totalidad. La contradicción que se percibe entre la historia de Janucá y la manera en que elegimos conmemorarla a lo largo de las generaciones nos recuerda que nuestro pueblo rescata a la diversidad y a la integración como valores tan elevados como la particularidad y la preservación de la identidad. El mundo del Talmud, que surgió unos años después de la revuelta, y de donde floreció posteriormente el judaísmo clásico que llega hasta nuestros días; es justamente testimonio viviente de ese fenómeno. Los protagonistas de esa nueva narrativa en la historia de nuestro pueblo no son guerreros que se oponen a que el judaísmo sea permeable a la cultura en la que los judíos viven, pero tampoco aprueban a aquellos que, como el mítico Elisha ben Abuia, eligen abandonar las filas de la tradición judía.
La festividad de Janucá nos invita a asumir que nuestra tradición nos desafía a vivir en estas dos estructuras que en apariencia chocan, pero que si nos detenemos a observar mas detalladamente no colisionan sino que dan lugar a que, producto de ese encuentro, surja lo más rico de nuestra identidad. De alguna manera, Janucá nos recuerda que la luz y la oscuridad sólo se valoran a partir del efecto que una genera en la otra.
Y entonces, si el sentido más profundo que encontramos en Janucá es justamente el dilema, la tensión ¿qué festejamos? Quizá, para echar luz sobre este interrogante deberíamos recurrir al origen primigenio de esta festividad: el milagro del cual hablamos en el comienzo. La leyenda, narrada en el Talmud, nos cuenta que el milagro consistió en que, al momento de entrar al templo los Macabeos encontraron aceite puro suficiente para que la Menorá ardiera un solo día. Sin embargo, ese fuego debía arder constantemente y fabricar nuevo aceite les tomaría al menos ocho días. Milagrosamente, el poco aceite con el que contaban sirvió para hacer arder el fuego durante los ocho días que necesitaban. El milagro consistió en que aquello que pudo ser efímero trascendió y pudo misteriosamente alcanzar la eternidad.
De la misma forma que el aceite pudo de manera maravillosa adaptarse a la necesidad del momento y seguir alumbrando aún cuando la penumbra parecía inevitable, la festividad de Janucá pudo llegar hasta nuestros días, cambiando de significados y trasmitiendo distintos mensajes para lograr ser relevante a través de las generaciones; pero siempre logrando que la mecha permanezca encendida.
En Janucá celebramos que aún cuando a dos generaciones de la gesta macabea todo parecía indicar un rotundo fracaso, la luz sigue iluminando a más de dos milenios de distancia de Matitiahu y sus hijos. A pesar de que la victoria del heroísmo Macabeo parezca efímera a la luz de la forma en que es narrada por las generaciones posteriores, el fuego aún arde cual zarza en el desierto.
Quizá la prueba más clara del milagro de Janucá, que aún celebramos, sea la pequeña llama, que puede verse brillar durante esos ocho días desde nuestras ventanas, sostenida y sosteniendo el dilema y la contradicción y sin embargo aportando luz y calor frente a la oscuridad.
JAG JANUCA SAMEAJ ! ! ! ! !

viernes, 13 de mayo de 2011

Discurso de Ben Gurión, proclamando el Estado de Israel. El 14 de mayo de 1948, hace 63 años





“Declaramos el establecimiento del Estado Judío en Eretz Israel, que será conocido como Estado de Israel”.

Eretz Israel (Tierra de Israel) fue el lugar de nacimiento del pueblo judío. Aquí toma forma su identidad espiritual, religiosa y política. Aquí obtuvieron por vez primera un Estado, crearon valores culturales de importancia nacional y universal y aportaron al mundo el Libro de los Libros. Después del exilio forzoso de su tierra, el pueblo mantuvo su fe a través de su dispersión y no cesó de rezar y de esperar la vuelta a su tierra y la restauración en ella de su libertad política.

Empujados por estos lazos históricos y tradicionales, los judíos se esforzaron a través de las generaciones en establecerse de nuevo en su antigua tierra. En las últimas décadas volvieron en masa. Pioneros y “maapilim” (inmigrantes que llegaron a Israel desafiando la legislación restrictiva de los británicos) y defensores hicieron florecer el desierto, revivir la lengua hebrea, construyeron pueblos y ciudades, y crearon una comunidad próspera controladora de su propia economía y cultura, amante de la paz pero sabiendo defenderse, aportando los bienes del progreso a los habitantes de todos los países, y aspirando a una nación independiente.

En el año 5657 (1897), en el requerimiento del padre espiritual del Estado Judío Theodor Herzl, el Primer Congreso Sionista convino y proclamó el derecho del pueblo judío a su renacimiento nacional en su propio país.

Este derecho fue reconocido en la Declaración de Lord Balfour del 2 de noviembre de 1917, y reafirmado en el Mandato de la Liga de las Naciones que en concreto sancionó la conexión histórica entre el pueblo judío y Eretz lsrael y el derecho del pueblo judío a rehacer su Casa Nacional.

La catástrofe que recientemente padeció el pueblo judío, la masacre de millones de judíos en Europa, fue otra demostración clara de la urgencia de la resolución de este problema de falta de hogar mediante el restablecimiento de Eretz lsrael como Estado judío, que abriría ampliamente las puertas de su tierra a cada judío y daría al pueblo judío el status de pleno reconocimiento como miembro de la comunidad de naciones.

Los supervivientes del Holocausto nazi en Europa, así como los judíos de otras partes del mundo, continuaron emigrando a Erezt lsrael superando las dificultades, restricciones y peligros, y nunca cesaron de afirmar su derecho a una vida digna, libre y honrada en su tierra nacional.

Durante la Segunda Guerra Mundial, la comunidad judía de este país participó plenamente en la lucha entre las naciones que defendían la libertad, paz y amor contra la maldad de las fuerzas nazis, y con la sangre de sus soldados y su esfuerzo militar ganó el derecho a figurar entre los pueblos fundadores de las Naciones Unidas.

El 29 de noviembre de 1947, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó una resolución proclamando el establecimiento del Estado judío en Eretz Israel; la Asamblea General solicitaba la adopción por los habitantes de Eretz Israel de todas las medidas necesarias para la ejecución de esta resolución.

El reconocimiento del derecho del pueblo judío a establecerse en su Estado, hecho por las Naciones Unidas, es irrevocable.

El derecho es el derecho natural del pueblo judío de ser dueño de su propio destino, como todas las naciones, en su propio Estado soberano.

En conformidad, nosotros, miembros del Consejo del Pueblo, representantes de la comunidad judía de Eretz Israel y del Movimiento Sionista estamos aquí reunidos en el día del final del Mandato Británico sobre Eretz Israel y, en virtud de nuestro derecho natural e histórico y la fuerza legal de la resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas, por la presente declaramos el establecimiento del Estado judío en Eretz Israel, que será conocido como Estado de Israel.

Declaramos que, con efecto desde el momento de la terminación del Mandato que será esta noche, vísperas del shabat, el 6 de Iyar de 5708 (15 de mayo de 1948), antes del establecimiento de las autoridades del Estado regularmente elegidas de acuerdo con la Constitución que deberá adoptarse por la Asamblea Constituyente elegida no más tarde del 1º de octubre de 1948, el Consejo del Pueblo actuará como Consejo Provisional del Estado, y su órgano ejecutivo, la Administración del Pueblo, será el Gobierno Provisional del Estado judío, llamado Israel.

El Estado de Israel estará abierto a la inmigración judía y al recibimiento de todos los exiliados, fomentará el desarrollo del país para el beneficio de todos sus habitantes, estará basado en la libertad, justicia y paz como lo preveían los profetas de Israel, asegurará la total igualdad de derechos sociales y políticos a todos sus habitantes, sin consideración de religión, raza o sexo; garantizará la libertad de religión, conciencia, lengua, educación y cultura; protegerá los lugares sagrados de todas las religiones y será fiel a los principios de la Carta de las Naciones Unidas.

El Estado de Israel está dispuesto a cooperar con las agencias y representaciones de las Naciones Unidas para ejecutar la resolución de la Asamblea General de 29 de noviembre de 1947, y adoptará todas las medidas necesarias para la unión económica de todo Eretz Israel.

Apelamos a las Naciones Unidas para que ayuden al pueblo judío en la construcción de su Estado y para que reciban al Estado de Israel en el Comité de Naciones.

Apelamos en medio del ataque emprendido contra nosotros desde hace meses a los habitantes árabes del pueblo de Israel para que conserven la paz y participen en la construcción del Estado, en las bases de ciudadanía plena e igual y representación correspondiente en todas sus instituciones provisionales y permanentes futuras.

Extendemos nuestra mano a todos los Estados vecinos y a sus gentes y ofrecemos paz y buenas relaciones, y apelamos a ellos para el establecimiento de puntos de cooperación y ayuda mutua con el pueblo judío establecido en su propia tierra. El Estado de Israel está dispuesto a hacer todo lo posible en un esfuerzo común para el progreso de Oriente Próximo.

Apelamos a todo el pueblo judío de la Diáspora para que colabore junto con los judíos de Eretz Israel en la labor de inmigración y de construcción y para que estén unidos a ellos en la gran lucha por la realización del sueño de los tiempos: la redención de Israel.

Poniendo nuestra confianza en el Todopoderoso firmamos esta declaración en esta sesión del Consejo de Estado provisional en la tierra de nuestro hogar, en la ciudad de Tel Aviv, en visperas del shabat del día 5 de Iyar, 5708 (14 de mayo de 1948).

David Ben Gurión

jueves, 30 de diciembre de 2010

Renacimiento Sionista

por Ronén Shuval

Así como regresamos a Israel llevados por el recuerdo histórico y renovamos nuestra lengua, tenemos fuerzas para proponer desde nuestro rico acervo cultural un mensaje político y espiritual diferente, primeramente a nosotros mismos, y posteriormente a todo el mundo.

Una de las corrientes importantes del sionismo lo interpreta sólo a través de la negación de la diáspora. Esta concepción se desmorona, dado que el sionismo pasa a ser una ideología de andamio. Es decir: después de la creación del Estado ya no hay necesidad de ella. Acorde a ese sistema, no es función del sionismo proponer un idealismo universal.

El sionismo negativo solucionó el problema judío. Construyó un Estado y lo abrió para todos los judíos del mundo. Pero su concreción creó problemas. Todo lo que quedó de él es la meta de lograr la normalidad.

Dicha normalidad actualmente absorbe su inspiración de la atmósfera europea; su aspiración es la anulación de los nacionalismos y el incremento de las narrativas. Esta es la ideología de los derechos humanos que no está dispuesta a soportar el yugo de la identificación colectiva y de los valores morales absolutos.

Sin embargo, frente al anhelo de "normalidad" se erige una concepción alternativa, la del sionismo positivo. Este punto de vista considera al movimiento sionista, un movimiento renacentista cultural, y agrega que la empresa sionista no se conforma sólo con la implantación de un refugio seguro, sino que tiene objetivos espirituales y morales de gran significado para el mundo entero.

Dicha concepción ve al Estado de Israel determinando el orden del día moral internacional y el juicio internacional. El mismo cree que la Torá saldrá de Jerusalén y no de La Haya.

Contrariamente a Europa, la visión de Jerusalén trata de expresar, por un lado, un mensaje de mancomunión moral, y por otro, la descentralización nacional. En el final de los días no habrá un solo tipo de pueblo yal que el lobo convivirá con el cordero.

Cuando la definición de sionismo es negativa, la Tierra de Israel y el Estado de Israel son considerados de manera instrumental, como mecanismos de defensa de la Nación. Por ello, el sionismo negativo tiene dificultad de responder a la pregunta "¿Porqué no Uganda?".

Esta comprensión alumbra a la empresa sionista con una luz colonialista dado que hubo quienes se sintieron heridos con nuestra llegada a Israel.

Por el contrario, el sionismo positivo argumenta que la Tierra de Israel es inherente al sionismo dado que sólo en este lugar puede el pueblo de Israel expresarse a si mismo y a su singularidad cultural. Nuestra existencia en el espacio geográfico de los profetas Amós y Jeremías despierta inspiración moral.

Teodoro Herzl vio en el sionismo una empresa de integridad física y espiritual: "Llamé alguna vez al sionismo ideal infinito...porque en el sionismo...está imbuida no sólo la ambición de una tierra prometida por ley para nuestro pueblo...sino también el anhelo de una integridad moral y espiritual".

En el marco de la concepción positiva de sionismo, nos compite la misión de construir una sociedad moral, atenta a nuestras auténticas normas culturales y éticas.

Esta sociedad ejemplar debe ser una alternativa y ejemplo para el mundo todo.

Por lo mismo, enfrentar esos desafíos públicos debe poner de manifiesto además la voz llena de bríos y singular de nuestra tradición cultural.

Por ello, para ser sionistas, debemos impulsar el diálogo sobre el actual significado de nuestra antigua cultura. Este es el renacimiento.

Debemos redactar en griego los principios judíos que le faltaron a Grecia. Así como regresamos a nuestra tierra de los cuatro confines del universo, llevados por el lejano recuerdo histórico, y así como renovamos nuestra lengua, tenemos fuerzas para proponer desde nuestro rico acervo cultural un mensaje político y espiritual diferente, primeramente a nosotros mismos, y posteriormente a todo el mundo.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Que decir cuando no hay nada que decir.

por Rab. Dr. Reuven P. Bulka

Como personas sensibles y solidarias, siempre tratamos de hacer lo correcto. Sin embargo, hay veces que al tratar de hacer lo correcto y no tener éxito, podemos hacer más daño que bien.
Tal es el caso, al intentar consolar a las personas que se encuentran de duelo. En esas situaciones, una de las peores cosas que se pueden hacer es recurrir a frases que no sólo han sido repetidas en exceso, si no que además están completamente fuera de lugar.
Una típica frase que se dice es: "Él está ahora en un mejor lugar". ¿Cómo puede saber alguien tal cosa? Esta declaración no es de ayuda para ningún doliente. Lo que sabemos, es que este mundo es un buen lugar, ya que es un lugar para hacer el bien. La muerte, por lo tanto, es una tragedia.
Otra frase que no es de ninguna ayuda para los dolientes es decir, que Dios necesitaba más al difunto de lo que los vivos lo necesitaban. De nuevo preguntamos, ¿Cómo alguien puede saber eso? Además, hace quedar a Dios como si fuera una entidad completamente egoísta, que causa tragedias en este mundo con el propósito de unir más personas a Su equipo en el cielo.
Otra frase, no recomendable para decir, después de la muerte de alguna persona que haya vivido hasta los ochenta o noventa años es: "por lo menos él vivió una vida completa". No importa que tan bien intencionadas eran esas palabras, son una cruel invasión hacia las emociones del doliente. Este tipo de frases trivializan el dolor del deudo y lo hacen sentir como si confortar a los deudos.
A su vez, identificarse con el deudo y con su duelo es extremadamente importante. Reconocer la dificultad de encontrar las palabras correctas para decir es un gesto consolador. Querer saber más sobre el difunto es también bienvenido, siempre y cuando uno intuye que al doliente le consolará esta actitud.
Una de las formas más efectivas para consolar es decir cosas bonitas sobre el difunto y sobre los dolientes. Historias sobre el difunto, especialmente esas que los familiares no conocían, son una gran fuente de consuelo y a menudo causan una sonrisa en el rostro del doliente. Expresar admiración por el amor que unía al deudo con la persona fallecida, o por los cuidados que se le procuraron también puede ser un método efectivo para consolar.
Ten siempre en mente que no importa que tan raro puedas sentirte al ir a visitar a alguien de duelo, no se trata de ti, se trata del deudo. ¿Qué cosas van a causar que el doliente se sienta mejor?, ¿Qué le va a provocar una sonrisa? La respuesta puede ser difícil de hallar, o quizá puedes tener muchas respuestas. Mientras más esfuerzo pongas en resolver esas preguntas, es más probable que puedas verdaderamente cumplir con las obligaciones religiosas y sociales de consolar a dolientes. Y a su vez es más probable, que el doliente sea ayudado a transitar el camino que va desde el dolor hacia el agradecimiento, agradecimiento por la vida que tuvo su ser querido.

viernes, 10 de septiembre de 2010

LOS TRECE PRINCIPIOS DEL JUDAISMO

Enunciados por Rambám (Maimonides)

INTRODUCCION

En todos los axiomas que hemos de enumerar se habla del "Creador" y del deber de adquirir "Emuná" en cada uno de los principios. El término Emuná no es creencia ni fe. La palabra Emuná está relacionada con la palabra Amen, que, a su vez está implicada con Emet, o sea, verdad. Cuando en cada principio se habla de Emuná Shelemá, significa que aceptamos estos axiomas con certeza absoluta. Cuando se habla de "Creador", se refiere al Todopoderoso, Quien creó el mundo de la nada absoluta. Incluso los conceptos elementales como el tiempo y el espacio fueron creados por D"s. Asimismo, la creación no fue un evento único del pasado, sino que es un fenómeno continuo, es decir, que el mundo se mantiene y sigue existiendo continuamente a partir de Su voluntad.

LOS TRECE PRINCIPIOS DE NUESTRA FE ENUNCIADOS POR RAMBAM

Yo creo con Fe completa...

Que el Creador alabado su nombre, creó y dirige el mundo, El únicamente hizo, hace y hará todos los hechos.
1. D"S COMO PRIMERA CAUSA Y FUENTE, PERFECTO Y QUE TODO DEPENDE DE EL

Que el Creador alabado su nombre no es corporal, no lo alcanzan las influencias corporales, y nada puede compararse a El.
2. UNICIDAD DE D"S, INDIVISIBLE, E INMUTABLE, SOLO CONDUCE EL MUNDO.

Que el Creador no posee cuerpo ni forma alguna.
3. D"S INCORPOREO, INCONDICIONABLE, OMNIPRESENTE.

Que el Creador alabado su nombre, Él es el principio y la eternidad.
4. D"S ETERNO E ILIMITADO EN EL TIEMPO.

Que a El Creador alabado su nombre es digno de hacer Tefilá y no hay a quien pedir fuera de El.
5. D"S OMNIPOTENTE.

Que todas las palabras de nuestros profetas son verdades.
6. QUE D"S REVELA CONOCIMIENTO Y SU VOLUNTAD A LOS SERES HUMANOS.

Que la profecía de Moshe Rabenu es verídica y él fue el padre de los profetas de todos los tiempos.
7. LA SUPERIORIDAD DE LA PROFECIA DE MOSHE SOBRE TODOS LOS DEMAS PROFETAS.

Que la Torá que tenemos es la misma que fue entregada a Moshe Rabenu.
8. LA DIVINIDAD ABSOLUTA DE LA TORA.

Que esta Torá no será cambiada y no habrá otra del Todopoderoso.
9. CARACTER INMUTABLE DE LA TORA.

Que el Creador alabado su nombre, sabe todo lo que la persona hace y conoce todos sus pensamientos.
10. D"S CONOCE TODAS LAS ACCIONES E INTENTOS DEL SER HUMANO.

Que el Creador alabado su nombre recompensa bien a los que cumplen sus Misvot y castiga a los que transgreden sus preceptos.
11. D"S RETRIBUYE CON PREMIO A QUIENES OBEDECEN LAS LEYES Y CASTIGA A QUIENES LAS VIOLAN.

Que el Mashiaj vendrá. Y aunque se demore esperamos cada día su llegada.
12. D"S ENVIARÁ AL MASHIAJ Y AUN SI SE DEMORARA, DE TODOS MODOS ANTICIPO DIARIAMENTE SU LLEGADA.

Que los muertos van a resucitar cuando sea la voluntad del Todopoderoso, alabado su nombre.
13. D"S HARÁ SUCEDER LA RESURRECCIÓN DE LOS MUERTOS EN EL MOMENTO QUE ÉL LO DECIDA.

DESARROLLO Y EXPLICACION DE CADA PRINCIPIO O AXIOMA

El primer axioma nos enseña a "saber" que todo aquello que ocurre en el mundo depende exclusivamente de D's para que acontezca. Nada sucede si no es Su voluntad que así sea. Cuando usamos el término "saber", nos referimos a un conocimiento claro con experiencia propia. De la existencia de D"s no sólo intuimos porque el orden y el diseño del mundo así lo implican, sino que lo sabemos a partir de todo lo que vimos en el momento de la salida de Egipto, como así también cuando lo percibimos claramente frente al Monte Sinaí. Si bien los seres humanos somos libres para poder obedecer Su mandato, y, por lo tanto, pudiera parecer que nosotros fuésemos los artífices de lo que está sucediendo, ningún movimiento del hombre sería posible sin la asistencia Di-vina aun cuando se oponga a lo que El ordena.

El segundo axioma nos enseña que D's es único y no existe absolutamente ninguna soberanía fuera de El o que compartiera el poder con El en el mundo. Como tal. El es indivisible, es inmutable y todo el mundo es conducido por El únicamente. Aún cuando muchos fenómenos que suceden alrededor nuestro pudieran parecer contradictorios unos con otros, lo cual condujo a muchos pueblos a atribuir poder a distintas deidades que adoraron, la Torá nos enseña que todo lo que acontece, tanto si nos parece bien o nos parece mal, surge a partir de un D's único. Los Sabios nos enseñan que "todo aquel que entra en ira, se considera como si fuese idólatra". La razón de esto es que si tuviese presente la Omnisciencia (conocimiento ilimitado de D's) y Su Omnipotencia, sabría que aquello que lo está irritando no escapa al Conocimiento y Voluntad Di-vina.

El tercer axioma nos enseña que D's es incorpóreo. Es imposible definir a D's en términos humanos porque estos son limitados. Aun cuando la Torá menciona los ojos, manos, corazón, etc. o sentimientos como ser el amor, el enojo y la alegría de D's, éstos son antropomorfismos (hablar de D's en términos humanos) para que podamos entender en nuestra experiencia y terminología aquello que se nos quiere hacer saber acerca de D's. Otras religiones crearon imágenes de sus deidades y les atribuyeron mitologías (historias de sus dioses con rasgos y debilidades humanos). Para el judaísmo, toda calificación física o anímica de D's sería una limitación inaceptable a Su omnipotencia.

El cuarto axioma nos enseña que D's es Eterno. Dado que es así, el pasaje del tiempo no Lo limita y no cabe en lo divino la idea del pasado, presente y futuro como tiempos separados. La eternidad es un concepto que trasciende al ser humano, quien en su estado físico tridimensional es finito. No obstante, el alma que posee todo ser humano le fue insuflada por D's, como esta escrito en Bereshit (Génesis) cuando nos habla de la creación del hombre, es a su vez eterna por extensión de lo Di-vino. Es así, que cuando fallece una persona y se lo entierra de acuerdo a la ley de la Torá, su alma no perece, sino que sigue existiendo.

El quinto axioma nos enseña acerca de la omnipotencia de D's: que no existe nada que El no pueda hacer y que, por lo tanto, no debemos invocar ninguna fuerza espiritual, humana o material para realizar nuestros deseos. (Aun cuando hay quienes piden ayuda espiritual a las personas santas, es para que ellos sumen sus plegarias a D's, Quien es el único que puede realmente asistir al ser humano). El hecho de que D's puede cumplir con todos nuestros pedidos, no quita que debamos emplear los recursos que por la Torá son lícitos para lograr aquello que necesitamos. La Torá misma nos exige que obremos con los medios terrenales en búsqueda de nuestros objetivos. Al mismo tiempo debemos rezar a D's para que colme nuestros deseos con éxito. El hecho que invoquemos a D's, no implica que El esté obligado a responder de acuerdo a nuestro pedido.

El sexto axioma nos enseña que D's hace saber Su voluntad a los seres humanos mediante los profetas a quienes Se revela para informarles aquello que quiere que sepan y, en ciertas ocasiones, que transmitan a una o muchas personas. Algunas profecías fueron reveladas para la posteridad, mientras que otras lo fueron únicamente para el momento. No llegan a ser profetas, sino ciertas personas con características morales determinadas. El profeta debe ser una persona libre de toda influencia que pudiera interponerse entre el mensaje de D's y su destinatario. Es por eso, que todos los profetas de Israel demostraron no temer a la reacción del pueblo ante los duros mensajes que transmitieron. Asimismo, debe ser libre de influencias internas, es decir que su mente debe gobernar totalmente su acción, sin que sus pasiones lleguen a dominarlo. En el momento que D's transmite una idea al profeta, éste sabe con certeza absoluta que se trata de una Revelación Di-vina.

El séptimo axioma nos enseña que la profecía de Moshe fue superior a la de todos los demás profetas. Así lo dice la Torá en Bamidbar (Números): "boca a boca hablo con él, con claridad y no con parábolas...", como así también al final de Devarim (Deuteronomio): "y no se levantó ningún otro profeta como Moshé en Israel a quien D"s se le comunicara cara a cara...". Después que el pueblo de Israel en su totalidad experimentó la profecía al percibir directamente la Voz de D"s en el Monte Sinaí cuando El transmitió los mandamientos, pidieron no escuchar m s el resto de los mandatos, sino por medio de Moshé. Ninguno de los profetas de Israel contradijo la profecía de Moshé, sino que, por el contrario, instaron al pueblo a seguir fíeles a su enseñanza.

El octavo axioma nos enseña que toda la Torá escrita, como así también la Torá Oral, son íntegramente divinas. Sería inconcebible que un D's bondadoso creara seres racionales con conciencia moral (del bien y del mal) y no nos informara cuál es el bien y cuál es el mal. D's informó a Adam, el primer hombre, cuáles eran sus deberes y luego la Torá contiene las leyes que D's ordenó a Israel en el pacto que hicieron frente al Sinaí y nuevamente a la entrada a la tierra de Israel. Ninguna palabra de lo que enuncia la Torá fue invento de Moshé. Los Sabios, desde el mismo Moshé, sumaron decretos que sirven para proteger a la Torá. Esto lo hicieron porque la misma Torá exige a los Sabios que cuidarán que el pueblo siga observando la Ley. Los decretos de los Sabios deben ser respetados con la misma minuciosidad que las leyes de la Torá (salvo cuando ellos mismos decretaran lo contrario, como ser en caso de enfermedad).

El noveno axioma nos enseña que la Torá no será modificada en absoluto siquiera por D's Mismo. La ley de la Torá es perfecta, por ser obra de D's Mismo y por estar creada "a medida" para la necesidad moral del ser humano. Aún cuando, con los tiempos, los aspectos periféricos del ser humano pudieran modificarse, sus rasgos morales son idénticos a través de los tiempos y la observancia de la Torá que es la Voluntad de D's, lima sus asperezas para convertirse en un ser espiritual y poder percibir Su remuneración en el Mundo Venidero. Los judíos de todas las épocas no escatimaron esfuerzos para transmitir totalmente la Torá, su estudio profundo y su observancia estricta y cabal. Distintos grupos de judíos intentaron crear modos de vida en los cuales aceptaron observar únicamente las leyes que les agradaban. Todos desaparecieron con el tiempo y el judaísmo se siguió transmitiendo solo a través de aquellos que fueron fieles a la integridad de la Torá.

El décimo axioma nos enseña que D's sabe absolutamente todo lo que hace cada ser humano como así también los motivos que lo mueven a actuar de cierta manera. Aun cuando las personas podemos intentar (y llegar a engañar a) otros y hasta a nosotros mismos aparentando como si fuésemos nobles y bondadosos, no hay nada que el ser humano pueda esconder de D's, Quien sabe y recuerda hasta aquello que el propio ser humano olvida con el tiempo, dado que con El no hay olvido.

El decimoprimero axioma nos enseña que todas las acciones del ser humano trascienden y que: D's retribuye al hombre de acuerdo a sus acciones: Premia por el bien y castiga por el mal. Una acción buena no cubre por otra mala, ni viceversa. Tanto el premio como el castigo se dan en el Mundo Venidero que es completamente espiritual. Este mundo en el que vivimos es un mundo de prueba para, mediante la obediencia a D's, lograr llegar a estar cerca de El eternamente en el Mundo Venidero que es el mayor placer al que puede aspirar un ser humano. Ningún placer y ninguna satisfacción de este mundo puede retribuir siquiera por una sola buena acción, pues los placeres terrenales nunca son eternos. Aun así, D"s promete en la Torá que asistirá a quienes observan la Torá, para que puedan seguir observándola. Aun cuando los profetas pudieron percibir algo de lo que sucederá cuando venga el Mashiaj (axioma decimosegundo), ninguno pudo observar en su profecía alguna de las características del Mundo Venidero.

El decimosegundo axioma nos enseña que llegará el Mashiaj en el momento que D's lo disponga y aún si se demorara no dejamos de anticipar su llegada diariamente. En muchos lugares de la Torá y de los profetas se hace alusión a la llegada del Mashiaj. Sin embargo, existen muchos detalles de su naturaleza que ignoramos, como así también la fecha de su llegada. Sí sabemos que será un rey de carne y hueso que reinará sobre Israel y quitará el yugo de sumisión debajo de las demás naciones. Será un Sadik (una persona santa) descendiente del rey David y traerá paz al mundo, entre Israel y entre todas las naciones. Asimismo, provocará que todo Israel observe la Torá. Hay disenso entre los Sabios acerca de si habrá alguna modificación en las leyes de la naturaleza cuando llegue el Mashiaj. La razón por la cual los Sabios ansiaron tanto la llegada del Mashiaj se debe a que en aquel momento podrán dedicarse de lleno al estudio de la Torá sin interrupciones y molestias que sufrimos actualmente.

El decimotercero axioma nos enseña que en algún momento del futuro resucitarán todos los fallecidos, si fueron justos en esta vida y creyeron en este axioma a partir de lo que está escrito en la Torá. En este axioma, tal como en el anterior, no sabemos ni cuándo se cumplirán, ni las características de aquel evento. En varios lugares de la Torá como así también en la profecía de lejezquel (Ezequiel), se hace alusión a que la muerte terrenal es temporaria y que, en algún momento, las almas volverán a vestirse con cuerpos. Esto explica, a su vez, ciertas leyes y ritos que se acostumbran en el momento de la muerte y del entierro.

jueves, 9 de septiembre de 2010

JERUSALEM - SU HISTORIA HASTA NUESTROS DIAS

La época antigua (1000-3800 A.E.C)

Jerusalem - sus comienzos fueron nebulosos. Arqueólogos e investigadores de la época del bronce central, hace 3800 años encontraron restos de la ciudad que poseían una muralla para la defensa.

Justamente de un lugar lejano de Egipto y Manobia, se encontraron restos de una ciudad egipcia antigua Ajan - Atun (el marna) que describen la historia de Jerusalem.

Restos de vasijas de arcilla y estatuas de barro egipcias llamadas "ktabei hamearot" que llevan el nombre de Jerusalem y sus gobernantes. En estos escritos se encontraron varias ciudades cananeas y entre ellas "Arasalem", hoy en día Jerusalem. Los investigadores que se ocupan de descubrir el pasado y analizan lenguas antiguas, encuentran en este nombre dos palabras: ieru - shalem, y su explicación es "el d's integro instruirá las bases de la ciudad".

Cuando el patriarca Abraham llegó a la tierra de Israel, gobernaba en Jerusalem Malki Tzedek, que era sumo sacerdote al dios supremo. Esto es un testimonio bíblico que ya hace 3800 años Jerusalem era una ciudad santa.
Los patriarcas
(aprox. s. XVII AEC)
La historia judía empezó hace aproximadamente 4.000 años (circa siglo 17 AEC) con los patriarcas - Abraham, su hijo Isaac y su nieto Jacob. Documentos descubiertos en Mesopotamia, que se remontan a los años 2000-1500 AEC, corroboran aspectos de su estilo de vida nómade, descrito en la Biblia. El Libro del Génesis relata cómo Abraham fue llamado desde Ur de los caldeos a Canaán para ser formar un nuevo pueblo con la creencia en Un Dios. Cuando el hambre azotó Canaán, Jacob (Israel), sus doce hijos y sus familias se establecieron en Egipto, donde sus descendientes fueron sometidos a la esclavitud y obligados a realizar trabajos forzados.

Exodo y asentamiento
(circa s XII-XIII AEC)
Después de 400 años de esclavitud, los israelitas fueron conducidos a la libertad por Moisés, quien, de acuerdo a la narración bíblica, fue elegido por Dios para sacar a su pueblo de Egipto y retornarlo a la Tierra de Israel prometida a sus antepasados (circa siglos XIII-XII AEC). Durante 40 años deambularon por el desierto de Sinaí, donde se forjaron como nación y recibieron la Torá (Pentateuco), que incluyó los Diez Mandamientos y dio forma y contenido a su fe monoteísta. El éxodo de Egipto (circa 1300 AEC) dejó una marca imborrable en la memoria nacional del pueblo judío y pasó a ser el símbolo de la libertad y la redención. Año a año los judíos celebran Pésaj (Pascua), Shavuot (Pentecostés) y Sucot (la Fiesta de los Tabernáculos), para conmemorar los eventos ocurridos en ese tiempo.
Durante los siguientes dos siglos, los israelitas conquistaron gran parte de la Tierra y abandonaron sus costumbres nómades transformándose en campesinos y artesanos; se logró un cierto nivel de consolidación social y económica. Períodos de relativa paz fueron interrumpidos por tiempos de guerra en los que el pueblo se agrupó tras líderes conocidos como "jueces", elegidos por sus capacidades políticas y militares, así como por su habilidad de liderazgo.
La debilidad inherente de su organización tribal frente a la amenaza planteada por los filisteos (un pueblo marítimo de Asia Menor que se estableció en la costa mediterránea del país) generó la necesidad de un gobernante que pudiera unir a las tribus y convirtiera su posición en una institución permanente, cuya autoridad se sucediera por herencia.

Ioshua Bin Nun

Jerusalem era una ciudad jebusea cuando el pueblo de Israel la conquistó. Al leer el libro de Josué aprendemos que el rey de Jerusalem estaba a cargo del pacto de los cinco reyes, que querían castigar a los guibeonitas por haberse rendido ante los israelitas. Ioshua Bin Nun y su ejército triunfaron a los reyes del pacto y a sus soldados y fueron derrotados en el flanco del valle de Aialon, en el lugar que aconteció el milagro de "Sol, detente en Gabaón, y tu luna, en el valle de Aialon" (Josué10:12).

Los cinco reyes de las ciudades fueron asesinados, sus ciudades conquistadas, menos Jerusalem que quedó bajo el mando de los jebuseos hasta la época del rey David. Luego de la muerte de Ioshua Bin Nun se congregaron las tribus de Iehuda y Shimon para conquistar Jerusalem, que formaba una pared divisoria entre ellos y la tribu de Iosef que se encontraban en los montes de Efraim. "Y la tomaron y la hirieron a filo de espada y prendieron fuego a la ciudad" (Jueces 1:8). Prender fuego a una ciudad y destruirla era parte del proceso de conquista que realizaban las tribus de Israel, pero en este caso no encontramos que la ciudad conquistada se tornó en una ciudad hebrea. Jerusalem volvió a manos extranjeras y esperó otros 250 años hasta que el rey David llegó a ella desde la ciudad de Hebrón.


La época de los reyes - el período del primer templo (586-1000 A.E.C)
La monarquía
(circa 1020-930 AEC)
El primer rey, Saúl (circa 1020 AEC), cubrió el período entre la pérdida de la organización tribal y el establecimiento de una monarquía plena por parte de su sucesor, David. El rey David (1004-965 AEC) convirtió a Israel en una importante potencia de la región, por medio de exitosas expediciones militares, inflingiendo la derrota final a los filisteos, así como a través de una red de amistosas alianzas con los reinos vecinos. Como resultado de esto, su autoridad fue reconocida desde las fronteras de Egipto y el Mar Rojo hasta las riberas del Eufrates. En lo interior, unió a las doce tribus de Israel en un solo reino, colocando a Jerusalem y la monarquía en el centro de la vida nacional del país. La tradición bíblica describe a David como poeta y músico, cuyos versos aparecen en el Libro de los Salmos.
David fue sucedido por su hijo Salomón (965-930 AEC), quien reforzó aún más el reino. Por medio de tratados con los reyes vecinos y matrimonios con fines políticos, Salomón aseguró la tranquilidad dentro de las fronteras del reino y lo igualó a las grandes potencias de la época. Expandió el comercio exterior y promovió la prosperidad económica del país, desarrollando importantes empresas como las minas de cobre y la fundición de metales, a la vez que establecía nuevas ciudades y fortificaba otras, de importancia estratégica y económica. La coronación de las actividades constructoras de Salomón en Jerusalem fueron el palacio real y el Templo, que pasó a ser el centro de la vida nacional y religiosa del país. La Biblia atribuye a Salomón el Libro de los Proverbios y el Cantar de los Cantares.

El Rey David

¿Qué aspecto tenía Jerusalem cuando el rey David la declaró capital de Israel ? ¿Cómo fue construido el templo por medio de Salomón, hijo de David y heredero de su reinado?. Cómo era la vida cotidiana en la capital de Israel de aquellos días, ciudad que vivían solamente 2000 habitantes con una superficie que no llegaba a 60 dunas ?
Las respuestas a estas interrogantes son encontradas en versículos de la Biblia y en descubrimientos arqueológicos, principalmente aquellos que fueron descubiertos en la guerra de los Seis Días, en certificados, documentos y descubrimientos realizados en tierras cercanas a Israel.
El rey David llegó a Jerusalem con el tabernáculo, y así transformó a Jerusalem en centro espiritual y de su realeza. Salomón, su hijo, construyó el esplendoroso templo que maravilló a todos los habitantes del antiguo mundo. El poeta del libro de Salmos nos cuenta con admiración sin límites sobre la ciudad de aquellos días: "Grande es el Eterno, y digno de ser alabado, en la ciudad de nuestro D's, su santo monte. De hermosa perspectiva, es la alegría de toda la tierra" (Salmo 48:2-3). "Caminad en torno de Sion y ved en derredor de ella. Cuenta sus torres. Senalad bien sus murallas contemplad sus palacios" (Salmo 48:12-14).
La conquista de Jerusalem por el rey David
La descripción de la biblia es breve y nos deja un espacio para la imaginación. Cuatro versículos nos describen de forma telegráfica la historia del pueblo de Israel: "Y el rey y sus hombre fueron a Jerusalem contra los jebuseos, los habitantes de la tierra. Que hablaron a David diciendo: No entrarás aquí... Sin embrago David tomó la fortaleza de Sion la ciudad de David... Y David residió en la fortaleza y la llamó ciudad de David" (Samuel II, 5:6 en adelante). Jerusalem se torna capital de Israel. Cabe destacar que la fortaleza destacada en estos versículos es la fuente del nombre de "la fortaleza de David" o "la torre de David", punto turístico popular en Jerusalem, pero la fortaleza de David de la Biblia se encuentra en la "Ciudad de David" a los pies del monte del Templo de nuestros días. Los jebuseos, que su destino no es conocido, desaparecen de Jerusalem.
Ciudad internacional
Jerusalem era ciudad nacional e internacional. Reyes y reinados, ministros y duques, gentiles y judíos, de todos los extremos del mundo visitaban Jerusalem y peregrinaban a ella. Más esta ciudad, bonita como era había perdido su posición al dividirse el reinado de Israel en dos reinados. La ciudad que fue fijada minuciosamente en una zona neutral que estaba fuera del control de las tribus de Israel se tornó en la capital del reinado de Iehudá, que incluía solo dos tribus Iehuda y Biniamin. Los grandes reyes de Iehuda - Iehoshafat, Iehoash y Uziahu le agregaron esplendor más no le devolvieron el honor y la posición dentro de la congregación de Israel.
Jerusalem capital de un pequeno reinado siguió creciendo y desarrollándose "en suburbios externos" sobre la colina occidental. En la ciudad floreció el crecimiento espiritual como visionaron los profetas de Israel. De Jerusalem salió el llamado de los profetas, por primera vez en la historia del mundo antiguo, a valores de justicia, moral y paz - valores que en un futuro se tornarán en propiedad de todos los pueblos del mundo.

Fortaleza de Jerusalem
Jizkiahu, rey de Iehudá, obró para fortalecer la ciudad y perfeccionar el sistema de defensa. En ese mismo tiempo, en la segunda mitad del siglo 8 A.E.C, cayó el reinado de Israel y su capital en Samaria a manos del reinado de Asiria. El rey Jizkiahu que vio en peligro su reinado, expandió las murallas de la ciudad y estableció un sistema de agua avanzado que fue llamado en su nombre "el túnel de Jizkiahu" o "el túnel de Siloe". En e año 701 A.E.C luego de haber conquistado casi todas las ciudades de Iehudá y entre ellas Lajish, Sanjeriv rey de Asiria llegó a Jerusalem, la sitio pero no triunfó en conquistarla. En el año 586 A.E.C. Jerusalem cayó en mano de Nabucodonosor, rey de Babel, que destruyó el Templo y la fortaleza de la ciudad. Muchos de los habitantes de Jerusalem fueron exiliados, otros se escaparon a Egipto, y no quedó ni un asentamiento judío en Sion.
Los profetas
Pensadores religiosos y carismáticos individuos que eran considerados dotados de un don divino de revelación, predicaron en el período de la monarquía hasta un siglo después de la destrucción de Jerusalem (586 AEC). Ya sea como asesores de los reyes en asuntos relacionados con religión, ética y política, o como sus críticos, bajo la primacía de la relación entre el individuo y Dios, los profetas eran guiados por la firme convicción de la necesidad de justicia, y emitieron enérgicas censuras respecto a la moralidad de la vida nacional judía. Sus experiencias revelatorias fueron registradas en sus libros de inspirada prosa y poesía, muchos de los cuales fueron incorporados a la Biblia.
El llamado universal y permanente de los profetas deriva de su apelación a una consideración fundamental de valores humanos. Palabras como del profeta:, Aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda, (Isaías 1:17) siguen nutriendo a la humanidad en su búsqueda por una justicia social.

Monarquia dividida
El reinado de Salomón se deterioró hacia el final por el descontento de parte de la población que debía pagar fuertes tributos por sus ambiciosos proyectos. Al mismo tiempo, el trato preferencial que recibía su propia tribu produjo la irritación de las demás, lo que provocó un creciente antagonismo entre la monarquía y los separatistas tribales. Después de la muerte de Salomón (930 AEC), una insurrección abierta condujo a la separación de las diez tribus del norte y a la división del país en un reino norte: Israel, y un reino sur: Judea, en el territorio de las tribus de Judá y Benjamín.
El reino de Israel, con su capital Samaria, duró más de 200 años bajo 19 reyes, mientras que el reino de Judea, fue gobernado desde Jerusalem durante 400 años por un número igual de reyes de la casa de David. La expansión de los imperios asirio y babilonio conquistó primero a Israel y después a Judea. El reino de Israel fue vencido por los asirios (722 AEC) y su pueblo fue llevado al exilio y al olvido. Más de cien años después, Babilonia conquistó el reino de Judea, exilió a la mayoría de sus habitantes, destruyó Jerusalem y el Templo (586 AEC).
El primer exilio
(586-538 AEC)
La conquista babilonia puso término al Primer Estado Judío (Período del Primer Templo), pero no cortó la relación del pueblo con la Tierra de Israel. Sentados junto a los ríos de Babilonia, los judíos prometieron recordar siempre a su patria: Si me olvidare de ti, oh Jerusalem, mi diestra sea olvidada. Mi lengua se pegue a mi paladar, si no ensalzare a Jerusalem como preferente asunto de mi alegría. (Salmos 137:5-6).
El exilio a Babilionia que siguió a la destrucción del Primer Templo (586 AEC) marcó el comienzo de la diáspora judía. Ahí el judaísmo empezó a desarrollar un marco religioso y una forma de vida fuera de la Tierra, asegurando finalmente la supervivencia nacional y la identidad espiritual del pueblo y le infundió suficiente vitalidad para garantizar su futuro como nación.


El retorno a Sion - principios del período del segundo templo (536 - 164 A.E.C)
A raíz de un decreto del rey persa Ciro, conquistador del imperio de Babilonia, (538 AEC), aproximadamente 50.000 judíos emprendieron el Primer Retorno a la Tierra de Israel, dirigidos por Zerubabel, descendiente de la Casa de David. Menos de un siglo después, el Segundo Retorno fue dirigido por Esdrás el Escriba. Durante los siguientes cuatro siglos, los judíos conocieron diversos grados de autonomía bajo el dominio persa (538-333 AEC) y posteriormente el helenístico (ptolomaico y seléucida) (333-63 AEC).
La repatriación de los judíos bajo el inspirado liderazgo de Esdrás, la construcción del Segundo Templo en el sitio del Primero, la reedificación de los muros de Jerusalem y el establecimiento de la Knéset Haguedolá (Gran Asamblea) como ente religioso y judicial supremo del pueblo judío, marcaron el comienzo del Segundo Estado Judío (Período del Segundo Templo). Dentro de los confines del imperio persa (538-333 AEC), Judea era una nación que se centraba en Jerusalem, cuya dirección estaba confiada al Sumo Sacerdote y al Consejo de Ancianos.
Tres "inmigraciones"
Cuatro olas de inmigraciones a Jerusalem fueron necesarias para devolverle su honor y posición.
En los primeros inmigrantes se encontraba Sheshbatzar, que pertenecía a la estirpe del rey David y con él un grupo de distinguidas personalidades que se asentaron entre las ruinas de la ciudad y comenzaron a reconstruirla.
Luego de unos pocos años llegó el grupo de "segunda inmigración" bajo la dirección de Zerubabel Ben Shaltiel que fue gobernador de Jerusalem y Iehoshua Ben Tzadok el sumo sacerdote. Estas dos personas dirigieron al pueblo y establecieron el templo, llamado "segundo templo". Veintritres años después de la "declaración de Siró" se completó la construcción del templo y se renovaron los sacrificios en el Templo de Jerusalem.
El aspecto de esta pequena ciudad, que su población crecía constantemente, hizo al profeta Zacarías profetizar a su pueblo: "Se sentarán los ancianos y las ancianas en las plazas de Jerusalem cada uno con su báculo de ancianidad en su mano y las plazas de la ciudad estarán llenas de mancebos y muchachas jugando" (Zacarías 8:4-5).
Ezra el escriba fue el dirigente de la "tercera aliá". Ezra tenía la autorización de instituir jueces sobre el pueblo en Israel y juzgar según las leyes de la Torá. El organizó un cambio religioso y social cuya principal finalidad era que el pueblo de Israel, que se encuentra en Jerusalem y Iehudá, retorne a los preceptos y a la religión.

La nueva fortaleza
Nehemia que era el ministro de los escanciadores en el palacio del rey de Persia inmigró a Jerusalem en el año 445 A.E.C para restaurar las murallas de la ciudad que estaban destruidas y sus quemados portones. Nehemias era el dirigente de la cuarta ola de inmigrantes y le otorgó a Iehuda una nueva posición política y fortificó a Jerusalem y declaró: "Ven y construyamos las murallas de Jerusalem" con su carisma el sabía atraer los corazones del pueblo y tuvo éxito en su cometido. Su deseo acrecentar la población de Jerusalem y estableció que el 10% de las aldeas pasen a tener su vivienda fija en Jerusalem.
Las obras de Ezra y Nehemia concluyen con la historia de Jerusalem en la época bíblica. Durante cien años volvieron a Israel decenas de miles de exiliados de babilonia que renovaron el templo y establecieron a Jerusalem como centro religioso y nacional.
La Biblia nos otorga una importante fuente informativa de esa época, pues no encontramos material que pertenece a la época pérsica, durante 200 años.

La época de los helenistas y jasmoneos (333 A.E.C - 37 E.C)

Como parte del mundo antiguo conquistado por Alejandro Magno de Grecia(332 AEC), la Tierra se mantuvo como una teocracia bajo los gobernantes seléucidas con sede en Siria. Cuando se prohibió a los judíos la práctica del judaísmo y su Templo fue desecrado como parte del esfuerzo por imponer a toda la población la cultura y las costumbres con orientación hacia Grecia, los judíos se rebelaron (166 AEC).
Dirigidos en un comienzo por Matatías, miembro de la dinastía de sacerdotes hasmoneos y después por su hijo, Judá el Macabeo, los judíos entraron en Jerusalem y purificaron el Templo (164 AEC), eventos que se conmemoran anualmente durante la Fiesta de Janucá.
Los helenistas
Durante cien años continuaron los días de esplendor judío en Jerusalem, pero en el aסo 333 A.E.C la ciudad fue conquistada por Alejandro Magno, "el grande", que doblegó al imperio persa.
Luego de un breve período, con la muerte de Alejandro, el imperio macedonio se dividió en tres reinados que al frente de cada uno de ellos se encontraba uno de sus jefes de ejército. La ciudad de Jerusalem y toda la tierra de Israel se encontró durante cien años bajo la tutela de los egipcios talmitas y luego bajo el reinado sirio seleuki.
En la época del gobierno seleuki aumentó la influencia cultural helenista, y el rey Antiojus IV Epifanes (163-175 A.E.C) declara a Jerusalem como una "polis" griega llamada "Antiojia de Jerusalem".

La rebelión de los jashmoneos
Muchos de los jerusalimitanos se adhirieron a la cultura helenista y adquirieron sus costumbres y su forma de vida. A diferencia hubieron otras personas que se opusieron drasticamente al helenismo, y trataron de cumplir rigurosamente los preceptos de la Torá.
La lucha que estalló entre los "helenistas" y los "jasidim" llevó a una guerra entre hermanos. En consecuencia a los decretos religiosos decretados por el rey Antiojus IV Epifanes, decretos que ofendían directamente al templo y a sus servicios, los jasidim llegaron a una confrontación que no hubo igual en la historia.
En 167 A.E.C hubo una rebelión contra el gobierno celeuseo bajo el mando de los jasmoneos con Matitiau a su cabeza. Su hijo Iehuda el macabeo tuvo éxito en la conquista de la mayoría de los terrenos de Jerusalem triunfando a los helenistas, purificó el templo y renovó sus servicios. Luego de veinte años Shimon el jasmonaeo conquistó la fortaleza de Jakra, lugar donde se encontraban los helenistas y se consiguió un estado completamente soberano por el período de ochenta años.

De la ciudad baja a la ciudad alta
Luego de años convulsionados Jerusalem consiguió un descanso bajo el gobierno de Iojanan Orkenus y Alexander Ianai cuyo lema principal era la impulsiva construcción. Jerusalem se expandió para el occidente y en su superficie fue integrada "la ciudad alta" un apodo especial a la colina occidental en la cual se encuentra hoy en día el barrio judío y el armenio. La colina occidental estaba rodeada de murallas fuertes y nuevas, "la primera muralla" que rodeaba "la ciudad de David" y la "ciudad alta".
Pero el mundo se encontraba en cambios. Roma se hizo cargo de los portones del oriente. La guerra entre hermanos que estalló entre los herederos de Alejandro Magno sirvió como una grata oportunidad para Pompius, general romano en el oriente, gobernar en el año 63 A.E.C sobre la tierra de Israel. Fraudes e intrigas de aquellos que anhelaban gobernar llevaron a dar el cargo a Herodes, un judío de origen edomita, como rey judío bajo el imperio romano.

Desde la época de Herodes hasta la destrucción del Segundo Templo (37 A.E.C - 70 E.C)
La ciudad en su esplendor

El estado de Judá, bajo el gobierno de Herodes, se fortificó mucho en diversas aspectos hasta llegar a las dimensiones de la época del rey David. Jerusalem era la capital del estado y Herodes la convirtió en una de las ciudades más grandes y bonitas del mundo.
En Jerusalem se expandieron las construcciones del monte del templo y sus murallas, y se estableció una muralla adicional - "la segunda muralla" que sería cercana al portón de Shjem de nuestros días. El palacio del rey y su fortaleza fueron construidas en el extremo occidental de la ciudad, se allanaron calles y se crearon centros comerciales, y establecimientos de cultura y deporte. Su obra de arte en la capital fue el templo que se construyó en el monte del templo, que fue considerada la construcción más bella en el mundo romano.

Principios del cristianismo
La Jerusalem de Herodes no supo solo de construcciones bonitas. A simple vista Jerusalem se encontraba en un esplendor económico, pero en la ciudad había desequilibrio económico que creó diferencias económicas y sociales entre las clases. En el ambiente de tensión que crearon estas diferencias se comenzaron a encontrar grupos en el pueblo que anhelaban el Mesías y estallaron confrontaciones religiosas. La aparición de Jesús y sus actos trajeron como consecuencia la creación de una nueva religión - el cristianismo. Jesús, el nazareno, que los demás consideraban el Mesías, fue crucificado bajo el comisionado romano Pontius Pilatus, luego de haberse encontrado culpable de rebelión al reinado.

La gran rebelión
En el año 66 E.C estalló "la gran rebelión" de los judíos contra los romanos. En Jerusalem se dio la primer senal para la rebelión - el cese de sacrificios para el bienestar del emperador en el templo de Jerusalem. Cuatro años Jerusalem se mantuvo fuerte ante el sitio romano hasta que se rindió. Sus murallas fueron arrasadas, el templo destruido y los tesoros fueron llevados a Roma. El nueve de Av (70 E.C) el segundo templo se convirtió en ruinas. La ciudad que era la metrópoli judía en el mundo entero quedó desolada, y sobre sus ruinas los soldados de la décima legión romana acamparon como soldados gobernando a Iehuda.
Masada
En el año 73 E.C. cerca de 1.000 hombres, mujeres y niños que sobrevivieron la caída de Jerusalem ocuparon y fortificaron el complejo del palacio de Herodes en Masada, ubicado en la cumbre de un monte cerca del Mar Muerto, donde durante tres años resistieron los repetidos intentos romanos para desalojarlos. Cuando los romanos finalmente escalaron Masada e irrumpieron dentro de sus muros, descubrieron que los defensores y sus familias habían preferido darse muerte con sus propias manos que someterse a la esclavitud.
La destrucción total de Jerusalem y del Templo fue catastrófica para el pueblo judío. De acuerdo al historiador judío de la época Flavio Josefo, cientos de miles de judíos perecieron en el asedio a Jerusalem y en distintas partes del país, y muchos miles fueron vendidos como esclavos.
Un último breve período de soberanía judía siguió a la revuelta de Shimón Bar Kojbá (132), durante la cual se recobraron Judea y Jerusalem. Sin embargo, dado el enorme poderío de los romanos, el resultado fue inevitable. Al término de tres años, conforme a la costumbre romana, Jerusalem fue "arada con una yunta de bueyes"; Judea fue llamada Palaestina, y Jerusalem, Aelia Capitolina.
Aunque el Templo fue destruido y Jerusalem quemada hasta los cimientos, los judíos y el judaísmo sobrevivieron su encuentro con Roma. El ente judicial y legislativo supremo, el Sanhedrín (sucesor de la Knéset Haguedolá), fue reconstituido en Yavne (70 EC) y posteriormente en Tiberíades. Sin el marco unificador de un estado y del Templo, la pequeña comunidad judía se recobró gradualmente, siendo reforzada de vez en cuando por exiliados que regresaban. La vida institucional y comunitaria se renovó, los sacerdotes fueron reemplazados por rabinos y la sinagoga pasó a ser el centro de cada comunidad judía, como lo evidencian las ruinas de sinagogas encontradas en Capernaum, Korazín, Baram, Gamla y otros lugares. La Halajá (ley religiosa) pasó a ser el lazo común entre los judíos, y se transmitió de generación en generación.

Casi sesenta años Jerusalem quedó desolada y abandonada. En esos años Yavne era el centro nacional y religioso del pueblo judío. Nuestros conocimientos sobre la ciudad de la época de la gran rebelión hasta la época de Bar Kojba son muy escasos.
Según lo que parece, retornaron los judíos a Jerusalem solo en la época de la rebelión de Bar Kojba.

La época romana posterior

Aelia Capitolina (135-324 E.C)
Decenas de años después de la destrucción del templo, el emperador Adriano decide restaurar a Jerusalem de sus ruinas, así como lo hizo en diversos lugares del imperio romano, y establecer una ciudad con características helenistas. Como era distintivo de las ciudades extranjeras en esa epoca, Adriano construyo tambien en Jerusalem, templos paganos. Es sabido que fundo un templo a Zeus Capitolino y tambien un templo a Venus (Afrodita), diosa de la belleza y el amor. La ciudad fue merecedora de ser una colonia, superior a la posición que ocupaba "Polis" y recibió el nuevo nombre de "Aelia Capitolina", en nombre del emperador Elius Adrianus y el dios Júpiter el capitolino.
La ciudad nueva que construyó Adrianus era diferente a la anterior que fue destruida en la guerra. Los límites de la nueva ciudad se parecen a los de la ciudad vieja de nuestros días.
Las dos rebeliones, la gran rebelión y la rebelión de Bar Kojba causaron el abandono de judíos a la galilea y disminuyó la importancia de Iehuda. Luego de la rebelión de Bar Kojba quedó el norte de las montanas de Iehuda y la zona de Jerusalem casi sin ningún asentamiento judío. El aplastamiento de la rebelión del año 135 simboliza el principio del proceso en el cual la tierra de Israel se tornó en una tierra de extraסos y samaritanos.

La época bizantina (324-638)
Constantino que elevó al cristianismo como religión preferida comenzó en el año 324 E.C con obras de construcción, que estaban dirigidas a aumentar el prestigio de Jerusalem y darle una posición de cuna al cristianismo.
Las realizaciones llevadas a cabo por Constantino, cambiaron el color grisáceo de la ciudad. La población y la superficie crecieron y Jerusalem fue merecedora de una posición respetable y una fuerza económica. A la orden de Constantino y con el patrocinio de su madre, la emperatriz Helena, se estableció un centro en la ciudad "la iglesia del santo sepulcro".
En los siglos 4 y 5 se construyeron en Jerusalem varias iglesias. En el año 361, con la autorización de Julianus, hubo un intento de construcción del Templo, pero fracasó.
En la época del emperador Justinianus (527-567) Jerusalem llegó a la cúspide de su grandeza. En toda esa época el monte del templo estaba desolado y destruido.

La conquista persa
En el año 614 la tierra de Israel fue conquistada por los persas. Quince años después los persas gobernaron Jerusalem, durante tres años le otorgaron a los judíos una especie de autonomía. Los judíos desearon en sus corazones renovar el templo bajo el patrocinio del rey Kusro II.
En el año 629 el emperador Bizantion, Erquelius, conquistó la tierra de Israel. Nuevamente los judíos fueron exiliados de Jerusalem y se realizaron acciones de venganza y destrucción en el monte del templo. El gobierno bizantino no fue duradero. En el año 638 Jerusalem se rindió a los ejércitos de una nueva fuerza que aparece en la tarima de la historia - los árabes musulmanes.

Período árabe antiguo (638-1099)

En el siglo 7 E.C, Jerusalem fue marcada en la consciencia de la religión musulmana como la tercer ciudad santa, luego de Meka y Medina como objetivo de peregrinación. En la tradición del Islam el monte del templo es reconocido como el lugar donde Mahoma llegó "en las travesías nocturnas".
En el primer año de la conquista de los musulmanes, los omeyas construyeron dos lugares religiosos destacables: la mezquita de El Aqsa y el Domo de la Roca. A los pies del monte del templo se estableció un reinado que incluía un palacio y grandes construcciones. Hubo una inestabilidad política y los abaseidas sucedieron a los omeyas (750-960). En la época de la dinastía abasida Jerusalem descendió en importancia.
En el año 969 la ciudad fue conquistada por los nuevos califas, los fatimidas chiitas, cuya capital era el Cairo. El gobierno fatimita construyó y alentó la construcción musulmana en Jerusalem y destruyó iglesias y obras de culto cristiano. Por la crisis económica y la falta de estabilidad que hubo en el gobierno, el asentamiento judío pudo establecerse en Jerusalem . La ieshiva de "Gaón Iaakov" era el centro religioso en la ciudad que también iluminó a los judíos egipcios y a tierras vecinas. Los judíos de la diáspora peregrinaron a Jerusalem en las festividades pero debido a la prohibición del gobierno de llegar hasta el Monte del Templo, se organizaron rezos en el monte de los Olivos, frente al monte del templo

Período de los cruzados y aiubidas (1099-1260)
El 15 de julio de 1099 era un día soleado en Jerusalem. En horas del atardecer con la puesta del sol, irrumpieron los nobles cruzados a la ciudad santa.
Este día fue el fin del sitio que duró cinco semanas. Los cruzados masacraron a los musulmanes y judíos de la ciudad. Luego de 450 años de gobierno musulmán, Jerusalem volvió a ser capital del reino cruzado - "reinado de Jerusalem".

Conquista de los aiubidas
Casi cien años los cruzados gobernaron Jerusalem, hasta que en la primavera de 1187 conquistó la ciudad Saladino Sultán de la dinastía aiubida, dirigente musulmán que devolvió la ciudad al islam.
Saladino marcó su sello en Jerusalem: trasformando iglesias en mezquitas, las campanas de las grandes iglesias fueron quitas, cruces y símbolos cristianos desaparecieron y las construcciones fueron purificadas con aceite de rosas especial.
La mezquita de El Aqsa se transformó en el lugar principal de oraciones. A ambos lados de la iglesia del Santo Sepulcro se establecieron mezquitas, una de ellas en honor a Omar, el primer conquistador de Jerusalem - que perdura hasta hoy día y la segunda a Saladino segundo conquistador de Jerusalem.
A los judíos les fue permitido volver a Jerusalem y en menos de una generación se establecieron en la ciudad comunidades de judíos provenientes de Magrav, Francia e Inglaterra junto a los habitantes del lugar.

La conquista cristiana
La perdida del reinado en Jerusalem convocó a los cristianos a una nueva partida de cruzados a la tierra de Israel. La tercer expedición de los cruzados estableció nuevamente el reinado cruzado (1192). En el año 1244, casi 150 años luego de la nueva conquista cristiana, finalizó el gobierno cruzado, con la conquista por medio de los mamelucos, nuevos gobernantes de Egipto.

Período mameluco (1260 - 1517)

Siete años después de la conquista mameluca llegó a Jerusalem el Ramban (Rabi Moshe Ben Najman, comentarista de la Biblia). En una carta que le escribió a su hijo describió sus impresiones sobre Jerusalem: "Jerusalem está estéril y abandonada. Para describirlo brevemente, cuanto más sagrado es un lugar más en ruina se encuentra, Jerusalem sufrió más destrucción que el resto de las ciudades".
Bajo el gobierno de los mamelucos Jerusalem preservó su importancia, a pesar de no se capital.

Período otomano (1517-1917)
En el año 1517 las fuerzas otomanas barrieron a los ejércitos mamelucos. En vísperas de la conquista otomana la comunidad judía contaba con 1500 almas. Con el correr del tiempo la comunidad creció e incluyó en ella a los "arabisados", judíos de habla árabe. Junto a los expulsados de Espana, se consolidaron en la ciudad centros de eruditos que obraban junto al centro espiritual de Safed. El corazón de la comunidad se encontraba en el barrio judío, alrededor de la sinagoga de rabi Iojanan Ben Zakai, que fue inaugurada en el siglo 16, y en las sinagogas adjuntas. A fines del siglo 18 y principios del 19 comenzó la inmigración de judíos europeos - "jasidim" y "prushim" que acrecentaron la comunidad judía.

El siglo 19
A principios del siglo 19 Jerusalem era la capital de un pequeno distrito (Sanjak) y estaba bajo el mando general del departamento de Damasco. Su importancia era pobre y las actividades económicas eran insignificantes. La población se centralizaba en la ciudad vieja y contaba con 9000 almas, según esta división: 4000 musulmanes, 3000 cristianos y 2000 judíos.
En la ciudad vieja habían cinco barrios, musulmán, cristiano, armenio, mugrabi y judío. La situación de la ciudad era penosa: las callejuelas sucias, muchas casas estaban destruidas y la mortalidad era grande. Los judíos y cristianos se sentían minoría y les fueron decretadas limitaciones políticas, judiciales y religiosas.

El gran cambio
El gran cambio que se estableció en la ciudad comenzó con la conquista del general egipcio Ibrahim Falla (1833). El gobierno egipcio otorgó amplios derechos a la población no musulmana y a representantes europeos y abrió las puertas de Jerusalem para el mundo entero.
La influencia europea cambió la forma de vida: el correo era dirigido a través de consulados externos por ende se tornó en correos modernos, llegó la era de las diligencias, el reloj comenzó a contar las horas del día a partir de la media noche y no de la salida del sol, la lámpara y la nafta sustituyeron las velas de aceite. Estas eran las primeras senales de modernización en Jerusalem que tornó a la ciudad fanática musulmana en un centro político religioso europeo y en un lugar de interés para las grandes potencias.

La salida de las murallas
Luego de más de mil años se vivir amurallados, las murallas de la ciudad ya no delimitaban toda la ciudad. Comenzó el proceso de "la salida de las murallas" en el cual tomaron parte los judíos cristianos y musulmanes. Los judíos con la inspiración de Moshe Montefiori establecieron "Mishkenot Shaananim" (1860) y luego los siguientes barrios: "Majane Israel" (1868), Najalat Shiva (1869), Mea Shearim (1874). Este proceso comenzó en la segunda mitad del siglo 19 y continua en nuestros días.
En esta época aumentó el número de habitantes en la ciudad de algunos miles a decenas de miles. Se aplanaron caminos desde Iafo, Hebrón, Jericó, Shjem a Jerusalem y a fines del siglo se inauguró el ferrocarril de Iafo a Jerusalem.

Período del mandato británico (1917-1948)
El 9 de diciembre de 1917 el general británico Alembi conquistó Jerusalem. Luego de dos días Alembi ingresó con marchas de triunfo a la ciudad vieja. La rendición oficial se realizó en la entrada de la fortaleza. De esta manera llegaron a su fin 400 años de gobierno otomano y comenzaron 30 años de gobierno británico.
Los primeros dos años y medio era un gobierno militar, que fue cambiado por un gobierno civil. Por primera vez luego de los cruzados Jerusalem era nuevamente la capital. La ciudad creció y se desarrolló, se pavimentaron calles y caminos y se construyeron barrios judíos y árabes. La construcción de un centro comercial y la apertura de la universidad Hebrea le otorgaron un tinte moderno a la ciudad. El gobierno británico se vio obligado a preocuparse por las necesidades de agua, alimentos e higiene de los habitantes de la ciudad.
En el transcurso del gobierno británico se aceleró el proceso de modernización, aumentó la cantidad de medios de transporte, se pavimentaron caminos y se crearon canerías desde las fuentes del Iarkon de Rosh Haain a la ciudad de Jerusalem. El crecimiento de la población aumentó la tensión de los judíos, árabes e ingleses, tensión que estuvo acompanada por derramamientos de sangre en 1920 y en 1929. La tensión llegó a su cúspide en noviembre de 1947, con la decisión de la O.N.U. de finalizar el período del mandato británico y convertir a Jerusalem en una ciudad internacional.

Jerusalem - capital de Israel
Al finalizar en período del mandato británico los judíos y los árabes lucharon por gobernar en Jerusalem. En la época de la guerra de la independencia los árabes sitiaron al ciudad, había escasez de alimentos, agua, medicamentos y municiones. En el año 1949, al firmarse un acuerdo de cese de fuego, Jerusalem fue dividida. La ciudad vieja, incluyendo al barrio judío, quedó fuera de los límites de la ciudad hebrea.
En 10 de diciembre de 1949 el gobierno de Israel decidió convertir a Jerusalem en la capital oficial del estado de Israel. David Ben Gurion declaró "Jerusalem es una parte inseparable del estado de Israel y es su eterna capital".
En la Jerusalem occidental, capital de Israel se establecieron las instituciones del estado: la morada del presidente, la kneset, las oficinas de gobierno, establecimientos culturales y gubernamentales, el museo de Israel, Iad Vashem - museo del holocausto, el monte de Hertzel - cementerio de próceres israelíes y cementerio militar de los combatientes en las guerras de Israel.
En junio de 1967 estalló la guerra de los Seis Días. Las fuerzas de Tzaal penetraron al barrio judío por el portón de los León y se apoderaron de ella. La pared divisoria entre las dos partes de la ciudad que existió por diecinueve años fue derribada y Jerusalem con sus problemas y dificultades se convirtió en una sola ciudad. La montana del Templo y el Kotel Hamaarabi quedaban nuevamente bajo gobierno judío.

1967-1997
Jerusalem rodeada de barrios
Luego del primer entusiasmo de los israelíes y del primer impacto y la introspección realizada por los árabes - llegaron los días cotidianos a la ciudad. Jerusalem era una sola ciudad, los dirigentes del estado realizaron lo imposible para reunificarla, pero no todo tuvo éxito.
Casi todos los judíos apoyaron la unificación de Jerusalem y descartaron toda posibilidad de volver a la situación anterior. Los árabes residentes en Jerusalem y los jordanos, que gobernaban en Jerusalem oriental hasta principios de junio de 1967, y así también todos los estados árabes, no aceptaban el gobierno israelí en Jerusalem. Ellos declaraban que Jerusalem oriental debía volver a la brevedad posible a sus manos. Hussein el rey de Jordán declaró que su decisión de no ceder su reinado en Jerusalem es terminante.
La unificación de Jerusalem trajo consigo un gran impulso de desarrollo. Nuevos barrios se comenzaron a crear sobre las colinas que rodean la ciudad en el sur, este y norte. La construcción judía en cantidades respondía a las necesidad de una población judía en crecimiento, más no se descartaba la posibilidad de volver a dividir a Jerusalem. Para la expansión fueron necesarios extensos terrenos de árabes y judíos.
También el desarrollo de la construcción árabe en Jerusalem y su periferia tuvieron grandes consecuencias políticas - para los árabes como para judíos. Los focos de construcción árabe fueron en el norte entre Ramala y Shuaafat, Ba Raam, Kalandie y Bir Nabala, en el este de la ciudad El Azaria, Abu Dis y Isauia, en el sur la zona de Bet Zajur.

La restauración del barrio judío
Los años de conquista jordana fueron acompanados con la destrucción total del barrio judío en la ciudad vieja, que había existido cientos de años . Sinagogas, ieshivot, organizaciones públicas y casa particulares se transformaron en ruinas, con la intención de borrar todo recuerdo de vida judía del lugar.
Luego de la guerra de los Seis Días, el gobierno de Israel decidió restaurar el barrio con el propósito "de devolver la corona de antaסo". Luego de grandes debates se decidió restaurar el barrio de una forma tradicional. Parte de las antiguas construcciones fueron remodeladas y otras fueron construidas desde su base pero guardando relación con el medio ambiente existente. Con la ayuda los presupuestos gubernamentales se restauraron 600 unidades de vivienda, sinagogas, ieshivot, y otras instituciones. A mediados de los años 80 se completó la construcción de la superficie del barrio judío. Los arquitectos disenaron también plazas y explanadas para los visitantes.
En seguida después de la guerra, fueron destruidas edificaciones que se encontraban cercanas al Muro de los Lamentos, para poder construir una gran explanada pública que pudiera albergar cientos de miles de peregrinos. Como símbolo de los restos de aquella época se encuentra la sinagoga "Tiferet Israel" ("Hajurba") en sus ruinas. A diferencia de las cuatro sinagogas sefaraditas Iojanan Ben Zakai, Eliahu Hanavi, Haemtzai y la de Istambul que fueron restauradas.

La ciudad vieja - moderna, renovada como un museo abierto
Entre los lugares que se descubrieron en la última generación: la torre israelí - que era parte de la fortaleza norte de Jerusalem durante el primer templo, al lado se construyó una maqueta de la ciudad de dicha época.
El barrio herodeano - son los restos de una construcción en la que aparentemente vivían familias ricas del sacerdocio y demuestran el esplendor y la hermosura de Jerusalem en el período del segundo templo, sobre estos restos en el segundo piso, se construyó la ieshiva Hakotel.
La casa quemada - se encuentra en el sótano de una casa, es la restauración de una vivienda de la época del segundo templo, en ella se encontraron restos de cenizas y el brazo de una mujer extendido queriendo tomar una lanza, esto nos testimonia sobre el final de los días al caer la ciudad alta en manos de los romanos.
La reconstrucción destacable en la cual fueron utilizados restos arqueológicos para la nueva construcción es la del antiguo Cardo - una calle llena de columnas decoradas que dividían a Jerusalem romana y bizantina desde la puerta de Damasco al norte hasta el monte de Sion en el sur. Hoy en día se encuentran los restos arqueológicos en el Cardo y también funciona una galería comercial, tiendas y restaurantes.

Capital: centro nacional
La capital del pueblo de Israel que fue en la época de David y Salomón, hace 3000 años , volvió a ser capital con el comienzo de la creación del estado. En Jerusalem se encuentran hoy en día la mayoría de organizaciones estatales: la morada del presidente de Israel, las organizaciones gubernamentales en Givat Ram y ahí la Kneset, las oficinas de gobierno y de banco de Israel, cerca a ellos el Palacio de Justicia, una construcción cuya peculiaridad arquitectónica denota el honor y la nobleza del poder judicial.
A raíz de la unificación de la ciudad se construyó en la parte este una cantidad de edificaciones pertenecientes al gobierno, entre ellos el cuartel general de la policía, tribunal de alzada, cerca del monte Scopus se construyó un barrio y en el oficinas del estado. También se traslado la organización obrera a Jerusalem.
Otros lugares de gran importancia nacional están dispersados en Jerusalem.
En el monte de Hertzel el lugar donde está enterrado el visionario del estado judío y la parcela de los próceres de estado, cerca del cementerio militar central, se realizan los actos centrales del día de recuerdo a los caídos en las batallas de Tzaal y el acto del día de la independencia.
No lejos de ahí se encuentra "Iad Vashem" ubicado en el monte de recuerdo, lugar de recuerdo a los mártires del holocausto. Los visitantes de estado, ciudadanos del país, y turistas se encuentran con las más terribles de las desgracias que le acontecieron al pueblo judío. Cada año se realizan actos de recordación centrales en el día del holocausto y del heroísmo.
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