miércoles, 12 de octubre de 2011

Guilad Shalit será liberado por razones políticas




El gobierno israelí aprueba el acuerdo con el Hamás para intercambiar a Guilad Shalit por 1000 terroristas palestinos
El gobierno de Israel está a punto de aprobar por mayoría absoluta un pre acuerdo firmado el último jueves con el Hamás; gracias a la mediación de Alemania y la colaboración de las autoridades egipcios; para la liberación de 1000 terroristas palestinos a cambio del soldado israelí Guilad Shalit, secuestrado hace más de cinco años por el Hamás. En el pasado, el ejército israelí había descartado la posibilidad de liberar a Shalit por la fuerza ya que se encontraba en un lugar que no permitía una operación militar. El Hamás anunció oficialmente que aprueba el acuerdo.
¿Por qué el intercambio se produce justamente ahora? Por tres razones: 1- Según las explicaciones públicas de Netanyahu, la fracasada y preocupante "primavera árabe" presenta la oportunidad de llegar a un acuerdo "ahora" ya que el futuro presenta muchas incertidumbres. El Hamás, tras el descalabro posible de uno de sus patrones, Siria, entiende que un acuerdo ahora con Israel puede permitir el regreso de la dirigencia terrorista a Gaza, ya que, según algunos informes periodísticos (Canal 2), Israel se habría comprometido a no atentar contra Mashaal, Abu Marsuk y otros líderes del Hamás si estos deciden abandonar Damasco para pasar a la Franja de Gaza, 2- Netanyahu no se encuentra en una encrucijada política interna, no se encuentra en un estado de negociaciones con los palestinos que podría motivar que los que se oponen a posibles acuerdos (por ejemplo, los colonos judíos) se "suban al carro" oponiéndose a un acuerdo por Shalit como otra forma de debilitar la posición de Netanyahu, 3- La Autoridad Palestina y su Presidente Mahmud Abbas impulsa una campaña de deslegitimación contra Israel, una declaración de independencia unilateral y un rechazo a negociar con Israel. Es posible que el gobierno de Israel sienta que no es posible rechazar un acuerdo con el Hamás por Shalit por "temor" a debilitar al Fatah (de Abbas) frente a su enemigo islamista Hamás.
Abbas no puede atacar constantemente a Israel en el mundo y esperar confiado que Israel rechace un acuerdo para recobrar con vida a Shalit ya que, supuestamente, este acuerdo debilitará la popularidad de Abbas en la calle palestina.
¿Cómo sería el acuerdo de intercambio entre el gobierno de Israel y el Hamás? Por lo visto Israel habría aceptado liberar a terroristas originarios de Gaza, originarios de Judea y Samaria pero también ha aceptado una exigencia del Hamás… la liberación de palestinos del este de Jerusalén y ciudadanos árabes israelíes. Este era un paso importante para el Hamás, que desea presentarse como un representa de "todos" los palestinos, incluso los árabes israelíes que se consideran a sí mismos, por lo menos los implicados en atentados terroristas, como "palestinos". Según los medio de comunicación de Israel, el gobierno de Netanyahu habría aceptado liberar a 15 de los 60 architerroristas con "mucha sangre en sus manos" exigidos en la lista original del Hamás. En total, Israel habría aceptado liberar 450 terroristas, asesinos demostrados. Parte de estos terroristas podrían regresar a sus casas en Cisjordania mientras que otros serán deportados a la Franja de Gaza. Israel liberaría, además, otros 150 implicados en acciones terroristas, especialmente jóvenes y mujeres. Por último, otros 400 terroristas menores que también serían liberados por el soldado israelí. En total, 1000 palestinos serian liberados. El proceso de intercambio se produciría en pasos, Shalit sería entregado a Egipto, Israel liberaría presos, Shalit regresaría sano y salvo a Israel lo que permitiría la liberación de los otros presos palestinos.
"Identidad duda de la conveniencia política de debilitar a Abbas, único frente palestino y árabe que no hace uso de la violencia. ¿Será una forma de desviar la atención sobre el Estado Palestino?
¿Porqué antes se rechazó similar oferta? ¿Negociar con Hamas y acordar, dejando de lado a Al Fatah de Abbas, no es dar primacía a los terroristas?
De todas formas nos alegra que Guilad Shalit pueda volver a su país y su casa.

Posición de un amigo de Israel



- por MARIO VARGAS LLOSA


¿Cual debería ser la posición de un amigo de Israel ante el pedido del presidente Mahmoud Abbas de que la ONU reconozca a Palestina como un Estado de pleno derecho? Convendría antes definir qué entiendo por "amigo de Israel", ya que en esta definición caben actitudes distintas y contradictorias. A mi juicio, es amigo de Israel quien, reconociendo el derecho a la existencia de ese país -admirable por tantas razones-, obra, en la medida de sus posibilidades, para que ese derecho sea reconocido por sus vecinos árabes e Israel, garantizado su presente y su futuro, pueda vivir en paz y armonía dentro de fronteras seguras e internacionalmente reconocidas.

En la actualidad, Israel se halla lejos de alcanzar semejante estabilidad y seguridad. Es verdad que vive un notable progreso económico, gracias a su desarrollo tecnológico y científico tan bien aprovechado por la industria, y que su poderío militar supera con creces el de sus vecinos. Pero tanto en elinterior como en el exterior la sociedad israelí experimenta una crisis profunda, como se vio hace poco en sus principales ciudades con las formidables demostraciones de sus "indignados", que manifestaban su hartazgo de los sacrificios y limitaciones de todo orden que impone a la sociedad civil e lestado crónico de guerra larvada en que se eterniza su existencia y el deterioro de su imagen internacional que, probablemente, nunca se ha visto tan dañada como en nuestros días.

El antisemitismo no explica este desprestigio como quisieran algunos extremistas,que divisan detrás de toda crítica a la política del gobierno de Benjamin Netanyahu el prejuicio racista. Este no ha desaparecido, por supuesto, porque forma parte de la estupidez humana -el odio hacia "el otro" que seencarniza contra el negro, el árabe, el amarillo, el gitano, el indio, el cholo, el homosexual, etcétera-, pero la realidad es que, en nuestros días, Israel ha perdido aquella superioridad moral que la opinión pública del mundo entero le reconocía, cuando la imposibilidad de un acuerdo de paz entre palestinos e israelíes parecía sobre todo culpa de aquellos, por su intolerancia a reconocer el derecho de Israel a la existencia y su justificación del terrorismo. Ahora,la impresión reinante y justificada es que aquella intolerancia ha cambiado de campo y el obstáculo mayor para que se reanuden las negociaciones de paz con los palestinos es el propio gobierno de Netanyahu y su descarado apoyo político, militar y económico al movimiento de los colonos que sigue extendiéndose por Cisjordania y Jerusalén oriental y encogiendo como una piel de zapa el que sería territorio del futuro Estado palestino.

El avance y multiplicación de los asentamientos de colonos en territorio palestino, tanto en Cisjordania como en Jerusalén oriental, que no ha cesado en momento alguno, ni siquiera durante el período de cuarentena que dijo imponer el gobierno, hace que sean muy poco convincentes las declaraciones de los actuales dirigentes israelíes de que están dispuestos a aceptar una solución negociada del conflicto. ¿Cómo puede haber una negociación seria y equitativa al mismo tiempo que los colonos, armados hasta los dientes y protegidos por elejército, prosiguen imperturbables su conquista del Gran Israel?

En el último viaje del primer ministro israelí a Washington, Netanyahu se permitió desairar al presidente Obama, mandatario del país que ha sido el mejor aliado y defensor de Israel, al que subsidia anualmente con más de 3000 millones dedólares, porque Obama propuso que se reabrieran las negociaciones de paz bajo el principio de los dos Estados, en el que el palestino tendría las fronteras anteriores a la guerra de 1967, propuesta sensata, convalidada por la ONU y la opinión internacional, a la que en principio ambas partes se habían declarado dispuestas a aceptar como punto de partida de una negociación. El desaire de Netanyahu contó con el apoyo de un sector del Congreso estadounidense y de las corrientes más extremistas del lobby judío norteamericano, pero las encuestas mostraron de manera inequívoca que aquella actitud prepotente debilitó aún más la solidaridad con Israel de una parte importante de la opinión pública de los Estados Unidos, donde la "primavera árabe" ha sido recibida con simpatía, como un proceso democratizador en la región que debería, a la corta oa la larga, traer a Israel más beneficios que perjuicios.

Creo que a mediano o largo plazo el numantismo -convertir a Israel en un fortín militar inexpugnable, capaz de pulverizar en caso de amenaza a todo su entorno-y la sistemática destrucción de la sociedad palestina, desarticulándola, cuadriculándola con muros, barreras, inspecciones, expropiaciones y reduciendo cada vez más su espacio vital mediante el avance de las colonias de extremistas fanáticos empeñados en resucitar el Israel bíblico, son políticas suicidas, que ponen en peligro la supervivencia de Israel. Por lo pronto, esas políticas sólo han servido para multiplicar la tensión y crear un clima en el que en cualquier momento podría estallar una nueva Intifada. Y, por supuesto, un nuevo conflicto bélico en una región donde, de más está decirlo, la causa palestina tiene un respaldo unánime. Por otro lado, una de las consecuencias más lamentables de estas políticas es que lo mejor que tenía Israel para mostrar al mundo -su sistema democrático- ha perdido su carácter modélico, al ser poco menos que expropiado por coaliciones de ultranacionalistas que, como las que sostuvierona Sharon y sostienen ahora a Netanyahu, han ido introduciendo reformas y exclusiones que limitan y discriminan cada vez más la libertad y los derechos de los árabes israelíes (casi un millón de personas), convertidos hoy en día en ciudadanos de segunda clase.

Creo que desde el gran fracaso de las negociaciones de Camp David y Taba del año 2000-2001, auspiciadas por el presidente Clinton, en que Arafat cometió la insensatez de negarse a aceptar una propuesta en la que Israel reconocía el 95% de los territorios de la orilla occidental del Jordán y la Franja de Gaza y que los palestinos participaran en la administración y gobierno de Jerusalén oriental, la sociedad israelí ha tenido un proceso de radicalización derechista. El campo de los partidarios de la moderación, la negociación y la paz se ha reducido hasta la inoperancia política. Ese campo fue muy fuerte e influyente y gracias a él fueron posibles los acuerdos de Oslo, que tantas esperanzas despertaron. Eso, en nuestros días, ha quedado tan atrás que, pese a haber pasado tan pocos años, parece la prehistoria.

Y, sin embargo, pese a todo, creo que hay que volver a ese camino, pues, si se persevera en el actual, no habrá solución alguna, sino más guerra, violencia, sufrimiento, en Palestina, Israel y todo Medio Oriente. Para ello, es indispensable una presión internacional que induzca a los dirigentes israelíes a salir de su encastillamiento prepotente y los convenza de que la única solución real saldrá no de la fuerza militar sino de una negociación seria, con concesiones recíprocas.

El reconocimiento del Estado palestino por las Naciones Unidas sería un acto de justicia con un pueblo cautivo en su propio país que vive una servidumbre colonial intolerable en el siglo XXI. Reconocer este hecho no implica justificar a las organizaciones terroristas ni a los fanáticos de Hamas que se niegan a reconocer el derecho a la existencia de Israel, sino enviar un mensaje de aliento a la gran mayoría de los palestinos que rechazan la violencia y aspiran sólo a trabajar y vivir en paz, como los "indignados" israelíes. Aunque representan ahora sólo una minoría, muchos ciudadanos de Israel están lejos de solidarizarse con las políticas extremistas de su gobierno y luchan por la causa de la paz. Los verdaderos amigos de Israel debemos aliarnos con ellos, en su difícil resistencia, porque son ellos quienes advierten con lucidez y realismo que las políticas belicistas, intolerantes, represivas y de apoyo a la expansión de los asentamientos de Benjamin Netanyahu tendrán consecuencias catastróficas para el futuro de Israel.

La "primavera árabe" crea un contexto histórico y social que debería servir para facilitar una solución negociada bajo el principio de los dos Estados que ambas partes, en principio, dicen aceptar. Pero hay que poner en marcha esa negociación cuanto antes, para evitar que los extremistas de ambos bandos precipiten hechos de violencia que la posterguen una vez más. Podría no haber otra oportunidad.
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