lunes, 29 de agosto de 2011

Los buitres de la Jihad




ESPIRAL DE VIOLENCIA



El 18 de agosto pasado el Medio Oriente volvió a una sangrienta rutina tristemente conocida: ataques terroristas contra Israel y represalias que terminan temporalmente con alguna frágil tregua. Después de meses de relativa tranquilidad, la organización llamada Comités Populares de Resistencia de Gaza perpetró una serie de atentados terroristas combinados, a unos 20 kilómetros de Eilat, en el Sur de Israel, en los que murieron 8 israelíes y fueron heridos otros 30. Como represalia, la Fuerza Aérea israelí atacó una casa en la ciudad de Rafah en la Franja de Gaza que servía de sede al comando de la organización responsable de los ataques. En el ataque murieron su jefe Kamal al-Nairab (Abu Awad) y otros dirigentes. Luego de la acción israelí, las organizaciones terroristas que operan en Gaza atacaron centros poblados israelíes. En los cuatro días siguientes a los atentados en el camino a Eilat, dispararon unos 160 cohetes de los cuales 120 cayeron en territorio israelí.

Según el Centro de Información israelí sobre Inteligencia y Terrorismo a nombre de Meir Amit, los Comités de Resistencia Popular son una pequeña organización terrorista con gran capacidad operativa. Hace algunos años se dividió en tres facciones, dos de las cuales colaboran con Hamas, mientras la tercera actúa de manera independiente a veces desafiando la autoridad de Hamas. Kamal al-Nairab y los otros dirigentes terroristas muertos en la acción de la Fuerza Aérea israelí pertenecían a una de las dos facciones que colaboran con Hamas.

Pero obviamente "Los Comités" no son la única fuerza interesada en "calentar la zona". Según el corresponsal del "Nouvel Observateur" en el Medio Oriente, René Backmann (20.8.2011), "varios grupos de combatientes salafistas, algunos de los cuales según los servicios de seguridad israelíes y palestinos podrían estar ligados a Al Qaeda, están activos en la Franja de Gaza. Denunciando la actitud de Hamas, quien mantenía desde hace algunos meses una tregua tácita en las hostilidades con Israel, han intensificado sus lanzamientos de cohetes desde la Franja de Gaza a las poblaciones israelíes vecinas. Algunos de sus combatientes podrían haber cruzado a Egipto por los numerosos túneles de la frontera para unirse a las tribus beduinas del Sinaí".

Pero el problema de la península devuelta a Egipto por Israel en el acuerdo de paz de 1979 no se limita a unos pocos combatientes. El periodista francés Jacques Benillouche, que reside en Israel y es corresponsal de la revista Slate se hace eco de informaciones de inteligencia que hace tiempo dejaron de ser secretas y señala que combatientes ligados a Al Qaeda aprovechan la revolución egipcia para hacer del Sinaí un santuario y una base de ataques, en especial contra Israel. El ejército egipcio intenta retomar el control de la península pero no es fácil. El 15 de agosto pasado, con autorización israelí, tres brigadas de 1.700 soldados egipcios apoyados por tanques y otro tanto de policías especiales y 3.400 miembros de los efectivos de seguridad, fueron enviados a las ciudades del norte de El Arish, Cheikh Zoweid y Rafah, que separan a Egipto de la Franja de Gaza. La terminal de Rafah había sido reabierta para poner fin al bloqueo, pero las autoridades egipcias tuvieron que limitar el número para prohibir a los militantes islámicos entrar al Sinaí. Hubo enfrentamientos entre el ejército egipcio y elementos del Ejército de Liberación Islámica, que, según un comunicado de El Cairo dejaron un muerto y 11 prisioneros, entre ellos 4 palestinos.

Pero esto solo es una parte del panorama del frenético activismo de los interesados en frustrar el proceso de democratización del mundo árabe y en transformar la turbulenta etapa de transición en una gran ofensiva de la "Jihad" (guerra santa) contra Israel y Occidente.

El "Daily Telegraph" de Londres (23.8.2011) informó que en los meses pasados numerosas armas capturadas en Libia a los arsenales de Kadafi fueron contrabandeadas al volátil Sinaí egipcio. Según un oficial de la Inteligencia Militar israelí, citado por el periódico, señaló que si bien la mayor parte del arsenal de Gaza procede de Irán y llega vía Sudán, el incremento del número de armas que llega de Libia, constituye una preocupación adicional. "Algunas de las armas que llegan desde Irán vienen por mar pero todas las armas de Libia pasan a Gaza a través de los túneles de Egipto".

Cada vez es más evidente que la conversión de la península del Sinaí en un polvorín explosivo está directamente vinculado a los esfuerzos por frustrar las revoluciones democratizadoras en el mundo árabe y sustituir a los regímenes dictatoriales agotados por teocracias no menos opresivas.

El "New York Times" (24.8.2011) informa en una correspondencia de Nada Bakri desde Beirut que "la Unión Europea anunció el miércoles que implementará medidas contra la fuerza militar Al Quds de Irán, por dar apoyo técnico y material al presidente Bashar Assad en sus esfuerzos por aplastar la rebelión popular que ya dura cinco meses. Al Quds es un grupo de élite que fue creado para defender a la revolución iraní. Desarrolla actividades fuera de las fronteras del país y fue responsable por el entrenamiento y el aprovisionamiento de armas a la milicia del Hezbolá en el Líbano.

Un artículo del "Washington Times" (24.8.201) escrito por Reza Kahlili (quien según el diario es un ex espía norteamericano que se infiltró entre los Guardias de la Revolución iraníes) sostiene en base a informaciones de fuentes no identificadas que el Líder Supremo de Irán, Ayatolá Khamenei, ordenó a los Guardias de la Revolución arrastrar a Israel a otra guerra en el Medio Oriente por medio de Jihad Islámico, Hamas y Hezbolá, en un esfuerzo por salvar al brutal régimen de Bashar Assad en Siria.

El artículo señala que Irán ha hecho todo lo que pudo para suprimir la rebelión en Siria. El líder supremo iraní ha llamado a los rebeldes sirios enemigos de Dios y agentes de Israel. En mayo pasado, el Ayatolá Khamenei sostuvo una reunión secreta en Teherán con comandantes de los Guardias de la Revolución, representantes de la embajada de Siria, miembros de Hezbolá y líderes del movimiento de Sadr en Irak. Allí habría reclamado un esfuerzo operacional y logístico para aplastar la revuelta popular en Siria y destruir a "los enemigos de Alá" en ese país.

Con todas las reservas que pueda merecer esta fuente, sus revelaciones coinciden plenamente con la política exterior franca y abierta del gobierno de Teherán.

Indudablemente, los buitres de la Jihad sobrevuelan los cielos del Medio Oriente y no les bastan los cadáveres árabes sacrificados hasta ahora. Quieren más conflictos, más derramamientos de sangre, más muertos. Cualquier cosa, menos democracia.

Los misiles disparados desde la franja de Gaza son una preocupación constante





Debo confesarlo. Hace mucho que no partía hacia una nota periodística con tanto miedo como esta vez, cuando salí de Jerusalén en camino a Beer Sheba, "capital" del Neguev, en el sur de Israel. Es que viajé casi con la certeza de que apenas entrara a la ciudad, comenzarían a sonar nuevamente las sirenas de alarma, como todos estos días, indicando que un misil Grad había salido desde la franja de Gaza disparado hacia Beer Sheba. Tendría un minuto para resguardarme. Todo un lujo por cierto, considerando que en Sderot y en las localidades colectivas (kibutzim) pegadas a la frontera con Gaza, tienen solo 15 segundos. Y eso lo vive la gente todos los días.

Quiso la suerte o el destino, que durante mi estancia en Beer Sheba, no sonaron las alarmas. Eran horas en las que Egipto presionaba a los grupos radicales palestinos a aceptar un alto al fuego y dejar de disparar, por lo cual durante unas horas redujeron sus disparos. Lo interesante es que cuando ya entró oficialmente en vigencia, el alto al fuego no fue digno nunca de su nombre. Los cohetes siguieron cayendo. Entre compatriotas uruguayos radicados en Israel que viven al alcance de los disparos de Gaza, se desarrolló una especie de humor negro. "Parece que los terroristas están con la hora de Uruguay y para ellos todavía no es la hora de dejar de disparar".

De todos modos, al recorrer los sitios afectados por los misiles, el hospital Soroka de Beer Sheba, la Municipalidad, y hablar con la gente, uno se siente en la mirilla de quienes apuntan y disparan. No se sabe cuándo puede suceder. Y eso lo vive la gente todos los días.

Solo estando en el terreno se puede captar a fondo, comprender cabalmente, por qué los números de muertos a raíz de los cohetes son relativamente bajos, en comparación con su potencial. Cada uno de ellos -incluso los Qassam, menos poderosos que los misiles Grad- puede matar a decenas de personas al impactar en tierra. Afortunadamente, ese no suele ser el resultado. Pero no porque sean armas de juguete o porque los terroristas que los lanzan apunten mal a propósito.

La explicación radica en gran medida en la alerta que hay en Israel y los esfuerzos destinados a proteger a la población que ha aprendido a resguardarse apenas oye la sirena, y que cuenta además con la ayuda de la batería antimisiles "Cúpula de Hierro", que ha interceptado ya numerosos cohetes y misiles, salvando así muchas vidas.

Hay, claro, no pocas casualidades -milagros dirán algunos-. Cohetes que cayeron sobre un jardín de infantes cuando los niños estaban en el jardín, o cuando faltaba cinco minutos para que comiencen allí su jornada. O lo que le sucedió a Meir, un hombre de 56 años al que conocí en este viaje a Beer Sheba. Cerca de su casa impactó un Grad el pasado sábado de noche, pero él y su familia estaban en el hospital porque días antes había sufrido un ataque cardíaco.

O el impresionante sexto sentido del intendente de Beer Sheba Rubik Danilovich, que ya van dos veces que salva a cientos de niños y jóvenes al decidir a último momento cerrar una escuela por las dudas. Hace unos años, cuando los misiles comenzaron a caer sobre su ciudad, ordenó una noche que las escuelas y jardines de infantes no funcionaran porque era demasiado peligroso. A la mañana siguiente, un misil impactó sobre un liceo. Recuerdo los destrozos que vi en el lugar. Y ahora, aunque hay vacaciones de verano, el domingo de mañana iba a tener lugar en el liceo Tuviahu una jornada de "orientación". Setecientos estudiantes iban a llegar a las 8 de la mañana. Danilovich dijo "no, se cierra". A las 9 cayó un Grad y entró por el techo del gimnasio, donde todos deberían haber estado reunidos.

Conocemos el fenómeno común en información internacional, por el cual si no hay muertos en determinado incidente, el tema prácticamente no es considerado noticia. Es interesante ver pues qué hay detrás del lidiar con los heridos.

En el hospital Soroka lo tienen bien claro ya que ellos, siendo el principal hospital del sur, el segundo de Israel, fueron quienes recibieron a casi todos los heridos de la zona en la nueva escalada, también los del sábado por la noche. El doctor Yosi Klein, jefe de la Unidad de Cuidados Intensivos, el primero que recibe a los heridos más graves que llegan al hospital, resumió la situación.

Dos de las personas que llegaron, sufrían múltiples heridas. Una de ellas ya no tenía pulso ni presión arterial. Todos pensaban que estaba muerta. Fue llevada de inmediato a la sala de emergencia. Le dimos 30 unidades de sangre, lo cual equivale a cambiar toda su sangre seis veces. Logramos devolverle la vida. Es un gran desafío tomar un paciente de esa forma y ahora está estabilizada. Está viva", dijo Klein. "Yo no creía que dos de los heridos estarían vivos hoy". Y de inmediato, pasa a explicar el doble desafío que significa atender a los pacientes de rutina, a los heridos por los misiles, y garantizar que el hospital mismo se pueda proteger.

"El temor de estar bajo ataques de misiles no es una fantasía. Durante la guerra en Gaza tres misiles casi impactaron sobre el hospital mismo. El más cercano pegó a 100 metros de aquí. Por lo tanto, no queremos correr riesgos con la vida de nuestros pacientes. No es que nos preocupamos en vano. Sabemos que a cualquiera le puede pegar. Cuando yo vine en camino al hospital, sonó la sirena, salí de mi coche, me tiré al piso con la esperanza de que no me cayera el misil encima. Nadie sabe dónde puede caer".

El doctor Shlomo Kudish, vicedirector general del hospital Soroka, matiza la conversación con una información práctica: "Lo siento, pero si hay alarma tenemos que salir de esta oficina e ir a la parte más protegida para mayor seguridad".
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