viernes, 4 de febrero de 2011

Ana Frank está grabada en nuestra memoria

Autor: Rajel Hendler
Hace unos días, exactamente el 27 de enero, se recordó en Israel y en el mundo entero el Día Internacional del Holocausto, proclamado a 63 años de la caída de Auschwitz.
Nosotros sentimos la necesidad de rememorar algunos episodios vividos, leídos, recordados. Pesaj de 1943: sobre las ruínas y las cenizas que en Europa testimoniaban la barbarie del siglo XX, un horrorizado viento disparaba fúnebre humareda y el estertor de los últimos moribundos del Guetto de Varsovia.
Culminaba así el heroico episodio cumplido por un puñado de hombres, débiles, indefensos, casi desarmados, pero firmemente resueltos a “No morir en vano”, “No dejarse matar sin resistir”.
La Historia no olvida y el hombre tampoco debe olvidar. La página negra de la última hecatombe, en la cual los crímenes alcanzaron límites desconocidos e inimaginables, debe constituir la conciencia del mundo libre, de la humanidad toda. ¡Debe ser el permanente alerta! Contra las fuerzas negras y los mercaderes del odio que pretenden seguir pregonando, bajo falsos mantos, doctrinas fatales, destructivas, irreconciliables con el humanismo irreversible a que debe encaminarse, irrevocablemente, la vida de pueblos y naciones
“Corría el año 1943, estaremos en marzo o abril en Europa. ¿Quién puede recordar la fecha cuando la muerte ronda?”, escribe un testigo de la época.
Porque esos eran los días en que el judaísmo se extinguía en el Viejo Mundo. El nombre de Israel, de judaísmo, había sido borrado y extirpado en millares de ciudades y pueblos. Innumerables calles habían sido pavimentadas con lápidas, y los cementerios servían para el apacentamiento de ganado.
Era como si una tempestad primitiva se hubiera abatido sobre el continente, arrasando con vivos y muertos. Sólo ocasionalmente se veía algún soplo de vida vacilante. La espada diabólica seguía desenvainada, infligiendo a Israel “la solución final”.
Quién puede imaginar la profunda desazón que invadía al judaísmo si un rabino llegaba a exclamar: “¿Quién sabe si toda nuestra fe no fue un error?”
Como Job, reclamaba justicia divina y por un instante el enemigo había dado en el blanco, había logrado una fisura en el acerado espíritu judío acumulado durante siglos y siglos.
Pero en la resistencia de los guetos que luchaban estaba la respuesta. Y se preguntaban: “¿Cuál es esa fuerza y cuál su secreto para luchar y resistir?”
Desesperados retaban: “¿Quién y qué es Israel? ¿Naciones o barro y estiércol esparcidos en los campos?””
¿Dónde estaban la protección y la fuerza de la Torá? ¿Dónde apoyar esa fe auténtica en un mundo de justicia? ¿Dónde está la justicia?
Pero al igual que Eliú, hijo de Barraquel, contestara a Job, los jóvenes y heroicos guerrilleros respondieron con la acción a tamaños interrogantes.
Había dicho Eliú, el joven amigo de Job: “….El espíritu de Dios me hizo. Y el soplo del omnipotente me dio vida. Detente y considera las maravillas de Dios.
¿Sabes tú cómo Dios las pone en concierto?
¿Y hace resplandecer la luz de su nube?
¿Has conocido tú las diferencias de las nubes?
¿Las maravillas del Perfecto en sabiduría? (Job 33/4 37/14).
En esas jornadas de agonía de la negra noche de Europa, surgió en los pocos que quedaban aún, un gran anhelo de vivir. Era sin duda, en esencia, la misma exaltación y temor reverente, la misma sensación suprema y de honor que todo hombre y mujer de Israel experimenta frente al Eterno Misterio.
Esa pujanza del misterio del ser y la omnipotencia, impulso de centurias de historia, de tradición, de holocaustos, ese misterio llevó al levantamiento, a la lucha que no es otra cosa que testimonio imperecedero de fe inquebrantable, de testimonio de ser judíos.
Es el mismo misterio, el deseo inconsciente que movió a una niña de trece años a narrar en forma de “Cartas a su muñeca” el tremendo cautiverio en la Amsterdam ocupada por los nazis, con la lógica reacción que determina vivir en esas circunstancias. Pero más allá del miedo, más allá de la tragedia, el amor y la fe de una precoz adolescente, Ana Frank, quedaron grabados en una imborrable historia viva. Nosotros, en 2011, al consagrar y recordar el Día Internacional del Holocausto como respuesta a todos aquellos antisemitas, anti israelíes que tratan de negarlo, de borrarlo, rezamos por la memoria de los millones de víctimas de la masacre, en nuestra lucha diaria, en la construcción de nuestra patria, Israel, y en la educación en general, porque nunca se repita. Debemos entendernos; tenemos un Estado, tenemos comunidades hermanas esparcidas por el mundo entero, debemos continuar la lucha diaria, nunca transigir.
Al cumplirse 66 años de aquel día y nuestra Mediná cumplirá dentro de pocos meses 63 años, debemos repetir el relato, no negar y no perdonar, en los viajes por el mundo, en las escuelas, en las lecciones de historia. No olvidar y no perdonar, velando que por cualquier circunstancia universal de lucha entre pueblos y países, este espectáculo no se repita más.
Lamentablemente sabemos que hay chispas, fuegos que acechan, que amenazan propagarse.
Mientras los responsables del monstruo nazi se hundieron definitivamente en el ludibrio universal, los preclaros defensores del Gueto de Varsovia, que sucumbieron en la segunda noche de Pesaj de 1943, y la pequeña Ana Frank, malograda en 1945 por la misma mano asesina, serán recordados y venerados en tanto arda en el alma humana una chispa de sensibilidad y de vibración que confirme que seguiremos creyendo y luchando, como lo expresó muy bien Job: “...Espíritu hay en el hombre y el soplo del Omnipotente hace que entienda”

El pulpo Paul vulnera la ley religiosa judía

El infalible pulpo Paul y sus acertadas predicciones de los partidos del Mundial de Sudáfrica vulneran la "Halajá" o ley religiosa judía, según ha sentenciado un rabino en Israel.
David Stav, rabino en la alcaldía de Shoham, una ciudad situada al este de Tel Aviv, señaló en una entrevista que la utilización de un pulpo para vaticinar el desenlace de los encuentros es "una expresión de la bancarrota (moral) que plaga el mundo occidental", informó hoy el diario israelí "Maariv".
"Estas formas de predicción son contrarias a la ley judía", sentenció el religioso.
Según él, "la sociedad judía ha sido capaz de cultivar la mente en los campos de la ciencia y la medicina y alcanzado grandes logros", algo loable y totalmente contrario a lo que representa la utilización del cefalópodo para predecir la victoria de la Roja.
El rabino no parece impresionado por los aciertos de Paul y considera que los fieles judíos no deberían aplaudir las dotes de adivinador del animal, venerado por la afición española, que ha pedido su traslado al Zoo Aquarium de Madrid.
"Parece que la mente no es suficiente para satisfacer las necesidades de los hombres", dice Stav, que advierte que "buscar algo más allá de la mente puede llevar a absurdos" como tener fe en un octópodo para averiguar el resultado de un evento deportivo.
Stav es co-fundador de la Organización Rabínica Tzohar y de una yeshivá (escuela talmúdica) de Petaj Tikva e imparte clases en la escuela de Metivta, un seminario de mujeres de la Universidad de Bar Ilan.

Egipto: una nueva razón para la hipocresía anti israelí

Egipto: una nueva razón para la hipocresía anti israelí
De nuestros servicios de prensa
En el preciso momento en que El País de España editorializaba en su diario, el 1 de febrero de 2011, estaba sumergiéndose en una piscina llena de hipocresía. Lo cierto es que la enorme crisis que está viviendo Egipto ha dado mucho que hablar a los principales analistas de este mundo; aunque, paradójicamente, en vez de investigar a fondo la complejísima red de entidades que hacen a la situación actual de aquel país -o sea, de situarse realmente en el epicentro del problema- la cámara, en muchos lugares, se ha desenfocado un poquito para el oeste y otro poquito para el norte: en otras palabras, se ha centrado otra vez en Israel.

¿Por qué razón? Pues, a los editores de este diario español –así como a muchos otros reporteros- se les dio por defender, recién treinta años después de que Mubarak haya echo tanto como quiso, los derechos del pueblo egipcio; y si a esto le sumamos algunas declaraciones por parte de Jerusalén, las conclusiones mediáticas finalizan como siempre… sin demasiadas sorpresas.

Seamos honestos: no ha habido énfasis alguno en la crítica a los sucesivos gobiernos españoles por comercializar tres décadas enteras con el tiránico gobierno cairota, así como han sido prácticamente inexistentes las quejas abiertas hacia aquellos países que siguen fortaleciendo sus relaciones bilaterales con regímenes antiliberales como el de Hu Jintao en Beijing, como el de Assad en Damasco o como el de Chávez en Caracas. Para Lula, por ejemplo, han habido tan solo aplausos desde cada rincón del globo una vez que cerró su mandato; sin embargo, nadie, excepto pocos como Rousseff, le han criticado, aunque indirectamente, sus repetitivos apretones de mano con Ahmadinejad -símbolo de la opresión-.

Lo que les molestó a estos periodistas fue que, tanto Netanyahu como Peres, hayan, primero callado, y luego instado por la estabilidad regional que ha asegurado Sadat desde 1979, y que después hubo de continuar Mubarak. Para ellos, estas palabras fueron “inmorales” y debieron ser distintas.

Sin embargo, toda esta oleada híper-ética tiene tanto errores de visión política como un claro intento por alterar la realidad, y por desviar los ojos del planeta hacia otro lado.

Ante todo, vale decir que la democracia es un valor fundamental que debe fomentarse siempre y en todos lados. No obstante, y si bien los Hermanos Musulmanes no son la fuerza más importante detrás de la revolución que está acosando a El Cairo, sí son la más organizada de la oposición al gobierno dictatorial de Mubarak. Por ende, si existiera un proceso democratizador real entre los egipcios, es muy probable que este grupo de corte fundamentalista se haga del gobierno y pase a liderar todos los aspectos de la vida de aquel país; lo que significa, en síntesis, que el mismo islamismo radical que se instaló años atrás en Irán y que hoy emana terror hacia el mundo y castiga a sus ciudadanos podría, con mucha seguridad, tomar forma en otro país del Medio Oriente. La libertad de expresión o de reunión a las que se afanan estos “defensores de la libertad de conciencia”, si es que todo se da como parece, pues, será probablemente parecida a la que existe hoy en día en la Gaza de Hamas; para nada alentadora, por no decir prácticamente inexistente.

Desde otro punto de vista, cuando estos periodistas tachan a Israel de “inmoral” se están olvidando de leer la tapa de los clásicos libros de Relaciones Internacionales que, desde Morgenthau a Kissinger, pronuncian: “cada Estado piensa de acuerdo a su interés nacional, y no existe moral que valga dentro de sus políticas”. Es que, al asumir una responsabilidad tal como el liderazgo de todo un Estado, se hace imperativa la necesidad de perseguir determinados intereses nacionales. En el caso de Israel -país al que desde antes de su nacimiento ya le habían jurado su destrucción y su no-reconocimiento- la seguridad nacional es, más que un gustito, una innegable necesidad. Hasta el día en que la paz reine Medio Oriente –que esperemos llegue, y pronto- Israel debe procurar la estabilidad regional por sobre todas las cosas. ¿Tiene algo de ilógico que los responsables de transmitir seguridad a sus ciudadanos, aboguen por el status quo mantenido con Egipto desde 1979? ¿Es “inmoral”, acaso, que los líderes israelíes respalden la idea de mantener la paz con el único país vecino con que la lograron –además de Jordania-, y con el único del cual no deben protegerse de cohetes y de coches bombas en cada momento del día?

No entra aquí la discusión de cómo debería medir Israel sus intereses, ya que, si bien es posible que un nuevo gobierno pos-Mubarak no altere en demasía sus relaciones bilaterales con su vecino -debido a que, seguramente, desee continuar con las buenas relaciones que tiene tanto con Washington como con Europa, y continuar así recibiendo la gigantesca ayuda económica por parte del primero-, de todas formas, el fortalecimiento del islamismo radical en El Cairo es mucho más que posible, y si Israel desea que sus ciudadanos puedan desarrollar sus vidas en paz y tranquilidad, debe defender a muerte esos intereses.

Si acaso eso es inmoral; si acaso la opinión israelí en plena crisis revolucionaria egipcia es aún más importante que la propia revolución; si acaso todos los “moralistas” del mundo que apoyan al pueblo egipcio son tan solidarios como dicen ser, pues, ¿por qué no lo dijeron antes? ¿Por qué esperaron treinta años? ¿Por qué no escriben nuevas editoriales condenando a Occidente por no romper relaciones diplomáticas con todos los regímenes antidemocráticos? ¿Por qué Brasil, líder de su región, no rompe relaciones con Venezuela y Uruguay no se disculpa con Sakineh por fomentar la consolidación del régimen iraní con nuevos tratados comerciales? Pero por sobre todas las cosas, ¿hasta dónde avanzarán los “occidentalistas” que condenan a Israel hasta en la sopa con el intento de deslegitimar al único Estado en Medio Oriente cuya transparencia, democracia y libertad de expresión superan a las de todas las naciones latinoamericanas, y cuyos métodos judiciales son ejemplo mundial, ya que la justicia se impone incluso ante héroes nacionales como Galant?

La prensa internacional no sólo que debe tomar mayor conciencia de lo que dice –a la vez que consolidar sus argumentos-, sino que debe, por encima de todas las cosas, dejar de lado las mentiras y los engaños que más venden en este planeta wikidopado, para darle paso a verdades que se correspondan más y mejor con la realidad. El camino de la justicia social y de la democracia, tanto en Egipto como en China, empezará, quizás, cuando se les encuentre errores a todos y no solo a algunos, como suele pasarle a muchos “justicieros” obsesionados con Israel. En fin, cuando intentemos arreglar el mundo desde el núcleo del problema, en lugar de hacerlo desde la periferia, quizás hayamos encontrado el camino.
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