jueves, 24 de marzo de 2011

Israel clama venganza tras un atentado

El terrorismo regresa a Jerusalén siete años después del último ataque - Una bomba oculta en una parada de autobús causa un muerto y 39 heridos


"Venganza, muerte a los árabes", gritaban cientos de judíos ultraortodoxos que se aglomeraban junto a la estación de autobuses de Jerusalén. La explosión que mató a una persona e hirió a otras 39, no había sido reivindicada por nadie y la policía israelí seguía buscando indicios en la zona, pero en la calle hubo reacciones inmediatas y varios ministros exigieron represalias genéricas contra los palestinos. El primer ministro, Benjamín Netanyahu, intentó transmitir serenidad: "Actuaremos con fuerza, responsabilidad y sensatez para mantener la calma y la seguridad", dijo.


La ciudad revive los momentos más negros de terror de la segunda Intifada
"No podemos dejar de reaccionar con una operación", dice el titular de Interior
El regreso del terrorismo a Jerusalén, siete años después del último atentado con bomba, devolvió la ciudad a los momentos más negros de la segunda Intifada, cuando las matanzas eran casi cotidianas.
Toda la tensión bélica estaba concentrándose en Gaza, pero el atentado desvió la atención hacia Jerusalén oriental y Cisjordania, los territorios ocupados, e incluso hacia los árabes con residencia en Israel. Quien dejó junto a la parada de la línea 74 una bolsa de viaje con unos dos kilos de explosivo y abundante metralla metálica no podía proceder de la Franja, con las fronteras selladas, sino de mucho más cerca. Los enemigos de una paz negociada con la Autoridad Palestina consideraron que la agresión demostraba la imposibilidad del diálogo.
El presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, y su primer ministro, Salam Fayyad, condenaron el atentado. "Aunque no dispongo de información, expreso la repulsa más severa ante esta acción terrorista que se opone a nuestro plan de alcanzar la libertad por medios pacíficos", dijo Fayyad.
Los sectores más inflexibles del Gobierno israelí culparon, sin embargo, a la Autoridad Palestina. El viceministro de Asuntos Exteriores, Danny Ayalon, uno de los más fogosos partidarios de la colonización judía en Cisjordania, atribuyó el acto a "la incitación" de las autoridades de Ramala. "A principios de esta semana, los palestinos declararon públicamente que habían abandonado las negociaciones de paz y que se proponían actuar unilateralmente ante la comunidad internacional y declarar un Estado palestino sin el consentimiento de todas las partes", manifestó Ayalon, "y ese abandono del proceso de paz supone una luz verde al terrorismo".
El ministro del Interior, Eli Yishai, del partido ultraortodoxo sefardí Shas, acudió a la estación de autobuses para anunciar represalias: "No podemos abstenernos de lanzar algún tipo de operación", dijo. Otros, como el diputado Michael Ben-Ari, de la extremista Unión Nacional, se limitaron a unirse a los ultraortodoxos que gritaban "muerte a los árabes" y "venganza".
Los dos máximos responsables gubernamentales, el primer ministro Netanyahu y el ministro de Defensa, Ehud Barak, se mostraron más reflexivos. Netanyahu retrasó unas horas un viaje a Rusia para esperar a Barak, que volvía de Estados Unidos, y celebrar una reunión con los jefes del Ejército y de la Seguridad Interna. Netanyahu declaró después, ante las cámaras de televisión, que los terroristas iban a "descubrir la voluntad de hierro del Gobierno, el Ejército y la población de Israel". Barak dijo, por su parte, que el Gobierno no mostraría la menor tolerancia ante los ataques a israelíes.
La hora y el lugar del atentado contribuyeron a agudizar el impacto. Alguien dejó la bolsa con el explosivo en una cabina telefónica poco antes de las tres de la tarde en la central de autobuses, situada en la salida de la autopista entre Jerusalén y Tel Aviv. A esa hora, la estación de autobuses (con un barrio ultraortodoxo a sus espaldas) estaba repleta de niños y jóvenes que volvían de clase, con una gran presencia de religiosos que iban a la yeshiva (escuela religiosa) o volvían de ella. Según el alcalde de Jerusalén, Nir Barkat, un hombre llamó a la policía para alertar sobre la presencia de "una bolsa sospechosa" segundos antes de la explosión. El hombre fue uno de los heridos, la mayoría de los cuales tenían menos de 30 años.
El artefacto estalló con un autobús delante y perforó el lateral del vehículo, pero los heridos más graves fueron quienes esperaban en la parada. Una mujer de 59 años falleció poco después de ingresar en el hospital. Otras dos personas estaban graves anoche. El resto se consideraba fuera de peligro.
La metralla causó una gran abundancia de sangre. Un joven ultraortodoxo se vio envuelto en llamas. Muchos heridos caminaban entre los automóviles de la carretera. Las escenas posteriores a la explosión fueron terribles.
La policía bloqueó de inmediato los accesos a la ciudad, creando un embotellamiento de casi 60 kilómetros entre Jerusalén y Tel Aviv. Se establecieron controles especiales en la zona y en todas las carreteras, con la esperanza de detectar al autor del atentado. La memoria colectiva volvió a principios de la pasada década, cuando los terroristas suicidas eligieron los autobuses como blanco predilecto.
El último atentado en Jerusalén, hasta el de ayer, fue cometido el 22 de septiembre de 2004 en una parada de autobús por una mujer palestina que llevaba una carga explosiva adherida al cuerpo; murieron ella y dos policías. El último atentado de la segunda Intifada, en Tel Aviv ese mismo año, ocurrió también junto a una estación de autobuses, causando la muerte del terrorista suicida y de otras nueve personas.
Grupos armados palestinos como Yihad Islámica y los Comités de Resistencia Popular aplaudieron el atentado de ayer, aunque no se lo atribuyeron.
Powered By Blogger