miércoles, 17 de noviembre de 2010

Periodismo en la trinchera

por Pilar Rahola

Estoy convencida de que Marruecos miente todo lo que puede; también creo que mienten los activistas

La frase clásica dice: "La primera víctima de un conflicto es la información". Aunque la sentencia se refiere a los conflictos armados, donde la información es otro misil cruzado que las partes se tiran por la cabeza, vale para cualquier situación de conflicto, incluyendo, por ejemplo, una campaña electoral. Es decir, allí donde la derrota o la victoria se juegan en un arduo campo de batalla, la información perece en manos de la consigna y la propaganda. Por supuesto nada tiene que ver un conflicto violento, donde los periodistas son manipulados, amordazados y a veces asesinados, con los pequeños conflictos de las cuitas políticas, donde lo máximo que ocurre es que te hinchan a llamadas telefónicas. Pero en esencia es lo mismo, considerar que el periodismo no es el transmisor de la verdad, sino el arma arrojadiza de los intereses de una parte.

Veamos los dos conflictos que tenemos a mano, el violento del Sáhara, y el de andar por casa de las elecciones catalanas. En el primero, las cosas están claras por ambos lados. Y sí, he dicho por ambos lados, porque desgraciadamente son todos los contendientes los que intentan manipular la información. En este caso, es evidente que el verdugo es Marruecos, que hablamos de una dictadura implacable, que los saharauis son las víctimas inequívocas, abandonadas a su suerte, y que su pacífica causa, secularmente violentada, es una vergüenza para el mundo. Pero el periodismo no debe considerar que una de las partes dice toda la verdad, y cuando se utiliza como fuente de información a una activista implicada en la causa y se abre con sus datos un informativo, lo más probable es que se esté haciendo pura propaganda. El hecho de que nos caiga más simpática esta fuente que la otra no la convierte en más fiable. De ahí a publicar fotos de niños de otro conflicto y darlos por buenos va un simple paso que, por cierto, ya se ha dado.

En estos tiempos de alegría internáutica, el periodismo tiende a considerar cualquier blog hecho en un rincón escondido de un conflicto como si fuera cátedra informativa, y por el camino de esa distorsión se transforma en miembro de una de las partes. Desde luego estoy convencida de que Marruecos miente todo lo que puede, pero también estoy segura de que mienten los activistas, y convertirlos en periodistas es, sencillamente, matar el periodismo.

En el caso electoral, todo es menos trágico y más caricaturesco, pero también se mata el periodismo. Cuando se enfaja en bloques electorales, cuando los jefes de campaña mandan más que los directores de informativos y cuando es más importante el interés de los partidos que el bien público de la información. Y es que, en cualquier situación de lucha, violenta o no violenta, la información es el primer enemigo que batir. No porque sea incómoda la verdad, que también, sino porque se anhela desesperadamente la propaganda.

Crece la asimilación, sobre todo fuera de Israel

El Israel hay un 5% de población que se asimila ya que está casado o convive con no judíos, o sea hay unas 100.000 parejas mixtas.
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Un nuevo informe de la Knesset asegura que la asimilación de judíos fuera de Israel llegó a nuevos record según publica hoy el periódico Maariv.
El informe dice que la asimilación en Israel también representa un problema aunque los números son mucho más bajos que la asimilación fuera de Israel.

El Israel hay un 5% de población que se asimila ya que está casado o convive con no judíos, o sea hay unas 100.000 parejas mixtas.
Del último millón de personas que inmigraron a Israel, un tercio de ellos no son judíos, sobre todo los inmigrantes de los países de la ex Unión Soviética.
Mientras tanto fuera de Israel los números son más alarmantes tal como se suponía.
En los últimos 50 años, la asimilación fuera de Israel creció un 200%, siendo Rusia el país donde más asimilados hay, con un porcentaje de 75% de asimilados.
En Europa el porcentaje de asimilados es de un 65%, en Estados Unidos es de un 55%. En Francia, Gran Bretaña y Sudamérica entre el 35 y 45% de judíos está asimilado ya que está casado con no judíos.
La posibilidad de sobrevivir como judíos fuera de Israel disminuye cada vez más en las próximas décadas según aseguraron varios expertos.

El movimiento islamista Hamás mantiene a Gaza en la pobreza

Los musulmanes de Gaza celebran el Aid Al Adha, que rememora el sacrificio de Abraham y la mayor fiesta en el mundo islámico, con la esperanza de que Dios les ayude a acabar con su pobreza y su continuo sufrimiento.
"El Aid se ha convertido en una carga porque se hace casi imposible ahorrar para los gastos que conlleva", explica la madre de familia Aziza al-Birari al pagar a un comerciante un paquete de dulces egipcios, introducidos por los cruces fronterizos desde Egipto, desde el fin del bloqueo a todos los productos de uso civil y comercial.
Mientras la sangre de los animales sacrificados, generalmente corderos o vacas, tiñe de rojo las calles de Gaza capital, los vendedores aseguran que las familias apenas han podido hacer compras para la festividad dada la difícil situación económica de la franja.
"El precio del cordero se dobla cada año y la mayoría de la gente está sin trabajo y no se puede permitir comprarlo", dice Al-Birari, cuyo marido, Fekri, lleva cuatro años desempleado.
Ambos han gastado la mayoría del dinero que recibieron hace dos días de una organización caritativa local en comprar ropa para sus seis hijos.
Según organizaciones humanitarias locales e internacionales, en Gaza (una franja costera de diez kilómetros de ancho por cuarenta de largo, sobre la magnífica ribera del Mediterráneo, con un potencial inmobiliario inmenso, en la que viven millón y medio de personas) la tasa de desempleo roza el 50 por ciento y la de pobreza, el 70 por ciento.
Gaza ha quedado prácticamente desconectada de Israel, Egipto y la Cisjordania, desde 2006, cuando la organización terrorista pro-iraní Hamás expulsó mediante un sangriento golpe de Estado a las fuerzas leales al presidente y líder de Al-Fatah, Mahmud Abás. Desde ese momento, la organización fundamentalista islámica ha impuesto gradualmente la ley islámica o Sharia sobre la población del enclave costero.
"El mercado está lleno de vendedores, pero nadie compra. Quizás porque los partidos políticos de Gaza han distribuido dulces entre las familias", lamenta Mohamed al-Ayrami en su tienda de ropa en la calle principal de la capital.
La mayoría de palestinos musulmanes que pueden adquirir un animal lo sacrifican como parte de una tradición islámica que marca la disposición del profeta Abraham a cumplir la petición divina de matar a su hijo Ismael (una tradición adquirida, según los especialistas, de judíos y cristianos que creen que fue en cambio Isaac, -o Itzjak en hebreo-).
En Gaza no todos los palestinos se pueden permitir comprar un animal, cuya carne se divide luego en tres partes: una para la familia, otra para distribuir entre los familiares y una tercera para los pobres, de forma que cada familia musulmana incluya carne del Aid Al Adha.
Tras los primeros rezos del día, la mayoría de habitantes de Gaza visitan las tumbas de sus seres queridos, y de aquellos muertos en el marco del conflicto palestino-israelí, y luego efectúan el sacrificio o visitan la familia.

"Ser judío en Madrid no es fácil"

El rabino de la sinagoga de Chamberí desde hace 25 años orienta a 1.000 familias
por PATRICIA GOSÁLVEZ -

El rabino de Madrid chapurrea árabe. Moshé Bendahán nació hace 53 años en Tetuán, "cuando era protectorado español". Sus antepasados llegaron al norte de África hace cinco siglos, como tantos otros judíos sefarditas expulsados de España. Con la independencia de Marruecos en 1956 su familia volvió a emigrar (a Ceuta) como tantos otros de los 250.000 judíos que vivían en Marruecos. Luego, acabado el bachillerato, viajó a Jerusalén para entregarse a nueve años de estudios rabínicos y hace 25 aceptó hacerse cargo de la sinagoga de Chamberí.
Todos estos lugares resuenan en el acento del rabino que se ocupa de guiar a las mil familias adscritas a su templo, cercano al metro Iglesia. Un edificio de 1968 en el que no hay mucho movimiento. "Ahora, la mayoría de las familias viven en la zona norte, ya que las parejas jóvenes buscan casas con piscina y jardín", explica el rabino que da clase los domingos en el único colegio judío de Madrid, en La Moraleja.
La sinagoga está en obras y, rodeado de ruido, Bendahán saluda con un leve movimiento de cabeza. "Somos una comunidad pequeña en una ciudad grande, unas 4.000 personas, nada que ver con los 700.000 judíos de París o los 250.000 de Londres", dice. "Al ser pocos, a veces no es fácil ser judío en Madrid, pero el que quiere puede". "Por la calle un kipa sigue despertando extrañeza", explica tocado por la pequeña gorra litúrgica, pero sin los tirabuzones tradicionales.
Nieto y hermano de rabinos, Bendahán es un hombre serio. Opina que Woody Allen es "un genio que se define como ateo". La comunidad judía que dirige es ortodoxa (como las otras siete congregaciones de Madrid, donde solo hay una más cercana al reformismo). Los ortodoxos siguen "a rajatabla" los principios del Pentateuco y las leyes del Talmud. "No robarás es no robarás, no se puede flexibilizar para adaptarse a los tiempos", dice. "El hombre ha construido rascacielos y viaja en avión, pero interiormente no ha cambiado. Si lees la Biblia y una revista, compruebas que los problemas del ser humano siguen siendo los mismos", explica divulgativo Bendahán. Este año celebrará unos ocho matrimonios y una docena de bar y bat mitzvas (el rito iniciático, para niños y niñas), pero admite que lo que más le gusta de su trabajo es la docencia ("no en vano rabino en hebreo significa maestro").
Ser ortodoxo en una ciudad del siglo XXI con pocos judíos tiene sus trabas. Comer kosher, por ejemplo. "Hay varias tiendas que supervisamos y algunos centros de El Corte Inglés tienen un departamento que sigue las leyes de alimentación que marca el libro levítico...". Este rabino no ve que una comida de trabajo en un restaurante sea una excusa para romper la ley cuyo significado último es completar la creación de Dios y llegar a la perfección por el propio esfuerzo. "Ahora que hay tantos vegetarianos no es tan raro pedir platos especiales o sin ciertos ingredientes; es igual que respetar el sabat, hay que dar prioridad al cumplimiento".
Bendahán también circuncida a los bebés recién nacidos antes de que cumplan ocho días para devolverlos al "estado original de la creación". Vuelve a salirle el maestro: "Porque Adán fue creado circuncidado, pero cuando abandonó el paraíso sus hijos nacieron con prepucio". No todos los rabinos celebran circuncisiones, hay que estudiar un curso teórico y práctico, que incluye formación médica. La intervención se lleva a cabo en el hospital o en casa de los padres y "siempre con un médico presente". El propio rabino tiene cinco hijos. "Lo ideal es al menos tener un hijo y una hija para imitar el modelo de Dios que creó a Adán y a Eva", explica. "Cumplida esa obligación es positivo tener más y canalizar almas a este mundo, pero se permite la anticoncepción, siempre que no se derrame vanamente el semen". Es decir, la mujer se hace cargo.
Por la sinagoga hay carteles en los que aparece un rostro con gafas oscuras y bigote y un mensaje a los fieles para que avisen "a los voluntarios de protección comunitaria" si ven algo raro. ¿Se sienten amenazados? "No, pero siempre hay que estar alerta... A los pocos años de inaugurar el edificio nos pusieron una bomba que afortunadamente estalló antes de tiempo y solo ocasionó daños materiales, en el informe policial se sospechó de la Organización para la Liberación de Palestina, pero nunca se aclaró".
Bendahán afirma que su relación tanto con los líderes musulmanes como católicos es "cordial y tolerante": "Participamos en muchos actos conjuntos; desde la ley de libertad religiosa de 1992 hay una buena convivencia". De la expulsión de los judíos de España en 1492 queda "la memoria histórica de lo que ocurrió": "Digamos que ya ha pasado un tiempo, los dirigentes y las leyes han cambiado, hoy la realidad es diferente y se lleva de otra forma".
La periodista extiende la mano en forma de despedida preguntando si ello supone un problema (en principio los ortodoxos no tocan a miembros del sexo opuesto que no son familia). "No demasiado grave", contesta el rabino mientras se aleja amablemente con las manos en los bolsillos.
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