domingo, 19 de septiembre de 2010

EL ABC DE SUCOT ----------- JAG SAMEAJ SUCOT

por Rav Shraga Simmons
Directrices para la alegre festividad judía al aire libre.
A continuación de las Altas Fiestas está Sucot, una festividad de siete días (ocho en la Diáspora) caracterizado por las sucot que construimos al aire libre y las “Cuatro Especies” que agitamos juntas cada día.
Sucot es una festividad de gran alegría, en la que expresamos nuestra completa confianza en Dios, y celebramos nuestra certidumbre de haber recibido “un buen juicio” para el año siguiente.
Durante toda la semana de Sucot, comemos, dormimos y socializamos en la sucá, recordándonos que:
1. Los israelitas vivieron en cabañas durante los 40 años de deambular por el desierto.
2. Dios es nuestra verdadera protección – así como protegió a los israelitas en el desierto con las Nubes de Gloria (Éxodo 13:21).
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Las Cuatro Especies
En Sucot, se nos ordena agitar las “Cuatro Especies”, cada una denotada por su belleza especial:
1. Etrog – la cidra, una fruta con fragancia que posee una gruesa cáscara blanca. A menudo es recolectado del árbol cuando todavía está verde, y luego madura y se torna amarrillo brillante.
2. Lulav – la rama de palmera, que es definida como bella por tener una forma recta y hojas firmemente unidas.
3. Hadás – la rama de mirto, que tiene un hermoso patrón de tres hojas saliendo desde el mismo punto a lo largo de toda de la rama.
4. Aravá – la rama de sauce, que debe tener hojas alargadas con una punta fina.
Juntamos todas las ramas – dos ramas de sauce a la izquierda, una rama de palmera en el centro, y tres ramas de mirto a la derecha. Las levantamos junto con el Etrog y las agitamos en todas las direcciones, como un símbolo del dominio de Dios sobre toda la Creación.
Las cuatro especies son agitadas todos los días (a excepción de Shabat) en la sinagoga, durante la recitación de las plegarias de alabanza de Halel. La recitación de Halel es seguida por Hoshanot, en donde todos circulan alrededor de un rollo de la Torá puesto sobre la Bimá.
“Embellecer” la mitzvá consiguiendo las mejores especies disponibles es una tradición especial. En última instancia, hay requisitos específicos para que sean válidas para cumplir la mitzvá. Como los detalles son muchos y técnicos, ¡no se recomienda que busques las tuyas en el bosque! (Particularmente el Etrog, que puede ser fácilmente confundido con un limón). Compra un set completo de un distribuidor confiable; tu tienda local de libros de judaísmo debería tener un “Set de las Cuatro Especies” con un sello rabínico certificando su validez.
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La Sucá
Construir tu propia Sucá es una excelente actividad para compartir con tu familia y amigos. La Sucá debe tener al menos 70x70 cm. Puede estar construida en un patio, en el balcón de un departamento, o hasta en la espalda de un elefante.
Tu Sucá necesita tener al menos dos paredes completas y una pequeña parte de una tercera. Las paredes pueden ser de cualquier material, siempre y cuando sean lo suficientemente robustas para soportar un viento normal. Las paredes deberían ser de al menos 96 cm de alto, pero no más altas de 9,6 metros.
No hace falta que construyas paredes especialmente para la Sucá; puedes utilizar el costado de un edificio, o hasta un cerco de arbustos. Y si puedes encontrar un área que ya está cerrada por dos o tres paredes, ¡entonces tu trabajo será mucho más fácil!
El material del techo (Sjaj) debe estar hecho de algún material que crece del suelo – por ejemplo ramas y hojas (pero no metal). Si estás utilizando tablas, no pueden tener más de 40 cm de ancho. Además, el material debe estar desconectado del suelo en la actualidad (es decir, no puede ser un árbol que todavía esta plantado con sus raíces en el suelo). Esto significa que nada puede estar colgando por encima de la Sucá – ni un árbol, ni una canaleta, ni un equipo de aire acondicionado, etc.
El techo debe estar lo suficientemente cubierto para dar más sombra que sol durante el día, pero debería ser lo suficientemente abierto para que las estrellas sean visibles a través de él durante la noche. El material del techo sólo puede ser agregado después de que está ubicada la cantidad de paredes requerida.
Como la Sucá es designada como tu “hogar” por los próximos siete días, es costumbre decorarla. Mucha gente cuelga frutas y flores desde el techo, y pega posters de Jerusalem y otros temas judíos en las paredes.
También es tradicional “recibir” a los siete pastores de Israel (Abraham, Itzjak, Yaakov, Moshé, Aharón, Yosef y David) como invitados (ushpizin) en nuestra Sucá durante toda la festividad.
Es una mitzvá especial regocijarse en Sucot. Por esta razón, los días intermedios de Sucot se caracterizan por celebraciones llamadas Simjat Beit HaShoeva, conmemorando las libaciones de agua que eran ofrecidas en el Templo durante Sucot.
La festividad de Sucot está relacionada directamente con el “agua”, ya que es el día del juicio universal respecto a las bendiciones de lluvia e irrigación para el año venidero.
Sucot también es un tiempo de bendición universal para todos los pueblos –simbolizados por las 70 ofrendas adicionales que se ofrecían en el Templo durante la festividad, que correspondían a las 70 naciones del mundo.
El Libro de Eclesiastés, escrito por el Rey Salomón, es leído en Shabat durante Sucot. El tema de Eclesiastés es la vana persecución de placeres mundanos en contraposición a la búsqueda espiritual eterna. En realidad, la frágil construcción de la Sucá nos recuerda que las posesiones materiales son transitorias.
El séptimo día de Sucot es llamado Hoshaná Rabá, que se caracteriza por la procesión de los siete circuitos alrededor de la Bimá, con las Cuatro Especies en la mano. La procesión culmina con el aporreo de la rama de sauce en el piso. Hoshaná Rabá es conocido como el día del sello final del juicio que comenzó en Rosh Hashaná. En Hoshaná Rabá, algunos tienen la costumbre de leer el Libro de Deuteronomio y permanecer despiertos toda la noche estudiando Torá.
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Sheminí Atzeret y Simjat Torá
Inmediatamente después de Sucot hay una festividad más llamada Sheminí Atzeret, literalmente el “Octavo Día de Asamblea”. Este es un tiempo para cesar la ajetreada actividad de la temporada de fiestas y simplemente saborear la relación especial con Dios antes de meternos en la temporada de invierno. Es una festividad separada de Sucot, por esta razón, recitamos la bendición de Sheejeianu nuevamente, y la obligación de morar en la Sucá ya no aplica.
En Sheminí Atzéret se recita Yizkor en la sinagoga.
El día siguiente es Simjat Torá, que celebra la finalización – y nuevo comienzo – del ciclo anual de lectura de la Torá. En la sinagoga, se sacan del Arca todos los rollos de Torá, y la congregación baila “siete circuitos” en medio de gran alegría y cantos.
En Israel, Simjat Torá se celebra el mismo día que Sheminí Atzéret.
¡Que tengas una alegre Sucot!

HISTORIA DEL JUDAISMO

El judaísmo es una de las más antiguas religiones monoteístas y fue fundada hace más de 3.500 años en el Oriente Medio.

Los judios creen que Dios les designó para ser su pueblo elegido con el fin de dar ejemplo de santidad y de comportamiento ético en el mundo.

La historia del judaísmo es inseparable de la historia de Judios mismos. La primera parte de la historia es narrada en la Biblia hebrea (Antiguo Testamento).

En él se describe cómo Dios escogió a los Judios a ser un ejemplo para el mundo, y cómo Dios y su pueblo elegido resuelto su relación.

Fue una relación tormentosa mayor parte del tiempo, y una de las cosas fascinantes de la historia judía es ver a Dios cambia y se desarrolla junto a su gente.
La Edad del Bronce

la historia judía comienza durante la Edad de Bronce en el Oriente Medio.

El nacimiento del pueblo judío y el inicio del judaísmo se cuenta en los primeros cinco libros de la Biblia.

Dios eligió a Abraham como el padre de un pueblo que sería especial a Dios, y que sería un ejemplo de buena conducta y de la santidad con el resto del mundo.

Dios guió al pueblo judío a través de muchos problemas, y en la época de Moisés les dio un conjunto de reglas por las que deben vivir, incluyendo los Diez Mandamientos.
El nacimiento del judaísmo

Este fue el comienzo del judaísmo como una religión estructurada Los Judios, bajo la guía de Dios se convirtió en un pueblo de gran alcance con los reyes como Saúl, David y Salomón, quien construyó el primer gran templo.

A partir de entonces el culto judío se centraba en el Templo, ya que contenía el Arca de la Alianza, y fue el único lugar donde ciertos ritos podría llevarse a cabo.
El reino de la disminución

Alrededor de 920 aC, el reino se desmoronó, y el pueblo judío se dividen en grupos.

Este fue el tiempo de los profetas.

Alrededor de 600 aC el templo fue destruido, y el liderazgo judío fue asesinado.

Muchos judios fueron enviados al exilio en Babilonia. A pesar de los Judios se les permitió regresar a casa pronto, muchos se quedaron en el exilio, a partir de la tradición judía de la diáspora - que viven fuera de Israel.
La reconstrucción de un reino judío

Los Judios se fortaleció a lo largo de los próximos 300 años a. C., a pesar de sus tierras están gobernados por potencias extranjeras. Al mismo tiempo llegaron a ser más capaces de practicar su fe libremente, dirigido por los escribas y los profesores que explican e interpretan la Biblia.

En 175 a. C. el rey de Siria profanado el templo y aplicado una serie de leyes destinadas a acabar con el judaísmo en favor del culto a Zeus. Hubo una rebelión (164 a. C.) y el templo fue restaurado.

La revuelta se celebra en la fiesta judía de Hannukah.

La salvación viene de los judíos

por Juan F. Carmona y Choussat



A lo largo de su vibrante existencia, habiendo sentido casi cada año el peligro de aniquilación, Israel siempre ha salido adelante haciendo suyo el mandato de Moisés de elegir la vida.


En cambio, Occidente sufre hoy un acceso grave de agotamiento de vivir, una patológica propensión al suicidio. Israel es el más indicado para hacerle recapacitar. Es, por eso, conveniente preguntarse -hoy, de nuevo- si la salvación, como le dijo Jesús a la Samaritana, viene de los judíos.


Después de los atentados de septiembre de 2001 el presidente Bush elaboró una doctrina fundada en la moralización de la política exterior y la expansión de la democracia. El último pilar de esa doctrina lo formulaba el 24 de junio de 2002. Por primera vez un presidente americano hacía un llamamiento público para un Estado palestino. Había demostrado su amistad con Israel al defender sus medidas para protegerse del terrorismo, que habían sido recibidas con hostilidad por otros, como la construcción de la barrera de seguridad y el establecimiento de controles impidiendo la entrada de suicidas desde Cisjordania. Bush también había discrepado de la opinión generalizada contra los asesinatos selectivos de aquellos que planeaban e incitaban a los atentados suicidas, puesto que, como había tenido oportunidad de comprobar en su propio país eran un mal incalificable. En los términos de Norman Podhoretz: “Luchando (contra el terrorismo) los israelíes estaban combatiendo contra el mismo enemigo que nos había declarado la guerra el 11 de septiembre”.

Su apoyo incluía asimismo la inexorable exigencia del abandono de las prácticas terroristas por todo el liderazgo palestino. Así, en su declaración de 2002 dice: “Las autoridades palestinas están fomentando, no oponiéndose, al terrorismo. Esto es inaceptable. Y los Estados Unidos no apoyarán el establecimiento de un Estado palestino hasta que sus líderes se impliquen en una lucha sostenida contra los terroristas y el desmantelamiento de sus infraestructuras”.


Por último, y esto es capital, no culpaba a Israel -en un cambio sustancial de actitudes precedentes- de la guerra que contra él se libraba. Ponía la carga de la prueba en los palestinos y los Estados árabes que los apoyaban, por no rechazar frontalmente el terrorismo. Pero eso no era todo. Dos años después añadiría lo que Podhoretz denominó el “codicilo” a esta política: como parte de un acuerdo definitivo de paz, Israel debía tener fronteras seguras y reconocidas, y éstas debían incluir los centros de población mayoritariamente israelíes. Rechazaba pues la idea últimamente universalmente aceptada, según la cual el requisito esencial, prácticamente el único para la paz, es la expulsión de hasta el último judío de Cisjordania. En qué la transformación de Judea y Samaria en “Judenrein” podía ser un avance hacia ésta, era algo que no parecía pasar por la cabeza de un presidente americano.


Las cosas han cambiado.


Según afirma el comentarista David Ignatius y se deduce de un posterior artículo de Zbigniew Brzezinski en el Washington Post, hay varios antiguos secretarios de Estado y asesores de Seguridad Nacional que junto con el actual, James Jones, están definiendo una política para Obama, que pasa por la imposición a Israel de las fronteras previas a 1967.


Esta vuelta atrás a políticas infructuosas, ¿puede cosechar algo? Podhoretz, escribiendo proféticamente, en mayo de 2009 destacaba: “Nada se sacará de una reversión a las asunciones previas a Bush. Nada se sacará con ello de los israelíes porque ellos, incluso los más complacientes entre ellos, han aprendido que la retirada de territorios previamente ocupados significa la creación de bases desde las que los terroristas harán llover misiles sobre ciudades israelíes. Así, cuando en el año 2000 se retiraron de la zona de seguridad que habían establecido en el sur del Líbano, Hezbollah se mudó allá, y más tarde, su retirada de Gaza en 2005 resultó en la toma de poder por parte de Hamás terminando en ambos casos no en paz o siquiera en mejores perspectivas para alcanzarla, sino en guerra y más guerra. Además, la retirada de Gaza, significando como supuso sacar a la fuerza unos 8.000 judíos de sus casas, fue un trauma nacional tan doloroso, que hacer lo mismo a más de treinta veces el mismo número de judíos viviendo en Cisjordania se ha convertido en impensable”.


Ahora bien; ni siquiera esa insólita reversión, aisladamente, significaría un peligro letal para Israel y los judíos. Es interpretada con el conjunto de la política de Obama cuando supone una amenaza.

Sí, Obama permanece en Irak, pero anuncia su marcha. Sí, Obama permanece en Afganistán, pero anuncia su partida. Sí, Obama promete disuasión nuclear, pero renuncia a renovar su arsenal. Sí, Obama promete alianza perpetua a sus amigos, pero embarca a su país en la deuda que compromete el gasto futuro en defensa. Sí,… pero.


¿Me contradigo? Muy bien, pues me contradigo.


Contengo multitudes. Decía Whitman. Ante la contradicción es más que lícito preguntarse qué interpretan los que dividen a Occidente en el pequeño Satán, Israel; el Gran Satán, Estados Unidos; y, ¢a va sans dire, el inútil Satán, Europa. El régimen iraní, de él se trata, incrementa sus preparativos terroristas incluso más allá de sus habituales sucursales de Hamás y Hezbollah, pero ello sigue sin hacer que se desvíe la vista de un parsimonioso calendario de ineficaces sanciones.


Si hace año y medio los que en el entorno de Obama entendían de estas cuestiones aún pensaban que podía evitarse un Irán nuclear, hoy se da por concluido el intento de impedírselo.


La nueva convicción es: por qué no vivir con un Irán nuclear al que mantener a raya como antaño a la URSS y China durante la Guerra Fría.


Algunos dan, incluso en una perversa reinterpretación de los hechos, un paso más: es la presencia de un Israel nuclear en pleno Oriente Medio el origen de la proliferación. Pero aun sin darlo, es obvio lo que impide convivir con un Irán nuclear.


El 27 de octubre de 2007 lo explicaba muy bien el New York Times: “El nuevo presidente conservador de Irán, Mahmoud Ahmedineyad, dijo el miércoles que Israel debía ser borrado del mapa...”, añadiendo: “Refiriéndose a palabras del ayatola Jomeini, el líder de la revolución islámica Ahmadineyad afirmó: `Como dijo el imán, Israel debe ser borrado del mapa”'.


El predecesor de Ahmadineyad, Mohamed Jatamí, en contraste, propuso un diálogo entre civilizaciones y persiguió una política de détente”.


La détente, pues, aunque fuera en un nuevo Irán post régimen, que sigue sin avistarse con claridad, es posible, dicen. Pero he aquí lo que decía el igualmente “moderado” Rafsanjani vinculado incluso a llamamientos a la apertura tras las disputadas elecciones del verano -y sus turbulentas consecuencias- respecto al “miedo” a represalias: “Si llega el día en que el mundo del Islam está convenientemente equipado con las armas que Israel tiene en su posesión…, la aplicación de una bomba atómica no dejaría nada en Israel, pero la misma cosa sólo produciría daños en el mundo islámico”.


Bernard Lewis, el famoso erudito del Islam, aclaraba sobre el tema en 2006: “Hay una diferencia radical entre la República Islámica de Irán y otros Gobiernos con armas nucleares. Esta diferencia se expresa en lo que solamente puede ser descrito como la visión apocalíptica de los actuales dirigentes de Irán. Esta visión y expectativa, manifestada vívidamente en discursos, artículos e incluso en libros de texto, claramente forman la percepción y por tanto las políticas de Ahmedineyad y sus discípulos”.


Pero, en la circunstancia de un ataque nuclear, ¿no perecerían con los israelíes los palestinos? y, ¿acaso no contestaría Israel devastadoramente?


“La primera de estas disuasiones bien puede preocupar a los palestinos pero no aparentemente a sus fanáticos defensores en el Gobierno de Irán. La segunda - la amenaza de un ataque directo sobre Irán- está… debilitada por el complejo de suicidio o martirio que plaga partes del mundo islámico hoy, sin paralelo en otras religiones, ni siquiera en el pasado musulmán.


“En este contexto la destrucción mutua asegurada (DMA), el elemento disuasor que tan bien funcionó durante la Guerra Fría, no tiene ningún signi- ficado. Al final de los tiempos habrá una destrucción en todo caso. Lo que importará será el destino final de los muertos: el infierno para los infieles y el cielo para los creyentes. Para gente con esta mentalidad la DMA no es un impedimento, es un incentivo”.


Por todo ello es por lo que la temeraria política de Obama presionando a su aliado, enviando un anuncio de abandono, y dejando enquistarse aparentes negociaciones anti proliferación sin propósito significativo, pone a Israel en una situación delicada. Esta, paradójicamente, podría evitarse con hacer simplemente lo contrario: sosteniendo al amigo y apremiando al régimen desafiante.


Pero lo más peculiar es que la actitud del presidente americano se parece mucho a la expuesta en esa frase que se atribuye a Talley-rand, el sofisticado ministro de Napoleón: “Es peor que un crimen, es un error”.


En lugar de hacer lo imposible por facilitar a Israel su lucha contra el islamismo, porque ese enemigo ha declarado la guerra a todo Occidente, da la impresión de creer que Israel es el problema. Pero, tras Israel está el resto. Es en ese sentido, en el sesenta y dos cumpleaños de su brillante y ejemplar existencia que, al estar en la primera línea, la salvación -y empieza a ser costumbre - viene de los judíos.


Pero conviene no dar por seguras las calamidades que pueden evitarse, y recordar el animoso saludo que se daban a finales del siglo XIX los primeros sionistas allá donde se encontraran, en Basilea o Constantinopla, cuando no había llegado la Declaración Balfour y apenas había nacido Harry Truman: “El año que viene, en Jerusalén”.

Un silencio peligroso

Ed Koch


Lloro como testigo de los vergonzosos ataques verbales contra Israel. Lo que hace que estos ataques verbales y distorsiones sean más dolorosos, es que están siendo orquestados por el Presidente Obama. Para mí, la situación de hoy recuerda lo que ocurrió en el año 70 DC, cuando el emperador romano Vespasiano lanzó una campaña militar contra la nación judía y su antigua capital de Jerusalem. Finalmente, Masada, una meseta de roca en el desierto de Judea se convirtió en el último refugio del pueblo judío contra el ataque romano. He estado en Jerusalem y en Masada. Desde la cima de Masada, todavía se pueden ver los restos de las fortificaciones y guarniciones romanas, y las piedras y la tierra de la rampa de asedio romano que se utilizó para llegar a Masada. Los judíos de Masada se suicidaron en lugar de dejarse tomar prisioneros por los romanos.


En la misma Roma, he visto el Arco de Tito con la escultura que muestra a los judíos esclavos y los tesoros del templo judío de Salomón con la Menorah, el símbolo del estado judío, llevados como botín durante el saqueo de Jerusalén.


Oh, usted puede decir que es una exagerada analogía. Por favor, escúchame.


El saqueo más reciente de la ciudad vieja de Jerusalem - su barrio judío – tuvo lugar bajo los jordanos en 1948, en la primera guerra entre los judíos y los árabes, con, al menos, cinco estados musulmanes - Egipto, Jordania, Líbano, Siria e Irak - que buscaban destruir al estado judío. En ese momento, Jordania conquistó Jerusalem oriental y la margen occidental y expulsó a todos los seres judíos que vivían en el barrio judío de la ciudad vieja, destruyó todos los edificios, incluyendo las sinagogas en el antiguo barrio y expulsó, de todas partes de Judea y Samaria, a todos los judíos que vivían ahí, de modo que, por primera vez en miles de años, la ciudad vieja amurallada de Jerusalem y la Margen Occidental adyacentes fueron "Judenrein" - un término usado por los nazis para indicar el desplazamiento forzado o el asesinato de todos los judíos...


Los judíos habían vivido durante siglos en Hebron, la ciudad donde Abraham, el primer judío, plantó su tienda y donde ahora yace sepultado, se cree, en una tumba con su esposa, Sarah, así como otros antiguos patriarcas y matriarcas judíos. He visitado la tumba y entonces le pregunté a un soldado israelí que la custodiaba - ya que está abierta a todos los peregrinos, los cristianos, los musulmanes y los judíos - "¿dónde está el séptimo paso que lleva a la tumba de Abraham y Sara", que era la entrada más lejana para los judíos, cuando los musulmanes eran la autoridad que controlaba el lugar santo? Él respondió: "Cuando retomamos y reunificamos toda la ciudad de Jerusalem y conquistamos la Margen Occidental en 1967, eliminamos los pasos, de modo que ahora todo el mundo puede entrar", mientras que cuando los musulmanes estaban a cargo de la tumba, ningún judío podía entrar en ella. Y entré.


No soy una persona religiosa. Me siento cómodo en una sinagoga pero, por lo general, asisto sólo dos veces al año, en las altas fiestas. Cuando entré en la tumba de Abraham y Sarah, por lo que recuerdo, me sentí conectado con mi pasado y con las tradiciones de mi pueblo. Uno es judío, primero por nacimiento y después por la religión. Los que abandonan su religión, siempre siguen siendo judíos en virtud de su nacimiento. Si no lo creen así, que se lo pregunten a sus vecinos, quienes se lo recordarán. Recuerdo las palabras del columnista Robert Novak, quien fue durante casi toda su vida hostil al estado judío de Israel, en una entrevista con un periodista dijo que, si bien se había convertido al catolicismo, todavía era un judío cultural. Me mantengo, con orgullo, siendo judío, tanto por religión como por cultura.


Mi apoyo al estado judío ha sido largo y firme. Nunca he pensado en dejar USA para ir a vivir a Israel. Mi lealtad y amor son primero por USA, que tanto me ha dado, al hijo de inmigrantes judíos polacos. Pero también he sido consciente, durante mucho tiempo, del hecho que cada noche, cuando me iba a dormir en paz y seguridad, había comunidades judías en peligro en todo el mundo. Y había un país, Israel, que les daría refugio y que enviaría a sus soldados a luchar por ellos y librarlos de todo mal, como Israel lo hizo en Entebbe en 1976.


Lloro hoy porque mi presidente, Barack Obama, en unas pocas semanas, ha cambiado la relación entre USA e Israel, de la de más cercanos aliados a una en la que hay una ausencia de confianza en ambas partes. El contraste entre la manera como el presidente y su administración tratan con Israel y cómo se ha decidido a tratar con el gobierno de Karzai en Afganistán, es sorprendente.


El gobierno de Karzai, que rige un estado corrupto y productor de opio, se niega a cambiar sus métodos corruptos – el propio hermano del presidente, muchos creen que dirige el tráfico de drogas que tienen lugar en Afganistán – y que muestra el mayor desprecio por USA, ha sido aclamado por la administración Obama como un aliado y públicamente tratado con dignidad. Karzai, incluso, recientemente amenazó con unirse a los talibanes si no dejamos de hacerle demandas. Sin embargo, Karzai recibe una cálida carta de agradecimiento del Presidente Obama. El New York Times del 10 de abril informó: "...que el Sr. Obama había enviado al Sr. Karzai una nota expresando gratitud al líder afgano por la cena en Kabul". ‘Fue una carta respetuosa’, dijo el General Jones".


Por otra parte, nuestro aliado más cercano - el de la relación especial con USA, ha sido degradado y calumniado, hecho responsable, por la administración, de nuestros problemas en Afganistán e Irak y otros lugares de Medio Oriente. El plan, sospecho, es debilitar la determinación del estado judío y de sus líderes, haciendo mucho más fácil imponerle a Israel un plan estadounidense para resolver el conflicto entre israelíes y palestinos, dejando en la estacada a las necesidades de seguridad y de fronteras defendibles de Israel.


Creo que la política del Presidente Obama es crear una completamente nueva relación con los estados árabes de Arabia Saudita, Jordania y Egipto, y a Irak como la contra de Irán - el Tiranosaurio Rex del mundo musulmán, que ahora estamos preparados para verlo en posesión de un arma nuclear. Si es necesario arrojar a Israel bajo el autobús para lograr esta alianza, que así sea.


Estoy conmocionado por la falta de indignación por parte de los más ardientes partidarios de Israel. Los miembros de AIPAC, la principal organización de lobby pro-Israel en Washington, le brindaron a la Secretaria de Estado Hillary Clinton una ovación de pie, después de que había llevado a cabo las instrucciones del Presidente Obama y, en una conversación telefónica de 43 minutos, enojada intimidó al Primer Ministro Benjamin Netanyahu.


Los miembros del Congreso, tanto en la Cámara como en el Senado, han hecho declaraciones lastimosamente débiles contra el maltrato de Obama a Israel, si la hicieron en absoluto. Los miembros Demócratas, en particular, son débiles. Simplemente tienen miedo de criticar al Presidente Obama.


Lo que más me molesta, es el vergonzoso silencio y la falta de acción de los líderes de la comunidad - judía y cristiana. ¿Dónde están? Si esto fuera una cuestión de derechos civiles, los judíos estarían en el centro de Washington protestando con y en nombre de nuestros conciudadanos estadounidenses. Le pregunté a un prominente líder judío ¿por qué nadie está preparando una marcha a Washington similar a la de 1963, en la que yo estaba presente y en la que Martin Luther King pronunció su memorable discurso? Su respuesta fue "Podrían asistir cincuenta personas". ¿Recuerda la década de 1930? Pocos se pusieron de pie. Se quedaron callados.


Recuerden la sentencia más perspicaz de uno de nuestros más grandes

maestros, el rabino Hillel: "Si yo no soy para mí mismo, ¿quién es para mí? Y si sólo soy para mí mismo, ¿qué soy? Y si no es ahora, ¿cuándo?"


Es cierto que nos hemos levantado para todos los demás. ¿Cuándo nos levantaremos para nuestros hermanos y hermanas que viven en el estado judío de Israel?
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