jueves, 12 de agosto de 2010

Israel, un ejército de ciudadanos

De Accion por Israel

Una de las sorpresas que se llevan los turistas en Israel es el hecho de ver a tantos soldados en las calles vestidos de uniforme.

Quien no esté acostumbrado a semejante visión podría llegar a pensar que ha habido un golpe de estado y el ejército domina y tiene sitiadas las ciudades. La realidad, no obstante, es muy distinta.

El hecho de que tantos soldados caminen por las calles es simplemente porque en Israel, a diferencia de otros países occidentalizados, el servicio militar es obligatorio tanto para hombres como para mujeres. Al cumplir la mayoría de edad todo ciudadano israelí recibe la orden de reclutamiento. Diariamente se ven soldados caminando por las calles, en las estaciones de tren o en las paradas de autobuses, por tres motivos: 1) van a las bases militares; 2) van a su casa; 3) no quieren pagar pasaje de autobús (soldados vestidos de uniforme viajan gratis en el transporte público). La decisión de crear un servicio militar obligatorio fue tomada por David Ben Gurión pocos años después de la declaración de independencia del año 1948. Había que defender el joven estado de la amenaza vecina. Si bien actualmente el servicio sigue siendo obligatorio para todos, solamente el setenta por ciento de los jóvenes cumple enteramente el servicio de tres años (dos en el caso de las mujeres). Muchos reciben la exención aludiendo problemas médicos, psicológicos, morales o religiosos. El servicio en el ejército constituye una de las etapas más importantes en la vida del israelí.

Y así como el ejército está tan presente en las calles de las principales ciudades, también lo está en otros aspectos de la vida cotidiana. Una de las emisoras de radio de mayor audiencia entre la juventud - Galei Tsahal - es conducida por el ejército. Su carácter dinámico y juvenil, y muchas veces autocrítico, nunca da a entender que quien está a cargo de esa radio es precisamente personal militar. La lista de actividades sociales y culturales de carácter claramente civil que el ejército de Israel organiza no tiene fin. Menciono a continuación alguna de ellas:

1. Programas de ayuda a olim jadashim - nuevos inmigrantes -.
2. Participación activa en planes orientados a fortalecer la identidad judía a jóvenes turistas (p. ej. Taglit).
3. Cursos de complemento a soldados que no hayan finalizado la secundaria.
4. Seminarios de conversión al judaísmo para los no judíos.
5. Grupos musicales (lehakot tsvaiot).

¿Son esas las funciones de un ejército? En Israel parece que sí.

En circunstancias especiales el ejército ha llegado incluso a resolver asuntos claramente policiales. Dos trágicos sucesos ocurridos en Jerusalén hace pocos meses dan prueba de ello.

1. Hace aproximadamente siete meses, un terrorista palestino con ciudadanía israelí se infiltró en un uno de los más importantes centros rabínicos de Jerusalén y comenzó a disparar a bocajarro contra todos los allí presentes, en su mayoría jóvenes que se encontraban estudiando Torá. El terrorista fue abatido, no por la policía, sino por un soldado israelí que se encontraba de vacaciones en su casa.

2. El segundo suceso tuvo lugar hace alrededor de cuatro meses en una de las más céntricas calles de Jerusalén. Otro terrorista palestino-israelí arolló con un tractor robado todo cuanto se encontraba a su paso a lo largo de unos 1200 metros. Siete policías se encontraban en la escena y, no obstante, fue un civil israelí, oficial de alto rango en la reserva, quien con su pistola personal le quitó la vida al terrorista.

El hecho de que un ciudadano corriente (que simplemente paseaba por allí) acabe con la vida de un terrorista demuestra que todo israelí, sea civil o militar, es un soldado preparado para actuar en caso de necesidad.

El ejército de Israel está compuesto básicamente por tres grupos: 1) soldados regulares en servicio obligatorio; 2) oficiales y suboficiales que deciden dedicar su vida al ejército y optan por la carrera militar; 3) reservistas.

Los soldados retirados siguen prestando servicio al estado hasta una edad media que oscila alrededor de los 45 años para los hombres y 30 para las mujeres. Son llamados a filas de forma regular y, en caso de emergencia, son incorporados a unidades de combate en un plazo máximo de 48 horas.

El hecho de que la carrera militar sea relativamente corta - un oficial puede retirarse a la edad de 45 años - posibilita que muchos opten por una segunda carrera: la carrera política. Isaac Rabín, Shaúl Mofaz, Ehud Barak, Ariel Sharón... políticos que en el pasado ocuparon cargos de altísimo rango dentro del ejército. La desaparición de Ariel Sharón del escenario político en febrero del 2006 condujo a una situación sin precedentes en la política israelí. Dos civiles se enfrentaron en las elecciones a Primer Ministro en marzo de aquel mismo año, ganadas finalmente por Ehud Olmert del partido Kadima. Muchos lo interpretaron como un aumento de madurez en la sociedad israelí. El hecho de que el Primer Ministro (Ehud Olmert) y el Ministro de Defensa (el laborista Amir Pérets) sean personajes alejados del mundo militar demostraba un cambio importante en la estructura política israelí hasta entonces "militarizada". Analizaré este hecho y sus consecuencias en artículos posteriores.

El ejército está presente en todos los ámbitos de la sociedad civil israelí. Estos roles esán tan incorporados en la sociedad - en otros países serían considerados inusuales para un ejército - que en Israel ni siquiera se cuestionan. Y de esta forma, volviendo al punto de partida, no debe extrañar ni sorprender el hecho de que cientos de soldados caminen diariamente por la estación central de autobuses de Tel Aviv, los centros comerciales de Haifa o las céntricas calles de Jerusalén. Como fue planteado por la unidad educativa del ejército: AM BONÉ TSAVÁ - TSAVÁ BONÉ AM; EL PUEBLO CREA EL EJÉRCITO - EL EJÉRCITO CREA EL PUEBLO.

Crónicas De Aliá – Cambio de Vida

Crónicas De Aliá – Cambio de Vida
por Tara Eliwatt
¿Mudarse a Israel? ¿Estás loco?

Nunca pensé mudarme a Israel. Tampoco mi marido. De hecho, como judíos seculares, ninguno de los dos creció con Israel como una prioridad. Israel era un cero a la izquierda. Eso fue hasta hace ocho años cuando los dos (por separado) pasamos un año estudiando en Jerusalem.

Era fácil vivir una vida de estudiante en el lugar espiritual más candente del mundo judío. Éramos mimados y cuidados mientras profundizábamos en nuestras identidades judías, aprendiendo Torá diariamente.

Soñar con una vida espiritual en Israel era inevitable. Y luego, nos casamos y nos mudamos a Nueva Jersey.


Con gran excitación, nos subimos a la rueda de la vida y hemos estado dando vueltas y vueltas desde entonces. Un nuevo bebé, un nuevo trabajo, una nueva casa, otro bebé, otro trabajo. Y mientras la rueda continuaba dando vueltas, seis años pasaron delante de nosotros. Nos asentamos firmemente en nuestras vidas y comunidad, y… alcanzamos el status quo. Fue un lindo cambio. Pero cuando dejamos de movernos, dejamos de crecer. Nuestros pies estaban pegados como con pegamento a la rueda de la vida, parecíamos no poder liberarnos y seguíamos dando vueltas y vueltas.

Hasta que caprichosamente (bueno, él lo había estado pensando por un tiempo, pero para mí fue un capricho), mi esposo me dijo:

“¿Por qué no nos mudamos a Israel? ¿Qué estamos haciendo aquí? ¡Israel es nuestra tierra!”.

Yo me reí de él, moviendo mi cabeza como diciendo: “¿Estás loco?”. Esa respuesta física estaba cargada de razones por las cuales no podíamos empacar nuestras maletas y mudarnos a tierra santa: Dejar nuestra familia, nuestros trabajos, la polarización de la sociedad israelí, el sistema educacional, seguridad, etc.

Pero mi marido siguió hablando. Su familia se había mudado a Florida y mi familia no estaba involucrada en nuestras vidas cotidianamente.

“¡Es momento de vivir el futuro de nuestra propia familia!”. Él estaba prácticamente saltando. “¡Yo podría administrar mi negocio desde Israel… los niños hablarán hebreo! Ellos verán la tierra y las colinas donde caminaron nuestros patriarcas. Ellos entenderán y verán que están conectados a una historia grandiosa, a un pueblo. Las calles estarán vacías en Iom Kipur…”. Él ignoró todos los otros temas, repitiendo lo que había escuchado tantas veces: “¡El futuro del pueblo judío es Eretz Israel!”

Entre pañales y platos, yo no podía relacionarme con ideas intangibles. Sólo podía pensar en términos prácticos. “Mi amor, nosotros no hablamos hebreo. ¿Cómo nos vamos a comunicar con los maestros de nuestros hijos? ¿Y a qué escuela irán?”

“Detalles, mi amor. Sólo detalles”. Él sonrió confiadamente.

Estábamos entrando en nuestro séptimo año de matrimonio, y yo estaba un poco inquieta. Yo simplemente no consideraba que mudarnos a Israel era la opción correcta.

“Mi amor, no estoy diciendo que debemos desechar toda nuestra vida y mudarnos al otro lado del mundo en un día. Esto requiere mucha meditación”. Mientras mi marido avivaba el sueño y el idealismo con entusiasmo, yo pasé muchos meses evaluando los asuntos prácticos, hablando con rabinos y nuevos inmigrantes, y también con varias organizaciones. Busqué gente que se opusiera a la idea. Después de todo, el cambio es difícil.

Pero nadie lo hizo. Nuestras posibilidades eran muy buenas.

Y así, con mucha confianza en el Todopoderoso, concluí que teníamos suficientes razones para intentarlo (y pocas para nointentarlo). ¿Qué más podía decir? Sabia en mi corazón que Israel era un lugar especial. Nadie tenía que convencerme de eso.


Cuanto más visualizábamos vivir en Israel como una realidad, más nos dábamos cuenta de lo atascados que estábamos en nuestra rutina. De hecho, un gran cambio como este, con todos los desafíos que implica, seguramente nos sacaría de nuestra “rueda”. Si bien perderíamos el status quo, nos convertiríamos en personas más fuertes. Yo apreciaba esa idea.

Y ahora, antes de partir, mientras discutimos con algo de miedo e indecisión comunidades y escuelas para nuestros hijos, De una sola cosa estamos seguros: vamos a crecer espiritualmente.

A medida que comenzamos nuestro octavo año de matrimonio, nos preparamos para saltar de la rutina hacia lo desconocido. Estamos organizando nuestras vidas para mudarnos al otro lado del mundo, para unirnos al pueblo judío en nuestra tierra natal. Estamos vaciando nuestra casa, previendo los desafíos y preparándonos para crecer. Esperando hacer un poquitito de historia.

Israel es nuestra prioridad.

(Y ahora, empacar también es una prioridad).
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