lunes, 6 de junio de 2011

Manual contra las dictaduras

Muchos de los manifestantes que en enero exigían la salida de Mubarak llevaban unas fotocopias. En ellas se detallaban casi 200 métodos de resistencia no violenta.

FERNANDO RODRÍGUEZ-BORLADO

Seguramente, la mayor parte de los insurgentes ignoraba que esas instrucciones, leídas en árabe, formaban parte de un texto escrito por un estadounidense en 1993.

El texto se llama "De la dictadura a la democracia" y su autor es Gene Sharp, profesor emérito de la Universidad de Massachusetts Dartmouth. Originalmente, pretendía ser una ayuda para el movimiento democrático birmano, tras la detención en 1993 de Aung San Suu Kyi. Desde entonces, el folleto fue circulando por distintos conflictos: lo utilizó Otpor, la organización que canalizó la resistencia contra Milosevic en Serbia durante 2000, reapareció en la "revolución naranja" ucraniana de 2004 y últimamente en la "revolución verde" de 2009 en Irán.

Según algunas informaciones, los disidentes egipcios tuvieron conocimiento del texto de Sharp a través de Canvas, una organización serbia que surgió de la resistencia no violenta a Milosevic. El texto no pasó desapercibido ni para sus defensores ni para los tiranos contemporáneos. En 2009 Sharp fue candidato al Premio Nobel. Dos años antes, Hugo Chávez definió el libro como una "amenaza a la seguridad nacional". En Rusia ardieron algunas bibliotecas que lo distribuían.

"De la dictadura a la democracia" no es solo un manual para derrocar regímenes totalitarios. Es un ensayo sobre la naturaleza de cualquier dictadura: qué pilares la sustentan y cuáles son sus puntos débiles. Sin embargo, la parte más difundida entre los insurgentes ha sido el apéndice final, en el que se detallan 198 procedimientos para colapsar el poder dictatorial.

El libro está dividido en 10 capítulos, más el apéndice. Los cuatro primeros ("Enfrentando la realidad de las dictaduras", "Los peligros de las negociaciones", "¿De dónde viene el poder?", y "Las dictaduras tienen puntos débiles") son un acercamiento teórico a la lucha contra las dictaduras.

Sharp recurre a una antigua fábula china -El amo de los monos- para explicar que cualquier dictadura se sostiene siempre gracias a la "colaboración pasiva" de los ciudadanos. En la fábula, cuando los monos caen en la cuenta de la injusticia de su amo, deciden dejar de trabajar para él y el amo acaba muriendo de hambre. En paralelo, Sharp cree que los sistemas totalitarios sucumben cuando se produce un movimiento organizado, y no violento, de resistencia. El sistema acaba muriendo de "inanición política".

Estas dos características -no violencia y planificación- resultan imprescindibles, según Sharp, para el éxito de la revuelta. Si se emplea la violencia, "se ha escogido el modo de lucha en el cual los opresores casi siempre tienen la superioridad".

La estrategia, y que esta sea a largo plazo, es otro requisito necesario. Sharp desconfía de las ideas geniales o de la identificación romántica con unos ideales: "Son admirables, pero inadecuados para acabar con una dictadura y conquistar la libertad".

En último término, la planificación tiene que dirigirse a establecer una democracia. Sharp ni siquiera se plantea otro escenario final. Por eso, es tan importante la fase puramente desestabilizadora como la posterior etapa constructiva del sistema democrático. Aunque cabe preguntarse si el concepto de democracia detrás de la "primavera árabe" es el mismo que el del profesor norteamericano.

Según Sharp, el gran error de algunos movimientos pro democracia ha sido confiar únicamente en un par de métodos, especialmente las huelgas y las manifestaciones. En su lugar, Sharp enumera casi 200, aunque muchos de ellos se solapan.

Desde su punto de vista, en el derrocamiento de una dictadura no se puede dejar nada al azar. Dentro de la planificación, según el nivel de detalle, Sharp distingue la gran estrategia, la estrategia, la táctica y los métodos.

Para concretar la estrategia a seguir, sería necesario contestar a una serie de preguntas: ¿quedan aún instituciones independientes que hayan sobrevivido a la dictadura y que puedan usarse en la lucha por establecer la libertad?, ¿cómo se puede adiestrar a los participantes?, ¿qué tipo de simbolismo será el más efectivo para movilizar a la población?

Los opositores a Mubarak parecían haber aprendido bien la lección de Sharp: aunque la violencia parezca a priori el modo más rápido de derrocar una dictadura, lo que de verdad termina por tumbarlas es el miedo. Por eso Sharp desecha la lucha de guerrillas, que acaban debilitando más aun al país, o los golpes de Estado. Según el profesor estadounidense, la experiencia demuestra que tras el acto golpista, una nueva camarilla se instala rápidamente en el lugar de la anterior, y apenas suele haber diferencias.

Sharp también desconfía de la ayuda exterior. Muchas veces, en su opinión, esta presunta solidaridad está motivada por intereses económicos o estratégicos, y por tanto el compromiso es meramente coyuntural y fácilmente rescindible. Incluso, en los casos en que la ayuda externa sea bienintencionada, resulta útil "solo cuando hubiere un movimiento interno que ya haya comenzado a sacudir la dictadura y logrado que la atención internacional se centre en la índole brutal del gobierno".

Antes que confiar en un "salvador extranjero", Sharp propone identificar y explotar los puntos débiles que comparten todas las dictaduras: la esclerosis del sistema, que dificulta la adaptación a una situación nueva como la revolucionaria; el desgaste de la ideología oficial, cuya omnipresencia suele provocar que se desatiendan los problemas reales de la población; las hostilidades personales que suelen aflorar entre los miembros de la camarilla dictatorial; la ineficacia causada por el afán del régimen de controlarlo todo.

También la conducta de los insurgentes debe ser un factor de diferenciación respecto de la dictadura. Sharp define el modo en que deben comportarse los sublevados en dos conceptos: franqueza y comportamiento intachable. Frente a la clandestinidad, de la que Sharp piensa que "reblandece el espíritu de la resistencia y disminuye el número de personas que podrían participar en una acción específica", los insurgentes deben apostar por la franqueza y la transparencia, que "contribuirá a dar la imagen de que el movimiento de resistencia es en extremo poderoso". Del mismo modo, la buena conducta de los sublevados dará buena fama al movimiento y desprestigiará a la dictadura.

Las fases de la revolución

Una vez que se han identificado los puntos débiles del régimen y se ha planificado el programa de la revolución, llega la hora de poner el plan en práctica.

Según Sharp, se debe comenzar por una serie de campañas selectivas y diversas, con más carga simbólica que real.

Se trata de seleccionar algunos temas en los que exista un malestar social y reclamar cambios al régimen. El reto no debe ser demasiado fuerte: el objetivo es conseguir pequeñas victorias morales que espoleen los ánimos de la población. Es mejor escalonar y diversificar las protestas -Sharp sugiere que se puede hacer por sectores comerciales- que concentrar la protesta en unos pocos actos masivos.

El segundo paso es ganarse el favor de "los defensores de la dictadura", en muchos casos el Ejército: "Hay que llevarlos por lo menos a permanecer neutrales", aunque con mucho tacto, ya que "no queremos un golpe militar".

Si se consigue este apoyo solo queda dejar que la dictadura vaya muriendo. Sharp cita en este punto al politólogo alemán Karl W. Deutsch: "El poder totalitario es fuerte solo si no tiene que ejercerse con mucha frecuencia. Si tiene que imponerse sobre toda la población y en todo momento, no es probable que se mantenga vigoroso por mucho tiempo".

No obstante, la caída del régimen totalitario no debe suponer el final del camino. Según Sharp, solo habrá valido la pena si sirve para construir y afianzar un sistema democrático. Pero para ello hay que asegurarse de cerrar el paso a nuevos golpes de Estado. El siguiente paso sería redactar una constitución.

Además, de acuerdo con Sharp, es imprescindible construir desde el primer momento una política de defensa sólida, puesto que el país sublevado puede enfrentarse pronto a amenazas extranjeras o al "intento de imponerle una dominación militar, política o económica" desde otro país.

Manual contra las dictaduras

Muchos de los manifestantes que en enero exigían la salida de Mubarak llevaban unas fotocopias. En ellas se detallaban casi 200 métodos de resistencia no violenta.

FERNANDO RODRÍGUEZ-BORLADO

Seguramente, la mayor parte de los insurgentes ignoraba que esas instrucciones, leídas en árabe, formaban parte de un texto escrito por un estadounidense en 1993.

El texto se llama "De la dictadura a la democracia" y su autor es Gene Sharp, profesor emérito de la Universidad de Massachusetts Dartmouth. Originalmente, pretendía ser una ayuda para el movimiento democrático birmano, tras la detención en 1993 de Aung San Suu Kyi. Desde entonces, el folleto fue circulando por distintos conflictos: lo utilizó Otpor, la organización que canalizó la resistencia contra Milosevic en Serbia durante 2000, reapareció en la "revolución naranja" ucraniana de 2004 y últimamente en la "revolución verde" de 2009 en Irán.

Según algunas informaciones, los disidentes egipcios tuvieron conocimiento del texto de Sharp a través de Canvas, una organización serbia que surgió de la resistencia no violenta a Milosevic. El texto no pasó desapercibido ni para sus defensores ni para los tiranos contemporáneos. En 2009 Sharp fue candidato al Premio Nobel. Dos años antes, Hugo Chávez definió el libro como una "amenaza a la seguridad nacional". En Rusia ardieron algunas bibliotecas que lo distribuían.

"De la dictadura a la democracia" no es solo un manual para derrocar regímenes totalitarios. Es un ensayo sobre la naturaleza de cualquier dictadura: qué pilares la sustentan y cuáles son sus puntos débiles. Sin embargo, la parte más difundida entre los insurgentes ha sido el apéndice final, en el que se detallan 198 procedimientos para colapsar el poder dictatorial.

El libro está dividido en 10 capítulos, más el apéndice. Los cuatro primeros ("Enfrentando la realidad de las dictaduras", "Los peligros de las negociaciones", "¿De dónde viene el poder?", y "Las dictaduras tienen puntos débiles") son un acercamiento teórico a la lucha contra las dictaduras.

Sharp recurre a una antigua fábula china -El amo de los monos- para explicar que cualquier dictadura se sostiene siempre gracias a la "colaboración pasiva" de los ciudadanos. En la fábula, cuando los monos caen en la cuenta de la injusticia de su amo, deciden dejar de trabajar para él y el amo acaba muriendo de hambre. En paralelo, Sharp cree que los sistemas totalitarios sucumben cuando se produce un movimiento organizado, y no violento, de resistencia. El sistema acaba muriendo de "inanición política".

Estas dos características -no violencia y planificación- resultan imprescindibles, según Sharp, para el éxito de la revuelta. Si se emplea la violencia, "se ha escogido el modo de lucha en el cual los opresores casi siempre tienen la superioridad".

La estrategia, y que esta sea a largo plazo, es otro requisito necesario. Sharp desconfía de las ideas geniales o de la identificación romántica con unos ideales: "Son admirables, pero inadecuados para acabar con una dictadura y conquistar la libertad".

En último término, la planificación tiene que dirigirse a establecer una democracia. Sharp ni siquiera se plantea otro escenario final. Por eso, es tan importante la fase puramente desestabilizadora como la posterior etapa constructiva del sistema democrático. Aunque cabe preguntarse si el concepto de democracia detrás de la "primavera árabe" es el mismo que el del profesor norteamericano.

Según Sharp, el gran error de algunos movimientos pro democracia ha sido confiar únicamente en un par de métodos, especialmente las huelgas y las manifestaciones. En su lugar, Sharp enumera casi 200, aunque muchos de ellos se solapan.

Desde su punto de vista, en el derrocamiento de una dictadura no se puede dejar nada al azar. Dentro de la planificación, según el nivel de detalle, Sharp distingue la gran estrategia, la estrategia, la táctica y los métodos.

Para concretar la estrategia a seguir, sería necesario contestar a una serie de preguntas: ¿quedan aún instituciones independientes que hayan sobrevivido a la dictadura y que puedan usarse en la lucha por establecer la libertad?, ¿cómo se puede adiestrar a los participantes?, ¿qué tipo de simbolismo será el más efectivo para movilizar a la población?

Los opositores a Mubarak parecían haber aprendido bien la lección de Sharp: aunque la violencia parezca a priori el modo más rápido de derrocar una dictadura, lo que de verdad termina por tumbarlas es el miedo. Por eso Sharp desecha la lucha de guerrillas, que acaban debilitando más aun al país, o los golpes de Estado. Según el profesor estadounidense, la experiencia demuestra que tras el acto golpista, una nueva camarilla se instala rápidamente en el lugar de la anterior, y apenas suele haber diferencias.

Sharp también desconfía de la ayuda exterior. Muchas veces, en su opinión, esta presunta solidaridad está motivada por intereses económicos o estratégicos, y por tanto el compromiso es meramente coyuntural y fácilmente rescindible. Incluso, en los casos en que la ayuda externa sea bienintencionada, resulta útil "solo cuando hubiere un movimiento interno que ya haya comenzado a sacudir la dictadura y logrado que la atención internacional se centre en la índole brutal del gobierno".

Antes que confiar en un "salvador extranjero", Sharp propone identificar y explotar los puntos débiles que comparten todas las dictaduras: la esclerosis del sistema, que dificulta la adaptación a una situación nueva como la revolucionaria; el desgaste de la ideología oficial, cuya omnipresencia suele provocar que se desatiendan los problemas reales de la población; las hostilidades personales que suelen aflorar entre los miembros de la camarilla dictatorial; la ineficacia causada por el afán del régimen de controlarlo todo.

También la conducta de los insurgentes debe ser un factor de diferenciación respecto de la dictadura. Sharp define el modo en que deben comportarse los sublevados en dos conceptos: franqueza y comportamiento intachable. Frente a la clandestinidad, de la que Sharp piensa que "reblandece el espíritu de la resistencia y disminuye el número de personas que podrían participar en una acción específica", los insurgentes deben apostar por la franqueza y la transparencia, que "contribuirá a dar la imagen de que el movimiento de resistencia es en extremo poderoso". Del mismo modo, la buena conducta de los sublevados dará buena fama al movimiento y desprestigiará a la dictadura.

Las fases de la revolución

Una vez que se han identificado los puntos débiles del régimen y se ha planificado el programa de la revolución, llega la hora de poner el plan en práctica.

Según Sharp, se debe comenzar por una serie de campañas selectivas y diversas, con más carga simbólica que real.

Se trata de seleccionar algunos temas en los que exista un malestar social y reclamar cambios al régimen. El reto no debe ser demasiado fuerte: el objetivo es conseguir pequeñas victorias morales que espoleen los ánimos de la población. Es mejor escalonar y diversificar las protestas -Sharp sugiere que se puede hacer por sectores comerciales- que concentrar la protesta en unos pocos actos masivos.

El segundo paso es ganarse el favor de "los defensores de la dictadura", en muchos casos el Ejército: "Hay que llevarlos por lo menos a permanecer neutrales", aunque con mucho tacto, ya que "no queremos un golpe militar".

Si se consigue este apoyo solo queda dejar que la dictadura vaya muriendo. Sharp cita en este punto al politólogo alemán Karl W. Deutsch: "El poder totalitario es fuerte solo si no tiene que ejercerse con mucha frecuencia. Si tiene que imponerse sobre toda la población y en todo momento, no es probable que se mantenga vigoroso por mucho tiempo".

No obstante, la caída del régimen totalitario no debe suponer el final del camino. Según Sharp, solo habrá valido la pena si sirve para construir y afianzar un sistema democrático. Pero para ello hay que asegurarse de cerrar el paso a nuevos golpes de Estado. El siguiente paso sería redactar una constitución.

Además, de acuerdo con Sharp, es imprescindible construir desde el primer momento una política de defensa sólida, puesto que el país sublevado puede enfrentarse pronto a amenazas extranjeras o al "intento de imponerle una dominación militar, política o económica" desde otro país.
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