domingo, 5 de septiembre de 2010

Volando Bajo

a
por Jaim Vegoda
Reconstruyendo tu confianza interior realizando - ¡y cumpliendo! - tus resoluciones de año nuevo.
"¡Ustedes son lo mejor de lo mejor!", gritó el comandante de las fuerzas especiales de la fuerza aérea en el centro de formación de Top Gun.
"Su entrenamiento ha terminado. Me complace decir que cada uno de ustedes se ha graduado como piloto de combate".
"¡Gracias señor!", hizo eco la clase.
"No se relajen. Tenemos una misión para ustedes. No va a ser fácil. ¡No lo lograran a menos que sigan las instrucciones exactamente! ¿¡Estas escuchando Maverick!?".
"¡Sí señor!".
"Espero que sí. Ustedes tendrán que volar sus F15 600 kilómetros a través de territorio enemigo y aterrizar a salvo en la base 5763. Si lo logran, darán un reporte sobre su misión y serán evaluados".
"No se dejen engañar por lo fácil que suena esta misión. El enemigo va a usar municiones reales. Cada kilómetro de tierra que vuelen tendrá misiles antiaéreos listos para dispararse. La única manera... ¿¡estás escuchando Maverick!? ".
"¡Sí señor!".
"La única forma en que ustedes podrán lograrlo es si no son detectados por el sistema de radar de los misiles. El radar no los detectará si vuelan por debajo de 900 pies. No quiero ninguna de sus llamativas voladas Maverick. Pueden verse bien, pero ese es exactamente el tipo de vuelo que lo matará. ¿Lo entiendes?".
"Si señor".
"¿¡Lo entiendes!?".
"¡¡SÍ SEÑOR!!".
"Esto es por lo cual han sido entrenados señores. Buena suerte y que Dios esté con ustedes".
"¡Gracias señor!".
Cumpliendo con las Resoluciones de Año Nuevo
El año pasado en Rosh Hashaná, me comprometí a cumplir con cierta resolución durante el transcurso de todo el año. ¿Lo cumplí? La verdad es que, ni siquiera recuerdo de qué se trataba.
Todos nos hemos comprometido con ciertos objetivos que no hemos cumplido -- una cierta dieta, dejar de fumar, rezar tres veces por día. Un mes después, nos damos por vencidos. Dejar de fumar es fácil, ¿verdad? Lo hago 10 veces por año.
Tomar compromisos para el año nuevo es muy importante. Comienza cuando soñamos con quien queremos ser y que queremos alcanzar. Luego convertimos nuestros sueños en objetivos específicos y nos lanzamos a ellos mientras la visión y emoción todavía se mantienen frescos en nuestros corazones. La emoción, sin embargo, no suele durar.
Mientras el camino se pone difícil y la inspiración empieza a desaparecer, empezamos a darnos cuenta que estos compromisos que hicimos van a requerir de una buena cantidad de auto-disciplina. Nuestras voces interiores comienzan a hacerse oír: "¡Es mucho esfuerzo!", "¡necesito un descanso!" y otro compromiso termina siendo descartado.
Es triste cuando nos damos por vencidos en nuestros sueños. Perdemos los beneficios específicos que hubiéramos ganado de haber seguido adelante. Y lo que es peor, cada vez que tiramos la toalla, reafirmamos la creencia interior que destruye nuestra confianza y nos roba el futuro que podríamos haber tenido. Creencias como:
Soy un perdedor. Yo no soy capaz de tener éxito. Soy un fracasado.
Ir por la vida con estas creencias interiores nos causa que saboteemos nuestras relaciones y oportunidades de crecimiento. Es como caminar con un par de gafas sucias. Dondequiera que miremos las cosas parecen oscuras y temerosas.
Rosh Hashaná es el momento de realizar un nuevo comienzo, de renovar nuestros compromisos. Una persona que hace teshuvá, arrepentimiento, en los días previos a Rosh Hashaná, comienza su año nuevo renovada, recomprometiéndose con sus objetivos y tomando resoluciones especificas.
Pero si nos damos por vencidos en nuestras metas del año pasado y no nos las arreglamos para llevar nuestras resoluciones hasta el final, que nos hace pensar que las cosas serán diferentes este año. ¿Acaso algo cambió? Estamos engañándonos a nosotros mismos si pensamos que todo va a llegar de alguna manera más fácil por arte de magia. Algunas personas simplemente, dejan de intentar realizar un nuevo comienzo y abandonan por completo. Después de todo, se dicen a sí mismos, si no intentamos, no vamos a fracasar.
Saliendo del Ciclo Sin Fin
Aquí hay un enfoque acerca del aparentemente interminable ciclo de fracaso sobre el que nuestros sabios escriben ampliamente.
Es natural tener el deseo de hacer más de lo que somos capaces de hacer. Cada año pensamos en todo el tiempo que hemos perdido y cuanto nos hemos alejado de donde queremos estar. Luego algunos de nosotros hacemos algo ridículo como poner juntas todos los objetivos y resoluciones que no hemos alcanzado en todos los años previos, agregar algunos más para este año y luego adoptar todo como resolución y objetivo para el próximo año. Para la mayoría de nosotros, esta opción no funciona. Es como un levantador de pesas que después de haber pasado un periodo de tiempo entrenando para levantar cierto peso y falla, comienza a entrenar nuevamente para un peso mucho más pesado, para poder así recuperar el tiempo perdido de los fracasos del pasado. Yo mismo sé, que no va a pasar.
Tomar metas nuevas grandes e impresionantes es bueno cuando son reales. Pero necesitamos construir nuestra confianza mostrándonos a nosotros mismos que podemos comprometernos y seguir adelante en algo, incluso que no sea tan grande como quisiéramos. Necesitamos reconstruir nuestra integridad personal, nuestra creencia en nosotros mismos, nuestra creencia de que podemos tener éxito y que cuando damos nuestra palabra y compromiso en algo, nuestra palabra es nuestra palabra. Una vez que hemos empezado a sanar nuestra dañada imagen, estamos listos para afrontar a los "pesos pesados".
Los sabios recomiendan comprometerse a algo tan pequeño que esas voces internas que gritan al cabo de dos semanas ¡"es muy difícil"! ¡"no puedo seguir!" no tenga nada que gritar.
Estas voces son los misiles antiaéreos antes mencionados. Nuestros objetivos son los aviones. Si volamos muy alto, estableciendo nuestros objetivos a una altura imposible, el enemigo nos va a detectar y a derribar. La estrategia consiste en tomar algo relativamente fácil, volar tan bajo que el enemigo ni siquiera nos vea.
Al elegir mantener las pequeñas resoluciones durante todo un año, podemos cambiar y mejorar los patrones negativos que la mayoría de nosotros sufrimos. Actualizamos nuestro sistema de creencias y haciendo esto actualizamos nuestra imagen, mostrándonos a nosotros mismos que podemos comprometernos y que podemos tener éxito. Abrimos la puerta a todo un mundo de nuevas posibilidades.
Por lo tanto toma dos minutos en este mismo momento para pensar en una resolución significativa, pero relativamente fácil, en la que te veas a ti mismo haciéndola realmente por todo el año entero, y comprométete a ella. Prepárate para el vuelo de tu vida. Todavía no va a ser fácil, pero no hubieras sido seleccionado para esta misión si no fueras capaz de hacerlo.

Sin Equipaje

por Rav Yaakov Salomon
Este Iom Kipur deja la culpa en casa.
Miré las imágenes, al igual que ustedes, y me pregunté con total incredulidad.
"¿Eso debajo del agua es un automóvil o es un bote?".
"¿Por cuánto tiempo estuvieron esas personas atrapadas en esos techos?".
"¿No se dieron cuenta que esos diques no eran suficientemente fuertes?".
"Eso no puede ser el SUPERDOME, ¿o si?".
"Por todos los cielos, ¿por qué no salieron cuando pudieron?".
Katrina, quizás el mayor desastre natural que haya ocurrido alguna vez en suelo estadounidense, se ha cobrado innumerables víctimas, ha destruido la vida de todos los afortunados sobrevivientes, y causó estragos en el imaginario nacional estadounidense.
Y mientras los cadáveres estaban aún húmedos y las intersecciones del centro todavía estaban inundadas, el obligatorio dedo acusador no podía esperar. Leer la prensa. Escuchar las noticias. Ver el circo. Hoy es el alcalde, mañana es Bush. "Los ingenieros eran aficionados". "Dios ha hablado". La Agencia Nacional para el Control de Emergencias fue totalmente inepta; el gobernador debería renunciar. Era una ciudad de depravación; Ariel Sharon es la fuente de todas las cosas malas.
Y así siguió. Chivos expiatorios fueron difamados e ignorantes se vieron súbitamente ascendidos a expertos. Y mientras tanto, funerales y entierros se volvieron moneda corriente, mientras cientos de miles se preguntaban cuándo Houston se había convertido en un suburbio de Nueva Orleáns.
Una tormenta infernal ha asolado la ciudad y derrumbó para siempre multitud de vidas. ¿Y cuál es nuestra respuesta principal e inmediata? Recriminación y culpas.
Claro, es importante saber que salió mal en las labores de rescate. Debemos aprender de nuestros errores. Pero, ¿no podía esperar un poco el "Show de Culpas", para poder primero velar, enterrar y organizar? Supongo que es lo que los sentimientos de impotencia a menudo pueden causar.
Por supuesto, la culpa no es un concepto desconocido para los judíos. Más de dos mil años de cruzadas, pogroms, holocaustos y expulsiones pueden hacerle eso a un pueblo.
Pero culpar, con todas sus nefastas consecuencias, también connota responsabilidad -- personal, familiar y comunal. Y los judíos, especialmente en estos Días Terribles, abrazamos este concepto de asumir la responsabilidad de nuestras acciones y nuestra pasividad – incluso nuestros pensamientos y sentimientos. Nos sentimos orgullosos mientras hacemos un balance. Aún siendo el proceso doloroso, disfrutamos la sensación de limpieza que cae sobre nosotros con la puesta de sol, que escolta nuestras peticiones de Iom Kipur, conduciéndonos a la expiación.
A veces, sin embargo, en nuestro afán de lograr la rectificación, distorsionamos este sentido necesario de rendición de cuentas en una manera perjudicial. La culpa puede ser fácilmente transformada en un sentimiento indebido de vergüenza y humillación. Sentimientos de culpa, los del tipo necesario para allanar el camino hacia el mejoramiento de uno mismo, a menudo se convierten en mucho más que eso. Ellos dominan nuestro espíritu. Nos castigamos de maneras que puedan marcar y dañar la apreciación de nuestro propio ser. La perfección es confundida con la purificación. No creo que de eso se trate Iom Kipur.
El venerable sabio del siglo XIX, Rab Israel Salanter, una vez hizo una pregunta obvia y ofreció una respuesta penetrante. "¿Por qué Dios eligió poner a Iom Kipur después de Rosh Hashaná? Iom Kipur es el día de expiación; Rosh Hashaná celebra el dominio de Dios sobre el universo y el rol único que nosotros, su pueblo elegido, jugamos en el cosmos. ¿No sería mucho más lógico entrar en ese estado glorificado después de haber pasado el refinamiento espiritual de Iom Kipur?".
En realidad es todo lo contrario, explicó el sabio rabino. No tenemos que estar totalmente purificados para alcanzar el exaltado estatus de pertenencia al ejército celestial. Alcanzamos ese santo estatus sólo por ser quienes somos -- sí, con todos nuestros defectos e imperfecciones y debilidades. Se llama ser humano.
¿Pero no debemos al menos tratar de perfeccionarnos en la medida de lo posible?
Por supuesto. Es, de hecho, precisamente ese esfuerzo el que nos lleva a niveles cada vez más altos de compasión, entendimiento y santidad. Pero cuando la perfección se convierte en nuestra única meta aceptable, y cuando caer un poco nos causa una culpa insalubre, una culpa paralizadora que nos desanima, hemos claramente ido demasiado lejos.
La vida, tal como ha sido dicho tantas veces, es realmente un viaje. Cuando viajamos en avión, cada uno de nosotros se somete a un intenso escrutinio. Y mientras serpenteamos el camino a través de los puestos de seguridad de los aeropuertos, nos acercamos más y más al gran momento -- cuando debemos enfrentarnos cara a cara con la temida pero imprescindible maquina de rayos X y detector de metales. Se nos pide que pongamos todo lo que tenemos en la cinta transportadora a fin de que todas y cada una de nuestras pertenencias pueda ser examinada cuidadosamente. Sabemos que estamos entrando en un lugar sagrado porque muchas veces tenemos que quitarnos nuestros zapatos.
Y luego en una única fila, marchamos a través de la máquina, con la esperanza -- quizás rezando -- que la temida alarma no suene, señalando que hemos sido seleccionados para un examen aún más minucioso.
Pero incluso si esa alarma suena, no quiere decir que no vas a entrar en el avión. Puede que sólo te pidan que dejes un objeto o que expliques porque necesitas llevar algo contigo. Sí, incluso con imperfecciones puedes todavía obtener una tarjeta de embarque.
Y así también es en Iom Kipur. Avanzamos por nuestro camino a través del año y finalmente alcanzamos el gran día, en el que debemos estar cara a cara con Dios. Todo lo que hemos hecho es cuidadosamente analizado y evaluado. Hemos dejado nuestros zapatos en casa.
Y entonces, como decimos en nuestros rezos, toda la humanidad pasa ante Dios, como miembros de una manada que se acerca a un detector de metales espiritual. Así como las ovejas caminan en una sola fila ante su dueño, pasamos por debajo de Su vara y mantenemos nuestro aliento, aguardando su decreto. Cerramos nuestros ojos y rezamos para que la temida alarma permanezca en silencio, y se nos conceda otro año de vida.
Pero no tenemos que ser perfectos para conseguir la tarjeta de embarque -- nadie lo es. Se nos puede pedir que dejemos ciertos pecados o faltas o que expliquemos porque fallamos en alcanzar nuestro potencial este año. Estas son preguntas importantes -- preguntas que nos debemos preguntar a nosotros mismos.
Pero el Dios de la misericordia entiende a cada uno de nosotros. Él ve a través de nuestro equipaje con una de visión rayos X perfecta. Él sabe nuestras intenciones y sabe nuestras pretensiones. Él juzga nuestro nivel de sinceridad y toma totalmente en cuenta nuestra lucha. Y lo único que Él realmente quiere es nuestro máximo esfuerzo -- completo, sincero y sentido.
Sí, Iom Kipur es un día de golpearse el pecho, de lágrimas y reverencias sin paralelos. Pero todo eso es acrecentado cuando tenemos pleno conocimiento del amor incondicional de Dios por sus hijos.
Este año, cuando termines tus embalajes de último minuto, deja el puñal en casa. Lleva un buen libro de oraciones, algunas resoluciones sinceras, y muchos pañuelos.
Y que tengas un buen viaje.
Que todos arribemos seguros

El antídoto para no revolcarse en la autocompasión.

.
por David Frankel

La tradición anual exige una explicación: ¿Qué es Tashlij? Vamos a un río, lago, u otra fuente de agua y decimos una breve plegaria seguida por un simbólico acto de “arrojar nuestros pecados” en su interior. Los niños acumulan pan duro durante semanas para poder tener montones de “pecados” para arrojar. Es algo un poco extraño si lo analizas. El judaísmo no se basa simplemente en símbolos y rituales; es mucho más profundo que eso.
La respuesta es bastante simple y al mismo tiempo estimulante. El hombre es bueno. El hombre es hermoso. El hombre es extraordinario. En su esencia, el ser humano es puro y sagrado. Creado a imagen de Dios con la capacidad de ascender a las alturas de la Santidad. No somos pecadores, sino que pecamos.
Desafortunadamente, a través de las tribulaciones y las tentaciones de la vida diaria, ‘adquirimos’ muchos pecados y transgresiones. Vienen a nosotros en momentos de desesperación o en actos de arrogancia. Los adquirimos en ataques de furia o los digerimos en momentos de debilidad. Puede que los poseamos. Puede que los llevemos. Y puede que hasta disfrutemos algunos de ellos. Pero nunca se convierten en nosotros. Nunca se convierten en quienes somos. Y definitivamente no son lo que nosotros realmente queremos ser.
Son siempre una entidad separada que puede ser renegada, rechazada y abandonada en cualquier momento. El acto simbólico de arrojar nuestros pecados, nos hace entender este mensaje de una manera dramática y concreta.
Tashlij es el antídoto más grande para no revolcarse en la autocompasión. Cuando pensamos en nuestros hábitos, levantamos nuestras manos hacia arriba y nos decimos a nosotros mismos: “¡Han sido muchos años! No hay forma de que pueda cambiar ahora”. O “No puedes enseñarle nuevos trucos a un perro viejo”. Tashlij nos enseña lo contrario. Sí podemos cambiar. Podemos mejorar porque somos en nuestra esencia puros y sagrados – una chispa de lo divino.
La lucha es refregar ese revestimiento superficial de 'pecados'. Raspar hasta eliminar el cinismo, repudiar el negativismo y romper con la desilusión. Mientras podamos aferrarnos a la grandeza y al potencial inconmensurable de nuestras almas, entonces nada nos puede detener. Cuando comprendemos que el amor de Dios hacia nosotros es incalculable e ilimitado, entonces, y sólo entonces, podemos realmente comenzar nuestra travesía hacia el arrepentimiento verdadero y completo.
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