jueves, 19 de abril de 2012

Recordar la vida, no la muerte

Ana Jerozolimski Nuevamente, como todos los años, el pueblo judío recuerda y honra la memoria de sus hijos asesinados por los nazis y sus colaboradores en el Holocausto, en la Segunda Guerra Mundial. Nuevamente, como siempre, en todos los confines del mundo, dondequiera que haya colectividades judías, se realizan ceremonias solemnes de recuerdo y homenaje. En nuestro país, donde viven en libertad y como ciudadanos dignos varios sobrevivientes de la Shoa (Holocausto), se realiza este miércoles 18 por la noche, víspera del día recordatorio, como es ya tradicional, el Acto Central de Iom Hashoa, en los salones de la Comunidad Israelita. Alí, ante autoridades nacionales y público en general, como todos los años, la presencia de los sobrevivientes, acompañados generalmente por sus hijos y nietos, es un tributo a la vida. En Israel, en el acto central en Yad Vashem, el Museo Recordatorio del Holocausto y el Heroísmo, se encenderán las seis antorchas tradicionales, una por cada millón de víctimas. Cada uno de los elegidos, simboliza un mundo. Sobrevivientes que lograron llegar a Israel después de la guerra y que con su vida misma y su trabajo en pro de los semejantes, honraron la memoria de los muertos. Todos ellos son el testimonio directo de la hecatombe..pero también del poder de la vida. Y sentimos hoy que lo central del recuerdo es que los seis millones de judíos asesinados, no son sólo un número seco y amorfo que resume una tragedia, sino seres humanos que vivían, tenían familias y sueños, reían y lloraban..hacían planes de futuro..como todos. Habría que pensar en los seis millones como en Ana Frank. A través del diario que escribió y que su padre Otto halló después de la guerra, esa niña inteligente y llena de energía asesinada en Bergen Belsen, entró a los corazones de millones en el mundo todo, no sólo de judíos. Es que a través de su rostro conocido y de sus propias palabras, es posible identificarse con una vida en particular, con una forma de sentir, con los sueños y preocupaciones de alguien “de verdad”. Quienes lograron sobrevivir, tuvieron la dicha de la nueva oportunidad, de formar nuevas familias y de ver hijos y nietos nacer…Aún así, pensar en lo que tuvieron que vivir durante la guerra, desgarra el alma. Eso es lo que sentimos al leer en el periódico israelí Yediot Ajronot una nota de Reuven Weiss, que cuenta la historia de uno de los 51.000 objetos entregados a Yad Vashem en el transcurso del último año, en el marco del singular proyecto “Juntando los trozos”, que exhorta a ciudadanos particulares a llevar al museo recuerdos que hayan guardado consigo de la Shoa, para que sean testimonio público. En el centro de la nota, aparece una foto, de una mujer de bellos rasgos, sonriente..al parecer enamorada. Y esta es su historia, contada por quien fue su primer esposo, Pavel Fisk, en el testimonio que prestó al Museo del Holocausto en Nueva York antes de morir. Una foto doblada, guardada durante años, oculta, para preservar la memoria y la cordura...además del amor.. “A la entrada de las duchas en Auschwitz-Birkenau nos quitamos la ropa, nos sacamos todo. Yo me quedé solamente con una cosa: una foto de mi esposa Anni con la que me había casado tres días antes, en Terezin. Doblé la foto de modo que quede muy pequeña y me la puse en la boca. Desde ese momento y hasta el final de la guerra, llevé la foto conmigo todo el tiempo, escondiéndola a veces en la boca, a veces en la ropa , otras en un bolsilo. Era algo que me conectaba con la vida afuera, con la vida normal”. Pavel Fisk logró salir con vida de las duchas de la muerte…pero el sueño de su vida con Anni ya había sido herido de muerte. Anni Lewinger había nacido en territorio checo en 1924. La guerra la separó de su esposo. Ambos tuvieron la suerte de sobrevivir. Un conocido de la familia que ella formó años después en Israel con su segundo esposo Israel Tsjori, contó a las hijas de la pareja (que no sabían que su madre había estado casada antes , durante la guerra), que Pavel Fisk nunca dejó de buscarla. El encontró a Fisk, cuenta que lo llevó en sus espaldas por distintos lugares de Europa y que él iba siempre gritando “Anni….Anni…”. Finalmente Fisk logró ubicar al amor de su vida, se reunió con ella y vivió en Checoslovaquia con ella un tiempo, pero luego se separaron y Anni viajó sola a Israel, instalándose en el kibutz Dan. El llegó hasta allí y nuevamente intentaron reconstruir lo perdido…pero luego de un tiempo, volvieron a separarse. Tiempo después Fisk viajó a Estados Unidos, donde más tarde formó una nueva familia y se convirtió en un respetado sicólogo. Claro está que algo no funcionó en la pareja. Nosotros creemos que los horrores de la guerra no podían no dejar secuelas—y que incidieron también en los sentimientos más profundos de dos personas enamoradas. Los hijos de Anni y su segundo esposo buscaron a Fisk cuando su madre ya había fallecido. Lograron ubicar a su viuda en Estados Unidos y ella les entregó las grabaciones con el testimonio que había dado al Museo del Holocausto, en el que entre otras cosas, contaba sobre la foto escondida. Corrieron al álbum familiar y allí hallaron la foto, con señales claras de lo doblada que había estado mucho tiempo.Cabe suponer que Anni la recibió de Fisk cuando volvieron a reunirse después de la guerra. Es notorio en la foto , que había estado doblada en cuatro. En su parte inferior hay restos de un texto ya muy desgastado, que Anni había escrito a su esposo antes de darle la foto. La hija mayor de Anni contó años atrás, antes de morir, que lo único que habían logrado descifrar de esas palabras, fue ´Que vuelvas sano y salvo´. Anni y Pavel no murieron en Auschwitz. Lograron casarse de nuevo, y cabe suponer, volver a soñar, aunque por separado, después de la guerra. Aún así, imaginamos una vida en la que la felicidad de seguir adelante, iba empañada por dentro de lo terrible de lo vivido antes,..Lo saben los hijos de la segunda generación, hijos de sobrevivientes algunas de cuyas historias hemos oído, que cuentan que de niños, creciendo en una casa en la que era tabú hablar de la Shoa, no sabían qué hacer cuando sus padres, o uno de ellos, gritaba cosas terribles mientras dormía….Sufrían de verlos sufrir, de imaginar qué encerraban esas pesadillas, de no poder ayudar..y por sentir miedo sin entender. Claro que peor todavía fue el destino de todos aquellos que ya nunca más pudieron soñar. Como aquella jovencita cuya historia es una de las 51.000 entregadas este año a Yad Vashem, cuando su hermana mayor, que logró salvarse y sobrevivir, se desprendió entre lágrimas de un papel que había guardado desde aquellos oscuros años de la guerra. Era una pequeña esquela que su hermana, que acababa de cumplir 15 años, le escribió cuando eran llevadas al campo de exterminio del que sólo una salió. “No quiero morir”, decía el papel en tono de clamor. “Quiero vivir”.

Tres criminales de guerra nazis, en la mira

Tres criminales de guerra nazis, en la mira Ag.cabanah En la víspera de Yom Hashoa, el Centro Simon Wiesenthal anunció tres nuevos nombres se agregaron a su lista de los criminales de guerra nazis más buscados. Los tres tienen una conexión canadiense y dos viven actualmente en Canadá. Los dos sospechosos en Canadá son: Vladimir Katriuk, que fue el comandante de un ejército ucraniano, unidad que cometió asesinatos en masa en Belarús, y Helmut Oberlander, quien supuestamente sirvió en una de las unidades móviles de matanza, que asesinó a gran número de judíos en el sur de Ucrania. Katriuk huyó a Canadá después de la guerra, pero en 1999, después de que las autoridades canadienses descubrieron su pasado, fue despojado de su ciudadanía canadiense. Fue reincorporado en 2007, en una acción ratificada por un tribunal canadiense en 2010. Sin embargo, nuevas pruebas han surgido recientemente de sus presuntos crímenes de guerra, que el Centro Wiesenthal espera conduzca a una reconsideración de su caso. Oberlander también ha tenido su ciudadanía canadiense repetidamente revocado por su pasado Nazi, luego restaurada, y ahora pendiente de nuevo. Los einsatzgruppen, unidades en las que se desempeñaron tanto Katriuk como Oberlander, se cree que han matado más de 23.000 personas, en su mayoría judíos. El tercer hombre mencionado es Laszlo Csatary, quien como comandante de la policía en Eslovaquia ocupada húngaro ha desempeñado un papel clave en la deportación de 15.700 judíos a Auschwitz en la primavera de 1944. Después de la guerra, también huyó a Canadá. El Gobierno canadiense le privó de la ciudadanía en 1997 y dejó el país voluntariamente. Ahora vive en Hungría. 'A pesar de la suposición de algo frecuente que es demasiado tarde para enjuiciar a los asesinos nazis, las cifras demuestran claramente lo contrario,' dice Efraim Zuroff, director del centro de Israel. "Estamos tratando de asegurar que al menos varios de estos criminales van a ser llevados a juicio en los próximos años. Mientras que generalmente se asume que es la edad de los sospechosos que es el mayor obstáculo para el enjuiciamiento, en muchos casos es la falta de voluntad política, más que otra cosa. " En los últimos 11 años, más de 90 criminales de guerra nazis han sido condenados por sus crímenes durante la guerra por los tribunales en todo el mundo y se han presentado unas 80 nuevas acusaciones, dijo Zuroff. Además, se han abierto más de 3.000 nuevas investigaciones contra presuntos nazis.

En memoria de Emanuel Ringelblum - Informó al mundo sobre la barbarie nazi

Emanuel Ringelblum (1900 - 1944), uno de los héroes del gueto de Varsovia, nació en la ciudad de Buczacz, Galicia Oriental (ahora Ucrania), el 21 de noviembre de 1900. En 1922, comenzó sus estudios en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Varsovia. Completó su doctorado en 1927. Su tesis se tituló ``La temprana historia de los judíos de Varsovia hasta 1527-``. Ringelblum estuvo casado con Yehudit Herman y la pareja tuvo un hijo, Uri. Durante varios años, Ringelblum, enseñó historia en la Escuela Superior Yehudiya para niñas en Varsovia. Fue editor de revistas académicas sobre la historia de los judíos en Polonia. Desde muy temprana edad, él era miembro de Po'alei Sión, un grupo marxista-sionista. Ringelblum se unió a la organización judía americana Joint Distribution Comitee en Varsovia en 1930 como empleado a tiempo parcial. Junto con otros miembros del personal de la organización, ayudó a establecer las gemiles khesed kasses, las sociedades de préstamo gratuito, que fueron 870 en 1939. Después de la ocupación alemana de Varsovia en septiembre de 1939, Ringelblum, junto con un pequeño grupo de amigos, comenzó a grabar con todo detalle lo que estaba sucediendo a los judíos de Varsovia y de los refugiados judíos que entraban a la ciudad. Al darse cuenta de que lo que estaba sucediendo en el gueto no tenía precedentes en la historia judía, Ringelblum quería dejar un registro escrito de la historia del gueto para las generaciones futuras. Ringelblum reunió a un talentoso grupo de personas, que comprendió una amplia muestra representativa de los judíos de Varsovia, incluyendo a figuras tan diversas como Shimon Huberband, un rabino ortodoxo y Yehuda Feld, un editor de la prensa comunista clandestina. El grupo, conocido por el nombre de ``Oneg Shabat-``, se reunía en secreto los sábados por la tarde para informar sobre su trabajo. Bajo la dirección de Ringelblum, ellos recopilaron datos de todo el espectro de la vida en el gueto: la crueldad y la maldad de los alemanes, el hambre en el gueto, las condiciones de vida, las condiciones médicas y sanitarias, las escuelas y las publicaciones clandestinas, los rumores, los chistes, e incluso la vida en la calle. Ringelblum puso en marcha un importante proyecto para estudiar la experiencia de la mujer judía en el gueto de Varsovia, mientras que, a petición suya, los médicos en el gueto llevaron a cabo un estudio sobre los efectos médicos y psicológicos del hambre. Ringelblum registró la mayor parte de la historia del gueto, se centró en el destino de los líderes comunales e instituciones. El ``Oneg Shabat-``, realizó la crónica de la suerte de los judíos de Varsovia durante el período de las deportaciones desde julio a septiembre de 1942, así como las cámaras de gas en el primer campo de exterminio en Chelmno. Este material fue pasado a la resistencia polaca, que la remitió al gobierno polaco en el exilio, en Londres. De esta manera, Ringelblum desempeñó un papel importante en la información de las atrocidades alemanas contra los judíos en Polonia llamando la atención del mundo exterior. Durante 1943, Ringelblum participó en la planificación del levantamiento del gueto de Varsovia y también realizó la crónica de los acontecimientos que condujeron a ella. Los informes y documentos que constituyó ``Oneg Shabat-`` fueron enterrados en el gueto en latas de leche y cajas de metal y con planes para su recuperación después de la guerra. Dos secciones del archivo se recuperaron en 1946 y 1950. Una tercera sección nunca se recuperó. En marzo de 1943, Ringelblum y su familia salieron de contrabando fuera del gueto y se escondieron en el lado ``ario-`` de Varsovia bajo un invernadero en el barrio de Ochota, junto con una treintena de otros judíos. Dos días antes de Pésaj en abril de 1943, en vísperas del levantamiento del gueto de Varsovia, Ringelblum entró en el gueto solo. Durante el levantamiento, que comenzó el 19 de abril, y durante varios meses después, no se sabía nada de su paradero. En julio de 1943, se descubrió que lo habían llevado al campo de trabajo de Trawniki. Dos miembros de la resistencia de Varsovia, un no judío y una mujer judía lograron sacarlo de contrabando fuera del campo, disfrazado de trabajador ferroviario polaco y lo devolvieron a Varsovia, donde se reunió con su esposa e hijo. El 5 de marzo de 1944, Ringelblum fue traicionado por un polaco, y su refugio fue descubierto por los alemanes. Ringelblum, su familia, y todos los demás en el escondite, así como el que los escondió, fueron llevados a la cárcel de Pawiak. La resistencia polaca posteriormente ejecutó a la persona que traicionó al grupo. Ringelblum y su hijo Uri, permanecieron juntos en una celda en la cárcel de Pawiak, mientras que su esposa fue llevada a la celda de las mujeres. Otro preso en Pawiak, Julián Hirszhaut, se involucró en un intento de mover a Ringelblum, de las células de los condenados a muerte a las células de los presos que iban a ser enviados a Alemania como sastres y zapateros. Se las arregló para entrar en la célula y comunicarle el plan. Al enterarse de que había una oportunidad de rescatarlo, Ringelblum señaló con el dedo a su hijo y le preguntó: ``¿Y qué pasará con él? ¿Qué pasará con mi esposa, que está en la sección de mujeres? Hirszhaut escribe en su testimonio: ``¿Qué podía responderle? Todos sabíamos muy bien que si teníamos éxito en encontrar a Ringelblum y llevarlo con nosotros como zapatero o sastre, su familia aún estaría condenada al fracaso. Mi silencio le transmitió la verdad, él añadió de inmediato: ``Entonces prefiero ir por el camino del Kidush Ha-Shem (la santificación del nombre de Dios), junto con ellos-``. Ringelblum y su familia fueron fusilados por los alemanes en medio de las ruinas del gueto de Varsovia, en marzo de 1944.
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